miércoles, 30 de mayo de 2018

MATER CASTÍSSIMA.


MADRE CASTÍSIMA.



¡Oh quam pulcra est casta generatio! Sap. 4

¡Oh que hermosa es la generación casta!



CONSIDERACIÓN I.


   Representémonos a María Santísima como un árbol admirable que a un mismo tiempo lleva flores y frutos. Por cierto que este árbol significa la castidad verdaderamente estupenda de la Virgen: porque María siempre guardó castidad y fue tres veces Virgen, conviene a saber, antes del parto, en el parto y despues del parto. Por tanto, si la castidad común es una virtud que hace al hombre semejante a los ángeles, y muy agradable a Dios, ¿que se dirá de la castidad de María, no común sino más que angélica?


CONSIDERACIÓN II.


   Juan era tan amado de Jesucristo, que mereció descansar o reclinarse sobre el pecho del Señor, y demás de esto vino en conocimiento de los últimos misterios de Dios: pero ¿de dónde mereció esto Juan? Estas y otras muchas gracias las mereció porque siempre guardó la castidad. Pues ahora arguyamos de menor a mayor: si la castidad de Juan fue tan grata a Dios, ¿con cuántos encomios de alabanzas se debe celebrar la castidad de María que fue árbol que juntamente florece y fructifica siendo Virgen y Madre, y demás de esto semejante a aquella Zarza que en medio de las llamas no se quemaba?


CONSIDERACIÓN III.


   Esta suma castidad y virginidad que María Santísima conservó ilesa en el mismo parto, bien claramente la manifiesta y predica la Sagrada Escritura, que la compara, ya al huerto cerrado, ya a fuente sellada. A más de esto, Salomon parece habló de María cuando admirado exclamó: ¡Oh cuan hermosa es la casta generación!


ORACIÓN.


   ¡Oh María! ¡Madre castísima! Yo te reverencio e invoco como mi patrona, y te ruego que siempre me des tu auxilio; y entonces principalmente cuando me veo en peligro de violar la castidad, y soy convalido con tentaciones carnales. ¡Ah! Te ruego no permitas, ¡Oh Virgen observantísima de la castidad! que yo manche torpemente mi alma pecando contra esta hermosísima virtud por pensamiento, palabra u obra; y me desnude así de la vestidura nupcial, sin lo que ninguno es admitido a las bodas del Cordero. ¡Oh María!

¡MADRE CASTÍSIMA! RUEGA POR NOSOTROS. 



P. FRANCISCO JAVIER DORNN
DEAN Y PREDICADOR DE PRIDBER
(1834).   

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...