miércoles, 21 de septiembre de 2022

NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED. DÍA SÉPTIMO.

 




COMENZAMOS: 15 de septiembre.

 

FINALIZAMOS: 23 de septiembre.

 

FESTIVIDAD: 24 de septiembre.

 

 

Novena reimpresa por don Nicomedes Lora en 1831 a costa de la cofradía de Nuestra Señora de la Merced en Santa Fe de Bogotá, con las debidas licencias eclesiásticas.

 

Esta novena puede rezarse en cualquier momento del año, especialmente en preparación a su fiesta litúrgica (24 de Septiembre), o la de la aparición a San Pedro Nolasco y San Raimundo de Peñafort y al rey Jaime I de Aragón (1 de Agosto); o el día de la fundación de la Orden de la Merced (10 de Agosto).

 

ADVERTENCIA DEL EDITOR: Siguiendo el decreto Sanctíssimus Dóminus Noster del Papa Urbano VIII (13 de Marzo de 1625), los milagros, apariciones, revelaciones y favores especiales que se lleguen a detallar en esta Novena, se han de asumir como con fe humana, lo mismo que la atribución del título de Santos o Beatos a Siervos de Dios aún no canonizados, excepto en los casos confirmados hasta el día 9 de Octubre de 1958 por la Santa Iglesia Católica Romana y la Sede Apostólica, a la cual nos sometemos siempre como hijos fieles; y en este sentido sometemos esta obra devota a su sabio juicio.

 

—Puesto de rodillas delante de la imagen de Nuestra Señora de la Merced, hecha la señal de la Cruz y se dirá la siguiente oración:

 

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

PROTESTACIÓN DE FE

 

 

Benignísimo y Santísimo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas de un solo Dios verdadero, en quien creo y espero, a quien amo y deseo amar sobre todas las cosas, yo el pecador más indigno de cuantos habitan en la tierra, creo como verdadero Católico cristiano todo cuanto me manda creer y confesar la Santa Iglesia Católica Romana, y aunque como miserable cuantas veces os he ofendido, nunca vuestra santa fe he negado, pero por mis gravísimas culpas la veo combatida de tantos herejes, siendo mis pecados los que la han puesto en peligro que se pierda; y así me pesa de todo corazón de haberos ofendido, me pesa y propongo la enmienda con vuestra gracia, confesarme y apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, y espero que por los ruegos e intercesión de la Santísima Virgen María, Madre especial de Mercedes y misericordia, me daréis gracia para que así lo haga. Amén.

  

 


ORACIÓN PREPARATORIA

 

Dulcísima siempre Virgen María de la Merced, benignísima Madre de Dios, Estrella resplandeciente del mar, Luna hermosa sin las menguantes de la culpa, escogida como el Sol; oíd, Señora, nuestros ruegos; Vos que benigna atendisteis desde los cielos a los tristes lamentos de los miserables cautivos, que gemían sin consuelo de la dura opresión de los moros, rompiendo los grillos y cadenas que los aprisionaban por medio de vuestra religión de redentores mercedarios, por este profundo ardor de vuestra caridad, por esas vuestras sacratísimas entrañas en que se encarnó el Hijo de Dios para nuestro remedio, os pedimos, dulcísima María, rompáis las cadenas de nuestras culpas, para que libres de ellas merezcamos conseguir lo que pedimos en esta novena.

 

—Ahora se rezan tres Padrenuestros y tres Avemarías, en reverencia de lo que padeció la Santísima Virgen cuando vio expirar a su Hijo en la Santa Cruz.

 




 

DÍA SÉPTIMO - 21 DE SEPTIEMBRE

 

  

Suavísima Virgen María de la Merced, misteriosa piscina, que al mover con los ruegos de tus devotos las copiosas corrientes de tus piedades, no sólo hallan la milagrosa medicina de sus cuerpos, sino también la eterna salud de sus almas, dándoles como amorosa Madre la mano para que no mueran sin los Sacramentos, como se vio en Valencia con Lorenzo de Rivera, que vestía dichoso tu santo Escapulario, y habiendo sido degollado y atravesado con ocho morales heridas por un fingido amigo y su cómplice, llamándote acongojado con las agonías de la muerte pidiéndote no le dejases morir sin confesión, confiando en tu misericordia el remedio de su alma, te apareciste misericordiosa, levantándole benigna de la tierra donde yacía moribundo, con alegre semblante le animaste, y llevándole con tu preciosa mano, le pusiste a los pies de un sacerdote, donde lleno de dolor y arrepentimiento confesó ante el fraile mercedario Basilio López, no sólo sus culpas, sino también el milagro de tu clemencia, y después de recibir los demás sacramentos, anegado en tiernas lágrimas de contrición, acabó la vida exhortando a la devoción de tu santo Escapulario. Suplicámoste, dulcísima María, Madre amorosísima en quien como hijos esperamos, no permitas que mueran tus devotos sin el especial socorro de los Sacramentos, para que, recibiéndolos en esta vida, merezcamos recibir la gracia de ir a alabarte en la gloria; y a cada uno en particular, concede lo que te pidiere en esta novena, si fuere para gloria de Dios y bien de nuestras almas. Amén.

 

 

 

 

—Aquí se medita un poco pidiendo con confianza a la Santísima Virgen lo que se desee, y después se dirá la siguiente letanía:

 



Señor, ten piedad de nosotros.

Cristo, ten piedad de nosotros.

Señor, ten piedad de nosotros.

  

Cristo, óyenos.

Cristo, escúchanos.

 

Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros.

Dios Hijo Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.

Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.

Santísima Trinidad que eres un sólo Dios, ten piedad de nosotros.

 

Santa María, ruega por nosotros.

Santa Madre de Dios, ruega por nosotros.

Santa Virgen de vírgenes, ruega por nosotros.

Madre de Cristo, ruega por nosotros.

Madre de la Iglesia, ruega por nosotros.

Madre de la Divina gracia, ruega por nosotros.

Madre purísima, ruega por nosotros.

Madre castísima, ruega por nosotros.

Madre inviolada, ruega por nosotros.

Madre incorrupta, ruega por nosotros.

Madre amable, ruega por nosotros.

Madre admirable, ruega por nosotros.

Madre del Buen Consejo, ruega por nosotros.

Madre del Creador, ruega por nosotros.

Madre del Salvador, ruega por nosotros.

Virgen prudentísima, ruega por nosotros.

Virgen venerable, ruega por nosotros.

Virgen laudable, ruega por nosotros.

Virgen humildísima, ruega por nosotros.

Virgen poderosa, ruega por nosotros.

Virgen clemente, ruega por nosotros.

Virgen fiel, ruega por nosotros.

Espejo de justicia, ruega por nosotros.

Trono de la Sabiduría, ruega por nosotros.

Causa de nuestra alegría, ruega por nosotros.

Vaso espiritual, ruega por nosotros.

Vaso honorable, ruega por nosotros.

Vaso de insigne devoción, ruega por nosotros.

Rosa mística, ruega por nosotros.

Torre de David, ruega por nosotros.

Torre de marfil, ruega por nosotros.

Casa de oro, ruega por nosotros.

Arca de la Alianza, ruega por nosotros.

Puerta del Cielo, ruega por nosotros.

Estrella de la mañana, ruega por nosotros.

Arca de salvación, ruega por nosotros.

Mística ciudad de Dios, ruega por nosotros.

Adoratriz perpetua de Jesús Sacramentado, ruega por nosotros.

Salud de los enfermos, ruega por nosotros.

Refugio de los pecadores, ruega por nosotros.

Consuelo de los afligidos, ruega por nosotros.

Redentora de los cautivos, ruega por nosotros.

Auxilio de los Cristianos, ruega por nosotros.

Corredentora del género humano, ruega por nosotros.

Medianera de todas las gracias, ruega por nosotros.

Terror de los demonios, ruega por nosotros.

Exterminadora de todas las herejías, ruega por nosotros.

Reina Inmaculada, ruega por nosotros.

Reina de los Ángeles, ruega por nosotros.

Reina de los Patriarcas, ruega por nosotros.

Reina de los Profetas, ruega por nosotros.

Reina de los Apóstoles, ruega por nosotros.

Reina de los Mártires, ruega por nosotros.

Reina de los Confesores, ruega por nosotros.

Reina de las Vírgenes, ruega por nosotros.

Reina de todos los Santos, ruega por nosotros.

Reina concebida sin mancha de pecado, ruega por nosotros.

Reina asunta a los Cielos, ruega por nosotros.

Reina del Santísimo Rosario, ruega por nosotros.

Reina del clero, ruega por nosotros.

Reina de la Iglesia, ruega por nosotros.

Reina de la familia, ruega por nosotros.

Reina de la paz, ruega por nosotros.

 

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor.

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, escúchanos Señor.

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros.

 

Antífona: Todas las criaturas del cielo y de la tierra se postren saludando a la Santísima Virgen María, diciendo: Dios te salve, Madre de la clemencia, consuelo de los afligidos, redentora de los cautivos. Tú eres la gloria de Jerusalén, tú la alegría de Israel, tú la honra de nuestro pueblo.

 

 

. Ruega por nosotros, Santísima Virgen María de la Merced.

. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

 

 

ORACIÓN



Clementísimo Dios y Señor nuestro, que para librar a los fieles del tirano poder de los paganos dilataste tu Iglesia fundando en ella por medio de la gloriosísima Madre de tu Hijo la nueva religión de redentores mercedarios, suplicamos humildes y rendidos, que a todos los que veneramos a la Santísima fundadora de tan santa obra, nos libres del cautiverio del demonio y del pecado, por tu santísimo Hijo Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

GOZOS A NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED

 

Virgen Madre de Mercedes,

Reina de los cielos y tierra,

En la vida y en la muerte

Ampáranos, Madre nuestra.

 

Templo de la Trinidad

Y puerta del cielo abierta,

Que para que todos entren

Descendiste hasta la tierra

A fundar tu religión

Cual finca de tus finezas.

En la vida y en la muerte

Ampáranos, Madre nuestra.

 

Paloma pura amorosa,

Que en el diluvio de penas

Que a España anegaba, fuiste

La risa en frente serena,

Con verde oliva en el pico

Y mejor ley de clemencia.

En la vida y en la muerte

Ampáranos, Madre nuestra.

 

Escala blanca del cielo

Toda engastada de estrellas;

¡Oh vía láctea que Dios puso

En esta celeste esfera,

Para endulzar la amargura

Del cautivo en su cadena!

En la vida y en la muerte

Ampáranos, Madre nuestra.

  

Región del fuego que bajas

A reducir a cenizas

Esposas, grillos y cepos

De la esclavitud funesta,

Y cual Mongibelo airoso

Nieve ostentas siendo Etna.

En la vida y en la muerte

Ampáranos, Madre nuestra.

 

Madre piadosa que siempre

El ser Madre desempeñas,

En los conflictos prestando

Mercedes a manos llenas;

Y en su santo Escapulario,

Armas, escudo y defensa.

En la vida y en la muerte

Ampáranos, Madre nuestra.

 

Madre que, al pie de la Cruz,

Puesta la mano derecha

De predestinado sitio,

Nos concebiste en la idea

Benjamines de tu amor,

Prendas de tu fortaleza.

En la vida y en la muerte

Ampáranos, Madre nuestra.

 

Madre mejor que Raquel,

Mejor que Sara y Rebeca,

Que Judit, Débora, Ester,

Que Jael, Betsabé y Resfa,

Y que todas cuantas madres

Se han visto y verse esperan.

En la vida y en la muerte

Ampáranos, Madre nuestra.

 

Eres el sol que me alumbra,

Eres luna siempre llena,

Eres estrella del mar,

Eres del campo cosecha,

Eres arca de la alianza,

Eres victoria en mis guerras.

En la vida y en la muerte

Ampáranos, Madre nuestra.

  

Tú me levantas caído,

Si triste, tú me consuelas;

Si estoy enfermo, me sanas;

Y si débil, me das fuerzas,

Porque eres maná del alma,

Que todo sabor encierras.

En la vida y en la muerte

Ampáranos, Madre nuestra.

 

Ea, pues, Madre admirable,

Mi amor, mi Señora y Reina,

Recíbeme por tu hijo,

Y dame esa prenda cierta

Que tus amantes consiguen

De la salvación eterna.

En la vida y en la muerte

Ampáranos, Madre nuestra.

  

Pues consiste en imitarte

Nuestra filiación perfecta,

Hazme siempre adelantar

De la virtud en la senda,

Siguiéndote con fervor

Como a Madre y guía nuestra.

En la vida y en la muerte

Ampáranos, Madre nuestra.

  

Acuérdate que no se ha oído,

Ni en ningún siglo se cuenta,

Llorando desamparado

El que recurre a tus puertas;

Pues al toque de los ruegos

Son tus mercedes respuestas.

En la vida y en la muerte

Ampáranos, Madre nuestra.

 

Dispénsanos tu bendición,

Como madre verdadera,

De tus pechos da a gustar

Ese suavísimo néctar,

Favor que si lo practicas

No será la vez primera.

En la vida y en la muerte

Ampáranos, Madre nuestra.

  

Pues nadie se ha de salvar

Sin que tu amor intervenga,

A tu corazón lo cito

Para mi hora postrera:

En tus manos desde ahora

Mi espíritu se encomienda.

En la vida y en la muerte

Ampáranos, Madre nuestra.

 

Porque entonces sea mi dicha

De tu merced consecuencia,

En la vida y en la muerte

Ampáranos, Madre nuestra.

 

 

ORACIÓN FINAL

 

 

Santísima Virgen María, dignísima Madre de Dios, ya que misericordiosa te has constituido Madre y Patrona protectora de los cautivos cristianos, descendiendo gloriosa de los cielos a la ciudad de Barcelona, a fundar bajo tu dulcísimo nombre de la Merced una congregación religiosa para el rescate de aquellos afligidos esclavos, vuelve amorosa tus compasivos ojos a tantas lágrimas como vierten en sus cadenas aquellos pobres desamparados, escucha tierna aquellos lastimosos y dolorosos suspiros con que te invocan Madre; muéstrate, pues, Señora, como Madre de esos pobres desnudos, hambrientos, sedientos y encarcelados; fortalécelos en la fe para que no desfallezcan con el peso de tantas calamidades; enciende en caridad los corazones católicos para que con sus limosnas sean redimidos; suple la falta de sacerdotes en los cautivos agonizantes, y aquí que es mayor el peligro, sea, ¡oh Señora!, mayor el empeño de tu cuidado; conozcan que eres su Madre en agonía tan tremenda, alcanzándoles de tu dulcísimo Hijo, a ellos y a todos tus hijos y devotos en la hora de nuestra muerte, una centella del ardiente fuego del amor divino, que nos excite a una verdadera contrición y dolor de nuestras culpas, con lo cual, bien dispuestos, salgamos de esta vida al descanso de la vida eterna. Amén.

  

 

En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

 

  


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