miércoles, 29 de noviembre de 2017

NUESTRA SEÑORA DE LA MEDALLA MILAGROSA




   Esta advocación de la Santísima Virgen debe su origen a una manifestación de la Virgen María a Catalina de Labouré, religiosa de la Congregación de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul. La aparición tuvo lugar en París, en 1830. 







   El sábado 27 de noviembre de 1830, la Virgen Inmaculada se apareció a Santa Catalina Labouré, y le confió la misión de hacer acuñar una medalla según el modelo que Ella misma le reveló.


   Del relato que Santa Catalina escribiera, entresacamos algunos datos: … “La Virgen estaba de pie sobre la mitad de un globo blanco y con sus pies aplastaba una serpiente… De sus dedos salieron rayos de luz muy brillantes y hermosos… Se formó un semicírculo que, partiendo de la altura de la mano derecha, pasando por encima de la cabeza de la Virgen, concluía a la altura de la mano izquierda. En él se leía en letras de oro: ‘¡Oh, María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos!”.






   “Una voz me dijo: Haz acuñar una medalla sobre este modelo. Las personas que la llevaren puesta recibirán muchas gracias; las gracias serán abundantes para las personas que la llevaren con confianza”.


   En la otra cara de la medalla, Catalina vio la letra M, coronada por una cruz y, debajo, los corazones de Jesús y de María, que ella distinguió por los emblemas que la tradición cristiana les ha asignado: el corazón de Cristo coronado de espinas; el de María, traspasado por una espada.






   El confesor de Sor Catalina tardo mucho en decidirse a poner en marcha este plan. Pero, urgido por la vidente, y ésta por la Virgen, acudió a la Autoridad Eclesiástica. El Arzobispo de Paris, después de las investigaciones del caso, autorizo la acuñación de la medalla, en 1832.

   La Medalla se propago inmediatamente en forma prodigiosa. Y fueron tantas las gracias y bendiciones que se obtuvieron por su mediación, que la gente misma dio el nombre a esta medalla: “La medalla que cura”, “La medalla que obra milagrosa”, “La Medalla Milagrosa”.

   Y en Roma, en 1846, el Papa Gregorio XVI confirmaba con toda su autoridad las conclusiones del Arzobispo de París, y aprobó la medalla de la Virgen.

   La invocación de la Medalla: “OH MARÍA, SIN PECADO CONCEBIDA, ROGAD POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A VOS”, difundida por todas partes por la Medalla Milagrosa, preparo los ánimos para la declaración solemne y oficial de esta verdadera fe, que, en 1854, proclamo el Papa Pío IX, al definir el dogma de la Inmaculada Concepción.

   En 1954, en ocasión del centenario de la definición del dogma, la Santa Sede hizo acuñar una medalla conmemorativa. En el reverso de la misma, la imagen de la Medalla Milagrosa y la imagen de la Virgen de Lourdes, asociadas estrechamente, ponen en relieve el lazo íntimo que une las dos apariciones de la Virgen con la definición del dogma de la Inmaculada Concepción.  

   Con frecuencia se ignora que las apariciones de la Virgen a Santa Catalina Labouré están íntimamente ligadas a los grandes acontecimientos de Lourdes. “La Señora de la Gruta se me ha aparecido tal como está representada en la Medalla Milagrosa”, declaro Santa Bernardita que llevaba al cuello la Medalla de la Virgen.





   Lo mismo que Lourdes, la Medalla Milagrosa es una fuente inagotable de gracias.



  
CONSAGRACIÓN
A NUESTRA SEÑORA
DE LA MEDALLA MILAGROSA  



   Postrado ante vuestro acatamiento. ¡Virgen de la Medalla Milagrosa!, Y después de saludaros en el augusto misterio de vuestra concepción sin mancha,  os elijo, desde ahora y para siempre, por mi Madre, abogada, Reina y Señora de todas mis acciones, y protectora ante la majestad de Dios. Yo os prometo, Virgen Purísima, no olvidaros jamás, ni vuestro culto, ni los intereses de vuestra gloria, a la vez que os prometo también promover en los que me rodean, vuestro amor.
   Recibidme, Madre tierna, desde este momento, y sed para mí el refugio en esta vida y el sostén en la hora de la muerte.
   Amén.







  Los cristianos que sepan meditar su significado encontraran en ella el simbolismo de la doctrina de la Iglesia sobre el lugar providencial que María ocupa en la Redención, y en particular, su mediación universal.

   En el año 1894, S. S. León XIII establece para el día 27 de noviembre la festividad de la Manifestación de la Inmaculada Virgen María de la Medalla Milagrosa.

   “Para que se recuerde siempre la ternura maternal de María que, con tanto poder y liberalidad se dignó manifestarse por medio de la sagrada Medalla, y a la vez reciba mayor incremento la devoción del pueblo cristiano  a la Inmaculada Concepción de la misma Bienaventurada Virgen María, juzga la Sede Apostólica que conviene, según antes lo ha concedido para el Santísimo  Rosario y el Escapulario del Monte Carmelo, que esta Manifestación de la Santísima Madre de Dios y su sagrada Medalla se conmemore cada año con una fiesta particular”.  



   En la Argentina, el Santuario central dedicado a Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa está en la ciudad de Buenos Aires.


   El 27 de noviembre se celebra la fiesta litúrgica y, además, todos los días 27 hay celebraciones especiales en honor de la Virgen.


   Cada miércoles se celebra la llamada “Novena Perpetua” como homenaje semanal a nuestra Madre del Cielo. En ella se bendice e impone la Medalla.


   Esta imagen y la medalla, se veneran particularmente en todas las casas de los sacerdotes de la Misión (Vicentinos), y en las comunidades de las Hijas de la Caridad, también llamadas “Hermanas Vicentinas”.





“MARIA
Reina y Madre
de los Argentinos”




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