EL AYUNO
Muchos son los devotos de María que el
sábado y en la vigilia de las fiestas marianas acostumbran ofrecerle ayunar a
pan y agua. Se sabe que el sábado es el día que la
santa Iglesia dedica honrar a la Virgen María, porque en dicho día, dice san
Bernardo, ella permaneció constante en la fe después de la muerte de su hijo.
Por ello los siervos de María no omiten ofrecerle en dicho día algún obsequio
particular y en especial el ayuno a pan y agua, como lo practicaban san Carlos
Borromeo, el cardenal Toledo, y muchos otros. Más aún, el obispo de Bamberg,
Nittard, y el P. José Arriaga, no probaban bocado el día sábado.
Las gracias señaladas que la Madre de Dios
ha dispensado a quienes le ha brindado este obsequio pueden leerse en el P.
Auriemma. Recordemos solamente la misericordia excepcional que concedió a un
jefe de bandidos. Gracias a esta devoción, él mereció permanecer vivo, a pesar
de haber sido decapitado hallándose en desgracia delante de Dios, con el fin de
que pudiera confesarse antes de morir. Luego de confesarse declaró que la
Santísima Virgen, gracias al ayuno que le había ofrecido, lo había conservado
vivo. Luego expiró.
No será nada costosa esta práctica para
quien pretende ser devoto especial de María, sobre todo si ya ha merecido el
infierno. Por mi parte, afirmo que difícilmente se condena quien practica esta
devoción. No en el sentido que si llega a morir en pecado mortal la Virgen
tenga que librarlo del infierno milagrosamente, como a ese bandido, pues, tales
prodigios de la misericordia divina, suceden muy raras veces, y sería locura
esperar de ellos la salvación eterna, sino que quienes obsequien con esta
práctica a la Madre de Dios, recibirán de ella fácilmente la perseverancia en
la gracia divina y una santa muerte. Todos los miembros de nuestra humilde
congregación, que pueden hacerlo, ayunan el sábado a pan y agua en honor de
María. He dicho que pueden hacerlo, porque si alguno se halla impedido por
falta de salud, puede contentarse el sábado con un solo plato o con el ayuno
ordinario, o abstenerse de frutas u otros manjares gratos al paladar.
Los sábado hay que hacer obsequios especiales a Nuestra
Señora, tales como comulgar, oír la Santa Misa, visitar alguna imagen suya,
llevar cilicio y otros semejantes. Procuren los fieles devotos de María en la
víspera de las sietes fiestas marianas ofrecerle el ayuno a pan y agua o de la
mejor manera que puedan.
“LAS
GLORIAS DE MARÍA”
San
Alfonso María de Ligorio.
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