jueves, 31 de enero de 2019

MARÍA HA PERMANECIDO VIRGEN LLEGANDO A SER MADRE.



   Jacob engendró a José, esposo de María de la que nació Jesús conocido por Cristo (Mateo, 1,16). El Evangelio no dice: José engendró a Jesús, como dijo de los antepasados del Mesías: Abraham engendró Isaac; Isaac, engendró a Jacob, etc. El Evangelio no dice tampoco: María engendró a Jesús, aunque esto es verdad; sino que dice textualmente; María de la que ha nacido Jesús. Este lenguaje nos indica:

1—“que Jesús nació de María, no por virtud natural, sino por virtud sobrenatural, por el poder y la obra del Espíritu Santo”;

2—“que Jesús no ha sido engendrado por José, sino que nació solamente de su Madre, y por consiguiente de una Virgen”;

3—“que la Encarnación se ha verificado por medio del Espirita Santo, que es la causa principal. María fue la causa secundaría, activamente por el consentimiento que dio al ángel, pasivamente dando su sangre para ser materia del cuerpo de Jesucristo”.

   “Bendita eres entre todas las mujeres”, dijo el ángel a María; (Luc. 1, 28). Las mismas palabras han sido pronunciadas respecto de Jael, que mató a Sisara, y respecto de Judith, que acabó con Olofernes; pero se aplican a María de una manera mucho más verdadera y perfecta......



  “Bendita eres entre todas las mujeres”. El ángel saluda de este modo a María para manifestar que hay en ella cuanto de más perfecto existe y se alaba en los tres estados de una mujer, es decir: en la virgen, en la casada y en la viuda.

   Eres, oh Virgen santa, aquella mujer dichosa de quien había hablado setecientos años antes el profeta Isaías lleno de inspiración y sorpresa:

   He aquí que una virgen concebirá y parirá un Hijo”. Y aquel hijo tendrá por nombre Emanuel”. (Is.  7, 14). “Será grande, y le llamarán hijo del Altísimo; reinará eternamente en la casa de Jacob, y su reino no tendrá fin”. (Luc. 1, 32-33).

   Oigamos a la Virgen sin mancha, dice S. Gregorio de Niza: El ángel le anuncia que será madre; pero ella se abraza a su virginidad, y la prefiere a todos los demás títulos. 



   María es la primera que ofreció a Dios el don incomparable de su virginidad. Y no consintió a ser madre sino después de haberle prometido el ángel, de parte de Dios, que concebiría por obra del Espíritu Santo. Sólo entonces dijo: “He aquí la sirvienta del Señor, hágase según vuestra palabra. (Luc. 1, 38).

   María, dice S. Agustín, era esposa de un hombre justo, que se había unido a ella; no para arrebatarle su virginidad, sino más bien para custodiarla. S. José conocía el voto que María había hecho antes de casarse, y consintió en que lo observase. María no se casó sino con la condición formal de que había de permanecer virgen y guardar su voto.

   La prueba incontestable de que José respetó el voto de María, es que tuvo el proyecto de abandonarla cuando, no conociendo aun el misterio de la Encarnación se apercibió de su preñez. Fue menester que el ángel lo desengañase. (Mt. 1, 19-25).



  San José vivió y murió virgen. Por esto le representan con un lirio en la mano, flor que es el emblema de la virginidad.

   La virginidad de María, dice S. Bernardo es superior a la pureza de los ángeles. (Serm. De Nativ.).

   Era conveniente, dice S. Anselmo, que la bienaventurada Virgen brillase con una pureza sin igual, puesto que Dios Padre quería darle por hijo a su único Hijo, que había engendrado semejante a Él, y que amaba como a sí mismo. (De Concept. Virg., c. XVIII).

   ¿Quién hubiera podido, dice S. Pedro Crisólogo, herir el pudor y la virginidad do María, habiéndose unido la Divinidad a aquella Virgen amada, habiendo sido un ángel el intérprete de Dios ante ella, y siendo así que la fe presidió a aquella unión, la castidad la vio llevarse a cabo, la virtud fue su dote, la conciencia su lazo, y Dios el autor, y la virginidad concibió y parió, y la madre y la esposa permaneció virgen?




   Yo estoy representada por la esposa de los cantares, dice María; soy la flor de los campos y la azucena de los valles.

   María dice la Sabiduría, nació de la virtud de Dios; es una pura emanación de la gloria del Omnipotente; por eso no tiene mancha alguna. (Sab. 7, 25)

   ¡Oh milagros, oh prodigios! exclama S. Agustín. Las leyes de la naturaleza se han cambiado; un Dios se hace hombre; una virgen concibe, permaneciendo virgen; la palabra de Dios basta para hacer madre a aquella que no conoce varón; y aquella madre, virgen y madre a la vez, pare permaneciendo intacta y sin macha: una virgen tiene un hijo, y aunque virgen, es fecunda.

   El Señor promete, por medio de Isaías, un prodigio al rey Acbaz; este prodigio es que una virgen ha de concebir y parir a un hijo



   María, dice un poeta en los cánticos de Iglesia, tiene los goces de una madre y el honor de la virginidad; no ha conocido igual en el pasado, ni verá otro en el futuro.


   San Crisóstomo, S. Basilio, S. Prudencio. S. Bernardo y después Canisío. enseñan que con su virginidad angélica del alma y cuerpo la bienaventurada Virgen merecía ser madre do Dios.


   He aquí que concebirá la Virgen. (Is. 7, 14). He aquí. ¡Acercaos, patriarca y profetas, judíos y naciones del universo; escuchad, ¡mirad y admiraos! He aquí un nuevo prodigio: la más grande maravilla de que hayan sido testigos los siglos, la obra maestra de la mano de Dios: Una virgen concebirá y parirá. (Jerem. 31, 22).  Esta virgen que es Hija, Esposa y Madre de Dios, es también reina de los ángeles.

   El cuerpo de la Virgen es el Cielo de Dios, dice S. Ambrosio.

   Habiéndose Eva dejado corromper, dice S. Fulgencio, indujo a error al primer hombre; María, que permaneció virgen y sin mancha, concibió al segundo hombre. La maldad del demonio corrompió el alma de la esposa de Adán, ya seducida, la gracia de Dios conservó perfectamente en la pureza el alma y el cuerpo de la Madre del nuevo Adán.


   ¡Oh nacimiento, único que se verificó sin dolor, que fue el sólo puro y sin pecado, y que consagró el seno virginal como un templo! exclama S. Bernardo. (Serm. I. in Vigil. Nativ.).

TESOROS
de CORNELIO Á LÁPIDE.
  


miércoles, 30 de enero de 2019

SÍMBOLO MARIANO.




“Cuando un parecer es de algún modo honroso para la Virgen Santísima, y tiene algún fundamento, y no esta en pugna con las verdades de fe y los decretos de la Iglesia, ni con la verdad ciertamente conocida, el no aceptarla o impugnarla, denota poca devoción a la Madre de Dios. No quiero yo ser del número de estos pocos devotos, ni quisiera ver entre ellos a mis lectores; antes bien, querría fuésemos todos del número de los que todo cuanto sin error se puede creer de las grandezas de la Virgen, todo llana y firmemente le creen, lo cual es una de las cosas más agradables a María”.

San Alfonso María de Ligorio.




SÍMBOLO MARIANO

—Creo que la Santísima Virgen fue predestinada desde la eternidad, no a la gracia y a la gloria principalmente, como los demás hombres, sino que fue predestinada principalmente para ser la Madre del Redentor y Corredentora del género humano.

—Creo, por consiguiente, que se ha de decir de la Santísima Virgen lo que se dice de Jesucristo, aunque en menor grado y con subordinación a Él.

—Creo, con San Bernardo, que “por María fueron inspiradas las Sagradas Escrituras y de María nos hablan todas ellas; que por María fue creado el mundo, y porque María fue llena de gracia, por Ella bajó del cielo la majestad de Dios y por Ella es exaltado el hombre hasta los cielos”.

—Creo que María es verdadera y propiamente Madre de Dios, dignidad infinita en su género, porque no cabe otra más excelente en pura criatura.

—Creo que fue concebida sin mancha de pecado original, ni tuvo jamás pecado personal alguno, ni aun sombra de pecado.

—Creo que fue siempre Virgen, antes del parto, en el parto y después del parto.



—Creo en su gloriosa Asunción a los cielos en cuerpo y alma.

—Creo que la Virgen Santísima redimió al género humano en colaboración esencial con su Hijo, por lo que merece con toda verdad y propiedad el título de Corredentora.

—Creo que, por esta su colaboración a la Redención fue constituida por Dios Tesorera y Dispensadora de todas las gracias que se dispensarán a los hombres hasta el fin de los siglos.

—Creo, por tanto, que la gracia de la perseverancia final o buena muerte, como las demás, nos viene por las manos de la Santísima Virgen.

—Creo que la devoción a la Santísima Virgen es moralmente necesaria para salvarnos.

—Creo que no sólo el ser devoto de la Santísima Virgen es señal de predestinación, sino que “haber recibido, a lo menos, la gracia de pensar con frecuencia y con dulzura en María es una gran señal de merecer el cielo”.



—Creo que María es nuestra Madre, porque de su libre consentimiento dependió la Encarnación y la muerte de su Hijo, nuestra vida.

—Creo que la Santísima Virgen nos ama a todos y a cada uno con amor inmenso, del que no es ni sombra el amor de todas las madres juntas a sus hijos.

—Creo que la Santísima Virgen es la Reina del Universo, a cuya voluntad obedecen todos y todo en los cielos, en la tierra y en los abismos.

—Creo que la Santísima Virgen es abogada y refugio y única esperanza de los pecadores.

—Creo que no hay pecador tan lleno de crímenes que, si a Ella se encomienda, no alcance el perdón y el cielo.

—Creo que la Santísima Virgen se ofende, no solo de los que la injurian, sino de los que no se encomiendan a Ella y confían totalmente en su patrocinio.

—Creo que es tan benigna y poderosa que “aún al diablo sacaría del infierno y llevaría de nuevo a la gloria si, humillándose, pidiera perdón a Dios e implorase la ayuda de María”, lo que, sin embargo, por Soberbia no hará jamás.



—Creo que con San Alfonso de Ligorio, que “sólo con que tengamos la dicha de morir delante de una imagen de María pronunciando su nombre o pidiéndole misericordia iremos ciertamente al cielo”.

—Creo que la verdadera devoción a la Santísima Virgen consiste en imitar sus virtudes y ejemplos.

—Creo, sin embargo, que aun la devoción imperfecta del pecador, que la honra constantemente con algún obsequio, aunque sea pequeño, no se perderá eternamente.

—Creo que, siendo Ella nuestra vida y el camino seguro para ir a Cristo, quien no profesa una devoción singular a María carece de vida espiritual.

—Creo que no hay pecador o impío por obstinado que se halle, que, si pronuncia con respeto y devoción el nombre de María, no alcance la gracia de la conversión.

—Creo que delante de Dios tiene más eficacia un suspiro de la Santísima Virgen que todas las oraciones de los Ángeles, bienaventurados y hombres juntos.



—Creo, en fin, que la Santísima Virgen alivia y favorece de modo especial en el purgatorio a las almas que le fueron en esta vida particularmente devotas.


sábado, 26 de enero de 2019

NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN. 16 DE JULIO. —BOLIVIA.




   El Papa Pío IX proclamo a Nuestra Señora del Carmen Patrona de Bolivia en 1851, acto que fue correspondido por un decreto del Gobierno en 1852. Posteriormente, por ley del 11 de octubre de 1948 fue proclamada Generala y Patrona de las Fuerzas Armada de la Nación, y Patrona de la Policía Nacional.



   Nuestra Señora de las Candelarias de Copacabana, o Virgen de Copacabana, fue declarada Reina de Bolivia por Pío XI en 1925. Su fiesta se celebra el 2 de febrero y el 5 de agosto.

MISAL DIARIO
Católico Apostólico Romano. 1962.


viernes, 25 de enero de 2019

NUESTRA SEÑORA DE CHIQUINQUIRÁ. —9 DE JULIO. (COLOMBIA).




La Virgen de Chiquinquirá es la misma imagen de Nuestra Señora del Rosario. Se trata de un cuadro pintado por Alonso de Narváez, que con el paso del tiempo se fue deteriorando, perdiendo su definición y colorido.

   Décadas más tarde una piadosa dama encontró el lienzo, lo limpió y expuso en su casa. Ante el cuadro rezaba diariamente toda la familia con devoción ejemplar. En la fiesta de Navidad de 1586 el cuadro se desprendió súbitamente de la pared y la imagen de la Madre de Dios comenzó a irradiar una clara iluminación celestial. Milagrosamente se renovó la pintura con todo su colorido y lineamiento primitivos, que aún hoy conserva. Este portento fue comprobado canónicamente, y el Arzobispo de Santa Fe de Bogotá fue en procesión a venerar la sagrada imagen, ordenando la construcción de un templo en Chiquinquirá.

   San Pío X decretó su coronación y la declaró Patrona del país. 



MISAL DIARIO
Católico Apostólico Romano. 1962.

jueves, 24 de enero de 2019

MEDITACIÓN: VIDA EN NAZARET.



1.° Importancia de esta vida.

— Es una vida aparentemente ordinaria..., oculta..., sin valor alguno.
— No hay nada en ella que llame la atención externa de los demás.
— Pasa desapercibida para todos los vecinos de Nazaret.
No busques lo ruidoso..., lo llamativo..., lo que dé que hablar. La oscuridad, el silencio..., lo vulgar, es lo que acompaña a esta vida... y, sin embargo, piensa que Nazaret es la escuela de la santidad..., es la casita de Nazaret el taller donde se forman las virtudes todas..., es lo más grande y hermoso que existe en la tierra a los ojos de Dios.
Todos los santos han ido a Nazaret a aprender estas lecciones y no es posible vivir vida de perfección, sin estudiarlas o imitarlas.


   Por otra parte, es la vida más larga de Jesús. Él es nuestro Maestro y nuestro Modelo... pero de Maestro sólo estuvo tres años... y ¡treinta! De Modelo.

— Más quiso enseñar con su vida práctica que con su predicación.

   Nada, pues, te debe ser más familiar y conocido que la vida de Nazaret...; allí has de encontrar la solución de todo y para todo.

Pregúntate y examínate si así lo haces..., si te acuerdas mucho de la vida oculta de Nazaret..., si has logrado que te enamore..., si, en fin, piensas todos los días, y muchas veces en ellos, en la vida de fervor que reinaba en aquella casita...



2.° Vida de orden.

— Esto es lo primero que se ha de considerar: el orden que reinaba en aquella Familia.
Contempla a la Santísima Virgen modelo de orden..., a San José le tocaba ganar el pan con el sudor de su trabajo... pero a la Madre le correspondía el dirigirlo y ordenarlo todo... y ¡qué admirablemente lo hacía!

   El orden consiste en que cada cosa ocupe su puesto, y todas las acciones se hagan reglamentadas y sujetas a un fin... No es orden guiarse por el gusto o disgusto, sino hacerlo todo a su debido tiempo, con placer o con fatiga..., cuando agrada o cuando desagrada... atendiendo sólo a lo que se debe.

Si sigues tus inclinaciones y te guías por tus impresiones, un día tendrás gran fervor..., tendrás ganas de todo y lo harás todo muy bien... otro día, si te falta esa sensibilidad, no tendrás ganas y no harás nada... o lo harás todo mal y de mala gana... ¿No te ocurre esto con frecuencia?... Mira el ejemplo de la Santísima Virgen y contémplala, víctima de su deber... cumpliendo con perfecta exactitud en todo momento, sea lo que sea...




3.° La constancia.

— De aquí se deduce la necesidad de la virtud de la constancia o de la perseverancia..., que es consecuencia de lo anterior. La inconstancia brota precisamente de la falta de orden..., de no cumplir con lo ordenado y reglamentado. ¿No tienes el convencimiento de que la constancia es el elemento esencial del amor?... ¿Que un amor de días..., de temporada..., cuando tenemos gusto..., eso no es amor?

   Pues mira cómo te encuentras en punto a constancia, y verás cómo va tu amor... y comprenderás que tu constancia dependerá de tu orden y de tu reglamento, que debes cumplir con fidelidad...




4.° La rutina.

— Sin embargo, hay que evitar una dificultad... Si la falta de orden engendra la inconstancia, el obrar siempre con él, puede producir la rutina..., esto es, el hacer las cosas por costumbre..., mecánicamente..., maquinalmente... y esto lleva a la indiferencia..., a la tibieza espiritual, porque se hacen las cosas sin gusto y sin provecho.

   No confundas, por tanto, el orden con la rutina..., el reglamento con la
costumbre mecánica.

¡Cuánto aprovecharías, si lo que haces porque tienes que hacerlo, según tu reglamento, lo hicieras con verdadero fervor!
— La rutina, es la polilla de la vida espiritual.
— Todo lo echa a perder..., gran parte del valor y a veces todo el valor de tus obras se evapora por la maldita rutina.

   Mira a la Virgen en Nazaret...: orden, método, reglamento, con gran
exactitud, con perfecta constancia, pero sin rutina de ninguna clase. ¿Por qué? Porque todo lo hacía en presencia de Jesús.

La presencia de Dios..., la presencia de María..., son el gran remedio para combatir la rutina.





5.° Ventajas.

— Pondera brevemente las inmensas ventajas del orden.
«Guarda el orden y el orden te guardará a ti», decía San Agustín.
— Por tanto, toda tu vida espiritual, dependerá de ese orden y método de tus cosas.
— Además, en la vida de orden, se ejercitan, sin querer, las más hermosas virtudes: la obediencia, no haciendo tu voluntad, sino lo ordenado y dispuesto...; la humildad, porque el amor propio se resiste a entrar por el aro del orden...; la vida de esclavitud, porque obras sin libertad, siendo esclavo de tu deber ordenado..., y, finalmente, la mortificación y penitencia, pues es la mayor de todas...

   Recuerda lo de San Juan Berchmans: «la vida común (esto es, la del orden y del reglamento), ésa es mi mayor penitencia», y como premio de la vida de constancia y perseverancia..., la vida del verdadero amor.

   Mira ante el ejemplo de María cuánto tienes que hacer en esta materia...; pídela te dé a conocer su enorme importancia, y la gracia de imitarla con esa exactitud ordenada de Nazaret, que convierte la vida ordinaria y vulgar, en fuente de gran santidad. 



“MEDITACIONES SOBRE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA”.

ILDEFONSO RODRÍGUEZ VILLAR— 1940.

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