jueves, 31 de agosto de 2017

NOVENA DE LA NATIVIDAD DE LA VIRGEN MARÍA Fiesta 8 de septiembre


ORACIÓN INICIAL: ¡Oh María Santísima! Dirigida y destinada al eterno por la augustísima Trinidad para Madre del unigénito Hijo del Padre, anunciada por los Profetas, esperada de los Patriarcas, y deseada de todas las gentes; sagrario y templo vivo del Espíritu Santo, sol sin mancha, porque fuisteis concebida sin pecado original, Señora del cielo y de la tierra, Reina de los Ángeles; nosotros humildemente postrados os veneramos y nos alegramos de la solemne conmemoración anual de vuestro felicísimo Nacimiento; y de lo más íntimo de nuestro corazón os suplicamos que os dignéis benigna venir a nacer espiritualmente en nuestras almas, para que cautivadas estas por vuestra amabilidad y dulzura, vivan siempre unidas a vuestro dulcísimo y amabilísimo corazón.




DÍA PRIMERO
Ahora con nueve distintas salutaciones contemplaremos los nueves meses que estuvisteis encerrada en el seno materno; diciéndoos que oriunda de la Real prosapia de David salisteis con grande honor a luz de las entrañas de Santa Ana vuestra afortunadísima madre.
Tres Avemaría. Gloria.



DÍA SEGUNDO
Os saludamos, oh Niña celestial, paloma candidísima de pureza, que a despecho del infernal dragón fuisteis concebidas sin pecado original.  
Tres Avemaría. Gloria.



DÍA TERCERO
Os saludamos, oh Aurora brillantísima, que como precursora del Sol de justicia, trajisteis la primera luz al mundo.
 Tres Avemaría. Gloria.



DÍA CUARTO
Os saludamos, oh elegida, que, cual sol sin mancha, despuntasteis en la noche más tenebrosa del pecado.
Tres Avemaría. Gloria.



DÍA QUINTO
Os saludamos, oh bellísima luna, que iluminasteis al mundo envuelto en las más densas tinieblas del gentilísimo.
Tres Avemaría. Gloria.



DÍA SEXTO
Os saludamos como a esforzada amazona, que sola, a manera de un numeroso ejército, pusisteis en fuga a todo el infierno.  
 Tres Avemaría. Gloria.



DÍA SEPTIMO
Os saludamos, oh hermosa alma de María, a quien Dios poseyó desde la eternidad.
Tres Avemaría. Gloria.



DÍA OCTAVO
Os saludamos, oh amada Niña, y veneramos vuestro santísimo cuerpecito, los sagrados pañales en que fuisteis envueltas, y la sagrada cuna en que estuvisteis acostada y bendecimos el punto y momento en que nacisteis…
Tres Avemaría. Gloria.



DÍA NOVENO
Os saludamos finalmente, oh amada Niña, como adornada de todas las virtudes en grado inmensamente más elevado que los otros santos, y que, hecha digna Madre del Salvador, y habiendo concebido por virtud del Espíritu Santo, paristeis al Verbo encarnado.
  Tres Avemaría. Gloria.



ORACIÓN FINAL
¡Oh graciosísima Niña! Que con vuestro feliz nacimiento habéis consolado al mundo, alegrado al cielo y aterrado al infierno; habéis dado ayuda a los caídos, consuelo a los tristes, salud a los enfermos y alegría a todos; os suplicamos con los más fervorosos afectos que renazcáis espiritualmente con vuestro santo amor en nuestras almas; renovad nuestro espíritu para que os sirvamos, encended de nuevo nuestro corazón para que os amemos; y haced florecer en nosotros aquellas virtudes con las que podamos hacernos siempre más agradable a vuestros benignísimos ojos. ¡Oh María! Sed para nosotros María, haciéndonos experimentar los saludables efectos de vuestro suavísimo Nombre; sírvanos la invocación de este Nombre de alivio en los trabajos, de esperanza en los peligros, de escudo en las tentaciones, de aliento en la muerte. Sea el nombre de María como la miel en la boca, la melodía en el oído, y el júbilo en el corazón. Así sea.



miércoles, 30 de agosto de 2017

PRIMER MISTERIO DOLOROSO



“LA ORACION DEL HUERTO”

   Los cinco misterios dolorosos contemplan toda la Pasión y Muerte de Cristo con los ojos de María Santísima; la cual estuvo presente a todos, menos a la Oración del Huerto; que sin duda el Apóstol Juan le narró en el amanecer de aquella terrible noche; después de lo cual siguió a su hijo, acompañada de san Juan, en todos los pasos de la Vía Dolorosa hasta la Sepultura; ella oyó a Pilatos cuando dijo: “Lo voy a azotar y después os lo entregaré” lo vio después azotado y coronado de espinas cuando el Procurador Romano dijo: “Aquí tienen al hombre” y oyó los gritos de “¡Crucifícalo!”; lo acompañó en la terrible subida con la cruz a cuestas hasta la cima de la loma llamada “de las Calaveras”; presenció el atroz acto del enclavamiento y la suspensión del moribundo en el aire; y cuando la luz volvió después del eclipse, el remezón de la tierra y la huida de la gente, vio allí a la Virgen de pie al lado del muerto. Participó en su corazón de todos los dolores de Cristo, y esa fue la espada que la traspasó; por lo cual es llamada con razón la Co-Redentora: pagó junto con Cristo por nuestros pecados.


   
   La Redención del hombre es un Misterio. Solemos decir que Cristo con sus dolores pagó por nuestros pecados. Esa es una metáfora o comparación tomada de las costumbres jurídicas de los romanos. Tiene el inconveniente de presentar a Dios como un Acreedor implacable, que se cobra de cualquier manera que puede, Otra metáfora usada por san Pablo es mejor: Cristo rompió el aguijón de la Muerte, que pesaba sobre la Humanidad: el Pecado es una cosa seria, es la ruptura del orden creado por Dios y la relación filial entre Dios y el Hombre, en forma tal que el hombre por sus fuerzas esa rotura no la puede componer; porque el pecado es una cosa en cierto modo infinita. El Pecado aumenta el poder del demonio en el mundo, el cual se ha ido robusteciendo y solidificando desde el pecado de Adán a los nuestros. Fue necesario que todo el poder del mal se concentrase en una punta, y cayese sobre un hombre que era Dios, y ese hombre lo resistiese y allí se rompiese: digamos que fue necesario un hombre pasase el infierno por los otros hombres, y resistiese sin blasfemar ni desesperarse; y así el Poder del Príncipe de este Mundo fuese vencido. Y dese modo pasó esta tragedia única, en que la maldad, la crueldad y la demencia del hombre instigado por el diablo llegan a su colmo; y un verdadero hombre, armado de la gracia de Dios, derrotase esa demencia, muriese voluntariamente y resucitara, como cabeza de todos los demás mortales. Algo así fue la Redención del hombre; pero ella continúa siendo un Misterio.

   Esta lucha de Cristo con el demonio, el pecado y la muerte comenzó después de la Ultima- Cena, cuando yendo con sus Apóstoles al Monte Oliveto, a orar como era Su costumbre, anunció a sus compañeros: “MI ALMA ESTA TRISTE HASTA LA MUERTE”; y su rostro, su voz y sus ademanes mostraron los afectos de su alma, abandonada de su Divinidad, que eran “el terror, el tedio y la tristeza”. Su alma pasó en una hora toda la Pasión anticipada; y dejando a sus Apóstoles aparte, se postró en tierra y oró diciendo: “Padre, si es posible, pase de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad sino la tuya”. Este voto de la voluntad humana de Cristo, no fue concedido; pero su voluntad divina estaba firmemente unida con la del Padre; y nos dejó el modelo de todas nuestras oraciones. Tres veces oró, cada vez con mayor ansia; dos veces se levantó y volvió a los Apóstoles, que estaban dormidos, los despertó y amonestó, y volvió a su oración; hasta que su Padre le mandó un Ángel que lo robusteció; quizás recordándole el salmo 21, donde está descrita su Pasión pero también los admirables frutos de su Pasión; y que El recitó en la cruz, antes de morir.


     
   Entonces se levantó y recogiendo a sus atemorizados Discípulos, salió al encuentro de Judas, y los que con él venían a arrestarlo, armados de espadas, cuchillos y garrotes, como quien va a reducir a un peligroso criminal.

   El terror, el tedio y la tristeza lo acompañaron durante todas esas terribles 15 horas hasta que dijo: “Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?”: Terror de los tormentos que iba a pasar, una verdadera tempestad de atrocidades; los cuales a veces hacen sufrir más en la imaginación que después en el efecto, como vemos en algunas operaciones quirúrgicas.


  
    Tedio de los pecados y maldades del mundo, que él había tomado sobre sus hombros, comenzando por las maldades que entonces tenía presentes; y que tanto lo habían indignado y aburrido durante su vida.
   Tristeza destas dos cosas, y del amargo pensamiento de que incluso este milagro divino que es la Redención, iba a ser inútil para muchos, por culpa de ellos; conforme a lo que había dicho el Profeta: “¿Qué utilidad dio mi sangre?” Parece mentira que haya tanta maldad en el mundo después que Cristo ha venido.

Un japonés le dijo en el siglo XVI a un misionero: “Si es verdad eso que Ud. nos cuenta ¿cómo es posible que los europeos sean tan sinvergüenzas?” Pero los que hicieron sinvergüencerías en el Japón no eran los misioneros ni por regla general los católicos: fueron los mercaderes holandeses luteranos y la imprudencia de un naviero portugués botarate quienes produjeron o bien dieron ocasión allí a la cruel persecución del Emperador Taiko- sama, que exterminó sangrientamente a los convertidos, pero al mismo tiempo puso el cimiento a la actual pequeña y fervorosa cristiandad.

   Esa objeción se repite no pocas veces hoy día: “el cristianismo ha fracasado, fíjese Ud. cómo está el mundo”. Pero si el mundo está como está, no es por causa del catolicismo, sino al contrario porque él ha sido en gran parte abandonado o adulterado. Como decía el gordo Chesterton: “Si el mundo hoy anda mal, la Iglesia tiene razón”.
   Eso lo vio también Cristo con terror, tedio y tristeza entre los Olivos del Huerto, y eso lo hizo “sudar sangre, que corrió hasta la tierra”, bañándola como la sangre de los sacrificios en el Templo de Jerusalén, que era figura de la muerte propiciatoria del Cristo. Este fue el primer bautismo destas tierra, llena de abrojos y espinas de pecados. 


   De en medio desta agonía se levantó animosamente la oración de Cristo, esa fórmula eterna de todas las oraciones, incluso del Padre Nuestro, donde también pedimos se haga la voluntad del Padre Celestial, y el Avemaría, donde recordamos y nos resignamos a “nuestra muerte”.

   Esta es la buena oración: “Dios mío ¿qué te costaba haberme concedido lo que te pido hace 30 años? Pero sí Tú lo quieres, está bien”.


AUXILIUM CHRISTIANORUM


El nombre de María vivas mieles
que significa el MAR solemne y santo 
rompió como un mar bravo allá en Lepanto
y destrozó el poder de los infieles.
      Un relente de rosas y claveles
      Azulceleste veste y blanco manto,
      pero también el Ímpetu y espanto
      contra los viles, contra los luzbeles.
Porque Ella es Reina y Madre todo junto,
del poder del amor vivo presunto,
y como Reina tiene sus cuarteles.
      Como una flota camuflada en flores
      y como Madre tiene sus furores
      cuando le tocan sus hijitos fieles.


L. CASTELLANI

(Argentino – Siglo XX)

LAS GLORIAS DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA SEGÚN LAS ESCRITURAS


               “Y una espada atravesará tu corazón” Lc. 2, 35.

   Muchas y grandiosas son las glorias de María Santísima, por las cuales no cesan de propagar y cantar sus loores todos sus siervos. No solo los ángeles y santos, sino que también nosotros los pecadores glorificamos con confianza todos los días a tan excelsa Madre. No podía, por tanto, la Palabra de Dios, la Sagrada Biblia, callarse al respecto de la más sublime de sus criaturas. Presentamos un pequeño resumen de cómo las Sagradas Escrituras exaltan y atestiguan las glorias de Nuestra Señora.




“Entrando el ángel le dice: 'Ave llena de gracia, el Señor está contigo'” (Lc 1,28)

   He aquí proclamado, por el propio ángel Gabriel el privilegio extraordinario de la Inmaculada Concepción de María y su santidad perenne. Cuando la Iglesia llama a María “Inmaculada Concepción” quiere decir que Ella, desde el momento de su concepción fue exenta -por gracia divina- del pecado original. Si María Santísima hubiese sido engendrada con el pecado heredado de Adán o tuviese cualquier pecado personal, el Arcángel Gabriel habría mentido llamándola “llena de gracia”. Pues, donde existe esta “gracia transbordante” no puede coexistir el pecado. Por eso esta buena Madre también es llamada por sus siervos “Santísima Virgen”. Los santos enseñan que no convenía Jesucristo el Santísimo, ser concebido y nacer de una criatura imperfecta. ¿Cómo podía, el Santísimo Dios, Jesucristo, ser depositado en un receptáculo que no fuese digno de Él? Pues El mismo atestigua en el Evangelio, que no se pone vino nuevo y bueno en odres viejos y defectuosos (cf. Lc 5, 37). He ahí porqué el Creador elevó a María, el “Vaso Insigne de Devoción” a tan gran santidad. 


 “He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38)


    María, al decir su “sí” incondicional a la invitación de Dios, introduce en el mundo al Verbo Divino, Jesucristo. Y, hecho asombroso: se convierte en la única criatura que genera a su Creador según la naturaleza humana. Dios la amaba tanto que quiso necesitar nacer y depender de Ella en cuanto hombre. María, con su sagrada gravidez, inició el restablecimiento de la concordia entre Dios y los hombres conforme está escrito: “Por eso, Dios los abandonará, hasta el tiempo en que diere a luz aquella que ha de dar a luz” (Miq 5,2). María, con este sí incondicional, cumple también la primera de todas las profecías registrada en la historia de la humanidad. Porque con ésta donación total suya hiere la cabeza del demonio (Gen 3,15) y comienza a desbastar su reino de muerte, que será destruido totalmente por su hijo Jesús.


 “Desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada” (Lc 1,48)

   Los santos proclaman la profunda intimidad de Ella con la Santísima Trinidad: ¡Hija de Dios Padre, esposa de Dios Espíritu santo, madre de Dios Hijo! El Espíritu santo profetiza por los labios de María, que desde aquel momento en adelante de generación en generación, es decir para siempre, todos los cristianos proclamarían su bienaventuranza. ¡Feliz religión que la enaltece y glorifica! Felices sus hijos que exaltándola y enalteciéndola cumplen fielmente esta profecía.



“¿Y de dónde me viene, que la madre de mi Señor venga a mí?” (Lc. 1, 43)


   Isabel, mujer anciana y santa, esposa de Zacarías, madre de Juan Bautista se deshace en elogios a aquella joven que fue hasta su casa ¡para servir! Que lección de humildad para tantas personas que con su “sabiduría” (que en realidad es pestífera locura) evitan tributar a la Santa Madre de Dios las alabanzas que Ella merece, temiendo que esto disminuya la gloria debida a Jesucristo. Olvidan entonces, que el Espíritu Santo mismo enseña, que la alabanza dirigida a los padres es gran honra para el hijo (cf. Eclo 3, 13). Los verdaderos hijos de María prefieren, en todos los tiempos, lugares y momentos, exaltar a la Virgen, imitando el ejemplo de Santa Isabel, para ser seguidores fieles de la Sagrada Escritura.



“Pues lo mismo fue penetrar la voz de tu salutación en mis oídos, que dar saltos de júbilo la criatura en mi vientre” (Lc. 1, 44)


   Cristo atestiguó al respecto de Juan Bautista: “de los nacidos de mujer ninguno fue mayor que Juan” (cf. Lc. 7, 28). Pues bien; este mismo Juan Bautista, que Jesucristo declara haber sido más importante que todos los patriarcas, profetas y santos del Antiguo Testamento, al oír la dulce voz de María “se estremeció de alegría”. ¡El Espíritu Santo, que en él habitaba, exultó de alegría al oír la voz de la dulce Madre! ¿No es, pues, justo que nosotros, que somos los últimos de todos, exultemos de alegría al oír el dulce nombre de María? ¿No nos es sumamente necesario imitar al Espíritu Santo? ¿No es provechoso para los cristianos imitar el gesto de San Juan Bautista? Benditos los siervos de Dios, que se alegran y no se cansan de cantar las alabanzas de esta Señora, imitando así el gesto del Divino Esposo y de San Juan Bautista, el mayor profeta de la Antigua Alianza.


  
                  “Y una espada atravesará tu corazón” (Lc. 2, 35)


   Una lanza atravesó el Corazón de Cristo en la Cruz. ¡Una espada de dolor traspasó el Corazón de María en el Calvario! Dios revela al profeta Simeón cómo Nuestra Señora estaría íntimamente ligada a Jesucristo en el momento de la Sagrada Pasión. Nadie en toda la tierra, en todas las épocas, estuvo más íntimamente ligado a Jesús en aquel dramático momento que Su Santísima Madre. Por lo tanto es que, junto con el Sacrificio Expiatorio, doloroso y único de Jesucristo en el Calvario, subió también a los cielos, como ofrenda agradabilísima delante de Dios, el sacrificio doloroso de Nuestra Señora.

SANTA ROSA de LIMA, virgen. (+ 1617) -30 de agosto.



   La primera flor de heroica santidad que produjo la América fue la admirable virgen santa Rosa, a quien llamaron con este nombre, por haber aparecido una vez estando en la cuna con el rostro admirablemente encendido como una rosa. Nació de virtuosos padres en la ciudad de Lima, capital del antiguo reino y actualmente república del Perú. No pasaba de los cinco años la tierna niña, cuando por inspiración del cielo consagró su virginal pureza al esposo de las vírgenes Cristo Jesús, haciendo de ella voto perpetuo, y observándolo con tanta perfección, que entendiendo que sus padres trataban de darla en matrimonio a un joven, que se había prendado de su rara belleza y otras excelentes dotes que en ella resplandecían, se cortó su hermosa cabellera y afeó su rostro angelical. Librada con esto del peligro de perder aquella preciosa joya que con tan grande voluntad había consagrado al Señor, echó mano de todos los medios posibles para asegurarla de todo peligro. El primer medio fue el ayuno, pasando cuaresmas enteras sin probar bocado de pan, y, lo que es más asombroso, no tomando más alimento que cinco granos o pepitas de cidra. Se acogió también como a refugio más seguro, a la tercera orden del glorioso padre santo Domingo, y acrecentó sus primeras austeridades, ciñendo su cuerpo inocente con largo y muy áspero cilicio entretejido de alambres erizados de puntas, llevando día y noche debajo del velo una corona de espinas, y se rodeó la cintura con una cadena de hierro, que le daba tres vueltas. Le servían de cama unos troncos nudosos, sobre los cuales ponía pedazos de tejas, y para juntar mejor la mortificación con la oración, se construyó en un lugar muy retirado del jardín de su casa una celda o capilla, y a ella se recogía para entregarse con quietud y sin testigo a largas horas de contemplación, la cual interrumpía a menudo con sangrientas disciplinas. Procuraba el maligno espíritu estorbarla, y amedrentarla apareciéndose debajo de figuras horrendas y atizando el fuego de gravísimas tentaciones: pero nunca pudo vencer la paciencia y constancia de la santa doncella. A las persecuciones del infernal enemigo se añadieron los dolores de agudísimas enfermedades, los insultos de sus domésticos, las calumnias de los maledicentes, y ninguno de estos trabajos fue parte para sacar de los labios de la santa una palabra de queja: antes con grande humildad se tenía por merecedora de mayores y más acerbos tormentos. Y como si todo esto no fuese bastante, por espacio de quince años apenas pasó día alguno en que no estuviera varias horas sumergida en un mar de desconsuelo y aridez espiritual; lucha más amarga y penosa que la misma muerte, y que ella soportó con gran fortaleza de ánimo y constancia sobrehumana. A estas desolaciones sucedieron los consuelos y delicias celestiales, con que el Señor regalaba a su fidelísima esposa y le anticipaba los gustos del cielo. Finalmente derretida la santa en seráficos ardores y enferma de puro amor divino, a los treinta años de su edad voló a su celestial Esposo.


   Reflexión: Verdaderamente admirable es el Señor en sus santos: él los previene con su gracia, él les inspira la práctica de las más heroicas virtudes y les hace inventar extrañas maneras de deshacerse a sí mismo para no vivir más que a Dios.


   Oración: Oh Dios omnipotente, dador de todo bien, que hiciste florecer en América por la gloria de la virginidad y paciencia a la bienaventurada Rosa, prevenida con el rocío de tu gracia; haz que nosotros, atraídos por el olor de su suavidad, merezcamos ser buen olor de Cristo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


FLOS SANCTORVM

DE LA FAMILIA CRISTIANA.

Rezo del Santo Rosario: día miércoles.



Pedimos muchísimas bendiciones a Nuestra Madre Santísima.

Nuestras peticiones de hoy son:

ü Por la conversión de los pecadores y la nuestra.
ü En reparación de las injurias cometidas contra el Inmaculado Corazón de María.
ü En reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Nuestro Señor Jesús es ofendido constantemente.
ü Por nuestros sacerdotes y acólitos.
ü Por muchas familias católicas.
ü Por los enfermos y por las personas que lo cuidan.
ü Por nuestros grupos católicos que son constantemente cerrados.
ü Por nosotros y nuestros pedidos personales…
ü Hoy: Santa Rosa de Lima, virgen. (+ 1617) -30 de agosto.  


MISTERIOS GLORIOSOS

1.    La Resurrección en gloria de Nuestro Señor Jesucristo. Fruto: La Fe.
2.    La ascensión de Nuestro Señor Jesucristo a los cielos. Fruto: La Esperanza y el deseo del Cielo.
3.    La Venida del Espíritu Santo sobre María Santísima y los Apóstoles. Fruto: La Caridad y los Dones del Espíritu Santo.
4.    La Asunción de María Santísima en cuerpo y alma al cielo. Fruto: La gracia de una buena muerte.
5.    La Coronación de María Santísima como Reina y Señora de todo lo creado. Fruto: La verdadera devoción a la Santísima Virgen.



martes, 29 de agosto de 2017

LA DEGOLLACIÓN DE SAN JUAN BAUTISTA. — 29 de agosto (+ 32)



   La degollación del Precursor de Cristo san Juan Bautista a quien mandó matar el impío y sacrílego tetrarca Herodes Antipas, hijo de aquel Herodes llamado Ascalonita que mató a los inocentes, refiere el sagrado Evangelio de esta manera: «Envió Herodes a prender a Juan, y le aherrojó en la cárcel por amor de Herodías, mujer de su hermano Filipo, con la cual se había casado. Porque Juan decía a Herodes: “No te es lícito tener por mujer a la que es de tu hermano”. Por eso Herodías le armaba asechanzas a Juan y deseaba quitarle la vida; pero no podía conseguirlo, porque Herodes, sabiendo que Juan era un varón justo y santo, le temía y miraba con respeto, y hacía muchas cosas por su consejo, y le oía con gusto. Más, en fin, llegó un día favorable al designio de Herodías, en que por la fiesta del nacimiento de Herodes, convidó a- éste a cenar a los grandes de su corte, y a los primeros capitanes de sus tropas, y a la gente principal de Galilea. Entró la hija de Herodías, bailó, y agradó tanto a Herodes y a los convidados, que dijo el rey a la muchacha: “Pídeme cuanto quisieres, que te lo daré”; y añadió con juramento: “Sí: te daré todo lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino”. Y habiendo ella salido, dijo a su madre: “¿Qué pediré?” le respondió: “La cabeza de Juan Bautista”. Y volviendo al instante a toda prisa a donde estaba el rey, le hizo esta demanda: “Quiero que me des luego en una fuente la cabeza de Juan Bautista”. El rey se puso triste; más en atención al impío juramento, y a los que estaban con él a la mesa, no quiso disgustarla, sino que, enviando a un alabardero, mandó traer la cabeza de Juan en una fuente. El alabardero, pues, le cortó la cabeza en la cárcel, y la trajo en una fuente, y se la entregó a la muchacha, que se la dio a su madre. Lo cual sabido, vinieron sus discípulos, y cogieron su cuerpo, y le dieron sepultura.» (San Marcos, cap. v, v. 17-30).


   Reflexión: Exclama aquí san Ambrosio, diciendo: « ¡Cuántas maldades en un solo crimen! ¿Quién no pensara que el ir del convite a la cárcel era para poner en libertad al profeta? ¿Qué tienen que ver las delicias del festín con las sangrientas crueldades, y el alborozo de la orgía con el luto de la muerte? Y con todo, en aquella hora es degollado el santo profeta y es presentada en un plato su sagrada cabeza. Tal plato faltaba a aquella crueldad feroz que no había podido hartarse con los otros manjares de la mesa. Mira, oh rey sin entrañas, ese espectáculo digno de tu convite. Extiende la mano, toma esa cabeza y baña tus dedos con los arroyos de esa sangre bendita: y ya que tu hambre y tu sed de fiera sangrienta no han podido saciarse con otros manjares y con otras bebidas, bebe esa sangre que derraman aún las venas de esa cabeza cortada. Mira esos ojos sin lumbre que aún son testigos de tu crimen y se apartan para no ver las liviandades de tu orgía: que no tanto los cierra la muerte como el horror de tu lujuria. Esa boca de oro, cuyo lenguaje no podías sufrir, muda está y desangrada, pero es aún para ti harto temible.» Hasta aquí son palabras de san Ambrosio, las cuales se han puesto aquí, para que se vea la horrenda maldad que puede cometer un hombre víctima de la lujuria y del respeto humano.


   Oración: Te rogamos, Señor, que en la venerable festividad de san Juan Bautista tu precursor y mártir, alcancemos los saludables efectos de tu divina gracia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.



FLOS SANCTORVM


DE LA FAMILIA CRISTIANA.

Rezo del Santo Rosario: día martes.


Pedimos hoy muchísimas bendiciones a Nuestra Madre Santísima.

Nuestras peticiones de hoy son:

ü Por la conversión de los pecadores y la nuestra.
ü En reparación de las injurias cometidas contra el Inmaculado Corazón de María.
ü En reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Nuestro Señor Jesús es ofendido constantemente.
ü Por nuestros sacerdotes y acólitos.
ü Por muchas familias católicas.
ü Por los enfermos y por las personas que lo cuidan.
ü Por nuestros grupos católicos que son constantemente cerrados.
ü Por nosotros y nuestros pedidos personales…
ü Hoy: La degollación de san Juan Bautista. (+ 32)  — 29 de agosto.



                                     MISTERIO DOLOROSO


1.  La Agonía de Nuestro Señor en el Huerto de Getsemaní. Fruto: La contrición por nuestros pecados.
2.  La Flagelación de Jesús atado en la columna. Fruto: La mortificación del cuerpo y el espíritu de penitencia.
3.  La Coronación de espinas. Fruto: La mortificación del orgullo y del amor propio.
4.  Jesús lleva la cruz a cuestas. Fruto: La paciencia en las dificultades.
5.  La Crucifixión y Muerte de Nuestro Señor. Fruto: El don de uno mismo para la obra de la Redención.





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