“Dios quiere establecer en el mundo la devoción
a mi Inmaculado Corazón” (13
de junio 1917). Dicho de otra forma, es voluntad de Dios
que luchemos todos los días y que lo hagamos junto al Corazón de María. En Fátima, María se muestra como educadora;
hoy, María es jefe de guerra. Todos los miembros del Cuerpo Místico tienen
un papel que desempeñar. El llamado es general, y nos concierne a todos.
Nuestra Señora del Rosario nos muestra el objetivo que tenemos que alcanzar:
hacer descender los “méritos infinitos de su Corazón Inmaculado y del Corazón
de Jesús”, adquiridos el día de la Pasión, sobre la humanidad pecadora.
La batalla es dura, sin duda un poco larga y penosa. “Tendréis
mucho que sufrir”, previno
María. Pero el desenlace es cierto: Dios otorgará la paz al mundo y las gracias de salvación a
los pecadores.
Sí, Dios
dará al Corazón Inmaculado de María la victoria sobre las tinieblas, sobre la
aridez, sobre el pecado. Y con el auxilio del Corazón Inmaculado, Corazón de la
Iglesia, veremos convertirse a las naciones, Rusia primero, y a los hombres,
dejar muchos las filas de “los que no creen, no
adoran, no esperan y no aman” y
pasarse a las filas victoriosas de los que creen, adoran, esperan y aman a Dios.
Después de esta victoria completa vendrá la aclamación
triunfal. Sí, llegará el día en que el Hijo Redentor, el Dios de los Ejércitos,
cubrirá de gloria y honor al Corazón Inmaculado de su Madre. Entonces
veremos en el concierto celestial, a la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, retirar para siempre del Corazón Inmaculado la
corona de espinas que le hiere tan intensamente y colocarle de nuevo aquella corona de rosas, que
más conviene a su Corazón maternal.
Así
coronada, María, acompañada de su corte celestial, vendrá a buscar a todos
aquellos que hayan abrazado la devoción a su Corazón Inmaculado. Y
cumplirá su promesa de poner Ella misma esas almas queridas de Dios como flores
para adornar el trono divino.
Pero
todavía es la hora del combate. El Corazón Inmaculado de María es nuestro Jefe. Nosotros
somos sus soldados. Elevemos este saludo a nuestra Capitana:
Ave Cor Mariae! Salve
Corazón de María!
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