COMENZAMOS: 4 de octubre.
FINALIZAMOS: 12 de octubre (festividad).
Según una venerada tradición, la Santísima Virgen María se manifestó en
Zaragoza sobre una columna o pilar, signo visible de su presencia. Esta
tradición encontró su expresión cultual en la misa y en el Oficio que, para
toda España, decretó Clemente XII. Pío VII elevó la categoría litúrgica de la
fiesta. Pío XII otorgó a todas las naciones sudamericanas la posibilidad de
celebrar la misma misa que se celebraba en España.
—Oraciones comunes para todos los días
Postrado humildemente con una firme esperanza en Dios, y en la poderosa
protección de la Santísima Virgen, comenzara diciendo: Por la señal de la Santa Cruz, etcétera.
ACTO DE CONTRICIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Señor mío Jesucristo, Dios Hombre verdadero, Criador y Redentor mío. Por
ser Vos quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo
corazón haberos ofendido; propongo firmemente nunca más pecar; apartarme de
todas las ocasiones de ofenderos, confesarme y cumplir la penitencia que me
fuere impuesta, restituir y satisfacer, si algo debiere. Ofrézcoos mi vida,
obras y trabajos, en satisfacción de todos mis pecados. Y como os suplico, así
confío en vuestra bondad y misericordia infinita, me los perdonaréis por los
merecimientos de vuestra preciosa sangre, pasión y muerte, y me daréis gracia
para enmendarme, y para perseverar en vuestro santo servicio hasta la muerte. Amén.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Señor Omnipotente! en vuestra soberana presencia derramo todo mi
corazón, implorando vuestra bondad: yo soy aquella oveja perdida que mi amado
Jesús, como Pastor bueno, se afanó tanto en buscarla, la redimió con su
preciosísima sangre, y la tomó sobre sus hombros, para volverla al redil de la
Iglesia. ¿Permitiréis ahora que se pierda? ¡Ay de mí, me confundo a mí mismo!
La causa verdaderamente es mía, porque se trata de mi eterna salud, pero
también es vuestra, porque se interesa vuestra gloria. Mas entre tanto viva
sobre la tierra, me hallo en la incertidumbre de mi salvación. En semejante
conflicto, permitid, Señor, que desahogue con suspiros el profundo sentimiento
que aflige mi corazón. Porque, qué me importará ganar el Universo, si me pierdo
para siempre. Por esta causa tan importante, elevo mis fervorosos ruegos hasta
el trono de vuestra gracia, suplicándoos que libréis mi alma de las furias del
león infernal. En Vos confío, Madre piadosa, favorecedme en tan grave
necesidad. Acordaos ¡oh graciosísima Virgen María! que jamás se ha oído decir
de nadie, que, habiéndose acogido a vuestra protección, pidiendo vuestro
amparo, e implorando vuestra intercesión, se haya perdido. Animado yo con esta
confianza, acudo a Vos: pecador como soy me presento gimiendo y suplicándoos,
que me adoptéis para siempre como hijo, que toméis a vuestro cargo mi eterna
salvación. No despreciéis mis palabras, Vos que sois Madre de la palabra
eterna. Oídlas propicia, y despachadlas favorablemente, éste será todo mi
consuelo sobre la tierra, y me inspirará la más segura confianza de ser
colocado un día entre los Coros de los Ángeles, donde alabaré para siempre a
Dios mi Salvador, y cantaré eternamente las misericordias de mi excelsa
Protectora. Así sea.
DÍA QUINTO (8 de octubre).
ORACIÓN.
¡La misma Reina de los Cielos y abogada
nuestra es la Fundadora de este Templo augusto! Si nuestros mayores vieron en los primeros siglos
de la salud cristiana, esa Arca de la nueva Alianza, colocada en la humilde
Silo, y bajo un pobre techo edificado por el Protomártir entre los Apóstoles,
nuestro Patrón Santiago, y sus santos discípulos, nosotros la adoramos ya
elevada a la majestad y magnificencia de este admirable y suntuoso Templo. ¡Oh Trono! ¡Oh
monumento de la Reina Celestial! Este
es el primer templo del mundo dedicado en honor de la Santísima Virgen. Su
célebre invocación del Pilar, ha sido llevada a todas las naciones del
Universo, con gloria de su nombre. ¡Oh Ciudad augusta!
Tú verás aumentarse la devoción de los fieles, y el orbe católico será
un emulo de las glorias de este Templo. Porque no es un edificio, en que haya
sólo que admirar la magnificencia, como en el Templo de Salomón la maravilla de
su fábrica, no; su grandeza es tanto más excelsa, cuanto que no toma su origen
de las obras de los hombres.
Oración final.
¡Oh Reina
Celestial! Si me sorprende la riqueza y primor de vuestro magnífico
Tabernáculo, más bien admiro los tesoros celestiales que en este Propiciatorio
dispensáis a vuestros devotos. ¡Oh templo Angélico!
Gentes de todas las naciones vienen de lejos atraídas de la fama y honor
de tu nombre, y se postran a los pies del trono de la Madre de Dios del Pilar
los pueblos más distantes de la tierra. Los reyes católicos dejan su trono y
vienen a Zaragoza a adorar tu santa Imagen, ofrecen sus fervientes votos y
consiguen dones y gracias singulares, y transportados de gozo exclaman, que son
mayores los tesoros celestiales que en su santo Templo dispensa la Santísima
Virgen, que la fama misma de su nombre. ¡Oh Madre tierna! Mostrad
que sois nuestra Madre; haced que se oiga vuestra voz en favor mío, y bastará
para que yo sea dichoso; ponedme a la sombra de vuestra protección, y estaré
seguro. Alcanzadme de vuestro divino Hijo la gracia de no pecar más
mortalmente, sí de servir con fidelidad y amor a mi Dios y Señor, para que
después de haberos visitado con devoción en vuestro santo Templo, sea el fruto
de mi corazón gozar de vuestra compañía en el Templo de la gloria. Concededme
también la gracia que deseo en esta Novena, si conviene al bien de mi alma. Coros
celestiales, ensalzad a María, corno Reina suprema de los Cielos. Amén.
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena.
………………..
ORACIONES FINALES PARA TODOS LOS DÍAS
—Terminar cada día rezando cinco Avemarías y las
oraciones finales:
Cinco Avemarías
—En alabanza de la
hora en que María Santísima vino en carne mortal a Zaragoza. Avemaría.
—Por haberle
erigido el Apóstol Santiago, por mandato de la Santísima Virgen, su santo
Templo en Zaragoza, el primero del mundo dedicado a su nombre. Avemaría.
—Por habernos
dejado como un don precioso su sagrada Imagen, que es nuestro amparo y consuelo
en toda tribulación. Avemaría.
—Por el santo Pilar
o Columna angélica, símbolo de la fortaleza y estabilidad de la fe católica en
Zaragoza, hasta el fin del mundo. Avemaría.
—En acción de
gracias por los infinitos beneficios que desde su venida nos ha dispensado como
excelsa Protectora de España. Avemaría.
Ahora se pide al Señor, por la
intercesión de la Santísima Virgen, la gracia particular que cada uno desea
conseguir en esta Novena; y luego se dice la siguiente oración final:
Oración final
¡Oh María! ¡Hija de Dios Padre!, amparad a la Iglesia, que desde su
principio ha reclamado vuestra protección. Reconoced en ella la Esposa de
Vuestro único Hijo, que la ha rescatado con el precio de toda su sangre. Haced
que resplandezca con tal brillo de santidad, que pueda presentarse digna de su
divino Esposo, y del precio con que fue redimida ¡Madre de Dios Hijo! que
ilumina a todo hombre que viene a este mundo. ¡Aurora brillante de este sol
divino! disipad las tinieblas de la herejía y del cisma. Haced que todos sigan
la luz de la verdad, y se apresuren a entrar en el seno de la verdadera
Iglesia, donde juntamente con Jesús os conozcan con una viva fe, os invoquen
con una esperanza firme, y os amen con un amor perfecto. ¡Esposa del Espíritu
Santo, que ha reunido en un sólo rebaño y en una misma religión, tantas y tan
diferentes naciones!, derramad sobre los Príncipes cristianos y sus ministros
la abundancia de gracias, de que sois dispensadora. Penetrad sus corazones del
espíritu de paz y de concordia, que al nacer vuestro hijo se anunció a la
tierra: que nada emprendan contrario a la paz y libertad de vuestra Iglesia.
¡Oh María!, Templo de la Santísima Trinidad, toda pura y sin mancha en vuestra
Concepción Mirad con ojos de misericordia a la nación española, vuestra nación
predilecta, que tanto habéis distinguido de las demás; a pesar de sus pecados,
continuad siempre en amarla: mantenedla en la fe católica, apostólica, romana:
conservadla en la unidad católica, a fin de que defendida por vuestra gracia de
todo error estando al abrigo de toda disensión, y consagrada a servir a vuestro
Santísimo Hijo y a Vos con un culto digno, pueda marchar constantemente al fin
que le habéis prometido, y merecer teneros siempre por su Protectora en la
tierra, y por su Reina y Corona en el Cielo. Así sea.
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