lunes, 9 de octubre de 2017

NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO DEL MILAGRO DE CÓRDOBA




   Fray Francisco Victoria, primer obispo de Tucumán, envió desde España un Santo Cristo para la iglesia matriz de Salta, y una imagen de Nuestra Señora del Rosario para el convento de Santo Domingo, de Córdoba.

Fray Francisco Victoria
                                          

   Las dos imágenes llegaron a América de un modo prodigioso.



   Al anochecer del 19 de junio de 1592, se sintió en el Callao (Perú) un fuerte terremoto. Este suceso era frecuente en la región y los pobladores corrían a las playas, por considerar que era el lugar más seguro.

   Al amanecer del día siguiente, los habitantes del Callao que se habían congregado en la orilla del mar, avistaron en el horizonte dos cajones que flotaban en medio de las olas del océano, en dirección a la costa.

   Al tocar la playa, los arcones fueron abiertos, hallándose en ellos las dos imágenes, con los destinos antes citados expresamente indicados en cada arcón.

   La noticia del portentoso arribo de las dos imágenes se divulgó en seguida por toda la comarca.

   El mismo virrey del Perú García Hurtado de Mendoza, se trasladó al Callao y ordenó llevarlas a Lima, donde fueron muy veneradas.


                                                 García Hurtado de Mendoza

   El Virrey, interpretando el sentir del pueblo, ordenó grandes festejos religiosos. El entonces Arzobispo de Lima, Sonto Toribio de Mogrovejo, celebró él Te Deum en la Catedral de la ciudad. Es tradición fundada que en esa ocasión veneraron a las imágenes Santa Rosa de Lima, San Francisco Solano y San Martín de Porres.

                                 Arzobispo de Lima, Sonto Toribio de Mogrovejo

   Terminadas las celebraciones, era necesario cumplir con la voluntad del remitente.

   El pueblo, en piadosa procesión, acompañó las imágenes hasta las puertas de la ciudad, desde donde debían seguir viaje, debidamente escoltadas.

   Según cuenta el P. Lozano S.J., en cada pueblo del trayecto se renovaban los portadores de las imágenes, en medio de fervorosas manifestaciones de fe.

   La comitiva llegó a la ciudad de Salta, donde quedó el Santo Cristo. Desde allí, continuó la devota peregrinación portando la imagen de la Sma. Virgen destinada a Córdoba.

   La Comunidad Dominicana y el pueblo todo, recibió la preciosa imagen con celebraciones extraordinarias. Y desde ese día, la Virgen del Rosario del Milagro es centro de devoción en Córdoba.


   La ciudad le dedicó un magnífico Santuario, que muy pronto se hizo célebre por los innumerables prodigios dispensados en él por la Sma. Virgen, en favor de aquellos que imploraron e imploran su celestial protección.

   La imagen de Nuestra Señora del Rosario del Milagro mide 1 metro y 44 centímetros de altura. Es de cuerpo entero y está tallada en madera. Su rostro y sus manos son obra de finísima escultura. El Niño Jesús es también trabajo de mucho esmero.


   Esta milagrosa imagen ha sido objeto de culto constante y fervoroso.

   Nuestra Señora del Rosario del Milagro dispensó especial protección a las armas del Virreinato, comandadas por Liniers, en las memorables jornadas de la Defensa y Reconquista de Buenos Aires, durante las invasiones inglesas. 


ORACIÓN
a Nuestra Señora del Rosario del Milagro

¡Oh, Virgen Santísima del Rosario del Milagro!,
que cruzando de modo portentoso el mar Pacífico,
has elegido a Córdoba como trono de Misericordia,
donde en tiempo de sequía y otros flagelos públicos,
al invocar tu auxilio, has puesto de inmediato celestial remedio,
y ante cuyo altar tantos enfermos y afligidos, tantos desvalidos e infortunados, han logrado por tu mediación verse libres de sus tribulaciones.
Vengo, lleno de confianza y de fe, a pedirte desde lo más íntimo
de mi corazón, me concedas la gracia,.., si es para bien de mi alma.

Yo, agradecido a tu bondad, prometo ser más devoto tuyo
publicando tus favores, y más fiel en el cumplimiento
de mis deberes cristianos.
¡Virgen del Rosario del Milagro, sednos propicia! 


   Liniers, que profesaba acendrada devoción a la Virgen cordobesa, y estaba alistado en la Cofradía del Rosario, imploró su protección y, en agradecimiento, le ofrendó dos de las banderas arrebatadas a los británicos.

                                               SANTIAGO DE LINIERS

   El pueblo de Córdoba contribuyó al feliz éxito de aquellas gloriosas jornadas con las plegarias de todas las clases sociales, incesantemente elevadas a la Virgen.

   Tanto en 1806 como en 1807, el Cabildo solicitó triduos, novenas y procesiones para impetrar el triunfo de las armas patrióticas contra el invasor.

   El día 13 de julio de 1807, en que terminaba una novena, llegó a Córdoba el chasque portador del parte oficial del anhelado triunfo.


   Al remitir Liniers las dos banderas prometidas a Nuestra Señora del Rosario del Milagro de Córdoba, asevera que se consiguió la más completa victoria el primer domingo del mes de julio, en que con más especialidad se invocó a la Virgen.


   El 23 de agosto, delante de la imagen de Nuestra Señora, expuesta en el altar mayor, se celebró una solemne ceremonia pública en acción de gracias.

   “Es un hecho históricamente comprobado que en tiempo de calamidades públicas, sequías, epidemias, y otros flagelos, el pueblo de Córdoba ha acudido con fe a invocar el auxilio de «La Negrita» (como cariñosamente se la llama), la Sma. Virgen del Milagro, y que nunca ha visto falladas sus esperanzas.”

   Especialmente en épocas de sequía sacaban su imagen en procesión, y es tradición que nunca tardó en venir la lluvia.

   También en tiempo de epidemias se ha implorado el patrocinio de la misma Virgen, sin que quedaran defraudadas las esperanzas de sus devotos. Tal en 1867, al aparecer el cólera. Después de una procesión con la milagrosa imagen empezó a decrecer, y al poco tiempo desapareció por completo.

   Esta singular protección experimentada en tantas oportunidades, hizo que el Obispo Fray Reginaldo Toro, en nombre de su diócesis, pidiese al Santo Padre la corona pontificia.


Obispo Fray Reginaldo Toro


   El sábado 19 de octubre de 1892, la imagen de Nuestra Señora del Rosario del Milagro fue solemnemente coronada por Monseñor Reginaldo Toro, obispo de Córdoba, en nombre de Su Santidad León XIII.

   Fue éste ciertamente un día de gloría para la católica y docta ciudad.

   En 1937 el Papa Pío XI declaró a la Sma. Virgen del Rosario del Milagro Patrona Principal de la Arquidiócesis de Córdoba.

   El 3 de octubre de ese año, el catolicismo de Córdoba celebró con magníficas ceremonias la declaración del Patronazgo. Cien mil fieles acompañaron a su Reina y Patrona en la procesión jubilar, y cerca de cinco mil hombres participaron en la comunión nocturna.

   El 7 de octubre de 1959, Festividad de Nuestra Señora del Santísimo Rosario, se realizó en Córdoba el acto inaugural del VI Congreso Eucarístico Nacional, teniendo como Patrona a la Virgen del Rosario del Milagro.


Postal Congreso Eucaristico Nacional Provincia Córdoba 1959



   Una imponente procesión partió de la Basílica de Santo Domingo llevando en triunfo la prodigiosa imagen hasta la Catedral cordobesa. Allí la recibió el Emmo. Cardenal Fernando Cento, representante de S. S. el Papa Juan XXIII, quien pudo apreciar, “sin disimular su emoción, la inigualada demostración de amor a la Virgen y al Papa que significaba aquella grandiosa procesión”. 




“MARÍA, REINA Y MADRE

de los Argentinos”



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