Virgen
Sacratísima, dígnate permitirme que te alabe.
-Dame
fortaleza contra tus enemigos.
ORACIÓN PREPARATORIA (Para todos los días)
Oh Dios Todopoderoso y
Misericordioso, que en defensa del pueblo cristiano estableciste admirablemente
en la Beatísima Virgen María un perpetuo auxilio; concédenos propicio, que
fortalecidos con tal protección, luchando en esta vida podamos en la muerte,
conseguir victoria del enemigo maligno, por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Tres
Ave María, Gloria y la jaculatoria:
“María Auxilio de los
Cristianos, Ruega por nosotros”.
Rezar
a continuación la oración del día que corresponda.
DÍA PRIMERO
¡Oh María poderoso
Auxilio de los Cristianos que confiados de tu misericordia, acuden a tu trono lleno
de confianza! Oye los ruegos de tus hijos que suplicante imploramos tu poderoso
patrocinio, para poder huir del pecado y de las ocasiones de pecar.
-Tres
Avemaría y gloria.
ORACIONES FINALES (Para todos los días)
Invocación:
¡Oh María! Virgen Poderosa,
grande e ilustre defensora de la Iglesia… Singular Auxilio de los Cristianos,
terrible como un ejército ordenado en batalla… Tú solas has triunfado en todas
las herejías del mundo.
¡Oh Madre!, en nuestras
angustias, en nuestras luchas, en nuestros apuros, líbranos del enemigo, y en
la hora de nuestra muerte, llévanos al Paraíso. Amén.
Suplica
a María Auxiliadora:
Necesitando un favor especial y confiando en tu bondad, a Ti recurro,
poderos Auxilio de los Cristianos. Conocedor de las innumerables gracias que
diariamente concedes a tus devotos, he puesto siempre en Ti toda mi confianza;
y hoy, humildemente postrado a tus plantas, te suplico, con todo el fervor de
mi alma, remedies mi necesidad… (Pídase aquí la gracia que se desea obtener).
Bien sé, Madre querida que yo no merezco nada; y aún temo que mis culpas sean
un obstáculo a tu bondad. Mas Tu puedes, dulcísima Señora, sacarme de este
lastimoso estado y hacer que sirva con fidelidad a Ti y a tu Divino Hijo, a fin
de que yo también pueda experimentar la maravillosa eficacia de tu santo
Auxilio.
DÍA SEGUNDO
¡Oh María Santísima,
Madre de bondad y de misericordia! Tú
que siempre libraste al pueblo cristiano, con tu poderoso patrocinio, de los
asaltos e insidias del enemigo, protege nuestras almas, te lo suplicamos, de
las acometidas del demonio, del mundo y de la carne, para que alcancemos
completa victoria sobre los enemigos de nuestra salvación.
Tres
Avemarías y Gloria.
DÍA TERCERO
¡Oh Poderosísima Reina
del Cielo, que sola triunfaste de las herejías, que intentaron arrancar a
tantos hijos del regazo de nuestra Madre la Iglesia. Ayúdanos ¡oh María! A
guardar firme nuestra fe y puros nuestros corazones, en medios de tantas
insidias para no contaminarnos con el veneno de tantas perversas doctrinas.
Tres
Avemarías y Gloria.
DÍA CUARTO
¡Oh dulcísima Madre
nuestra María, Tú que eres Reina de los Mártires por los heroicos actos de
valor y fortaleza que practicaste en la tierra! Dígnate infundir en nuestro
corazón la fuerza necesaria para mantenernos constante en tu servicio para que,
venciendo todo respeto humano cumplamos sin rubor nuestros deberes religiosos y nos comportemos
siempre como devotos hijos tuyo hasta la muerte.
Tres
Avemarías y Gloria.
DÍA QUINTO
Querida Madre mía, tú
que en el triunfo del Papa Pío VII mostraste tu eficaz patrocinio, desplegaste
tu manto protector sobre toda la Iglesia y especialmente sobre su augusto jefe
el Sumo Pontífice, defiéndelo en todo momento de los ataques de los enemigos,
líbralo de las aflicciones, asístelo siempre para que pueda dirigir al puerto
de salvación la navecilla de San Pedro, triunfando de las oleadas embravecidas
que amenazan de sumergirlas.
Tres
Avemarías y Gloria.
DÍA SEXTO:
¡Oh María, Reina de los
Apóstoles! Toma bajo tu protección a los sagrados ministros y todos los fieles
de la Iglesia Católica: alcánzales espíritu de unión, de perfecta obediencia al
Romano Pontífice, y de celo ferviente por la salvación de las almas;
especialmente te suplicamos extienda tu amorosa asistencia sobre los
misioneros, para que consigan atraer a la verdadera fe de Jesucristo a todas
las almas, para formar del mundo entero un solo Rebaño bajo la guía de un solo
Pastor.
Tres
Avemaría y Gloria.
DÍA SÉPTIMO
No seas, Madre de
misericordia, insensible a los dolores de la Iglesia menospreciada en su
doctrina y en sus Sacramentos. No permitas sea derramada en balde la sangre
preciosísima de tu divino Hijo, ilumina a los ciegos que la persiguen,
fortalece a los débiles que no la defienden. Brille ¡oh María! Tu poder sobre
la tierra; sea glorificada y acatada la religión, observada la ley divina y
eclesiástica, para que todos te alaben y alcance la humanidad los goces
eternos.
Tres
Avemaría y Gloria.
DÍA OCTAVO
Oh María, Madre de Dios
y Madre nuestra amantísima, de Ti se ha dicho: todo poder se le ha dado en la
tierra y en el cielo; te presentas al trono del Altísimo, no como quien pide,
sino como quien manda, a Ti clamamos desde el abismo de nuestras miserias,
aleja de nosotros todo mal; bajo tu protección ponemos nuestros bienes,
nuestros corazones, almas, potencias, sentidos, vida y todo lo que tenemos, sé
nuestro amparo y nuestra defensa durante toda la vida.
Tres
Avemarías y Gloria.
DÍA NOVENO
¡Oh, piadosísima Madre!
Tú que en todo tiempo te mostraste verdaderamente la Auxiliadora de los
cristianos asístenos con tu poderosísimo patrocinio en vida y especialmente en
el terrible trance de la muerte, y alcánzanos la perseverancia final. ¡Ah! No
nos dejes un solo instante hasta que felices cantemos tus glorias y las
misericordias de tu Hijo en el cielo, por los siglos de los siglos.
Tres
Avemarías y Gloria.
A MARÍA SS.MA AUXILIADORA
Don Bosco dijo: “la Virgen quiere que la
honremos bajo el título de María Auxiliadora”. Y él fue el celoso apóstol de
esta devoción y quieren que lo sean sus hijos a quienes dijo: “si queréis ver
milagros, propagad la devoción a María Auxiliadora”.
INVOCACIÓN A MARÍA AUXILIADORA
Compuesta
por Don Bosco
Oh María, Virgen
poderos:
Tú, grande y excelsa
defensora de la Iglesia,
Tú, singular auxilio de
los cristianos,
Tú, terrible como
ejército ordenado para la batalla,
Tú solas has triunfado
de todas las herejías del mundo entero,
Tú, oh Madre, en las
angustias,
Tú, en la lucha,
Tú, en las necesidades,
Líbranos del enemigo,
Y en la hora de la
muerte recíbenos en las eternas mansiones
Del Paraíso. Así sea.
ORACIÓN Y CONSAGRACIÓN
A
María Auxilio de los Cristianos
¡Oh Santísima e Inmaculada Virgen María,
tiernísima Madre nuestra y potente Auxilio de los Cristianos! Nosotros nos
consagramos enteramente a vuestro dulce amor y a vuestro santo servicio. Os
consagramos la mente con sus pensamientos, el corazón con sus afectos, el
cuerpo con sus sentidos y con todas sus fuerzas, y os prometemos, dirigir
siempre nuestras acciones a la mayor gloria de Dios y a la salvación de las
almas.
Vos, pues, oh Virgen incomparable, que
fuisteis siempre la Auxiliadora del pueblo cristiano, continuad ¡por piedad!
Siéndolo especialmente en estos días. Humillad a los enemigos de nuestra santa
Religión y frustrad sus perversas intenciones. Iluminad y fortificad a los
obispos y sacerdotes, y tenedlos siempre unidos y obedientes al Papa, maestro
infalible; preservad de la irreligión y del vicio a la incauta juventud;
promoved las santas vocaciones y aumentad el número de los ministros sagrados,
a fin de que por medio de ellos se conserve el reino de Jesucristo entre
nosotros, y se extienda hasta los últimos confines de la tierra.
Os suplicamos, además, oh dulcísima Madre,
que no apartéis nunca vuestra piadosa
mirada de la juventud expuesta a tantos peligros, de los pobres
pecadores y moribundos; sed para todos, oh María, dulce esperanza, Madre de
misericordia y puerta del Cielo.
Asimismo, oh gran Madre de Dios, os
suplicamos para nosotros que nos enseñéis a imitar vuestras virtudes,
especialmente la angelical modestia, la humildad profunda y la ardiente
caridad, a fin de que, en lo posible, con nuestro continente, con nuestra
palabra y con nuestro ejemplo representemos al vivo en medio del mundo a
vuestro Hijo Jesús, logremos que le conozcan y amen, y consigamos con este
medio la salvación de muchas almas.
Haced, además, oh María Auxiliadora, que
todos permanezcamos reunidos bajo vuestro maternal manto; haced que en las
tentaciones os invoquemos luego con toda confianza; haced, en fin, que el
pensamiento de que sois tan buena, tan amable y tan amada, y el recuerdo de lo
mucho que favorecéis a vuestros devotos nos aliente de tal modo, que salgamos
victoriosos contra los enemigos de nuestra alma, en la vida y en la muerte,
para que podamos formaros corona en el Paraíso. Así sea.
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