jueves, 12 de septiembre de 2019

AL DULCE NOMBRE DE MARÍA.




ODA

Del Olimpo tu nombre bajando
¡Oh María! en el orbe resuena;
Y la tierra al oírlo se llena
De esperanza, de júbilo y paz.

¿Quién de nombre tan grato pudiera
sus loores cantar noche y día?
¿Quién pudiera, ¡oh excelsa María!,
su dulzura divina exprimir?
¡Cuán suave es al hombre, Señora,
que en sus penas lo implora constante!

Logre, logre mi pecho al instante
su virtud y eficacia sentir.
Al oído es celeste armonía,
a los labios es miel exquisita,
para el triste alegría infinita,

Para el justo delicia sin par.
¡Ay! mi pecho en amor se enajena
cuando invoca tu nombre querido;
cual escudo por él defendido,
viviré sin temer el pesar.

Veces mil en dulcísimo sueño
mi cariño hacia Ti me llevaba;
con los labios tu nombre llamaba,
y en mis venas sentía su ardor.

Las mejillas en llanto bañadas,
despertaba entre célico gozo;
¡Ay qué fuego, qué grato alborozo,
en el alma causaba tu amor!...

Hombres todos, venid á porfía
a sus pies, rodeadla postrados:
Mil suspiros de amor abrasados,
como rápida flecha enviad.

¡Oh María!, yo ensalce tu nombre,
Lo repitan el ángel y el hombre,
¡Oh María!... y no cesen jamás.

P. RAMÓN GARCÍA, S. J.

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