martes, 17 de abril de 2018

MATER CHRISTI.




MADRE de CRISTO.




LETANÍAS Lauretanas:




Te in útero novem mentibus portavi, et lac dedi et alui. 2. Mach. 7.
Nueve meses te cargué en mi vientre, te di leche y sustenté.


CONSIDERACION I.

    En muchas imágenes se representa a Jesucristo mamando a los pechos de su Madre Santísima para demostrar que María es su verdadera Madre; la que puede decir a su hijo, como la Madre de los Macabeos, “yo te cargué en mi vientre nueve meses, te di leche y te alimenté”. Por tanto, ser Madre de Cristo es lo mismo que ser Madre de misericordia pues a la verdad, siendo Jesucristo verdadero Mesías, buen Pastor, misericordioso samaritano y Salvador del mundo, los cuales predicados denotan suma misericordia; por esto mismo también María como Madre de Cristo, participa de estos títulos de su Hijo, y se puede llamar medianera y como Redentora del mundo.


CONSIDERACION II

   El título de Madre de Cristo es verdaderamente gloriosísimo porque contiene cierta suprema dignidad y excelencia que del hijo redunda en la Madre; porque así como Cristo Rey de Reyes, es Señor del cielo y de la tierra, así también la Madre Cristo se reverencia e invoca como gloriosísima Reina y Señora del cielo y de la tierra. Por lo cual, si Betsabé se reputó gloriosa porque fue Madre del Rey Salomon, es María incomparablemente Madre más gloriosa por que parió al que es más que Salomon.


CONSIDERACION III.

   A la verdad como ya dije, toda la gloria del Hijo también cede en gloria de la Madre: y de aquí se sigue, que si Cristo es fuente de la vida, también María como Madre suya es paraíso, como que en el nació la fuente. Si Cristo es verdadera vid, María es también Viña fructífera. Si Cristo se llama Ara de la gracia, también María se puede llamar Templo bendito. Gloríense en hora buena las Madres de sus hijos; Sara de su obediente Isaac, Rebeca de su fiel Jacob, Raquel de su casto José; pero María se puede gloriar inefablemente más de su Hijo Jesucristo como que es la misma Santidad.


ORACIÓN

   ¡Oh María! gloriosísima Madre de nuestro Salvador: ruegue que te acuerdes de aquellas palabras que tu Hijo Jesucristo dijo en la Cruz al tiempo de morir, conviene a saber, cuando te encomendó a Juan como Madre e igualmente a ti te encomendó a Juan como Hijo. De verdad que todos con Juan deseamos ser tus hijos y tú sé propicia Madre a nosotros como a él. A ti, o Madre de misericordia, nos acogemos los infelices hijos de Adán y de ti imploramos auxilio en todas nuestras necesidades clamando.

Madre de Cristo, ruega por nosotros.


P. FRANCISCO JAVIER DORNN
DEAN Y PREDICADOR DE PRIDBER
(1834).   

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