domingo, 17 de julio de 2022

MATERIA, FORMA Y COLOR DEL ESCAPULARIO DEL CARMEN.



 

   Se compone de dos piezas de lana de color castaño más o menos oscuro, o bien negro, unidas por dos cintas o cordones cuyo color y materia son indiferentes. —Esto sólo constituye el escapulario del Carmen.

Las imágenes con que suele adornarse se ponen únicamente por devoción, mas no son necesarias para el lucro de las indulgencias ni para tener derecho a las promesas de Nuestra Señora.

 

 

OBSERVACIONES:

 

I. Los que al mismo tiempo pertenecen a la Cofradía del Carmen y a la Tercera Orden de San Francisco, si quieren ganar las indulgencias de una y otra, deben llevar al cuello ambos escapularios; pues, aunque sean del mismo color y paño, uno solo, no basta.

 

II. Aunque el escapulario del Carmen puede ser negro, cuando con él se lleva el de Nuestra Señora de los Dolores, que también es negro, conviene que el del Carmen sea de color castaño, para no confundir el uno con el otro.

 

 



PRIVILEGIOS DEL ESCAPULARIO DEL CARMEN

 

 

I. Los que mueren revestidos del Escapulario, no padecerán las penas del infierno.

 

   Para tener derecho a este privilegio es necesario:

1.° recibir válidamente el escapulario de manos de un sacerdote que tenga facultad para bendecirlo e imponerlo;

2.° ser inscrito en la Cofradía; y

3.° tenerlo puesto al exhalar el último suspiro.

 

II. Las almas de los carmelitas, si el sábado inmediato a su muerte están aún detenidas en el Purgatorio, serán puestas en libertad por nuestra Dulcísima Madre.

 

   Para gozar de este privilegio se necesita:

1.° recibir válidamente el escapulario de manos de un sacerdote facultado al efecto;

2.° ser inscrito en el registro de la Cofradía;

3.° llevar continuamente el escapulario en la forma prescrita;

4.° guardar la castidad, cada cual según su estado;

5.° los que saben leer deben recitar diariamente el oficio divino, o bien el Oficio Parvo de la Santísima Virgen; los que no saben leer deben observar todos los ayunos de la Iglesia, y además comer de vigilia el miércoles y sábado de cada semana, a no ser que en uno de esos días ocurra la fiesta de la Natividad del Señor.

 

 


 

OBSERVACIONES:

 

 

   Decimos que para tener derecho a los privilegios del escapulario no basta tomarlo por sí mismo y llevarlo constantemente, sino que es necesario recibirlo de manos de un sacerdote debidamente autorizado.

   En efecto, la Santísima Virgen dijo a San Simón Stock presentándole el escapulario: Recibe, hijo mío, este escapulario de tu Orden; esta es la señal del privilegio que he obtenido para ti y para todos los hijos del Carmelo: el que muera revestido de este hábito será preservado de las llamas eternas: Hoc tibi erit et cunctis carmelitis privilegium: in hoc moriens æternum non patietur incendium. El privilegio, pues, ha sido concedido en favor del Santo y de todos los carmelitas; luego, para gozar de él es necesario formar parte de dicha Orden, lo que no se verifica sino por la recepción legal en cualquiera de las dos Órdenes regulares, o en la Orden Tercera, o en la Cofradía.

 

   La inscripción del nombre en los registros de la Cofradía es absolutamente necesaria; pues el indulto de Gregorio XVI (30 de abril de 1832) que dispensaba de dicha inscripción, fué revocado por León XII I el 27 de abril de 1887. Los nombres escritos provisionalmente en un registro privado deben enviarse al director de una cofradía o a un convento de la Orden; aunque sea convento de religiosas. (Monsano, número 1921).

   La Sagrada Congregación de Indulgencias y Reliquias, revalidó todas las recepciones en la Cofradía del Carmen, que por cualquiera causa hubiesen sido inválidas hasta la fecha del Decreto, 28 de junio de 1905.

   Los que rezan el Oficio Divino o el Oficio Parvo por obligación de su estado, por voto, por penitencia, o por cualquier otra causa, no están obligados a rezarlo dos veces.

   No debe recitarse el Oficio entero, sino el nocturno correspondiente al día de la semana, con Laudes y las demás Horas del mismo Oficio. (18 de agosto de 1868).

   Para tener derecho al privilegio sabatino es necesario recitar el Oficio Parvo en latín, a menos de pertenecer a un rito aprobado que use la lengua vulgar, según el Decreto de 18 de agosto de 1868. Sin embargo, los que no dicen el Oficio Parvo en comunidad, sino privadamente, lo pueden recitar en lengua vulgar. (XLIII).

   Cuando se sesenta un grave impedimento, los cofrades no están obligados a la recitación del Oficio canónico ni del de la Virgen, ni a los ayunos, ni a la abstinencia en los días prescritos; sin embargo, aconséjese a los fieles que en tales casos pidan alguna conmutación a un confesor prudente. (XLIV).

   Fuera de este caso, los cofrades que, por justas causas, no pueden recitar el Oficio Parvo, ni ayunar en los días prescritos, no se libran por eso de la obligación; sino que deben pedir conmutación de ella a un sacerdote carmelita, o a cualquier otro a quien le haya sido dada expresamente esta facultad en el rescripto que le autoriza a bendecir el escapulario. (XLIV). Por lo que hace a la abstinencia, cualquier confesor puede conmutarla en otras buenas obras a todos los que lo pidan, como diremos luego.

   Es probable que el confesor puede usar de este poder aun fuera del confesonario.

   Respecto al Oficio Parvo, puede afirmarse que la recitación cotidiana de las 5 decenas del Rosario son una conmutación suficiente. Según L` Ami du Clergé, (1901, pág. 421), doce Padrenuestros y Avemarías serían también una compensación adecuada.

   No existe ningún precepto que obligue a los cofrades del Carmen a recitar diariamente siete Padrenuestros y Avemarías; dicha recitación es absolutamente innecesaria para tener derecho a los «privilegios» é indulgencias del escapulario. (XLV). ( Monsano, n.° 1923.—R. P. Grassi, carmelitano; «Indulgenze, Privilegi e Grazie concesse all' Ordine», Roma, 1894, cap. X y XI.—«Instructiones... pro benedictione... S. Scapularis B. V. M. de Monte Carmelo», Roma, 1902, pág. 6, Onera generalia et specialia.—La devoción de rezar diariamente siete Padrenuestros y Avemarías en honor de las siete Alegrías de Ntra Sra., es lo que ha dado lugar al error que combatimos en este párrafo.)

 

   La abstinencia del viernes no es necesaria para gozar del Privilegio Sabatino. (XLVI).

   La abstinencia de los miércoles y sábados obliga únicamente a los cofrades que no saben leer; y los que saben leer, no pueden preferir la abstinencia a la recitación del Oficio.

—La abstinencia de que se trata es sólo de carne, no de huevos ni lacticinios. (XLVII).

   Antiguamente, los cofrades del Carmen que aspiraban al privilegio sabatino no podían aprovecharse de los indultos generales ni diocesanos referentes al ayuno, porque dichos indultos al dispensar de la ley eclesiástica, no dispensaban de la obligación del ayuno impuesta como condición del privilegio; pero en adelante podrán usar del indulto diocesano, sin menoscabo del privilegio sabatino, como consta de un decreto de la Sagrada Congregación de Indulgencias, aprobado por León XII I en 14 de junio de 1901. (XLVIII).

   Tampoco podían dispensarse, en virtud de la Bula de la Cruzada ni de otros indultos, de la abstinencia de los miércoles y sábados; mas el citado decreto de 1901 autoriza a cualquier confesor para conmutarla en otras buenas obras á todos los cofrades que lo soliciten.

 

 

 

 

“LOS ESCAPULARIOS”

E. P. FRAY JOSÉ BUENAVENTURA (1906).

 


sábado, 16 de julio de 2022

COFRADÍA DEL ESCAPULARIO DE NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN



Notas históricas:

 

   Cuando el día de Pentecostés los Apóstoles, inspirados por el Espíritu Santo, hablaban diversas lenguas y hacían multitud de prodigios por la sola invocación del nombre de Jesús, muchos hombres que, según la tradición, habían seguido los ejemplos de los santos profetas Elias y Eliseo, y que habían sido preparados a la venida del Mesías por la predicación del Bautista, convencidos de la verdad de la doctrina apostólica abrazaron la fe evangélica, y empezaron a honrar con tan filial ternura a la Santísima Virgen, que pudieron gozar de su presencia y su conversación mientras ella vivió, y fueron los primeros que elevaron una capilla a la Madre de Cristo, en el mismo lugar del monte Carmelo en que el profeta Elias había visto, en otro tiempo, elevarse al cielo una brillante nube, símbolo de esta Virgen augusta.

 

   Se reunían cada día varias veces en la nueva capilla, y allí honraban con toda suerte de oraciones y cánticos y piadosos ejercicios a la Santísima Virgen como a la soberana protectora de su Orden, por lo que empezaron a llamarles «hermanos de Nuestra Señora del Monte Carmelo»; y los Sumos Pontífices, no sólo confirmaron dicho título, sino que concedieron particulares indulgencias a los que decorasen u honrasen con ese nombre a la Orden o a sus miembros. (Brev. Rom., 16 de julio, 2° noct.)

 




   A fines del primer siglo de la era cristiana el Carmelo comenzó a poblarse de nuevos monjes y a llamar la atención aun de los mismos paganos; y en el año 400, el número de religiosos aumentó considerablemente, por haberse retirado multitud de monjes a la Palestina, sobre el monte Carmelo, en donde abrazaron fervorosamente los ejercicios de la vida religiosa, en comunidad los unos, los otros en lugares solitarios.

 

   San Alberto, Patriarca de Jerusalén, hacia el año 1205 y bajo la autoridad de Inocencio III, les dio una regla que después fué aprobada por Honorio III y confirmada por Inocencio IV.

 

   Los fieles que acudían al Monte Carmelo visitaban asiduamente la capilla de la Virgen María, asistían a los ejercicios de los religiosos y rendían en común sus cultos a la Reina del Cielo; de cuyo conjunto de circunstancias nació la Cofradía de Nuestra Señora del Monte Carmelo, que debió ya existir a principios del siglo IX, puesto que el Papa León IV le concedió indulgencias en el año 847. La Cofradía de Nuestra Señora del Carmen es, por consiguiente, la más antigua, como también ha sido la más favorecida de Dios, de la Virgen Nuestra Señora y de la Santa Sede.

 

   Los religiosos del Carmen, célebres desde hacía siglos en la Palestina, vinieron al Occidente antes de la época de las Cruzadas, con el fin de escapar a la persecución sarracena, y se establecieron en Italia, Francia e Inglaterra, pero no fueron bastante conocidos en Europa hasta que San Luís, que había visto en Palestina la vida angélica de aquellos solitarios, al volver de su primera cruzada los trajo a Francia, cuya nación perfumaron con el suave olor de sus evangélicas virtudes.

 

   La Cofradía de Nuestra Señora del Monte Carmelo se propagaba en Europa, como es natural, al mismo tiempo que la Orden del Carmen.

 

   Los buenos religiosos gozaban en paz del glorioso título de Hermanos de Nuestra Señora del Monte Carmelo, que los Sumos Pontífices habían confirmado cuando contra ellos levantaron una persecución tan furiosa, que el Papa Honorio III, vacilante al principio, acabó por ceder a la presión de los que de él solicitaban la supresión de la Orden; y ya el golpe fatal estaba preparado, cuando la Santísima Virgen se apareció en sueños al Sumo Pontífice y le dijo: que habiendo tomado bajo su especial protección la Orden del Carmelo, que llevaba su nombre, ella le exhortaba a no ceder de ninguna manera a las instancias de sus pérfidos consejeros, sino a honrarla y favorecerla y á confirmar su regla, su título y sus privilegios; y añadió en seguida: mi voluntad debe ser cumplida sin réplica y sin dilación: Non est adversandum in his dum jubeo, nec dissimulandum dum promoveo; porque esta misma noche dos de vuestros íntimos consejeros, los mayores adversarios de mi Orden, encargados de preparar el Breve de destrucción que su odio a provocado, morirán durante su sueño de una manera imprevista.

 

   Cuando el Papa se despertó le notificaron la muerte de dos de sus cortesanos; entonces mandó reunir el Sacro Colegio de Cardenales, les refirió la aparición de la Santísima Virgen y sus deseos, y, en pleno consistorio, aprobó la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo, por una Bula especial.

 



   La persecución no cesó, sin embargo, y la Orden de la Virgen fue blanco de toda suerte de armas de mala ley; la tempestad rugía contra ella por todas partes, cuando la Estrella de la mañana apareció hermosísima, solicitada por las fervientes y continuas oraciones de San Simón, general de los carmelitas de Occidente, varón de una santidad extraordinaria, que veía con dolor inefable los males de la cristiandad y de la familia religiosa que él gobernaba.

 

   Hallábase un día el venerable anciano en oración humildísima, pidiendo a la Madre del Salvador una prenda de su predilección por los carmelitas, cuando la Santísima Virgen se le apareció radiante de gloria, rodeada de celestiales espíritus y llevando en sus purísimas manos el escapulario. “Recibe, hijo mío amadísimo, (dijo Nuestra Señora dirigiéndose a San Simón), este escapulario de tu Orden, como el signo distintivo de mi Cofradía y la señal del privilegio que he obtenido para ti y para todos los carmelitas: quien muera revestido del escapulario no padecerá el fuego eterno. He aquí el signo de salud, salvaguardia en los peligros, y la prenda de una paz y de una protección especial hasta el fin de los siglos. Dilectissime fili, recipe tui Ordinis scapulare, mece confraternitatis signum, tibi et cunáis Carmelitis privilegium, in quo quis moriens ceternum non patietur incendium. Ecce signum salutis, salus in periculis, fcedus pacis et pacti sempiterna”. La Virgen advirtió a San Simón que enviase un legado al Vicario de su Hijo, Inocencio IV, quien remediaría los males de la Orden, como así sucedió (Vide Benedicto XIV De Festis, II, 334.)

 




   Tal y tan noble es el origen del escapulario del Carmen, preciadísima joya traída por la misma Virgen de los tesoros del Cielo, y generosamente ofrecida por ella a todos sus devotos, mejor aún, a todos los cristianos.

 

   San Simón escribió a todos los conventos de la Orden una circular fechada el 16 de julio de 1251, en la que les notificaba la buena nueva; y, como es natural, los carmelitas la propagaron, los cofrades de Nuestra Señora del Carmen recibieron el escapulario, numerosos devotos de la Virgen Madre les imitaron, y de esta suerte la Reina del Cielo vio multiplicarse prodigiosamente el número de los elegidos.

 

   Contribuyeron no poco a la difusión del escapulario los milagros que por su medio operó la divina Misericordia, y más eficazmente, si cabe, la publicación del privilegio que la Santísima Virgen prometió al Pontífice en favor de los carmelitas difuntos. Así lo cuenta la historia:

 

   Á principios del siglo XIV, la dulcísima Abogada de los pecadores se apareció al Papa reinante, Juan XXII, que la honraba con un culto especial, y después de recomendarle vivamente la confirmación de su Orden, le prometió bajar al Purgatorio para sacar las almas de los carmelitas el sábado siguiente al día de su muerte, si durante la vida habían guardado la castidad conforme a su estado y rezado el Oficio Parvo, y si no sabían leer, observado todos los ayunos de la Iglesia y comido de vigilia los miércoles y sábados, menos el día de la Natividad del Señor.

 





   El Pontífice anunció a todo el mundo este privilegio por la Bula Sacratissimo ut in culmine (llamada vulgarmente Sabatina), el 2 de marzo de 1322; en la cual dice el Vicario de Cristo que él acepta la santa indulgencia, que la ratifica y confirma sobre la tierra, como Jesucristo la ha acordado en los cielos a causa de los méritos de la Virgen Madre.

 

   La autenticidad de esta Bula es indiscutible; porque después de Juan XXII otros Pontífices la han confirmado, entre los cuales Alejandro V, convencido de su autenticidad la copia enteramente en la suya de 1409, a fin de confirmarla plenamente y darle una certeza irrefragable; y Gregorio XIII, en su Bula Ut laudes de 18 de septiembre de 1577, al renovar las de Juan XXII y Alejandro V, asegura haberlas visto, haberlas tenido en sus manos y haberlas leído, sanas, enteras y sin ninguna clase de falta o alteración: Supra dictas litteras apostólicas ad manus nostras recepimus, vidimus, legimus, tenuimus, palpabimus, sanas atque integras acillesas ab omni prorsus vitio et corruptioni carere reperimus.

 

   La devoción del escapulario del Carmen tiene, por consiguiente, todas las garantías que pueden hacerla acreedora a la predilección del cristiano: 1. ° por la sublimidad de su origen; 2. ° por la multitud de prodigios obrados por Dios para confirmarlo; 3.° por la autoridad de los Papas y de las Congregaciones Romanas que han atestiguado la autenticidad de las revelaciones de la Santísima Virgen, que lo han enriquecido con indulgencias, etc.; y 4.° por el consentimiento unánime de los fieles, que, en todos los tiempos, siguiendo el ejemplo de los Pontífices, Cardenales, reyes y religiosos de todas las Ordenes, se han honrado con el hábito de la Reina del Carmelo.

 

   Obsérvese que no hay oraciones, ni ayunos, ni vigilias especiales prescritos a los cofrades de Nuestra Señora del Carmen (12 de Febrero de 1840. —18 de Setiembre de 1862. —Monsano n.0 1923, etc.); sólo con la recepción legítima del escapulario y llevándolo continuamente en la debida forma, pertenecen a la Cofradía, pueden ganar las indulgencias, participan a las buenas obras que se practican en toda la religión del Carmelo, y adquieren en cierta manera derecho a una participación selecta y abundante en el tesoro de gracias de que la divina Madre del Redentor es dispensadora.

 



“LOS ESCAPULARIOS”

E. P. FRAY JOSÉ BUENAVENTURA (1906).

 


 

MES DE MARÍA, POR EL PADRE FRANCISCO PALAU - DÍA VIGESIMOSEGUNDO.


 


Dispuesto por el Bienaventurado Francisco de Jesús, María y José (en el siglo Francisco Palau y Quer) OCD, Misionero Apostólico, y publicado en Ibiza por la imprenta de Ramón Vidal en 1861. Licencia otorgada por D. Rafael Oliver y Rivas, Gobernador Eclesiástico y Vicario capitular de Ibiza, el 23 de Septiembre de 1861.

  

 

 

Por la señal  de la Santa Cruz, de nuestros  enemigos, líbranos Señor  Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

  

 

 

ACTO DE CONTRICIÓN

 

 

   Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador Padre, Redentor mío. Por ser Tú quién eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido. También me pesa que puedas castigarme con las penas del infierno. Ayudado de tu divina gracia propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.

  

 

 

ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS

 

 

   Bellísima y habilísima Jardinera, aquí tenéis a vuestros pies un corazón convertido por sus culpas en bosque lleno de espinas y abrojos, donde tienen sus madrigueras y hacen sus crías las pasiones más feas y vergonzosas: a vuestras órdenes están millares de operarios pendientes de vuestros labios, que esperan les mandéis arrancar de él todo lo malo y todo lo vicioso, y sembrar y plantar lo santo, lo bueno y lo virtuoso. Yo os entrego, yo os doy el terreno de mi alma; mandad, Señora del mundo, mandad, Reina de los Ángeles, y será transformado en un paraíso de delicias para Vos y Vuestro Hijo; mandadlo, y vuestras órdenes serán fielmente ejecutadas. Yo os prometo que cooperaré a mi conversión con santos propósitos y firmes resoluciones; mas ¡ay! éstas serán estériles si Vos no las fecundáis. Yo soy una tierra árida, seca, consumida y abrasada por los ardores de mi concupiscencia; en vuestras manos están las llaves de aquella fuente cristalina y pura cerrada por mis culpas… abrid los favores y las gracias y los dones del cielo correrán a torrentes sobre mí. Yo soy un huerto sin muros abierto a todas las ilusiones del ángel malo, al mundo y a sus vanidades. Yo os constituyo su guardiana, protegedme y amparadme.

  

   Vos, oh amabilísima Hortelana, me pedís durante todo este mes flores y yerbas aromáticas, ramilletes, guirnaldas y coronas, ¡ay de mí! En mi alma no hay otra cosa que confusión, desorden, vergüenza, espinas y un bosque desarreglado. Señora, ordenadle, cultivadle, sembrad en él la semilla de todas las virtudes; plantad en él esas flores que buscáis, ponedlas en orden según sus especies. Aquí estoy, vuestra propiedad soy, no me opondré, no resistiré, sino que cooperaré a la obra santa que, en estos días, dedicados a vuestra gloria y al bien de mi alma, Vos os proponéis hacer; principiadla, perfeccionadla y acabadla. Yo os ofrezco estos ejercicios a honra vuestra y a la gloria de vuestro Hijo. Amén.

 






DÍA VIGESIMOSEGUNDO—22 de mayo

 

 

MEDITACIÓN

 

 

I. Viola morada simple y doble

El alhelí es una de las flores que se abren las primeras al acercarse la bella estación de la primavera; y si tiene buena tierra, estiércol, agua y buen clima, da una abundancia de flores fabulosa. No es delicada en el cultivo, y es muy varia en sus colores, los que sostiene siempre en sus especies en un mismo tinte.

 

La morada sencilla y doble nos significan:

 

II. La abstinencia y la sobriedad

Estas virtudes moderan al hombre en el comer y beber y se sostienen con el ayuno. Son atacadas por la gula y por la embriaguez. La abstinencia y la sobriedad van juntas. Plántese una al lado de otra, y tocándose sus hábitos en un mismo corazón, la una fecundizará a la otra, y doble y sencilla formarán un fragantísimo y bello ramillete.

 




III. La abstinencia y sobriedad en María

Ni María ni su Hijo se presentaron al mundo vestidos de saco y cilicio, sin comer ni beber, como el Bautista y otros anacoretas. Así convenía para la edificación de la Iglesia, a fin de que se creyera en la humanidad del Hijo de Dios.

   

IV. Estas flores a María

En el comer y beber has de ser moderado: toma un justo medio. Socorrer las necesidades de la vida es la regla. Come y bebe a tiempo y horas fijas una cantidad regulada, no exorbitante. Presérvate de la suntuosidad, de la esplendidez y de los gastos inútiles y superfluos en los convites y banquetes. No busques con afán manjares exquisitos, raros y delicados y no olvides que se trata de socorrer las necesidades de la naturaleza y no de recrearla, saborearla y deleitarla con peligro de la salud del alma y del cuerpo. Promete a María sobriedad y abstinencia, y, al poner sobre sus altares un ramillete de estas flores, le dirás:

 

 


 

PRESENTACIÓN DE LA FLOR

ORACIÓN.

 

 

Señora: Os ofrezco un ramillete de violas, color morado, símbolo de mi abstinencia y sobriedad. Yo os pro meto batallar con estas armas contra la gula y sus cinco hijas: la alegría vana, la bufonería, la inmundicia, la charlatanería y la estupidez. Recibid, Señora, esta mi ofrenda, y dad fuerza a mis propósitos.

 

 

 

En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

 

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