Infinidad de efectos produce en el alma la devoción a María fielmente
practicada; pero el principal es hacer que de tal modo viva María en un alma de
la tierra, que no sea ya más el alma quien vive, sino María en ella; porque,
por decirlo así, el alma de María viene a ser su alma. Pues cuando por una gracia inefable, pero verdadera,
la Bienaventurada Virgen María es Reina
del alma, ¿qué
maravillas no hace en ella?
Como ella es
dondequiera la Virgen fecunda, en todas las almas en que vive hace brotar la
pureza de corazón y de cuerpo, la pureza de intenciones y designios y la fecundidad
de buenas obras. Ella sin cesar hará vivir el alma en Jesucristo y hará vivir a Jesucristo
en el alma. Si, como lo fue al
nacer en el mundo, es Jesucristo fruto de María en cada una de las almas; sin duda que en aquellas donde ella habita es
singularmente Jesucristo fruto y obra maestra suya.
En fin, que
para estas almas María viene a serlo todo junto a Jesucristo. Ella esclarece su espíritu con su fe pura. Ella
profundiza su corazón con su humildad. Ella con su caridad le acrecienta y le abrasa.
Ella le purifica con su pureza. Ella le ennoblece y ensancha con su maternidad.
Así como por
María, vino Dios al mundo la vez primera en humildad y anonadamiento, ¿no podría
también decirse que por María vendrá la segunda vez, como toda la Iglesia le
espera, para reinar en todas partes y juzgar a los vivos y a los muertos? ¿Cómo
y cuándo?, ¿quién lo sabe? Pero yo
bien sé que Dios, cuyos pensamientos se apartan de los nuestros más que el
cielo de la tierra, vendrá en el tiempo y en el modo menos esperado de los
hombres, aun de los más sabios y entendidos en la Escritura Santa, que está en
este punto muy oscura.
Pero todavía
debe creerse que al fin de los tiempos, y tal vez más pronto de lo que se
piensa, suscitará Dios grandes hombres llenos del Espíritu Santo y del espíritu
de María por los cuales esta Bienaventurada Virgen Soberana hará grandes maravillas
en la tierra para destruir en ella el pecado y establecer el reinado de
Jesucristo su Hijo sobre el corrompido mundo; y por medio de esta devoción a la
Santísima Virgen, que no hago más que descubrir a grandes rasgos,
empequeñeciéndola con mi miseria, estos santos personajes saldrán con todo.
San Luis María Grignion de Montfort:
El Secreto de María
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