domingo, 13 de septiembre de 2020

NOVENA A MARÍA SANTÍSIMA DE LOS DOLORES. DÍA 6.


 

COMENZAMOS: 7 de septiembre.

 

FINALIZAMOS: FESTIVIDAD: 15 de septiembre (los siete dolores de la santísima Virgen).

 


 

 

—Puestos en presencia de una Imagen de María Santísima, hecha la señal de la Santa Cruz con todo fervor, se ha de decir…

 

 

ACTO DE CONTRICIÓN.

 

 

   Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Criador y Redentor mío: por ser Vos quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, como a bondad infinita, me pesa Señor, pésame mi Dios, de haberos ofendido, y propongo firmemente con vuestra divina gracia de nunca más pecar, y de apartarme de todas las ocasiones de ofensa vuestra, y de confesarme enteramente de todas las mías. Por vuestra Madre afligidísima con tantos penetrantes Cuchillos en su corazón, como he cometido culpas contra Vos, perdonadme Señor; que yo espero en vuestra infinita Misericordia, que por sus Dolores Santísimos me habéis de admitir a vuestra gracia, y me la habéis de dar para enmendarme, y para perseverar en vuestro Santo servicio, y en el de vuestra Madre Dolorosísima y mi Señora hasta la muerte. Amén.

 

 


 


SEXTO DÍA (12 de septiembre).

 

 

   Tristísima y Dolorosísima Virgen María mi señora, que, al pie de la santa Cruz, estabais viendo desclavar a vuestro Unigénito Hijo, mi señor Jesucristo, y recibisteis en vuestras manos la Corona de Espinas, y los clavos bañados en su sangre preciosísima; poned Señora esas punzantes Espinas sobre mis ojos, esos agudos clavos sobre mi corazón, para que yo sienta algo de lo mucho que sentisteis, y vaya a la parte en vuestros dolores, aborreciendo (más que la muerte) la culpa, que fue causa de tantos males; y alcanzadme de vuestro Hijo (con el perdón de todas las mías) este favor que os pido, si ha de ser para mayor gloria suya y bien de mi alma, Amén.

 

 

 

—Aquí se rezan siete Ave Marías, y siete veces Gloria Patri en reverencia de los siete mayores dolores, que entre los innumerables suyos mientras la vida y Pasión de su Hijo, tuvo la Santísima Madre; y proseguirá hablando con Nuestra Señora…

 

 

   Soberana Virgen María, y mi amantísima Madre y de todos los pecadores, que tenéis en el Ara de la Cruz a vuestro Unigénito Hijo, ofrecedle al Eterno Padre en agradable sacrificio para remedio de los hombres, y satisfacción entera y superabundante, de sus culpas, y pedidle Señora, que mire a su Hijo crucificado, y a Vos amantísima Madre suya, y se duela de los infieles y herejes, y los traiga al gremio de su Santa Iglesia. Amén.

 

 

 

—Aquí levantando el corazón a Dios y a su Santísima Madre, con confianza de obtener (si conviene) lo que se pide, hará cada uno su súplica, orando un rato y se prosigue…

 

 

   Señor mío Jesucristo, crucificado, no permitáis, que se condene alguna Alma, pues nos pusisteis debajo del amparo y protección de vuestra Madre Santísima, como hijos de sus dolores nacidos entre sus lágrimas, principalmente Señor, los que estamos juntos haciendo esta su santa Novena en agradecido recuerdo de sus Dolores, y publicando (a pesar del infierno) ser hijos y esclavos suyos, señalados con sus lágrimas, y bañados con vuestra sangre, para que en la hora de nuestra muerte nos recibáis como hijos suyos. Amén.

 

 


 

—Luego se saludan las cinco Llagas del Hijo, por mejor obligar a la Dolorosísima Madre, rezando a cada una un Padre nuestro, un Ave María, y un Gloria Patri; y después de la Llaga del Costado otro Padre nuestro, etc. formando intención de ganar las Indulgencias concedidas a la Estación mayor del Santísimo Sacramento.

 

 

 

  A la Llaga del Pie izquierdo.

 

 

—Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri.

 

 

   Saludóte, o Santísima Llaga de mi Señor Jesucristo y os pido Señor, por ella me perdonéis cuanto os he ofendido, con todos mis pasos y movimientos, Amén.

 

 

 

A la Llaga del Pie derecho.

 

 

—Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri.

 

 

   Salúdote, o Santísima Llaga de mi Señor Jesucristo; y os pido Señor, por ella, me perdonéis cuanto os he ofendido con todas mis acciones y palabras, Amén.

 

 

 

A la Llaga de la mano izquierda.

 

 

—Padre nuestro, Ave María etc.

 

 

   Salúdote, o Santísima Llaga de mi Señor Jesucristo; y os pido Señor, por ella me perdonéis cuanto os he ofendido con mi vista, y demás sentidos, Amén.

 

 

 

A la Llaga de la mano derecha.

 

 

—Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri.

 

   Saludóte, o Santísima Llaga de mi Señor Jesucristo; y os pido Señor, por ella me perdonéis cuanto os he ofendido con el mal empleo de mi memoria, entendimiento, y voluntad, Amén.

 

 

 

A la Llaga del Santísimo costado.

 

 

—Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri.  

 

 

   Saludóte, o Santísima Llaga de mi Señor Jesucristo; y os pido Señor, por ella que, así como fue herido vuestro corazón con el hierro de la lanza, y el de vuestra Madre dolorosísima con el cuchillo de su dolor, así penetren el mío vuestras soberanas luces, para siempre amaros, y nunca más ofenderos, queriendo antes morir, que pecar, Amén.

 

 

 

—Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri. 

 

 


Oración que el Glorioso S. Francisco Javier decía todos los días a las Santas Llagas.

 

 

   Dios de mi corazón, y mi Señor Jesucristo, por las cinco Llagas que, en la Cruz, y por las innumerables que en la Pasión os imprimió nuestro amor, os pedimos que (según vuestra misericordia) favorezcáis a los que redimisteis con vuestra preciosa sangre, y nos conduzcáis a la vida eterna, Amén.

 

 




—Ofrecimiento de la Corona, o siete dieces, que se puede rezar después de la Novena, habiendo oportunidad, y se puede rezar todos los días…

 

   Altísima y Soberana Señora, Madre Dolorosísima, y amparo de vuestros siervos, los que estamos congregados para hacer memoria de vuestros dolores, humildes y postrados ante vuestras virginales plantas, os suplicamos acertemos a serviros en tan santo y piadoso ejercicio: y por esta santa devoción alcancemos todas las gracias y favores concedidas a los que se dedican a vuestro santo servicio, Amén.

 

 

PRIMER DOLOR.

 




—Aquí se reza el primer Decenario.

 

 

   El primer dolor, que padeció nuestra Madre, y nosotros siervos suyos debemos meditar, fue cuando presentó a su Hijo en el Templo: considera compasivo de MARÍA el dolor de esta Señora, cuando Simeón la dijo: que aquel Niño que ofrecía, sería un cuchillo de dolor para su corazón, especialmente cuando se le representarían todos los motivos; por los cuales él venía al mundo. Por este dolor la suplicaremos, nos ampare y favorezca, para que nuestras obras sean presentadas al divino acatamiento, Amén.

 

 

SEGUNDO DOLOR.

 



 

—Aquí se reza el segundo Decenario.

 

 

   El segundo dolor fue cuando huyó a Egipto con su Hijo Santísimo: considera el desconsuelo, y desvelo en tan largo, y despoblado camino. Por éste dolor la suplicaremos, nos alcance gracia para librar nuestras almas de sus enemigos, Amén.

 

 

 

TERCER DOLOR.

 

 


   El tercer dolor fue, cuando perdió a su Hijo: considera la ansia y fatiga de esta señora, buscándole por unas partes y por otras. Por este dolor la suplicaremos, que, si por nuestra flaqueza le perdemos, nos de dolor de las culpas y pecados, Amén.

 

 

 

CUARTO DOLOR.

 


 

   El cuarto dolor fue, cuando le encontró en la calle de la Amargura con la Cruz sobre sus hombros: considera la aflicción y amargura, riéndole caído en tierra. Por este dolor la suplicaremos, nos de fuerzas y virtud, para llevar en agrado suyo la Cruz de las mortificaciones, Amén.

 

 

 

QUINTO DOLOR.

 

 



   El quinto dolor, fue cuando le clavaron en la Cruz: considera el excesivo dolor, que tendría, viéndole morir en tanta afrenta é ignominia. Por este dolor la suplicaremos, podamos morir por su Majestad divina, pues murió por nosotros, Amén.

 

 

 

SEXTO DOLOR.

 


 

   El sexto dolor fue, cuando le bajaron de la Cruz, y le depositaron en sus brazos: considera el grande dolor, que tendría, viéndole difunto en su regazo, y que de los pies a la cabeza no tenía parte sana. Por este dolor la suplicaremos, que en el último de la vida sea dulce depósito de nuestras almas, Amén.

 

 

 

SÉPTIMO DOLOR.

 


 

   El último dolor fue, cuando dejó sepultado a Jesucristo, bien y Señor nuestro: considera el gran dolor, que tendría, viéndose en tanta soledad, desahuciada de todo el pueblo. Por este dolor la suplicaremos, nos aparte de todos los malos afectos a las cosas de esta vida, y que solamente apreciemos las eternas, Amén.

 

 

 

—Aquí se rezará un Padre nuestro, tres Ave Marías, y un Gloria Patri, en reverencia de todas las lágrimas de Sangre y agua que derramó en la Pasión y Muerte de su Santísimo Hijo, suplicándola por las necesidades de la Iglesia y de esta Monarquía los buenos temporales, la salud de los enfermos, y todas las necesidades de sus devotos.

 

 

OFRECIMIENTO.

 

 

   Madre y Señora nuestra, dolorida y sin consuelo, pasada de dolor con el Cuchillo de tu Hijo: Cuidadosa y necesitada, huyendo a Egipto: triste y atribulada, buscándole perdido; amarga y llorosa, encontrándole en la calle de la Amargura: afligida y ansiosa, viéndole morir: agonizando y temblando con vuestro Hijo, muerto en los brazos. Sola y sin alivio, dejándole enterrado. Nosotros, aunque indignos siervos vuestros, con deseo de agradaros y serviros, os ofrecemos vuestra Corona en reverencia de vuestros Dolores, suplicándoos nos alcancéis fervor en la Oración, paciencia en los trabajos, humildad en las afrentas, esfuerzo en las aflicciones, fortaleza en las tentaciones, perseverancia en el bien obrar, y una buena y reconocida muerte, para ser verdaderos hijos de vuestros dolores, Amén.

 

 




EL STABAT MATER DOLOROSA

 

 

 

Justaba junto a la Cruz

La Madre de gracia hermosa,

Afligida y dolorosa,

Viendo pendiente a Jesús.

 

Allí fue su alma en rigor

Tristemente traspasada

Con la más aguda espada

De la pena y del dolor.

 

¡Oh qué triste y afligida

Con el llanto y el tormento

Se vio en tanto sentimiento

La Madre de Dios querida!

 

La que con pecho sentido

Piadosa se entristecía

Cuando las penas veía

De su Hijo esclarecido.

 

¡Qué hombre hay que no llorara

Con un dolor nunca visto,

Si allí a la Madre de Cristo

En tanta pena mirara!

 

¡Y quién no se entristeciera

Con sentimiento prolijo

Si padecer con el Hijo

A la dulce Madre viera!

 

Por pecados de su gente.

Después de ser azotado,

Vio en la Cruz atormentado

A su Jesús inocente.

 

Vio la más piadosa Madre

Que su Hijo muy amado,

Muriendo desamparado,

Volvió su espíritu al Padre.

 

Madre, pues, o amargo mar,

Pues eres fuente de amor,

Hazme sentir tu dolor

Para contigo llorar.

 

Haz que se llegue a abrasar

En amor mi corazón.

Para que con perfección

A Cristo Dios pueda amar.

 

Ruégote, Madre me hagas

Esta merced y favor,

Fijando de aquel Señor

En mi corazón las llagas.

 

Para que pueda contigo

De Cristo el dolor sentir,

Que por mí quiso morir,

Parte tus penas conmigo.

 

Haced pues, Madre afligida,

Que las penas desalado

Llore del Crucificado

Mientras me dure la vida.

 

Contigo, estrella de luz,

Mi amor desea entre tanto,

Acompañando tu llanto,

Estar al pie de la Cruz.

 

Virgen, Reina singular,

De Vírgenes hermosura,

No me muestres la amargura,

Hazme contigo llorar.

 

Haz, que a Cristo de tal suerte

Acompañe en su pasión,

Que siempre en mi corazón

Lleve presente la muerte.

 

Haz que yo sea llagado

Con sus llagas, y mi amor

De su precioso licor

Siempre sea embriagado.

 

A tu amor pido propicio;

Que inflamado y encendido,

Por tí, Virgen, defendido

Sea yo el dia del juicio.

 

Haz que yo, Madre de gracia

Sea por la Cruz defendido,

Por la Pasión guarecido,

Confortado por la gracia.

 

Y cuando sea preciso

Que el cuerpo haya de morir

Logre mi alma al partir

La gloria del Paraíso, Amén.

 

 

 

—Ruega por nosotros. Virgen Dolorosísima.

 

 

R). Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.

 

 

ORACION.

 

 

   Dios, en cuya pasión la espada del dolor, según la profecía de Simeón, traspasó la dulcísima alma de la gloriosa Virgen María tu Madre. Concédenos por tu bondad, que los que con veneración celebramos la memoria de tu Pasión, y transfixión, consigamos los frutos dichosos de tu Pasión, por los gloriosos méritos, é intercesión de todos los que fielmente asistieron al pie de la Cruz. Hazlo tú que vives y reinas. Amén.

 


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