COMENZAMOS:
15 de septiembre.
FINALIZAMOS:
23 de septiembre.
FESTIVIDAD: 24 de septiembre.
Novena
reimpresa por don Nicomedes Lora en 1831 a costa de la cofradía
de Nuestra Señora de la Merced en Santa Fe de Bogotá, con las debidas licencias
eclesiásticas.
Esta
novena puede rezarse en cualquier momento del año, especialmente en preparación a su fiesta litúrgica (24 de Septiembre), o la de la aparición a San Pedro Nolasco y San Raimundo de Peñafort y al
rey Jaime I de Aragón (1 de Agosto); o
el día de la fundación de la
Orden de la Merced (10 de Agosto).
ADVERTENCIA DEL EDITOR: Siguiendo el decreto Sanctíssimus Dóminus Noster del Papa Urbano VIII (13 de Marzo de
1625), los
milagros, apariciones, revelaciones y favores especiales que se lleguen a
detallar en esta Novena, se han de asumir como con fe humana, lo mismo que la
atribución del título de Santos o Beatos a Siervos de Dios aún no canonizados,
excepto en los casos confirmados hasta el día 9 de Octubre de 1958 por
la Santa Iglesia Católica Romana y la Sede Apostólica, a la cual nos sometemos siempre como
hijos fieles; y en este sentido sometemos esta obra devota a su sabio juicio.
—Puesto de rodillas delante de la
imagen de Nuestra Señora de la Merced, hecha la señal de la Cruz y se dirá la
siguiente oración:
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre,
y del Hijo ✠,
y del Espíritu Santo. Amén.
PROTESTACIÓN DE FE
Benignísimo y Santísimo Dios, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, tres personas distintas de un solo Dios verdadero, en
quien creo y espero, a quien amo y deseo amar sobre todas las cosas, yo el
pecador más indigno de cuantos habitan en la tierra, creo como verdadero
Católico cristiano todo cuanto me manda creer y confesar la Santa Iglesia
Católica Romana, y aunque como miserable cuantas veces os he ofendido, nunca
vuestra santa fe he negado, pero por mis gravísimas culpas la veo combatida de
tantos herejes, siendo mis pecados los que la han puesto en peligro que se
pierda; y así me pesa de todo corazón de haberos ofendido, me pesa y propongo
la enmienda con vuestra gracia, confesarme y apartarme de todas las ocasiones
de ofenderos, y espero que por los ruegos e intercesión de la Santísima Virgen
María, Madre especial de Mercedes y misericordia, me daréis gracia para que así
lo haga. Amén.
ORACIÓN PREPARATORIA
Dulcísima siempre Virgen María de la Merced, benignísima Madre de Dios, Estrella
resplandeciente del mar, Luna hermosa sin las menguantes de la culpa, escogida
como el Sol; oíd, Señora, nuestros ruegos; Vos que benigna atendisteis desde
los cielos a los tristes lamentos de los miserables cautivos, que gemían sin
consuelo de la dura opresión de los moros, rompiendo los grillos y cadenas que
los aprisionaban por medio de vuestra religión de redentores mercedarios, por
este profundo ardor de vuestra caridad, por esas vuestras sacratísimas entrañas
en que se encarnó el Hijo de Dios para nuestro remedio, os pedimos, dulcísima
María, rompáis las cadenas de nuestras culpas, para que libres de ellas
merezcamos conseguir lo que pedimos en esta novena.
—Ahora se rezan tres Padrenuestros y
tres Avemarías, en reverencia de lo que padeció la Santísima Virgen cuando vio
expirar a su Hijo en la Santa Cruz.
DÍA NOVENO - 23 DE SEPTIEMBRE
Clementísima Virgen de la Merced, Hija
del Padre y Madre del Hijo y Esposa del Espíritu Santo, templo y sagrario de la
Santísima Trinidad, dulcísima Redentora de cautivos, que en el infeliz tiempo
en que la España oprimida del tirano yugo de los sarracenos, suspirando
innumerables fieles de Cristo entre cadenas y mazmorras, y naufragando en las
almas la hermosa luz de la santa Fe Católica, entonces acudiendo piadosa a
tantos peligros, te apareciste a San Pedro Nolasco, a su confesor el dominico
San Raimundo de Peñafort y al rey Jaime I de Aragón para fundar en la tierra tu
religión de redentores para alivio de tantos males. Suplicámoste, dulcísima
Señora, atiendas benigna a las calamidades que en estos tiempos padecemos con
tan pestilentes enfermedades, tantos temblores y muertes repentinas. Si son nuestros delitos la causa de tantas congojas,
rompe, redentora divina, con tu intercesión poderosa las cadenas de nuestras
culpas, para que así arrepentidos de nuestros errores merezcamos conseguir las
divinas piedades; y a cada uno en particular concede lo que te pedimos, si es
para honra y gloria de Dios y bien de nuestras almas. Amén.
—Aquí se medita un poco pidiendo con
confianza a la Santísima Virgen lo que se desee, y después se dirá la siguiente
letanía: