viernes, 1 de mayo de 2020

MES DE MAYO… MES DE MARÍA. DÍA PRIMERO.




   S. S. el Papa Pío VII concedió, el 21de marzo de 1885, y el 18 de junio de 1822, 300 días de indulgencia por cada día a todos los fieles del mundo católico que pública o privadamente honraren en el mes de mayo, a la Virgen Santísima con particulares obsequios, devotas oraciones u otros actos. Indulgencia plenaria por una vez, en el referido mes, en uno de los primeros ocho días de junio el día en que, confesados y comulgados, rogaren al Señor por la Santa Iglesia y demás intenciones de su Santidad.




MODO DE CELEBRAR EL PIADOSO EJERCICIO




Si es posible, se reza la tercera parte del Santo Rosario, con misterios cantados. Después de la Salve.


Por la señal. . .


Acto de contrición. . .




Oración Preparatoria



   Estamos a tus plantas, ¡oh dulce Madre Nuestra! Venimos a admirar tu excelsa dignidad y tus privilegios; a ensalzar tu nombre mil veces bendecido: a estudiar tus virtudes incomparables para alabar a Dios que te llenó de gracias y pedirte tu ayuda misericordiosa a fin de imitarte.

   Queremos recrearnos en tu grandeza, en tu hermosura, regocijarnos en tus bondades, quedar más y más embriagados de tu dulzura y de tu amor.

   Somos indignos de estar en tu presencia; pero eres buena y perdonarás nuestro atrevimiento.

   Si el pecado nos impide llegar hasta tí, aborrecemos el pecado con todo nuestro corazón y lo detestamos con todas nuestras fuerzas.

   Ilumina, purifica, enciende, consuela nuestras almas.

   Tuyas son, te pertenecen, te aclaman y quieren amarte durante toda la eternidad.

   Muéstranos tu vida angelical, tus virtudes, tus excelencias y tus bondades.

   ¡Oh augusta Madre de Dios!, te alabamos, te bendecimos y te glorificamos.

   ¡Oh Madre tierna de los hombres! te suplicamos nos consigas el remedio de todas nuestras necesidades, la gracia santificante y la perseverancia final.

   Queremos vivir sirviéndote, morir amándote y estar en la eternidad cantando en tu comparsa las misericordias del Señor. Amén.









DÍA PRIMERO (1º de Mayo).




MEDITACIÓN. —MARÍA PREDESTINADA.




Punto primero. —Dios predestinó a María desde la eternidad para que fuese Madre verdadera de Jesucristo, y por tanto, Reina del cielo y de la tierra, y Madre y abogada de los pecadores. (Breve pausa).



Punto segundo. —Dios concedió a la Virgen gracias especiales y exclusivas que a nadie concedió. La Virgen agradeció ése raudal inmenso de dones y correspondió al Señor integralmente como nadie ha correspondido. (Breve Pausa).



Punto tercero. —Admira los carismas del cielo, la fidelidad de María. Pídele que corresponda a tu alta vocación de cristiano. (Breve pausa).




Fruto. —Dejarse llevar por la divina Providencia.



Aspiración. — ¡Oh Madre mía!, quiero seguir tus huellas hacia la eternidad.





ORACIÓN:



¡Oh Reina incomparable de los cielos, qué bella eres! Cantan tu hermosura los bienaventurados, se extasían los serafines contemplándote, y toda la Jerusalén celestial está absorta ante tu faz inmaculada.

   Hasta la tierra sombría llegan los reflejos de tu gloria, y repercuten acá los himnos que te cantan dulcemente en sus salterios de amor los querubines del Empíreo.

   Por eso los hombres nos consolamos al verte. Eres símbolo de victoria, esperanza para los que militamos en las falanges de Jesús, guía de los desterrados, imán y consuelo para tus devotos.

   Tu imagen milagrosa cautiva y encanta. Grábala, ¡oh Madre mía!, en mi corazón. La quiero tener siempre esculpida; pero rodeada de ángeles que me defiendan y santifiquen, de ángeles que me infundan virtud, fortaleza y que moren en mi compañía.

   Has sido en este santuario Reina de los corazones.

   A cuántos has convertido, a cuántos has perfeccionado y hecho volar por los senderos de la santidad.

   Son incontables los que, al invocar, tu nombre y rendirse ante esta imagen taumaturga, han recibido consuelo y protección.

   Testimonios mil de tu ternura maternal han dejado aquí los que, agradecidos, nunca te olvidarán.

   Dios se compadece al derramar, por tu mediación, torrentes de gracia a los que te invocan.

   Animado de confianza filial, vengo; a ti ¡oh Emperatriz de los ángeles!, a tí recurro afligido y pesaroso.

   Mírame con ojos de misericordia, alivia mis pesares, aquieta mi conciencia, dulcifica las congojas de mi espíritu.

   Si soy pecador, eres tú mi madre bondadosa; si soy miserable, eres rica y clemente; si nada valgo, eres tú soberana de los cielos.

   Ayuda, pues, ¡oh Madre!, al pobre que te aclama, extiende tu manto protector a mi hogar y ampara a los seres que me son queridos.

   Tuyos son, te los entrego, no los desprecies; tuyos seremos en la vida y en la muerte, en el tiempo y en la eternidad.

   Consíguenos esta gracia ante tu Hijo Divino que, con el Padre y el Espíritu Santo vive en unidad perfecta por los siglos de los siglos. Amén.





ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS



  
   Acuérdate ¡oh piadosísima Virgen María! que jamás se ha oído decir, que alguno de los que han acudido a tu protección, implorado tu auxilio y pedido tu socorro, haya sido abandonado. Animado con esta confianza a tí también acudo, ¡oh Virgen de las Vírgenes!, y aunque gimiendo bajo el peso de nuestros pecados, me atrevo a aparecer ante tu presencia soberana, no deseches mis súplicas, antes bien escúchalas y acógelas benignamente. Amén.





Lectura. —Origen del Rosario.




   Perversas herejías contristaban a fines del siglo XII y a principios del XIII, a la Iglesia Católica.

   Los albigenses, unidos a los enriquianos, petrobrucianos, arnoldianos, patarines, pifros, pasagianos, waldenses y perfectos, formaban satánica coalición contra la Esposa de Jesucristo. Resucitando los errores de Cerinto, Elvidio y Arrio, propagaban doctrinas no sólo contra la fe, sino contra las costumbres y principios sociales.

   Los Pontífices y Obispos, las Órdenes religiosas y los nobles, los escritores y el clero lucharon enérgicamente a fin de librar a la colectividad, de tan tremenda plaga.

   Uno de los medios más eficaces para conjurar el mal, fue el Rosario que Santo Domingo y sus apostólicos compañeros predicaron con fervor.

   Esa práctica bendita, esa devoción tan tierna, hizo triunfar a los buenos que veían casi inútiles todos los demás esfuerzos sobrehumanos.

   Desde entonces, la benemérita orden Dominicana popularizó en el orbe cristiano el Rosario.

   Se cuentan revelaciones prodigiosas y especialísimos favores de la Virgen María, Madre de Dios, en pro de los creyentes devotos de esa institución.

   Hechos trascendentales confirmaron la fe piadosa de los ortodoxos en el Rosario y dieron a éste la más alta aprobación eclesiástica.





MES DE MARÍA

Por el Pbro. Cantu Corro. (1918).

2 comentarios:

  1. Empezando el mes de la mano de nuestra Madre Santísima la Virgen María. Bendiciones a vuestro blog. Es de mucho provecho para el alma, en mis oraciones estáis. Abrazo en Cristo y María.

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    Respuestas
    1. Muchas gracias amiga Marirosy Morales, me alegro que sea un provecho para su alma, también en mis oraciones. un gran abrazo en Cristo y María.

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