miércoles, 6 de septiembre de 2017

EL ROSARIO MEDITADO: TERCER MISTERIO GOZOSO



El nacimiento del Niño Jesús
en el portal de Belén

Pobre y humilde y sencilla vida
Jesús nos pide desde Belén:
Para colmarnos de su riqueza,
Gracia y Amor, Esperanza y Fe.

Estribillo: Madre, por tu Rosario
dadnos volver a Dios;
arrepentidos cambiar de vida,
con penitencia y reparación;
que sea siempre nuestro refugio
vuestro Purísimo Corazón.


MEDITACIÓN. —— José y María vivían contentos en Nazaret esperando el fruto de santidad que Ella llevaba en sus purísimas entrañas. Un ángel había revelado el misterio al virginal José. El nacimiento temporal debía efectuarse en Belén. Con antelación de siglos habíanlo anunciado los profetas. La soberbia del emperador Augusto (los poderosos son también instrumentos de Dios), sirvió para que se cumplieran las Escrituras. Dispone un padrón de los habitantes de su Imperio. La familia de José procedía de Belén. Fieles súbditos, los santos esposos se someten a la enojosa autoridad civil. Van a Belén. No encuentran posada, sino desvíos de parientes y vecinos. Un abandonado establo será su refugio nocturno. Soportan fríos e incomodidades para expiar la vida sensual de los hombres. Aprendamos nosotros, no a cuidar el cuerpo, sino a salvar el alma. 



¿Cómo nos atrevemos a murmurar contra la Providencia al experimentar ciertas calamidades? El Rey de cielos y tierra asienta su trono  en tosco pesebre. La llaga más profunda de nuestra naturaleza es la soberbia. Jesús receta la mortificación como medicina. Nace de pobres padres, busca amigos sencillos y esquiva a los engreídos sabios de Grecia y Roma, ignaros (no informado) de la Luz y Verdad de Vida, que los inocentes pastores contemplaron iluminando la cueva. 


   Unámonos al Corazón de María, absorto en la adoración del Dios de la Gloria, hecho niño y victima por la humanidad. Adorémosle en el segundo Belén del tabernáculo de nuestros templos. Visitémosle con frecuencia.

   Se reza un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria Patri y…  

Jaculatoria

   “Oh Jesús mío, perdónanos nuestras culpas, presérvanos del fuego del infierno y lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia”. 




“DEVOCIONARIO—MISAL”

Padre CELSO MEJIDO DIAZ
Misionero del Sagrado Corazón



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