Por Lucio Marmolejo.
Decretado por Lllmo. Sr. Lic. D. Clemente de Jesús Munguía, Obispo de Michoacán, así lo decretó y firmó. México 26 de Diciembre de 1851.
Librería de Rosa y Bouret, 18 calle San José el Real 18. 1868. Propiedad de los editores
DÍA DIEZ Y NUEVE: 19 de mayo.
Visita a la Imagen de la
PURÍSIMA CONCEPCIÓN DE NUESTRA SEÑORA, que se venera en la iglesia de San Diego
en la ciudad de Guanajuato.
Existe en una hermosa capilla de la iglesia del convento de San Diego, en la ciudad de Guanajuato, una muy bella y venerada Imagen de María Santísima, en el misterio de su inmaculada Concepción, la cual es objeto de un tierno y reverente afecto de parte de los religiosos y de todos los guanajuatenses, por los muchos beneficios que el Señor se ha dignado concederles por su medio.
Fué hecha esta sagrada Imagen y colocada en la
dicha iglesia de San Diego, según se cree, en la primera mitad del pasado
siglo, y en todo el largo espacio de tiempo que desde entonces ha trascurrido, no
ha desmentido un punto su benéfico patrocinio. Desde luego fué muy venerada por
todas las principales familias de Guanajuato; y muy especialmente por la del
conde de Valenciana, insigne bienhechor del convento de San Diego, en cuya casa
era siempre la Santa Imagen suntuosamente adornada para sus festividades, y de
cuya mano recibió la Señora valiosos presentes. Fué luego propiedad del venerable
religioso Fr. Manuel Méndez, quien trabajó en gran manera en promover su culto,
y murió en opinión de santidad, descansando su cuerpo no lejos de su querida
Imágen. La experiencia de los beneficios que el Señor concedía por su medio, hizo
que se le dedicase la decente capilla en que hoy se venera, y es la que queda
junto al presbiterio, en el lado del Evangelio; pero ahora no se encuentra como
al principio estaba, pues el celo de otro religioso, no menos devoto que el
anterior de esta sagrada Imágen, el R. P. Fr. José Luis de la Purísima Concepción
Sánchez, hizo en estos últimos tiempos una espléndida reforma en la capilla, en
donde se colocó de nuevo la Señora el día 2 de Febrero de 1847.
Es la Imágen de talla, y su estatura como de
siete cuartas; tiene el rostro sumamente bello y respetable, las manos juntas
sobre el pecho y toda la postura muy natural y muy apacible; está parada sobre un
globo o mundo, quebrantado la cabeza de la serpiente; a su diestra, y unido con
su sagrado vientre, tiene un hermoso sol, que representa al Sol Divino de
Justicia, que llevó allí por nueve meses, y su venerable cabeza, ligeramente
inclinada a la derecha, se ostenta rodeada de estrellas; está colocada en un bello
panteón, que queda debajo de una primorosa cúpula; y de allí se saca anualmente
y se lleva a la iglesia grande, para la función y procesión que se le hace el día
8 de Diciembre, a la cual precede un decente Novenario.
Observaremos, por último, para la mayor veneración
de esta soberana Imágen, que admira en gran manera, que
en mucho más de cien años que tiene de construida, no haya recibido de la mano
del tiempo ni la más leve lesión, ni la más pequeña injuria, conservándose tan
intacta y tan nueva en la apariencia, como al salir de manos del escultor; lo
cual hacemos notar, porque aunque hay otras insignes Imágenes, que tienen mucho
más tiempo que la que nos ocupa, y en las cuales se admira justamente como
prodigiosa su conservación, se les nota generalmente algún ligero detrimento, o
al menos apagada la primitiva tez; y no así
en la presente, a quien pedimos que nos de la gracia de Dios, y conserve después
nuestra alma en ese dichoso estado, sin que puedan quitárselo ni el tiempo ni
los enemigos de nuestra salvación.
VIDA DE MARÍA
María en las bodas de Caná.
Cumplió Jesús
treinta años, y quiso luego revelarse al mundo, y aparece por primera vez en
público, acompañado de su bendita Madre, presentándose en el festín de unas
bodas en Caná de Galilea. ¡Oh! de qué modo tan admirable y tan
consolador brilló allí la misericordia de María; observó luego esta admirable
Virgen, que faltaba el vino a los esposos, y pide un milagro a su Hijo
Omnipotente, diciéndole: «No tienen vino». Jesús
le contesta con aparente dureza; pero concede luego lo que se le pide, y María,
que lo comprende así, previene a los criados y servidores, diciéndoles: «Haced todo lo
que os diga». Y llenando de agua, por orden del Salvador, seis tinajas que
allí había, quedó en el momento el agua convertida en un rico y exquisito vino.
MISERICORDIA DE MARÍA
María, hermosísima flor de Caracol.
(Vigna caracalla)
Hermoso símbolo
de la misericordia de María, nos ofrece hoy la linda planta del caracol, pues si
observamos la manera íntima con que estrecha sus volubles y trepadores lazos
con el tronco a que se une, recordaremos luego cómo se estrecha una alma
misericordiosa, y en especial María, con la persona que proteje; si vemos cómo forma sombra y libra de
las intemperies a las pequeñas plantas que nacen en torno, cubriéndolas con un
doble toldo de hojas y de flores, hallaremos un símil de la misericordiosa María,
que cubre con su manto a sus pequeños hijos; por último, si observamos lo
numeroso de las flores del caracol, su colocación, que las deja expuestas a las
inclemencias del tiempo, cuando otras plantas quedan defendidas por ellas, y lo
suave y apacible de su color y de su aroma, hallaremos en todo a la
misericordiosa María, dando numerosos pasos en favor de los esposos de Caná, y
de todos los pecadores, exponiéndose ella misma a la dura respuesta del Salvador,
por librar de un sonrojo a los esposos; y suave y apacible por su misericordia,
más que todos los demás seres creados del cielo y de la tierra.
ORACIÓN
¡Misericordiosísima Virgen Maria, mi Señora! es grande e
inexplicable el consuelo que experimentamos al contemplarte en las bodas de Caná,
tan compasiva y tan piadosa; los esposos estaban expuestos únicamente a un
sonrojo temporal, y, sin embargo, tu amorosa piedad no permitió que lo pasaran,
porque inmediatamente intercediste con tu Divino Hijo para que lo evitara. Nosotros,
¡oh gran Señora! estamos expuestos a la eterna
perdición, ¿cómo, pues, nos había de desamparar tu
incomparable misericordia? De ninguna manera; antes bien, tu poderoso
brazo será nuestra guía en la tempestad de la vida, como lo es de la ciudad de
Guanajuato por la Santa Imágen de tu Purísima Concepción, a quien hemos
consagrado el presente día; y entonces saldremos libres al puerto de la
bienaventuranza eterna, en donde te alabaremos y bendeciremos por todos los
siglos de los siglos. Amén
ORACIÓN
Que se dirá todos los días antes de la meditación.
Advierte, alma mía, que estás en la presencia de Dios, mas íntimamente presente a Su Majestad, que a ti misma. Está mirando él Señor todos tus pensamientos, afectos y movimientos interior y exteriormente. Lo que eres delante de Dios, eso eres y nada más: pobre, miserable é inmunda, con la abominable lepra de todos los pecados con que has ofendido hasta aquí su infinita bondad. Pero el Señor, obligado del peso de su misma infinita misericordia, desea más que tú misma darte el perdón general de todas tus culpas y el logro de esta meditación. ¿Qué hicieras, si supieras que era la última de tu vida? Puede ser que no tengas otra de tiempo tan oportuno. Ahora puedes conseguir con un pequé de corazón, lo que no conseguirán con eterno llanto los condenados en el infierno, que es el perdón de tus pecados. Alerta, pues: no pierdas tiempo tan precioso, por amor de Dios.
Creo, Señor, que estáis íntimamente presente a mi corazón. Os doy las gracias por los innumerables beneficios que he recibido, y recibo en cada instante, de vuestra infinita liberalidad y misericordia, especialmente porque me habéis conservado hasta aquí la vida, habiendo yo merecido tantas veces las penas del infierno por mis pecados. Concededme, Padre amorosísimo, un corazón agradecido a vuestras grandes misericordias, y el logro de esta meditación, a mayor honra y gloria vuestra y bien de mi alma. Esté yo en vuestra divina presencia con la humildad, atención y reverencia de alma y cuerpo que corresponde en una vilísima criatura, cual yo soy, que tantas veces os ha despreciado con ofenderos en vuestra misma presencia. Detesto de todo corazón mis pasadas ingratitudes; las aborrezco, por ser ofensas de vuestra infinita bondad: me pesa en el alma de haberos ofendido, por ser quien sois. Quisiera deshacer todos mis pecados, por ser desprecio de un Dios infinitamente bueno. Dadme, Criador y Dueño mío amabilísimo, verdadera contrición de todos mis pecados, y propósito firmísimo de la enmienda.
Bien conozco que no hay en mí otra cosa que la nada, y sobre la nada el pecado. No soy en vuestra divina presencia más que un condenado, y condenado tan innumerables veces, cuantas he repetido las ofensas de vuestra infinita bondad. Compadeceos, Dios mío, de mis tinieblas: no permitáis que pierda tiempo tan oportuno. Enseñadme a tener oración; regid mi memoria; alumbrad mi entendimiento; moved mi voluntad. Obligaos de vuestra misma bondad y de los méritos infinitos de vuestra Santísima vida, pasión y muerte, y de los méritos é intercesión de vuestra Santísima Madre. Poned, Señora, en mi corazón aquellos pensamientos, afectos y determinaciones que son del agrado de vuestro Santísimo Hijo.
MEDITACIÓN
1—Admiremos la conducta misericordiosa de María: había sufrido multitud de penalidades, se había
encontrado en inminentes riesgos, había padecido muchas amarguras y
privaciones; pero había permanecido sin
desplegar los labios; más ahora que ve en
tribulación a los que la habían convidado, siente conmovida sus maternales
entrañas y hace que su Santísimo Hijo los consuele por medio de un asombroso milagro.
2—Demos infinitas gracias a Dios, que quiso darnos
una Madre tan misericordiosa, la cual intercede siempre en el cielo por nosotros,
con más empeño que lo hizo por los esposos de Caná.
3º—Pidamos a Dios que nos conceda un grande amor y
agradecimiento hacia esta Madre de misericordia, extinguiendo en nuestro corazón el agua de la tibieza en que hasta hoy
ha estado sumergido, y poniendo en su lugar el vino de las ardientes llamas de
la caridad, para poder agradar a su Divina Majestad y a su Santísima Madre,
etc.
ORACIÓN
Que se dirá todos los días después de la Meditación.
¡Clementísimo Dios y Señor de mi corazón! ¡dulcísimo Jesús mío! ¡sacramentado dueño de mi alma! Os doy las gracias con todo el afecto de mi pobre corazón, porque me habéis concedido este tiempo para que medite. Perdonad, Señor, las distracciones, negligencias, flojedad y todos los demás defectos en que he incurrido en esta Meditación: quedo en ella convencido.... y resuelto.... Conozco que todos mis pecados, aunque tan enormes, no pueden extinguir vuestra infinita bondad: en ella espero firmemente que me habéis de ayudar con vuestra gracia, para que eternamente os ame, os sirva, conozca y ponga por obra vuestra santísima voluntad. Asi lo espero de vuestra infinita piedad y misericordia, y de los méritos y poderosísima intercesión de vuestra Santísima Madre.
—Ave María.
CANTO
Ya cumple treinta años
El gran Salvador,
Treinta años que llenan
Virtud y oración,
De tanta grandeza,
De tal perfección,
Tan santas, que solo
Son dignas de un Dios;
Mas éste tranquilo
Vivir ya cesó,
Al medio del mundo
Lo lleva su amor,
A abrir los cimientos
De la religión;
Mas antes que empiece
Su predicación,
Asiste a unas bodas,
En donde su voz
A todos conmueve
Y llena de unción.
Su Madre piadosa,
La perla de Sion,
La Reina del cielo,
La amada de Dios,
También se presenta
Con su Hijo y Señor,
Y allí conmovido
Sintió el corazón,
Al ver los esposos
En grande aflicción,
Al ver que ya había
Concluido el licor,
Y mucho faltaba
Para la reunión.
Y ante su Hijo excelso
Levanta su voz,
Y humilde le pide
Para ellos favor.
«Hijo mío, le dice,
Ya el vino acabó»
Severa respuesta
Le da el Salvador;
Severa parece,
Mas es concesión,
Pues luego a su Madre
Le otorga el favor.
Su voz poderosa
Jesús levantó,
Y de agua seis hidras
Llenar ordenó,
Que, en vino exquisito,
De rico sabor,
Con pasmo de todos
Trocada quedó.
Salud a la Virgen
Y gloria y amor,
Pues solo por ella,
Por su compasión,
Por la piedad suma
De su corazón,
Portento tan grande
La tierra admiró,
Y en favor del triste,
Desleal pecador,
Mayores prodigios
Hará que obre Dios.
PRÁCTICA PARA MAÑANA
Oye una misa en honor, de María Santísima.
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