lunes, 12 de marzo de 2018

SANCTA DEI GÉNITRIX.




SANTA MADRE DE DIOS.


LETANÍAS Lauretanas: 


Peperit filium suum primógenitum. (Luc. 2,7) 


Dio a luz a su hijo primogénito.




CONSIDERACION I.


   María santísima puede decir de sí misma con toda propiedad: el que me crio descansó en mi tabernáculo. A la verdad que por estas palabras no se entiende otra cosa que la Madre de Dios, y en realidad lo fue María. Por tanto este título es en gran manera admirable; porque así como Dios Padre produjo a su Hijo ab aeterno sin Madre, así María concibió al Hijo de Dios en tiempo sin Padre. Además de esto, así como Dios por una palabra sola fiat, crio al mundo, así también a la misma palabra fiat pronunciada por María, se hizo carne el Verbo Divino, lo que ciertamente es un misterio incomprensible y en gran manera admirable.


CONSIDERACION II.



   El tituló de Madre de Dios contiene igualmente una cierta incomparable dignidad y excelencia; lo que se conoce, porque Dios aunque Todopoderoso, no puede criar una Madre más excelente. A la verdad, María es el huerto de Salomón, y Cristo la flor de tan hermoso huerto, María es templo, y Cristo el Sacerdote: María es la aurora, y Jesucristo el sol, y así como esta flor no puede ser más amena, ni este sacerdote mayor, ni este sol más resplandeciente de la misma suerte no puede ser criado huerto más hermoso, templo más precioso, ni aurora más brillante que lo fue María Madre de Dios.



CONSIDERACION III.


   Finalmente, el titulo de Madre de Dios es también en gran manera fructuoso, esto es, para los hombres, pero principalmente para los reverentes devotos de esta Señora. En verdad que vino grande utilidad a los Judíos cuando Ester fue electa Reina: gran comodidad sintieron los Egipcios cuando José fue constituido como Virrey de Egipto, pero mucho mayor fruto vino y aun viene a los hombres de que María sea Madre de Dios como que nuestra  mayor misericordia para con nosotros, que José para con los Egipcios y a innumerables libra de la muerte eterna y no solo de la temporal como Ester en otro tiempo a los Judíos.


ORACIÓN


   ¡Oh María! Yo te reconozco y venero como verdadera Madre de Dios; pero también te llamo Madre mía, y humildemente te ruego me alcances dé tu Hijo Santísimo el perdón y misericordia a mí y a todos los pecadores. Te ruego digas a tu Hijo: ¡O Hijo mío! Mira a estos pecadores, y advierte que aunque lo sean, son con todo eso mis hijos y tus hermanos. David lloró por Absalón, aunque fue hijo inobediente; así yo me compadezco de los hombres, aunque sean pecadores; y así ¡oh hijo mío! perdona a estos mis hijos: de esta manera.

            Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros. 



P. FRANCISCO JAVIER DORNN
DEAN Y PREDICADOR DE PRIDBER (1834). 

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