martes, 24 de septiembre de 2019

VIRGEN DE LAS MERCEDES. — (24 SEPTIEMBRE).





   Esta advocación nos recuerda la manera amorosísima que tuvo la Santísima Virgen de libertar en los tiempos pasados a los cautivos cristianos que gemían en las mazmorras sarracenas, llegando para ello a fundar una Orden Religiosa con este nobilísimo y caritativo objeto.

   Pero no creamos por eso que ha pasado la actualidad de esta advocación. La misma Iglesia así lo reconoce al conservar esta fiesta y al indicarnos el espíritu de la misma en la oración litúrgica del día.





1.° Esclavitud corporal.



— Es el estado más triste que puede decirse...; la libertad es el don que todos más apetecen..., sin ella no se concibe la alegría, la paz, la felicidad.

— Un esclavo no parece un hombre..., es una cosa de la que dispone su dueño a su antojo.

—Pero aún mucho más negra será la esclavitud de un bárbaro tirano que se complace en hacer sufrir y en atormentar a sus esclavos.

—Éste era el caso de la esclavitud cristiana con los sarracenos.

—Cogidos o más bien robados muchas veces por los piratas en alta mar, eran conducidos como bestias a los mercados, donde eran comprados por amos que los arrojaban en oscuros calabozos, de donde les sacaban para hacerlos trabajar bárbaramente bajo el látigo del castigo, o para hacerles morir cruelmente, si es que no morían extenuados entre los barrotes de su prisión.

Detente a contemplar este cuadro e imagínate que te encuentras tú en caso semejante sin tu familia..., sin tu casa..., sin tus amistades..., sin tu libertad...

   Y así comprenderás la corazonada de aquella Madre de Dios y de los hombres, que no puede sufrir el ver así a sus hijos y trata de enviarles un alivio, una solución, inspirando a los fundadores de la Orden de la Merced los actos heroicos de caridad en favor suyo.

¿Qué sentirían aquellos pobres cautivos cuando vieran en medio de la lobreguez de sus mazmorras, la luz de la libertad..., la dicha de volver a su patria..., la alegría inmensa de regresar a sus casas y todo... por medio de la Santísima Virgen?... ¿Qué amor tan grande... qué gratitud no brotaría en sus corazones para aquella Madrecita que así les auxiliara en sus sufrimientos?...

   Alégrate tú también con ellos y da gracias una vez más al Señor por tener una Madre como ésta que así siente como suyas las penas y los sufrimientos tuyos.

 — Qué ternura debe inspirarnos este rasgo tan maternal que caracteriza el título de las Mercedes.








2.° Esclavitud espiritual.



— Pero si no has probado lo duro que es la esclavitud corporal..., no podrás decir seguramente lo mismo de la espiritual de tu alma.

— Ésta, como todas las cosas del alma, al no entrar por lo sentidos, parece no nos llama tanto la atención..., no nos impresiona tanto... y lo que es peor, la damos mucha menos importancia.

— Y no obstante, ésta sí que es verdadera esclavitud..., negra esclavitud..., espantosa, indigna, denigrante esclavitud.

— Es aquélla de la que habla el mismo Jesucristo cuando nos dice: «el que comete un pecado se hace esclavo del pecado».

   Naturalmente, que el pecado que totalmente esclaviza al alma y la reduce al estado más triste y lamentable es el pecado mortal..., pero también en cierto modo esclavizan al alma los pecados veniales deliberados..., cotidianos o al menos frecuentemente cometidos...; las pasiones..., las malas y perversas inclinaciones..., la maldita concupiscencia... ¡cuántos tiranos para nuestra pobre alma! Y cuántas veces nos creemos libres y somos cautivos de alguno de ellos.

   Y además piensa, ¡qué tiranos!

¡Quién no tiene experiencia de sus exigencias brutales e insaciables!... Mira un poco tus pasiones..., especialmente tu pasión dominante y te convencerás de ello.

¿Quién nos libertará de esta esclavitud vergonzosa? ..., ¿dónde encontrar la libertad dulce y amada de los hijos de Dios?... No lo dudes, en la devoción a la Santísima Virgen la encontrarás.

   La Iglesia, en la oración de la Santa Misa, te lo dice.

— Escucha y medita«Oh Dios, que, por la gloriosísima Madre de tu Hijo, para librar a los fieles cristianos de la esclavitud pagana quisiste aumentar en tu Iglesia una nueva familia religiosa, os suplicamos nos concedáis vernos libres de todos los pecados y de la cautividad del demonio por los méritos e intercesión de Aquélla a quien piadosamente veneramos como Fundadora de tan grande obra.»



   Ahí lo tienes claramente..., no por tus méritos..., sino por los de la Virgen... y a la vez por su intercesión... serás libre del cautiverio del demonio y de su obra, el pecado.

— Pero por eso exige de tu parte amor y oración.

Amor, para apropiarte sus merecimientos... y oración para suplicarla interponga su poderosa intercesión.

— Pídeselo así..., como esta Madre tan dulce y cariñosa se merece.








3.° La santa esclavitud.



— Oportunidad extraordinaria te da esta festividad de la Santísima Virgen, para volver a insistir en la vida de la santa esclavitud... y especialmente para que te examines sobre ella.

— No olvides que ésta es la verdadera devoción a la Virgen..., que toda devoción y consagración a Ella debe incluir de un modo o de otro esta dulcísima y amorosísima esclavitud.

— Recuerda que no es posible darte y entregarte a la Virgen sino es renunciando a tus cosas..., a ti mismo... y que tanto más prácticamente la amarás cuanto más la entregues la llave de tu voluntad..., cuanto más pongas en sus manos tu libertad... y, por tanto, más te esclavices a su purísimo Corazón. Detente mucho en esto y no pases por alto este punto..., antes bien, con toda calma y con toda sinceridad, haz este examen de la práctica de tu esclavitud mariana.

— Sin duda que muchas veces se lo habrás dicho y prometido a la Santísima 
Virgen..., pero la esclavitud no es cosa de palabras... sino de hechos y obras.

— Insiste en contemplar el modelo, que es Ella misma..., ¡cómo se esclavizó de palabra y de obra al Señor! ...; la Esclava del Señor era su título y el programa de su vida..., por eso siempre vivió aquello de que «hágase en mí según tu palabra» ... ¿Tú también lo vives? ..., ¿también es tu ideal acomodarte a la voluntad del Señor y cumplir su palabra y sus deseos como tu Madre?








   Pídela que sea éste el fruto grande de esta fiesta..., el que sepas renunciar a toda esclavitud vergonzosa... para vivir siempre esta esclavitud de amor a Dios por medio de María.





ADVOCACIONES LITÚRGICAS
DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA.

ILDEFONSO RODRÍGUEZ VILLAR

domingo, 22 de septiembre de 2019

EL ROSARIO.




   La Religión Católica no tuvo nunca que temer sino el no ser estudiada, para qué no se le admirase, o no ser practicada, para que no se le aprovechase. Estudiarla y practicarla da por resultado el encontrar prodigios de sabiduría en cuanto esa divina religión enseña o propone, y a la vez reconocer las dulzuras inefables y los frutos de virtud y santidad que en sus sagradas prácticas se contienen.

   Tal sucede con la institución y la práctica del Rosario, que con razón se califica de santísimo. Si alguna institución, si alguna creación de mística piedad ha podido parecer pequeño pensamiento, y su práctica vulgar ejercicio piadoso de almas apocadas, es el Rosario; y sin embargo, esa institución es un portento de sabiduría, y esa práctica de piedad es un cúmulo de oradas y de dichas, como vamos a hacerlo palpar en estos estudios. Aquí no hay más, sino que admirar, si se estudia; sino que saciarse de gracias y dichas, si se gusta.

   Si los católicos tibios en su fe y en su piedad, entendiesen bien lo que es el Rosario, ya que no le rezan le rezarían; lo mismo habría de suceder y aun sucede, con los preocupados protestantes, si quisiesen reconocer que el Rosario es la flor del Evangelio y el perfume del amor a Jesucristo; y que no hay mejor manera de entender y pedir el vino del amor a Jesucristo, que como se vió en las bodas de Caná: por medio de María. Por fin, si los que rezan el Rosario conocieren bien el don de Dios y le rezaren y meditaren penetrándose bien de la grande obra que en ello practican, quedarán maravillados de la ciencia de su santa religión y de las gracias y delicias que nuestro Dios como su fuente, y nuestra Madre Amabilísima como su viaducto, tienen para aquellos que los invocan.

   De ahí, que en esto del Rosario es gratísimo encontrar su origen histórico en un Santo Domingo, admirablemente elegido por la Reina del Cielo para dar a conocer el gran pensamiento de su institución, para ponerlo en ejercicio y para obtener un triunfo tan grandioso como lo ha sido la conversión y extinción de los herejes albigenses, sectarios tan hostiles y adversos al cristianismo, como los racionalistas el día de hoy, y tan funestos en sus propósitos como los actuales socialistas. Quiere decir, que el Rosario vino a detener por ocho siglos ese luctuosísimo diluvio de la moderna impiedad en que está hoy anegado el mundo cristiano, y esa proterva audacia socialista de que hoy se ven amenazados los cristianos y aun los mismos descreídos moderados, con la diabólica y pavorosamente franca guerra de aquellos furiosos a Dios, a la familia y a la sociedad.


   Quien estudiare lo que fueron los albigenses, ya que sabe lo que son los descreídos modernos y los socialistas, reconocerá cuán maravilloso es el poder de Dios al cumplir a su Iglesia la promesa de no ser destruida y al valerse para ello de la invocación a la Vencedora de todas las herejías. Reconocerá también ese observador la, sabiduría de la Iglesia, que con el Rosario venció en Lepanto a los musulmanes y más tarde en Viena; en todas y siempre con el Rosario convirtió a los malos, e hizo más perfectos a los buenos. Y más que todo, tiene de reconocerse que la diabólica persecución mucho peor que la faraónica, con que hoy los descreídos se obstinan en acabar con el cristianismo y toda religión en el mundo, puede ser superada, y lo será ¡vive Dios! con la invocación del Rosario.


   No en vano el sapientísimo Pontífice León XIII (que Dios guarde) lo ha comprendido así con luminosísima mirada, y así lo ha proclamado en solemne encíclica y ha hecho un llamamiento a todos los fieles israelitas, para que unidos en esa poderosísima invocación, obtengan de la intercesión de María la salvación del pueblo de Israel, de la heredad del Señor y de su Ungido. He aquí sus palabras, dirigidas a los Obispos de todo el Orbe:

   “¡Obrad, pues, Venerables Hermanos! Cuanto más os intereséis por honrar María y por salvar a la sociedad humana, más debéis dedicaros a alentar la piedad de los fieles hacia la Virgen Santísima, aumentando su confianza en ella. Nos consideramos que entra en los designios providenciales el que, en estos tiempos de prueba para la Iglesia, florezca más que nunca en la inmensa mayoría del pueblo cristiano el culto de la Santísima Virgen.

   “Quiera Dios que excitadas por nuestras exhortaciones é inflamadas por vuestros llamamientos, las naciones cristianas busquen, con ardor cada día mayor, la protección de María; que se acostumbren cada vez más al rezo del Rosario, a ese culto que nuestros antepasados tenían el hábito de practicar, no sólo como remedio siempre presente a sus males, sino como noble adorno de la piedad cristiana.”

   A esa gran palabra del magno León XIII, tan llena de verdad y oportunidad como la de todas sus grandiosas encíclicas, ha precedido otro mayor bajo algún aspecto, y es la de un gran hecho sobrenatural: el de las apariciones de la Virgen Santísima en Lourdes, apariciones de evidente verdad que han llenado el mundo con esplendores celestiales. Estos hechos son una nueva apología del Rosario: una pastorcita que le reza, la santa aparición que es atraída y queda complacidísima con tales preces, y las diversas demostraciones con que esa aparición da a entender que hoy, como en todos los siglos, y hoy más que nunca, está pronta a socorrernos y salvarnos. Y su excitativa, compendiada en dos expresiones: “penitencia” é “Inmaculada Concepción”, acompañada y seguida de ruidosísimos milagros, viene hoy a ser preconizada por la gran Encíclica del Rosario.


   En cuanto a nosotros, sin más misión que la del buen deseo, pero sujetos del todo a la censura de la Santa Iglesia, cuya fe por dicha queremos profesar con humildísima obediencia, vamos a continuar esté emprendido estudio, porque creemos prestar a Dios por medio de su amabilísima Madre, el especial homenaje que le debemos por inmensos favores recibidos de su bondad, gracias a la intercesión de 1a compasiva Señora, favores que esperamos habrán de acrecentarse a nosotros y a nuestros deudos, amigos y lectores, y habrán de tener feliz término en la eterna salvación nuestra y de ellos, como de tan Gran Rey y de tan Gran Reina lo esperamos.


C. Victoria, 6 de Septiembre de 1892.

jueves, 12 de septiembre de 2019

AL DULCE NOMBRE DE MARÍA.




ODA

Del Olimpo tu nombre bajando
¡Oh María! en el orbe resuena;
Y la tierra al oírlo se llena
De esperanza, de júbilo y paz.

¿Quién de nombre tan grato pudiera
sus loores cantar noche y día?
¿Quién pudiera, ¡oh excelsa María!,
su dulzura divina exprimir?
¡Cuán suave es al hombre, Señora,
que en sus penas lo implora constante!

Logre, logre mi pecho al instante
su virtud y eficacia sentir.
Al oído es celeste armonía,
a los labios es miel exquisita,
para el triste alegría infinita,

Para el justo delicia sin par.
¡Ay! mi pecho en amor se enajena
cuando invoca tu nombre querido;
cual escudo por él defendido,
viviré sin temer el pesar.

Veces mil en dulcísimo sueño
mi cariño hacia Ti me llevaba;
con los labios tu nombre llamaba,
y en mis venas sentía su ardor.

Las mejillas en llanto bañadas,
despertaba entre célico gozo;
¡Ay qué fuego, qué grato alborozo,
en el alma causaba tu amor!...

Hombres todos, venid á porfía
a sus pies, rodeadla postrados:
Mil suspiros de amor abrasados,
como rápida flecha enviad.

¡Oh María!, yo ensalce tu nombre,
Lo repitan el ángel y el hombre,
¡Oh María!... y no cesen jamás.

P. RAMÓN GARCÍA, S. J.

miércoles, 11 de septiembre de 2019

NUESTRA SEÑORA DEL COROMOTO. (Venezuela) —11 de septiembre.



   Al llegar los españoles a la región de Guanare hacia 1591, un grupo de indios coromotos abandonó su tierra y huyo hacia el rio Tucupido. Una mañana del año 1651, el cacique Coromoto y su esposa contemplaron asombrados una extraordinaria visión: en la quebrada del rio, sobre las aguas, una hermosa Señora los miraba con expresión amable, y el pequeño niño que llevaba en sus brazos les sonreía plácidamente. La misteriosa Señora llamo al cacique y le ordenó: “Sal del bosque junto con los tuyos y ve donde los blancos para que reciban el agua sobre la cabeza y puedan entrar en el cielo”.


    El cacique obedeció a la bella Señora y marcho con su tribu para ser instruido en la religión cristiana. Ante las dificultades de adaptarse al nuevo régimen de vida, regreso a su aldea en la selva. La Señora volvió a aparecérsele en su modesta choza y aunque estaba rodeada de un aura luminosa, no logro conmover al cacique. Este, enojado, trató de echarla y hasta llegó a tomar sus armas para amenazar a la amable Señora. Siempre sonriente, la Virgen avanzo suavemente hacia él y cuando el indio quiso atacarla, ella desapareció de su vista. En el puño cerrado del indio Coromoto quedo una pequeña estampa con la imagen impresa de la Señora. El 7 de octubre de 1944, a petición de los obispos de la nación, Pío XII la declaro Patrona de la República de Venezuela y fue canónicamente coronada al cumplirse los tres siglos de la aparición, el 11 de septiembre de 1952. Los venezolanos celebran a su patrona tres veces por año: el 2 de febrero, y el 8 y 11 de septiembre. 




“MISAL DIARIO”

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