En
Lourdes y en Fátima Nuestra Señora se apareció particularmente para
recomendarnos la recitación del Rosario. En Lourdes Ella misma sostenía un
hermoso Rosario mientras Bernardette recitaba las Avemarías.
En Fátima, en todas las
apariciones, Ella recomendó la recitación del Rosario, especialmente durante la
última aparición, cuando se presentó como la “Señora del Rosario”.
Es verdaderamente de gran importancia que
Nuestra Señora nos diera el Rosario. Cuando Ella habló en Fátima de la
salvación de los pecadores, de la ruina de las almas en el infierno, de las
guerras y del futuro de nuestra época, Nuestra Señora indicó y recomendó el
Rosario como la oración que salva.
La
Hermana Lucía de Fátima nos dice en suma que “la Santísima
Virgen, en estos últimos tiempos en que estamos viviendo, ha dado una nueva
eficacia al rezo del Santo Rosario. De tal manera que ahora no hay problema,
por más difícil que sea, sea temporal o sobre todo espiritual, que se refiera a
la vida personal de cada uno de nosotros … o a la vida de los pueblos y
naciones … que no podamos resolver ahora con el rezo del Santo Rosario.”
Salva
y santifica
Una mañana, mientras paseaba por las calles de
Turín, San José Cafasso encontró a una mujer anciana, pobre y encorvada, que
recitaba el Rosario en voz baja mientras caminaba.
“¿Por qué tanta prisa, buena señora?” le
preguntó el santo.
“Oh, Reverendo, ¡camino para limpiar las
calles!”
“¿Para limpiar las
calles…? ¿Qué quiere usted decir?”
“Vea,
anoche fue carnaval y la gente cometió muchos pecados. Ahora, estoy diciendo
las Avemarías para purificar estos lugares del pecado.”
El
Rosario limpia el alma de pecado y la adorna con la gracia. El Rosario salva
almas. San Maximiliano Kolbe escribió en su agenda, “Muchos Rosarios, muchas almas salvadas”.
¿Qué pensamos de eso? Salvaremos muchas almas rezando el Rosario. ¡Qué caridad
de valor inestimable sería esta!
¿Qué podemos decir de la conversión de los pecadores por
el Rosario? Tendríamos que hablar de Santo Domingo, de San Luis de Montfort, del
Santo Cura de Ars, de San José Cafasso, del Santo Padre Pío, etc.
El Rosario hace bien a
todos – pecadores, hombres de buena voluntad, y santos.
Cuando a San Felipe Neri se le preguntaba que
oración elegir, respondía inmediatamente, sin vacilación, “Rece el Rosario, y récelo a menudo”.
Aun cuando al Padre Pío se le preguntaba que
oración prefería sobre todas, él contestaba casi abruptamente, “el Rosario.”
Los
santos, sobre todo, han mostrado la gracia eficaz del Rosario. Muchos santos
fueron verdaderos apóstoles del Rosario – San Pedro Canisio, San Carlos
Borromeo, San Camilo de Lellis, San Antonio María Gianelli, San Juan Bosco,
etc.
Tal vez entre los más
grandes y más notables ejemplos estaba el Santo Padre Pío. Él es el más prestigioso
de toda la humanidad. Durante muchos años él rezaba diariamente más de cien
Rosarios. Un modelo gigantesco que garantizaba la fecundidad del Rosario para
su santificación y la salvación de las almas.
“Cuantos miles de almas fueron misteriosamente atraídas a
ese sacerdote, quien durante horas y horas, día y noche, con las manos
inflamadas y sangrantes, rezaba el Rosario mientras permanecía al pie de la
estatua de Nuestra Señora. Ha mostrado verdaderamente que el Rosario es la
cadena de salvación que adorna las manos de Nuestro Salvador y Su Santísima
Madre y que señala la fuente de todas las gracias que descienden a nosotros, y
a donde debe dirigirse nuestra propia esperanza”. (Papa Pablo VI)
“Enviaré una lluvia de pétalos de Rosas desde el Cielo”
Santa
Teresita
Usted también puede
enviar Rosas desde el Cielo.
Usted
puede ayudar a difundir el Mensaje urgente de esperanza y de paz de Nuestra
Señora de Fátima en el mundo entero, aun después que Dios lo llame para su
eterna recompensa. Millones de almas se perderán si los pedidos de Nuestra
Santísima Madre no son atendidos y la Consagración de Rusia no se hace como
ella lo pidió. Por el bien de esas almas, tanto por el de la suya propia como
el de las almas de sus hijos, le rogamos que recuerde el Apostolado de Nuestra
Señora en su legado.
La
humildad
“¡Canalla!” gritó el diablo al Santo Cura de Ars
mientras lo golpeaba duramente contra la pared de la habitación. “Tú ya me has
robado ochenta mil almas en lo que va de este año, y si hubiera cuatro curas
como tú, ya seguramente hubiera terminado mi reinado sobre la tierra…”
El Santo reconoció que para él, ser
sacerdote era un don especial de Nuestra Señora, porque sabía cómo rezar bien
el Rosario, manteniéndose siempre en su humildad, consciente de ser indigno en
todos los aspectos. Sobre todo, pensaba en la oración y en hacer penitencia con
todas sus fuerzas. El resto Dios lo hizo por él. Esas fueron las cosas que
humillaron completamente al infierno, y lo hicieron incapaz de enfrentar a este
humilde sacerdote.
Es la verdad de la palabra de Dios, “Así es que
cualquiera que se ensalza, será humillado; y quien se humilla, será ensalzado”.
(Lc.14:11) Y también, “…porque Dios
resiste a los soberbios, pero a los humildes les da su gracia”. (I Pedro
5:5)
Si ahora pensamos en la grandeza sin igual de
Nuestra Señora, comprenderemos inmediatamente la humildad que tiene que haber
en Ella “Exaltada
sobre todos los coros de Ángeles”.
La humildad de Nuestra Señora está resaltada
en las primeras páginas de los Evangelios, “He aquí la esclava
del Señor”. (Lc. 1:38) Eso es manifiesto en la Visitación a Santa Isabel, quien
justamente exclamó, “¿De dónde a mí tanto bien que venga la madre de mi Señor
a visitarme? (Lc. 1:43) Eso
quedó patentizado en el nacimiento de Jesús, que ocurrió en un pobre establo “porque no hubo
lugar para ellos en el mesón”. (Lc. 2:7) También es evidente por el
profundo silencio y vida retirada durante treinta años en Nazaret. Es
manifiesto por el oprobio y la ignominia en el Calvario, donde Nuestra Señora
estaba presente como Madre del Condenado.
La humildad de Nuestra Señora es más o menos
proporcional a Su Soberanía Suprema. Ella fue altamente exaltada porque fue
humilde en grado sumo.
Debemos
aprender humildad de esa escuela.
El
Rosario todos los días
Todas las oraciones, conocimiento y amor de
Santa Bernardette parecieron consistir en el Rosario. Su hermana Antonietta dijo, “Bernardette no hacía nada sino rezar y no sabía que otra
cosa rezar sino el Rosario”.
El
Rosario es una oración evangélica, cristológica y contemplativa en compañía de
Nuestra Señora (Marialis Cultus, 44-47) La alabanza y súplica que constituye el Avemaría impulsa a la mente
hacia la contemplación de cada misterio del Rosario.
El Rosario puede rezarse igualmente bien en la
calle como al pie del altar. Si las mentes están recoletamente vueltas a María,
agrada a Nuestra Señora si se lo reza en la iglesia o en el tren, mientras se camina
o se vuela en un avión.
¿Es posible que no podamos encontrar siquiera
un cuarto de hora diario para ofrecer un Rosario a Nuestra Señora? El Rosario
puede decirse en cualquier lugar y tiempo, acompañado con quienquiera que sea, sin
libros o ceremonias, en voz alta o en silencio.
Pensemos en los Rosarios rezados en las
crujías de los hospitales por San Camilo de Lellis y Santa Bertilla Boscardin;
en el camino hacia Roma por San Vicente Palotti; en un tren o a bordo de un
barco por Santa Francisca Cabrini; en el desierto del Sahara por el Hermano
Carlos de Foucauld; en palacios reales por la Venerable María Cristina de
Saboya; en campos de concentración y en la celda de la muerte por San Maximiliano
Kolbe; sobre todo en familia por la Beata Anna María Tiagi, por los padres de
Santa Teresa y por la madre de Santa María Goretti. No derrochemos tiempo en
cosas triviales o nocivas cuando tenemos un precioso tesoro como el Rosario.
Recémoslo y prometamos a Nuestra Señora terminar el mes de María con él.
“¡Todos los días un Rosario para Ti, Oh María!”
En
el Inmaculado Corazón
En Fátima, el Rosario fue el regalo del
Inmaculado Corazón de María. Queremos concluir el Mes de María poniendo nuestro
Rosario en el Inmaculado Corazón de María con el compromiso de rezarlo
diariamente.
El Rosario y el Inmaculado Corazón de María
marcan el triunfo final del Reino de Dios para esta época.
La
verdadera devoción al Rosario y al Inmaculado Corazón de María garantiza la
salvación. Nuestra Señora dice además que las almas devotas al Rosario y a Su
Inmaculado Corazón serán elegidas de Dios “como flores puestas por Mí para adornar Su
trono”.
Nuestra Señora quiere
encender y conservar ardiente en nosotros el amor por el Rosario y por Su Inmaculado
Corazón.
Actúe
Rece el Rosario en acción de gracias.
Ofrezca una Misa y Comunión en acción de gracias.
Conságrese al Inmaculado Corazón de María.
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