sábado, 29 de diciembre de 2018

MEDITACIÓN: LOS SANTOS INOCENTES.




     Este paso es la primera prueba de la profecía de Simeón.

Pasan Pocos días, quizá pocas horas, y ya Jesús aparece públicamente como señal de contradicción... Herodes le busca para la muerte.

La espada de dolor se clava en el corazón de María, causándola tormentos indecibles... Meditemos en este paso...



1. ° Herodes.

¿Quién era? Un tirano cruelísimo, célebre por las matanzas que hizo... sólo en su familia, a su esposa, a dos de sus hijos..., y a dos tíos suyos... y cinco días antes de morir, cuando estaba roído de gusanos, hace matar a otro tercer hijo.

Es un ejemplo claro de lo que es un alma víctima de una pasión... Herodes era esclavo de su ambición... y todo le parecía poco para conservar su corona y sostenerse en su trono.

Apenas oye que ha nacido un Niño Rey, concibe en seguida la idea de matarlo, y al verse burlado de los Magos, da la orden espantosa de matar a todos los niños menores de dos años.


  Escucha los gritos y lamentos de aquellas mujeres..., imagínate las escenas de dolor y de rabia y desesperación que tendrían lugar, al llevarse a cabo esta orden por los soldados de Herodes...; mira la sangre de aquellos niños inocentes... y corre a ver la angustia y sobresalto de María.

¡Cómo estrecharía Ella contra su corazón como si quisiera guardarlo y esconderlo en él a su Niño querido!..., sobre todo cuando oyera los gritos de otras madres y viera que la matanza ya había empezado... ¿Quién podría comprender las horas de angustia que pasaría su corazón?

   Pues bien, piensa ante este espectáculo de sangre y de dolor lo que es una pasión..., hasta dónde puede llegar..., qué efectos más lamentables y espantosos puede producir.

¡Qué mala es una pasión que se desborda!..., ciega por completo y arrastra al precipicio..., hace que se tema lo que no hay que temer, y que no se tema lo que se debe.

   Mira a Herodes cómo teme a un Niño pequeñito y pobre, y no teme la crueldad y el pecado que comete.

La pasión empuja al hombre a todo, hasta el crimen, y nunca se detiene, ni dice jamás basta.

Además, cuando se satisface, no consigue nada, no nos da nada..., ni dicha, ni felicidad.


¿Qué consiguió Herodes con esta orden?...


Piensa bien en esto, en lo infructuosa que es siempre la pasión, y, sin embargo, cómo nos dejamos fácilmente arrastrar por ella.


Examina si alguna quiere desbordarse en tu alma, y sujétala bien..., domínala para que ella no te domine a ti...



2. ° Los niños.


Qué simpáticos y atrayentes aparecen estos niños, primicias de los mártires...; humanamente hablando, son dignos de lástima, pero mirados con ojos de fe, qué dichosos son. Apenas nacen, y ya son santos. La Iglesia los canoniza y celebra su fiesta en los días de Navidad.

Son almas inocentes que gozan en el Cielo de todos los premios concedidos a la inocencia..., a la virginidad... y al martirio.



   En un momento, la espada del tirano segó sus vidas, pero Dios les dio otra mucho mejor que nadie se la podrá quitar... y todo ¿por qué?... Porque murieron por Jesús..., en sustitución de Jesús..., por causa de Jesús..., esa es la razón de su dicha, como es la razón de toda felicidad.

Trabajar..., sufrir..., sacrificarse... y hasta morir por Jesús..., he ahí lo único grande..., lo único que puede hacernos felices ahora y siempre.


   ¿Qué hubiera sido de estos niños si no hubieran muerto por Jesús?...

   Ni hubieran sido santos..., ni glorificados con ninguna corona... Probablemente obreros..., pastores..., soldados.... quizá verdugos de los que tomaron parte en la Pasión de Jesús..., eso hubieran sido..., pero, en realidad, mira lo que son, sólo por acercarse a Jesús... y a la Santísima Virgen. ¡Cómo les miraría Ella! ¿No guardaría en su corazón un recuerdo y un cariño, y un agradecimiento especial, hacia aquellas víctimas que morían por su Hijo?... ¡Cómo olvidarse nunca de ellos!

   Óyelo bien y grábalo profundamente en tu corazón... Si quieres que la Virgen te recuerde y nunca te olvide, y Jesús te premie..., acércate a Él, ámale y sufre y sacrifícate por Él...



3. ° El Niño Jesús.

Aquí nos enseña Jesús cómo los planes de los hombres son nada ante su poder y sabiduría..., cómo inutiliza todo lo que Herodes concibe y ordena.

   Además nos enseña, al rodear su cuna de lamentos y gritos de dolor de los niños inocentes, que la mortificación es inseparable de su vida... y que todos, aún los mismos inocentes, deben ir por ese camino..., de suerte que la misma inocencia debe ir acompañada de la penitencia.


   Mira, cómo todo cambia en un momento; lo que era dolores y desgracias, se cambia en alegría y gloria. El siempre triunfa, aunque sea perseguido... ¿Quién no se anima a seguirle, pues vemos en sus manos pequeñitas el poder para jugar con el destino de los hombres aunque sean perversos?

   Termina pidiendo a la Santísima Virgen luz para reconocer tus pasiones... y fuerzas y energías para dominarlas..., no para matarlas, que las pasiones pueden ser muy buenas.

Mira el ejemplo de Herodes..., con qué decisión obra y se lanza a todo..., cómo no retrocede ante nada... si esto lo hubiera hecho por lo bueno, ¡qué santo no hubiera sido!




Nadie más apasionado que Jesús y María... Procura lanzar hacia ellos tus pasiones, y así ámalos con pasión..., con locura..., con ambición..., con santa envidia de los demás... y verás qué fácilmente vences las dificultades que se encuentran en el camino de la santidad...


“MEDITACIONES SOBRE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA”.
ILDEFONSO RODRÍGUEZ VILLAR— 1940.



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