miércoles, 22 de noviembre de 2017

FILI REDÉMPTOR, MUNDI DEUS.



DIOS HIJO, REDENTOR DEL MUNDO.

LETANÍAS LAURETANAS.

Scio quod. Redemptor meus vivit.
Job. 19.

Sé que vive mi Redentor.


CONSIDERACION I.


   Aunque a Cristo única y propiamente convenga el título de Redentor, también María santísima no menos participa un algo de este título, y puede llamarse en cierto modo Redentora del mundo, así porque para el bien del mundo dio a luz a su Redentor, como también porque con su intercesión libra a innumerables pecadores de la muerte eterna. Por tanto todo aquel que desea tener propicio al Redentor, hágase primero propicia a su santísima Madre, diciéndola muchas, veces: Dios te guarde Madre de Dios Hijo.


CONSIDERACION II.


   Consta que por la sentencia que en otro tiempo había dado el Rey Asuero contra los judíos debían haber muerto todos en un día; pero no obstante estar pronunciada esta sentencia, alcanzaron la gracia de la vida por la intercesión de Esther. Esta Reina fue figura de María, abogada poderosísima dé los pecadores. Aunque el Padre celestial haya como decretado castigar los pecados del mundo; si los pecadores imploran a María, si esta tiernísima Señora manifiesta sus pechos a su Hijo, y el Hijo muestra sus llagas a su Padre, entonces la ira se mitiga, perdonase la pena, y la misericordia prevalece a la justicia.

CONSIDERACION III.


   Ciertamente que cualquier pecador hablando con verdad debe decir: sé que vive mi Redentor. ¿Más de donde sabe esto? De que la obra de la redención todavía dura virtualmente. A la verdad que Jesucristo es crucificado de nuevo todos los días por nuestros pecados, y con todo eso perdona a los penitentes, ruega por sus enemigos como en otro tiempo lo hizo desde la cruz, y manifiesta gran misericordia hacia los pecadores, principalmente hacia aquellos por quienes María intercede.


ORACION.


   ¡Señor mío Jesucristo!, que con el inestimable rescate de tu preciosísima sangre redimiste a las almas de los hombres que por el pecado de nuestros primeros padres estaban subyugadas al poder del demonio, y con tu muerte las libraste de la eterna: concédeme propicio, que yo en adelante cuide y estime en más mi alma comprada y redimida con tan gran precio; y para conseguirlo te ruego por María tu Madre santísima:

Dios Hijo Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.



P. FRANCISCO JAVIER DORNN
DEAN Y PREDICADOR DE PRIDBER

(1834).    

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