El
nacimiento del Niño Jesús
en
el portal de Belén
Pobre y humilde y sencilla vida
Jesús nos pide desde Belén:
Para colmarnos de su riqueza,
Gracia y Amor, Esperanza y Fe.
Estribillo: Madre, por tu
Rosario
dadnos volver a Dios;
arrepentidos cambiar de vida,
con penitencia y reparación;
que sea siempre nuestro refugio
vuestro Purísimo Corazón.
MEDITACIÓN.
——
José y María vivían contentos en Nazaret esperando el fruto de santidad que
Ella llevaba en sus purísimas entrañas. Un ángel había revelado el misterio al
virginal José. El nacimiento temporal debía efectuarse en Belén. Con antelación
de siglos habíanlo anunciado los profetas. La soberbia del emperador Augusto
(los poderosos son también instrumentos de Dios), sirvió para que se cumplieran
las Escrituras. Dispone un padrón de los habitantes de su Imperio. La familia
de José procedía de Belén. Fieles súbditos, los santos esposos se someten a la
enojosa autoridad civil. Van a Belén. No encuentran posada, sino desvíos de
parientes y vecinos. Un abandonado establo será su refugio nocturno. Soportan
fríos e incomodidades para expiar la vida sensual de los hombres. Aprendamos
nosotros, no a cuidar el cuerpo, sino a salvar el alma.
¿Cómo nos atrevemos a murmurar contra la
Providencia al experimentar ciertas calamidades? El Rey de cielos y
tierra asienta su trono en tosco
pesebre. La llaga más profunda de nuestra naturaleza es la soberbia. Jesús
receta la mortificación como medicina. Nace de pobres padres, busca amigos
sencillos y esquiva a los engreídos sabios de Grecia y Roma, ignaros (no
informado) de la Luz y Verdad de Vida, que los inocentes pastores contemplaron
iluminando la cueva.
Unámonos al Corazón de María, absorto en la
adoración del Dios de la Gloria, hecho niño y victima por la humanidad. Adorémosle
en el segundo Belén del tabernáculo de nuestros templos. Visitémosle con
frecuencia.
Se reza un Padrenuestro, diez Avemarías, un
Gloria Patri y…
Jaculatoria
“Oh Jesús mío,
perdónanos nuestras culpas, presérvanos del fuego del infierno y lleva al cielo
a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia”.
“DEVOCIONARIO—MISAL”
Padre
CELSO MEJIDO DIAZ
Misionero
del Sagrado Corazón
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