viernes, 17 de noviembre de 2017

CHRISTE EXAÜDI N0S.




LETANÍAS Lauretanas: 


Exaudivit me Dominus. 

El Señor me oyó.

CONSIDERACIÓN I.


   Representémonos a Cristo como un sol que despide todos sus rayos hacia María; y entendamos por estos rayos las infinitas gracias que Dios derramó en su Madre santísima, y que por medio de esta Señora nos las distribuye abundantemente a los hombres, ¿y por qué sucede esto así? para que sepamos que María es como puerta de la gracia; y de consiguiente, que por su medio puede facilísimamente conseguirla el que toca dicha puerta; esto es, el que a Dios pide la gracia por medio de su Madre santísima, y el que unido a María clama:

                                                    Cristo escúchanos. 



CONSIDERACIÓN II


   Ciertamente que el que presentare al Rey algún memorial o súplica por conducto de la Reina, será despachado antes que otro alguno. A este modo figurémonos a la santísima Virgen repartiendo a sus devotos por medio de los ángeles varias súplicas, después de haber obtenido el Fiat de su Hijo santísimo, diciéndoles: el Señor me ha escuchado; (o lo que es lo mismo) Todo lo que habéis pedido por mi medio, o devotos míos, y lo más que pidiereis se os concederá. ¿Pedís sanidad? Fiat. ¿Bienes? Fiat. ¿Don de castidad? Fiat. ¿El sustento cotidiano? Fiat. 



CONSIDERACIÓN III.


   Más conviene saber que no basta clamar una o dos veces por medio de María. ¡O Cristo escúchanos! sino que debemos clamar con larga perseverancia hasta que seamos escuchados. Un solo roció no siempre es suficiente para fertilizar la tierra y producir los frutos: del mismo modo la primera petición suele no ser al punto escuchada por Dios, por lo cual su Majestad misma nos amonesta expresamente por el Apóstol, que oremos sin intermisión; esto es, constantemente: por tanto si nuestras súplicas no son al punto escuchadas, repitámoslas: si cuando tocamos la puerta no se nos abre luego, toquemos otra vez y más recio, y se nos abrirá.

  


ORACIÓN.


   Señor mío Jesucristo que viviendo en la tierra oíste y despachaste los ruegos dé los hombres que suplicaban, y que también ahora sentado a la diestra de Dios Padre, concedes tu gracia y auxilios a los que te ruegan humildemente; yo te suplico oigas mis ruegos, concediéndome que mi amor a ti crezca siempre, que mi devoción para con tu Madre santísima se aumente sin cesar: y finalmente que cada día sea mayor en mí la caridad para con mis prójimos. Para obtener estos tres dones otra vea te ruego por intercesión de María. 


                                       CRISTO ESCÚCHANOS.


                                     P. FRANCISCO JAVIER DORNN

DEAN Y PREDICADOR DE PRIDBER
(1834).    

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