1. ° Reparos de María.
— A
las palabras del Ángel María contesta con un reparo, que es un temor. Eva en el
paraíso teme al comer el fruto prohibido, pero no teme al pecado, sino al
castigo de la muerte.
— María, al contrario, lo único que teme al oír al Ángel es faltar
a la palabra dada a Dios. Su temor es justo, racional, santo, inspirado en el
amor de Dios y a la virtud.
— ¿Son así tus
reparos cuando oyes la voz de Dios..., o son inspirados por el amor propio que
se resiste a someterse a esa voz divina?
2. ° La virginidad.
— ¡Qué amor a la pureza
virginal!
— Se ofrecen a María
glorias inauditas, grandezas inefables... de parte de Dios... por boca de un
Ángel... y, no obstante, no se alucina... piensa en su virginidad, y entre la
dignidad de ser Madre de Dios y el sacrificio de su virginidad no duda — prefiere
la gracia que la santifica, a la gracia que la ensalza y sublima — ¡qué maravilla!
— Detente a contemplar en silencio este amor de María a su virginidad...
y deja al corazón que se expansione en afectos de admiración a tu Madre.
— Recuerda su voto hecho a los tres años..., la fidelidad con que
siempre le guardó y la prueba a que ahora la somete Dios... y cómo la Virgen
prudente, humilde y castísima, triunfa de todo, sacando siempre victoriosa su virginidad.
— Con razón Dios,
se enamora de María aún más, viéndola tan pura y tan virgen... y lo que Ella
cree ser un obstáculo, es precisamente lo que más arrastra a Dios para elegirla
como Madre.
— Por ser virgen, por eso es la Madre de Dios.
3. ° La Encarnación por la
virginidad.
— Penetra en tan
sublime pensamiento y contempla a Dios trazando los planes de la obra grandiosa
de la Encarnación a base de la virginidad.
— La Redención del hombre tenía dos dificultades insuperables,
como ya hemos dicho en otra parte..., recuerda lo que entonces meditabas que
humanamente no era posible la Redención, porque toda la humanidad no podía
satisfacer por el pecado..., era necesario que lo hiciera Dios, pero Dios
tampoco podía hacerlo, pues Dios no puede sacrificarse, inmolarse, padecer, ni
morir por el hombre; divinamente tampoco era posible.
— Pero Dios busca la
solución.
— Hacerse hombre
y así tener ya un cuerpo para sufrir y morir.
— Mas este
cuerpo, no podía formarse como los demás, porque nacería manchado como todos nacen;
sería un cuerpo concebido en pecado y a este cuerpo no se podía unir el Hijo de
Dios.
— La solución de
este conflicto es María Inmaculada, sin mancha en su concepción y María Virgen,
siendo Madre sin detrimento de su virginidad.
— Así, Jesús
virgen, santo y puro como Dios, también lo será como hombre: porque su Madre también
será santa, pura y virgen.
— La Encarnación
por la Virginidad.
— ¡Qué hermosura
y qué belleza la de esta virtud!
4. ° Preferencias de Cristo.
— El Señor tuvo un amor tan grande de preferencia a la virginidad,
que la dedicó una de sus Bienaventuranzas..., tuvo un discípulo amado y fue...
el que era virgen; a él le confió el tesoro de su Madre en la Cruz, como único
digno por su virginidad de guardar a la Virgen de las vírgenes.
— Se quedó en la Eucaristía y dio a los sacerdotes potestad sobre
su Cuerpo y Sangre, pero prefirió que su sacerdocio fuera virgen —
eligió almas predilectas para Esposas suyas y éstas son... las vírgenes — en fin, reservó un premio especial que consistiera en
acompañar al Cordero a donde quiera que fuera, y en cantar un cántico nuevo que
nadie sino ellas podrían cantar, y éstas son... las almas vírgenes.
5. ° Tu virginidad.
— Piensa mucho en
la gracia tan inmensa que Dios concede a las almas que llama al estado de
virginidad.
— Si tú eres una
de ellas, penétrate bien de ella y procura ser muy agradecida.
— Demuestra este agradecimiento en obras, principalmente cuidando,
ante todo, de la modestia interior y exterior que necesariamente ha de
acompañarla, y esto llevarlo hasta la exageración, en miradas, curiosidades,
posturas, vestidos, etc... Segundo, fomentando en ti la humildad, base de la
castidad... Muchos por su soberbia han caído después en pecados impuros.
— Del mismo modo fomentarás la mortificación y penitencia, que son
esenciales en esta virtud... Con tal de conservarla intacta y lozana, todo
sacrificio ha de parecerte nada.
— En tercer lugar, pide mucho a la
Virgen que la imites, en especial en su amor a la castidad virginal... y, en
fin, que te ayude para trabajar con Ella por contribuir a establecer y dilatar
en la medida de tus fuerzas por todo el mundo, el Reinado sublime de la pureza.
“MEDITACIONES
SOBRE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA”.
ILDEFONSO RODRÍGUEZ VILLAR— 1940.
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