Por Lucio Marmolejo.
Decretado por Lllmo. Sr. Lic. D. Clemente de Jesús Munguía, Obispo de Michoacán, así lo decretó y firmó. México 26 de Diciembre de 1851.
Librería de Rosa y Bouret, 18 calle San José el Real 18. 1868. Propiedad de los editores.
DÍA DIEZ Y OCHO: 18 de mayo.
Visita a la imágen de la PURÍSIMA CONCEPCIÓN DE NUESTRA
SEÑORA, que se venera en la iglesia de San Francisco en la ciudad de Celaya.
Tierna y ardiente
ha sido siempre la devoción de la ciudad de Celaya para con María Santísima en
el misterio de su Concepción Inmaculada, bajo cuya protección fué puesta por
sus mismos fundadores; por lo que, poco
después de la fundación, se procuraron los celayenses una Imágen de este
misterio, en la cual colocaron su amor y su confianza, y la Santísima Señora
los tomó bajo su amparo y los llenó de beneficios. Los religiosos franciscanos
experimentaron también su patrocinio, y la juraron solemnemente patrona de su
convento de Celaya; y cuando fué dedicada su magnífica Iglesia, colocaron a la
Señora en el altar mayor, donde permanece Hasta hoy, derramando beneficios sobre
sus devotos.
«La sagrada Imágen, dice el «Zodiaco Mariano,» es de talla, de vara y media de alto y de
singular proporción y hermosura, pero con un rostro entre risueño y severo, de
suerte que juntamente enamora y pone respeto, causando gozo y temor a quien la
mira, y en ella tiene toda la ciudad librado su consuelo, y seguro el remedio de
sus necesidades»; de suerte, que
además de la función verdaderamente espléndida que se le hace cada año el día 8
de Diciembre, se le hacen otras varias, siempre que amenaza a la ciudad alguna
calamidad, y muy especialmente la de falta de lluvias; porque asentada Celaya
casi al centro del hermoso y fértil bajío de Guanajuato, toda su riqueza y el
bienestar de sus moradores dependen de los productos de la agricultura.
En una ocasión, refiere el «Zodiaco Mariano», tomándolo del P. Fr. Alonso de la
Rea, quien asegura haber sido testigo presencial del hecho, «estaba la ciudad de Celaya en mucha
tribulación por la absoluta falta de lluvias, y en tal conflicto, determinaron
los vecinos acudir por el remedio a la prodigiosa Imágen de la Purísima
Concepción, haciéndole un Novenario y sacándola en procesión. Salió
efectivamente la procesión como a las nueve del día, estando el cielo
totalmente raso y limpio, desde la iglesia de San Francisco a la de San
Agustín; y volviendo a su casa la Señora como a las once, vieron que se
levantaba sobre la ciudad una nubecita como un vellón de lana; pero
extendiéndose poco a poco por todo el cielo, a las tres de la tarde despidió
con tanta abundancia el agua, que cada calle parecía un rio, y el campo
comarcano un mar, sin que en otras partes, fuera de la ciudad y valle de
Celaya, cayese ni una gota de agua; y luego se mejoró el año, y fueron en él
abundantes las cosechas».
Pidámosle nosotros
que fecunde nuestra alma con el agua de la gracia, y producirá luego abundante
cosecha de virtudes.
VIDA DE MARÍA
Vida privada en Nazareth.
Desde
que María y José vuelven a Nazareth con el Divino Infante a quien habían
encontrado en el templo, vive oculta la sagrada familia; vive Jesús
obediente a María y a José; María ejercitándose en todas las virtudes, y José trabajando
para mantener a su Hijo putativo y a su Esposa. ¡Oh qué ejemplos tan asombrosos presenta
María! en este largo espacio de
tiempo, a las madres, a las esposas, a los que tienen que estar en medio de la
sociedad corrompida, a los ricos y a los pobres, a los dichosos y a los afligidos,
a los que mandan y a los que obedecen, a todos, en suma, porque en su vida oculta
practicó en el grado más sublime y perfecto todas las virtudes, porque allí se
nos presenta tan imitable, que no hay quien no pueda arreglar sus pasos por los
de María, porque allí todo fué natural, porque las
circunstancias de la vida oculta de la sagrada familia, se presentan en la vida
de todos los hombres.
VIRTUD DE MARÍA
María, Lirio hermosísimo.
(Iris germánica)
No hay
duda que María durante su vida oculta en Nazareth, practicó todas las virtudes
posibles en el grado más sublime y heroico; he aquí por qué recordamos hoy en
general su asombrosa virtud, simbolizándola en la preciosa planta del lirio; en
efecto, propagándose el lirio pomposo y rozagante, en medio de espinosos
matorrales, forma con ellos el contraste mayor, como lo forman la virtud y el
vicio; y sin duda por eso es llamada la Esposa de los Cantares, Lirio entre
espinas; pero no solo allí se encuentra el lirio, sino también en los bosques y
en las cementeras, en las montañas y en las llanuras, en parajes incultos, y
adornando los más bellos jardines; así como la virtud de María, que fué
practicada en todas partes y ejecutada de todas las maneras posibles: por último,
la blancura del lirio, su perfume, la rectitud del vástago sobre el cual se
ostenta, y todo él, en fin, nos representa la virtud; admiremos,
pues, hoy a María como el hermoso é inmaculado lirio, que forma la admiración del
cielo y las complacencias del Criador del universo.
ORACIÓN
¡Oh Purísima y virtuosísima Virgen, Madre y
Señora mia! al recordar las asombrosas y heroicas
virtudes que practicaste durante tu vida privada en Nazareth, no podemos menos que
llenarnos de la más grande admiración hacia tí, y encendernos en afecto tuyo y
en los más vivos deseos de imitarte; pero, ¿cómo podremos
hacerlo, siendo tan débiles, tan tibios y tan indevotos? ¡Ah! con solas nuestras fuerzas indudablemente que
no lo conseguiríamos; pero con el auxilio tuyo, estamos ciertos de que seremos
bastante fuertes para vencer cuantos obstáculos puedan presentársenos; pero; ¿tendremos este auxilio? ¡Oh!
dudarlo tan solo, seria agraviarte, seria desconocer la benignidad de tus
maternales entrañas, y más cuando vemos en la dichosa ciudad de Celaya un ejemplo
de lo mucho que cuidas a los que con confianza se acogen á tí. A esa misma Imágen de tu
Purísima Concepción, por cuyo medio concedes esos favores, es a la que hemos
consagrado el presente día, cuyas preces esperamos que escucharás benigna, y
las aceptarás, dándonos tu maternal bendición, para ir a alabarte por toda la
eternidad. Amén.
ORACIÓN
Que se dirá todos los días antes de la meditación.
Advierte, alma mía, que estás en la presencia de Dios, mas íntimamente presente a Su Majestad, que a ti misma. Está mirando él Señor todos tus pensamientos, afectos y movimientos interior y exteriormente. Lo que eres delante de Dios, eso eres y nada más: pobre, miserable é inmunda, con la abominable lepra de todos los pecados con que has ofendido hasta aquí su infinita bondad. Pero el Señor, obligado del peso de su misma infinita misericordia, desea más que tú misma darte el perdón general de todas tus culpas y el logro de esta meditación. ¿Qué hicieras, si supieras que era la última de tu vida? Puede ser que no tengas otra de tiempo tan oportuno. Ahora puedes conseguir con un pequé de corazón, lo que no conseguirán con eterno llanto los condenados en el infierno, que es el perdón de tus pecados. Alerta, pues: no pierdas tiempo tan precioso, por amor de Dios.
Creo, Señor, que estáis íntimamente presente a mi corazón. Os doy las gracias por los innumerables beneficios que he recibido, y recibo en cada instante, de vuestra infinita liberalidad y misericordia, especialmente porque me habéis conservado hasta aquí la vida, habiendo yo merecido tantas veces las penas del infierno por mis pecados. Concededme, Padre amorosísimo, un corazón agradecido a vuestras grandes misericordias, y el logro de esta meditación, a mayor honra y gloria vuestra y bien de mi alma. Esté yo en vuestra divina presencia con la humildad, atención y reverencia de alma y cuerpo que corresponde en una vilísima criatura, cual yo soy, que tantas veces os ha despreciado con ofenderos en vuestra misma presencia. Detesto de todo corazón mis pasadas ingratitudes; las aborrezco, por ser ofensas de vuestra infinita bondad: me pesa en el alma de haberos ofendido, por ser quien sois. Quisiera deshacer todos mis pecados, por ser desprecio de un Dios infinitamente bueno. Dadme, Criador y Dueño mío amabilísimo, verdadera contrición de todos mis pecados, y propósito firmísimo de la enmienda.
Bien conozco que no hay en mí otra cosa que la nada, y sobre la nada el pecado. No soy en vuestra divina presencia más que un condenado, y condenado tan innumerables veces, cuantas he repetido las ofensas de vuestra infinita bondad. Compadeceos, Dios mío, de mis tinieblas: no permitáis que pierda tiempo tan oportuno. Enseñadme a tener oración; regid mi memoria; alumbrad mi entendimiento; moved mi voluntad. Obligaos de vuestra misma bondad y de los méritos infinitos de vuestra Santísima vida, pasión y muerte, y de los méritos é intercesión de vuestra Santísima Madre. Poned, Señora, en mi corazón aquellos pensamientos, afectos y determinaciones que son del agrado de vuestro Santísimo Hijo.
MEDITACIÓN
1º—Asombrémonos en gran manera, al considerar a
Jesús, es decir, a Dios, obedeciendo a María y a José, al Criador sujeto a la
criatura; y propongámonos obedecer fielmente
a nuestros superiores, avergonzándonos al ver que, siendo unos miserables
gusanos de la tierra, rehusamos hacer lo que hizo el Rey del universo.
2º—Consideremos de qué modo mandó María Santísima
al Niño Dios, cuál fué el uso que hizo de su autoridad: manda con suavidad, se humilla en su misma elevación, no
se envanece con su autoridad, pues no se la atribuye como cosa propia, sino que
la deriva de Dios, como de su sola fuente; aprendamos,
pues, de María si tenemos que mandar como superiores.
3º—Consideremos cuan eminentes fueron las virtudes
que María practicó durante su vida oculta, y pidámosle
por ellas mismas, que nos libre del vicio y nos conceda la virtud y la perseverancia
en ella, etc.
ORACIÓN
Que se dirá todos los días después de la Meditación.
¡Clementísimo Dios y Señor de mi corazón! ¡dulcísimo Jesús mío! ¡sacramentado dueño de mi alma! Os doy las gracias con todo el afecto de mi pobre corazón, porque me habéis concedido este tiempo para que medite. Perdonad, Señor, las distracciones, negligencias, flojedad y todos los demás defectos en que he incurrido en esta Meditación: quedo en ella convencido.... y resuelto.... Conozco que todos mis pecados, aunque tan enormes, no pueden extinguir vuestra infinita bondad: en ella espero firmemente que me habéis de ayudar con vuestra gracia, para que eternamente os ame, os sirva, conozca y ponga por obra vuestra santísima voluntad. Asi lo espero de vuestra infinita piedad y misericordia, y de los méritos y poderosísima intercesión de vuestra Santísima Madre.
—Ave María.
CANTO
Moran en Nazaret José y María,
Mora con ellos su Jesús divino,
Y la Virtud su brillo peregrino
Ostenta allí mayor que el medio día.
El Hombre Dios sumiso y obediente
De sus padres las órdenes acata,
Como el hijo más fiel, y se arrebata
La admiración del cielo reverente.
¡Oh prodigio inaudito y asombroso!
¡Oh del humano ser gloria
y ventura!
¡Sujeto de sus manos a la
hechura
Del universo el Hacedor
glorioso!
Es en efecto así, María Señora
Sobre él ejerce autoridad de Madre,
Y José la familia como padre
Cobija con su sombra protectora.
María practica la virtud augusta
Con perfección tan singular y rara,
Que ante su luz el brillo se apagara
De la criatura más sublime y justa;
Da ejemplo al pobre, enseña al
poderoso,
Al Niño manda como a su Hijo tierno,
Y lo obedece como a Dios Eterno,
Y al sagrado José como a su esposo.
Por su Hijo y por su Esposa,
diligente.
José trabaja de diversos modos.
Y Dios le ayuda, y nos enseña a todos
A verter el sudor de nuestra frente.
Ejemplos tan divinos imitemos,
Que solo por nosotros fueron dados,
Sí en el cielo pasar, purificados,
Cerca de Dios la eternidad queremos.
PRÁCTICA PARA MAÑANA
Asiste con mucha devoción al Santo Sacrificio
de la Misa.
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