domingo, 18 de mayo de 2025

MES DE MARÍA MEXICANO o sea LAS FLORES DE MAYO CONSAGRADAS A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA. (1868). DÍA 17.

 


Por Lucio Marmolejo.

Decretado por Lllmo. Sr. Lic. D. Clemente de Jesús Munguía, Obispo de Michoacán, así lo decretó y firmó. México 26 de Diciembre de 1851.

Librería de Rosa y Bouret, 18 calle San José el Real 18. 1868. Propiedad de los editores.


DIA DIEZ Y SIETE: 17 de mayo.

 

Visita a la Imagen de NUESTRA SEÑORA DEL PUEBLITO, que se venera en su Santuario, extramuros de la ciudad de Querétaro.

 


   Cerca de dos leguas al Poniente de la ciudad de Querétaro, se encuentra el célebre Santuario de Nuestra Señora del Pueblito, a donde ocurren los queretanos en sus necesidades, encontrando siempre seguro remedio, por lo cual la Santa Imagen, que allí se venera, se ha conciliado de aquellos habitantes la más extraordinaria veneración y el más ardiente afecto, desde el año de 1632, en que fué construida, y colocada en el Pueblito del modo que vamos a referir.



   No obstante que habían pasado más de cien años después de la conquista de Querétaro, los indios del Pueblito permanecían dando supersticioso culto a sus ídolos, en un cerrillo que antes de la conquista habían fabricado a mano, por más que los curas y religiosos habían hecho para impedirlo. Entró a ser cura el R. P. Fray Nicolás de Zamora, quien, con el objeto de exterminar la idolatría, suplicó al R. P. Fr, Sebastián Gallegos, que le hiciese una Imagen de la Santísima Virgen para colocarla en el Pueblito, en donde alumbrara a los indios y los sacara de sus errores. Hizo, en efecto, la Imágen el padre Gallegos, y el Señor cura Zamora la colocó en una pequeña capilla inmediata al cerrillo mencionado; y comenzó desde luego la Señora a obrar muchas maravillas, no siendo la menor el extirpar al momento la idolatría.

   La experiencia de ochenta y dos años de haberse hecho María Santísima en esta su sagrada Efigie, el común asilo de todos los habitantes de Querétaro y su comarca, movió a los religiosos a erigirle otra capilla más capaz, que fué dedicada en 1714. Allí permaneció la Santa Imágen por algunos años, hasta que D. Pedro Ustiaga, vecino de Querétaro, en agradecimiento del favor que le hizo la Santísima Señora, ganándolo de una muy grave enfermedad, dispuso en su testamento que se edificara un nuevo templo a su Bienhechora, lo cual se ejecutó, cooperando también el ayuntamiento y los vecinos, y fué colocada en él la Soberana Imágen el año de 1745. Este templo permanece hasta el día, pero notablemente mejorado por las muchas alhajas con que lo ha enriquecido la piedad de los fieles, siendo notable por la hermosura de sus adornos, el bello camarín que tiene a la espalda. Desde que se erigió el templo, fué fundado allí un hospicio de religiosos franciscanos, para más fomentar el culto de Nuestra Señora del Pueblito, y el año de 1766 fué elevado a convento formal y casa de recolección. La provincia de franciscanos de los Santos Apóstoles San Pedro y San Pablo, juró solemnemente por su patrona y de sus capítulos a esta Santa Imagen, cuyo juramento confirmó en Roma la sagrada congregación en 18 de Setiembre de 1787, y la Silla Apostólica le ha otorgado, entre otras gracias, la indulgencia plenaria que concedió el Señor Pio VI para los que visiten el Santuario el cuarto Domingo después de Pascua, en cuyo día se celebra la fiesta de la Señora.



   Es la Santa Imagen de talla, de cuerpo entero y de poco más de media vara de estatura; sobre devota y hermosísima, tiene la ternura de niña y la majestad de reina; acompáñala su Santo Niño, no en sus brazos, sino abajo a su lado diestro, y le sirve de peana N. S. P. San Francisco, que, hincado de rodillas, sostiene sobre sus brazos y cabeza tres mundos o globos, en que se apoya la Santísima Señora.

   La devoción de los queretanos y de toda la provincia de franciscanos a Nuestra Señora del Pueblito, es superior a toda ponderación. Anualmente, y además en las grandes calamidades públicas, es llevada a la Iglesia matriz de Querétaro, en donde se le hace un solemne Novenario, cuyo resultado es siempre la consecución de las peticiones que en él se dirigen; y cuando se verifica la traslación de la Sagrada Imagen del Pueblito a Querétaro, o viceversa, parece que se despueblan la ciudad y sus cercanías, según es el grande concurso que la acompaña.

   Ya indicamos que fueron grandes los prodigios que obró Nuestra Señora del Pueblito, al ser colocada en el cerrillo en que los indios practicaban sus idolatrías; y de ellos diremos algunos que se encuentran en los apuntes que formaron los RR. PP. curas, cuando se trató de autenticarlos con aprobación del Ordinario, pues, aunque esto no tuvo efecto, sí constan algunos en las informaciones que comenzaron a practicarse.

   En una de ellas depusieron los testigos, habérsele visto sobre su frente a la Soberana Imagen una luciente estrella, como para denotar que era la guía y norte de Querétaro y su comarca; otras veces se le vio llorar; alguna otra se reparó que tenía los ojos muy encendidos y el rostro tan terrible, que más que reverencia, causaba horror y espanto a cuantos la miraban; finalmente, en veinte y dos ocasiones la han visto sudar tan copiosamente, que empapaba los lienzos con que la limpiaban.


   Concluiremos esta breve reseña histórica de Nuestra Señora del Pueblito, con la relación del siguiente admirable suceso, según lo refiere el “Zodiaco Mariano”: Llevaron la Santa Imagen a Querétaro, el año de 1755, según hemos dicho que se practica anualmente. Se hallaba entonces D. Salvador Cervantes tullido hacia muchos meses, y viviendo en una casa no lejana del templo a donde iba a parar la Santísima Virgen, determinó que sus hijos lo vistiesen y lo llevasen a la Iglesia, para buscar en María su remedio; mas estos no lo consintieron, y solo sí lo llevaron al balcón o antepecho de la casa, para que viese desde allí sacar la Sagrada Imagen del coche en que la llevaba el señor cura. Distaba el balcón como sesenta varas del punto donde paró el coche, y al ir un religioso a recibir la Imagen de mano del cura, se desbocaron las mulas, y no pararon hasta carear el coche con el enfermo que estaba en el balcón. Allí se bajó el cura con la Santa Imagen, y el enfermo tuvo la dicha de tenerla consigo; le pidió con grande confianza la salud, y en el momento la recobró, y bajó por su pie del balcón, tan robusto como si no hubiera padecido accidente alguno.

 

VIDA DE MARÍA

María en la pérdida y hallazgo de Jesús.




 

   Vuelve de Egipto la sagrada familia, y mora en Nazareth; pero va todos los años a Jerusalén a la solemnidad de la Pascua; en uno de ellos, cuando el Santísimo Niño Jesús había cumplido doce años, van, según lo acostumbraban, y cuando vuelven, echan de menos María y José a su Divino Hijo, al concluir la primera jornada. ¡Oh! ¿quién será capaz de comprender el terrible dolor que sufrió entonces el corazón tiernísimo de María? ¿Quién podrá decir la multitud de pensamientos desgarradores que ocupaban su alma? Vuelve inmediatamente a Jerusalén con su esposo, y después de muchas diligencias, encuentran a Jesús en el templo disputando con los doctores. ¡Qué gozo tan inefable para la más tierna de las madres! Desahoga María su ternura, diciendo a Jesús: «Hijo mío, ¿por qué lo has hecho así con nosotros? tu padre y yo te buscamos llenos de dolor;» a lo que el Niño contesta: «¿Para qué me buscáis? ¿no sabéis que debo ocuparme en los negocios de mi Padre?» con cuya respuesta nos dio una lección admirable, enseñándonos a preferir a todo el servicio de Dios, asi como María un gran ejemplo de ternura maternal, y de solicitud en buscar a Dios, cuando nos hayamos apartado de su Majestad.

 

TERNURA DE MARÍA

María, hermosa y delicada Trinitaria.

(Viola tricolor)

 


   Como quiera que consideremos la bella planta de la trinitaria o pensamiento, encontramos en ella un hermoso símbolo de la ternura de María; pues si examinamos la exquisita finura de la planta y de su linda flor, recordaremos luego la grande ternura del delicado corazón de una madre, y muy especialmente del de María; si vemos la manera con que la trinitaria vegeta, hallaremos también que simboliza la ternura, porque cubriendo con sus hojas y sus flores todo lo que tiene en torno, parece que quiere defenderlo y exponerse más bien ella misma a todas las inclemencias del tiempo, como lo hace una madre con sus hijos, y más que ninguna María con el suyo, como lo demostró con la afanosa solicitud con que lo buscó, hasta encontrarlo en el templo de Jerusalén.

 


ORACIÓN

 

   ¡Oh Santísima Virgen María, Madre de Dios y nuestra! llenos de compasión amorosa té consideramos hoy recorriendo ansiosa las calles de Jerusalén en busca de tu Divino Hijo Jesús, hasta encontrarlo en el templo; haz, Señora, que aprendamos de ti a buscar a Dios, cuando tengamos la infinita desgracia de perderlo, para que con su divina posesión obtengamos la vida eterna; así esperamos que sea, Madre benignísima, porque no dudamos que tu piedad ha de desterrar de nuestros corazones la idolatría de las pasiones, así como desterró, por medio de tu milagrosa imágen del Pueblito, la idolatría del demonio en sus habitantes, y entonces seremos dignos de tu protección, y nos ampararás como a la dichosa ciudad de Querétaro, y nos harás morir en gracia y amistad de Dios, para poder ir al cielo a hacerle compañía por toda la eternidad. Amén.


ORACIÓN

Que se dirá todos los días antes de la meditación.

 


   Advierte, alma mía, que estás en la presencia de Dios, mas íntimamente presente a Su Majestad, que a ti misma. Está mirando él Señor todos tus pensamientos, afectos y movimientos interior y exteriormente. Lo que eres delante de Dios, eso eres y nada más: pobre, miserable é inmunda, con la abominable lepra de todos los pecados con que has ofendido hasta aquí su infinita bondad. Pero el Señor, obligado del peso de su misma infinita misericordia, desea más que tú misma darte el perdón general de todas tus culpas y el logro de esta meditación. ¿Qué hicieras, si supieras que era la última de tu vida? Puede ser que no tengas otra de tiempo tan oportuno. Ahora puedes conseguir con un pequé de corazón, lo que no conseguirán con eterno llanto los condenados en el infierno, que es el perdón de tus pecados. Alerta, pues: no pierdas tiempo tan precioso, por amor de Dios.

 

   Creo, Señor, que estáis íntimamente presente a mi corazón. Os doy las gracias por los innumerables beneficios que he recibido, y recibo en cada instante, de vuestra infinita liberalidad y misericordia, especialmente porque me habéis conservado hasta aquí la vida, habiendo yo merecido tantas veces las penas del infierno por mis pecados. Concededme, Padre amorosísimo, un corazón agradecido a vuestras grandes misericordias, y el logro de esta meditación, a mayor honra y gloria vuestra y bien de mi alma. Esté yo en vuestra divina presencia con la humildad, atención y reverencia de alma y cuerpo que corresponde en una vilísima criatura, cual yo soy, que tantas veces os ha despreciado con ofenderos en vuestra misma presencia. Detesto de todo corazón mis pasadas ingratitudes; las aborrezco, por ser ofensas de vuestra infinita bondad: me pesa en el alma de haberos ofendido, por ser quien sois. Quisiera deshacer todos mis pecados, por ser desprecio de un Dios infinitamente bueno. Dadme, Criador y Dueño mío amabilísimo, verdadera contrición de todos mis pecados, y propósito firmísimo de la enmienda.

 

   Bien conozco que no hay en mí otra cosa que la nada, y sobre la nada el pecado. No soy en vuestra divina presencia más que un condenado, y condenado tan innumerables veces, cuantas he repetido las ofensas de vuestra infinita bondad. Compadeceos, Dios mío, de mis tinieblas: no permitáis que pierda tiempo tan oportuno. Enseñadme a tener oración; regid mi memoria; alumbrad mi entendimiento; moved mi voluntad. Obligaos de vuestra misma bondad y de los méritos infinitos de vuestra Santísima vida, pasión y muerte, y de los méritos é intercesión de vuestra Santísima Madre. Poned, Señora, en mi corazón aquellos pensamientos, afectos y determinaciones que son del agrado de vuestro Santísimo Hijo.

 

MEDITACIÓN

 

1º—Consideremos cuán grande seria el dolor que experimentó el tiernísimo corazón de María cuando notó que había perdido a su Santísimo Hijo Jesús: ¿qué pensaría? ¿qué sentiría la más tierna de cuantas madres han existido, al verse separada del más amable de todos los hijos?

 

2º—Ponderemos la solicitud infatigable con que buscó a Jesús la Santísima Virgen: anda y desanda el camino, pregunta a cuantos encuentra, recorre ansiosa las calles de Jerusalén; tratemos de imitar tan santo ejemplo, tratemos de aprender a buscar a Dios.

 

3º—Contemplemos el inefable gozo de María, al encontrar a su hijo en el templo, sentado en medio de los doctores, y demos gracias al Señor, que quiso recompensar así el dolor y la solicitud de María; y una vez comprendida la parte de este gozo, que alcanza nuestro pobre entendimiento, tratemos de buscar o conservar la amistad de Dios, poniendo de intercesora para encontrarla, si desgraciadamente no la tenemos, a la Santísima Virgen María en su sagrada Imágen del Pueblito de Querétaro, etc.



 ORACIÓN

Que se dirá todos los días después de la Meditación.

 


   ¡Clementísimo Dios y Señor de mi corazón! ¡dulcísimo Jesús mío! ¡sacramentado dueño de mi alma! Os doy las gracias con todo el afecto de mi pobre corazón, porque me habéis concedido este tiempo para que medite. Perdonad, Señor, las distracciones, negligencias, flojedad y todos los demás defectos en que he incurrido en esta Meditación: quedo en ella convencido.... y resuelto.... Conozco que todos mis pecados, aunque tan enormes, no pueden extinguir vuestra infinita bondad: en ella espero firmemente que me habéis de ayudar con vuestra gracia, para que eternamente os ame, os sirva, conozca y ponga por obra vuestra santísima voluntad. Asi lo espero de vuestra infinita piedad y misericordia, y de los méritos y poderosísima intercesión de vuestra Santísima Madre.

 

—Ave María.





CANTO

 

   Con el Santo José de Solima

A su casa retorna María;

Más del viaje ya llevan un día,

Y consigo no ven a Jesús.

 

   De la Madre el purísimo pecho

El dolor despedaza terrible,

Que es la Madre más tierna y sensible

Que del Sol alumbrara la luz.

 

   Y a Solima se vuelve angustiada,

Y recorre sus calles ansiosa,

Y pregunta doquier afanosa

Por su amado, su Hijo y su bien.

 

   Y no encuentra quien cure su pena;

Busca en vano el deseado consuelo;

Sus tormentos no mueven al cielo,

Y parece le causan placer.

 

   Van tres días que no ve de su Hijo

El hermoso y divino semblante,

Van tres días de fatiga anhelante.

Que son siglos de angustia sin fin.

 

   Y va al templo buscando un asilo,

Que mitigue sus grandes dolores,

Y ve a su Hijo entre graves doctores,

Disputando en el gran Sanedrín.

 

   Su alma pura se llena de gozo,

Que compensa el pasado tormento,

Y en su dulce y crecido contento,

Tierna queja dirige a Jesús:

 

   «¿Por qué asi nos dejaste, Hijo mío,

En tan grande y fatal desconsuelo?

Te buscamos llenos de anhelo

Con amarga y terrible inquietud».

 

  «¿Y por qué tanto afán en buscarme?»

Les responde el infante Divino:

«Bien sabéis que es aquí mi destino

De mi Padre el negocio arreglar»

 

   Y retornan los santos esposos

A su patria con gran regocijo,

Porque llevan consigo a su hijo,

Que obediente a sus órdenes va.



PRÁCTICA PARA MAÑANA

 

   Visitar cinco altares en honor del Santísimo Niño Jesús.


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