miércoles, 24 de mayo de 2017

Milagros de Don Bosco por intercesión de la Virgen María Auxiliadora




“Un estropeado – año 1874”


      En la mañana del. 4 de junio de 1874, fiesta del Corpus, al abrir la iglesia de María Auxiliadora en Turín, encontróse: recostado en el umbral de la puerta un hombre que parecía enfermo.


      Preguntado sobre lo que deseaba, respondió que había ido a implorar la bendición de María Auxiliadora para obtener la salud.      


     Fué conducido o mejor llevado a la sacristía porque sí bien usaba una muleta, tenía el cuerpo tan contrahecho, que aun acompañándolo una persona, difícilmente podía moverse.


      A eso de las ocho llegó Don Bosco.

     Mi amigo ¿qué deseáis?

      Que me hagáis la caridad de darme la   bendición de María Auxiliadora para curar.        

     — ¿Cuál es vuestra enfermedad?

     —Estoy tullido por un reumatismo y tengo una  afección a la espina dorsal.  

     — ¿Cómo habéis podido llegar hasta aquí?

     —Anoche una persona me ha traído en coche y me ha dejado a la puerta de la iglesia.        

     — ¿Cuánto tiempo hace que padecéis?      

     —Hace ya largo tiempo; pero desde dos meses acá no puedo mover las manos.

     —Qué dicen los médicos? ...

     —Qué mi mal no tiene remedio, por lo que mis padres, mis amigos y mi párroco me han aconsejado que venga a implorar le bendición de María Auxiliadora que ha hecho tan maravillosas curaciones.

     —Arrodillaos.

     Con gran trabajo y ayudado por los asistentes consiguió arrodillarse.

     Don Bosco le dió la bendición, y luego le dijo:

     Si tenéis confianza en María, abrid la mano.

     —No puedo.

     Sí, podéis; comenzad por extender el pulgar.

     La extendió, en efecto.

     —Ahora el índice.

     Lo extendió del mismo modo y así sucesivamente todos los dedos.

     Entonces lleno de gozo hizo la señal de la cruz exclamando:

     María Auxiliadora me ha hecho esta gracia.

    Sí, María os ha hecho esta gracia: dad gloria a Dios poniéndoos en pie.

     Quiso tomar la muleta.

     —No, añadió Don Bosco, debéis dar esta muestra de confianza en María levantándoos sin muleta.

      Así lo hizo. La quebradura de la espina dorsal, la contracción de las piernas y brazos habían desaparecido, y perfectamente sano se puso a andar a paso largo por la sacristía.

     —Amigo mío, id ahora a expresar vuestro reconocimiento a la Santísima Virgen haciendo-una genuflexión delante del altar del Santísimo Sacramento.

     Obedeció en el acto.

     ¡Dios mío, Dios mío! exclamó: ¡Qué grande es mi dicha de poder, después de tanto tiempo, moverme y gobernar mi cuerpo! ¡María Auxiliadora rogad por mí!

     —Mi amigo, prometedme que en adelante tendréis gran devoción a la Santísima Virgen y que seréis un buen cristiano.

     —Os lo prometo y el domingo próximo me confesaré y comulgaré.

     Y diciendo esto, toma su muleta, la tercia como si fuese un fusil, deliberadamente marca el paso a lo militar y sin decir palabra se retira.

     Creíase volvería al menos para dar gracias a Dios. Pero recibida la bendición de María Auxiliadora, había obtenido la gracia que solicitaba y sin duda creyó que nada más tenía que hacer, pues ya no se le ha visto.



“SAN JUAN BOSCO”


Por el  Dr. Don Carlos D´Espiney.


Año 1949



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...