lunes, 20 de noviembre de 2017

PATER DE CAELIS, DEUS. DIOS PADRE CELESTIAL.



LETANÍAS LAURETANAS. 

…Cujus es filia, indica mihi…
(Gen. 24,23).

…Dime, ¿de quién eres hija?...

CONSIDERACION I.

   La primera pregunta que el criado de Abraham hizo en otro tiempo a la futura esposa Rebeca, fué esta: dime: ¿de quién eres hija? Esta misma pregunta, según el testo citado, se le hace también a la santísima Virgen: a ella se dan tres respuestas; conviene a saber: el Padre celestial dice a María: alégrate hija: María dice: Padre nuestro que estás en los cielos; y la Iglesia canta: Dios te guarde hija de Dios Padre; de cuyas palabras se manifiesta claramente de quien es hija María santísima, pues queda demostrado que es hija de Dios Padre.

CONSIDERACION II.

   Por esto María como Hija de Dios Padre, puede justamente decir de sí: “yo soy determinada desde lo eterno”, Como que estas palabras según la interpretación de la iglesia significan sus excelencias y prerrogativas. Por tanto si alguno considera seriamente la generación de María y sus admirables dotes, debe decir que esta santísima Señora es más bien hija del cielo que de la tierra, pues por una especial gracia del Señor fué concebida por una Madre infecunda, y fué llena de gracia y celestiales dones.


CONSIDERACION III.


   Siendo, pues, María hija escogida del divino Padre, Madre dilectísima del divino Hijo y Esposa gloriosísima del Espíritu Santo; por esto mismo fué elevada al supremo grado de honor que ninguna pura criatura alcanzó ni puede alcanzar mayor, de lo que a nosotros nos resulta un gran consuelo, porque como Hija, Madre y Esposa de Dios nos abre como tres sendas para ir al trono de la gracia y de la gloría.



ORACION.

¡Oh Dios! Creador del cielo y de la tierra, que criaste al hombre de la misma nada por sola tu misericordia, y lo que es más, lo formaste a tu imagen y semejanza: en gran manera me duelo y me pesa de haber ofendido tan torpemente con mis pecados a mi alma, hecha como una efigie preciosísima de Dios; te ruego me concedas que derramen mis ojos lágrimas amargas, por largo tiempo, hasta que en mi alma se laven todas las manchas de mis pecados, y para este fin te clamo por tu santísima Hija:

Dios Padre celestial,
ten misericordia de nosotros.


P. FRANCISCO JAVIER DORNN
DEAN Y PREDICADOR DE PRIDBER

(1834).    

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...