martes, 5 de octubre de 2021

MES DE OCTUBRE CONSAGRADO A MARÍA A TRAVÉS DEL SANTO ROSARIO. DÍA 5.



—Hecha la señal de la cruz, y rezado con arrepentimiento el Acto de Contrición, se empezará con la siguiente…

 

 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS


   Reina del santísimo Rosario, dulcísima Madre de nuestras almas: aquí tenéis a vuestros hijos que, confusos y arrepentidos de sus miserias, fatigados por las tribulaciones de la vida, y confiando en vuestra maternal protección, vienen a postrarse ante vuestro altar en este mes consagrado a honraros por el supremo Jerarca de la Iglesia.

 

 

   ¡Oh Madre amorosísima! Nosotros queremos obsequiaros dedicándoos estos breves momentos con toda la efusión de nuestras almas. Acogednos bajo las alas de vuestro maternal amparo, cubridnos con vuestro manto y atraednos bondadosa a vuestro purísimo Corazón, depósito de celestiales gracias.

 

 

   Dejaos rodear de vuestros hijos, que están pendientes de vuestros labros. Hablad, Madre querida, para que oyéndoos sumisos y poniendo en práctica las santas inspiraciones que cual maternales consejos os dignéis concedernos durante este bendito mes, logremos la dicha de vivir cumpliendo con perfección la santísima voluntad de vuestro Divino Hijo, creciendo en todo momento su amor en nuestros corazones, para que logremos la dicha de alabarle con Vos eternamente en la Gloria. Amén.

 




 

DÍA QUINTO —5 de octubre.

 

 

Tercera consideración sobre el segundo Misterio gozoso.

 

 

De la caridad con las almas del Purgatorio.

 

 

   Al hablar de los deberes de la caridad para con nuestros prójimos, no es posible pasar en silencio el que tenemos de aliviar a unos prójimos tan amados de Dios como son las almas del Purgatorio y cuán fácil nos es hacer llegar grandes consuelos a este penoso lugar de expiación ya que en él podemos ejercitar varias obras de misericordia con sólo practicar la de rogar a Dios con oraciones y sacrificios por las almas que allí se purifican.

 

   En efecto, allí vestiremos al desnudo, no con los harapos que en el mundo cubren la desnudez, sino con vestidura preciosísima e imperecedera de gloria; allí podremos saciar el hambre y sed de nuestros hermanos-; pero no el hambre y sed materiales, sino esa hambre penosísima, esa mística sed de Dios, de la que dijo el Profeta: “Como brama el sediento ciervo por la fuente de las aguas, así ¡oh Dios mío!, clama por Vos mi alma. Sedienta está mi alma del Dios fuerte y vivo; ¿cuándo será que yo llegue y me presente ante la cara de Dios?» (Salmo 41, 2-3) Sed que las almas del Purgatorio, libres ya de la mortal envoltura del cuerpo y conocedoras de la inmensidad del bien que anhelan, padecen por manera tan violenta, que ella constituye el mayor de sus horrorosos tormentos allí visitaremos, no con nuestra presencia, pero sí con nuestros sufragios, a aquellas benditas almas que sufren mucho más que todos los enfermos del mundo, a aquellas prisioneras de la divina Justicia, que suspiran por la libertad con ansia incomparablemente mayor que los prisioneros de la justicia humana; allí redimiremos almas cautivas a costa de nuestras oraciones y obras satisfactorias; allí, en fin consolaremos a esas tristes almas, abreviando su destierro y acelerando el momento, a tan fatigadas peregrinas, de llegar al celeste albergue; a la patria inmortal de la bienaventuranza.

 

 

   Verdaderamente que nunca nuestra caritativa ayuda se empleará mejor que en favor de las ánimas del Purgatorio. No tendremos que temer que nuestros favorecidos paguen con ingratitud nuestros dones; y aunque esta consideración nunca debe de detenernos en el ejercicio de las obras de caridad, pues puramente por Dios deben hacerse, todavía es consolador pensar que la semilla de caridad que sembremos en el Purgatorio será de la que mayores frutos de bendición recogerá nuestra alma, y que los intereses espirituales que en la banca del Purgatorio coloquemos, serán los que más nos enriquezcan de bienes de gracia en el tiempo, y de gloria en la eternidad. ¿Y cómo no, si son nuestros deudores no solamente esas almas santas que agradecidas nos alcanzarán gracias preciosísimas, sino también el cielo, que nos debe, por decirlo así la anticipación del gozo que allí proporciona la entrada de nuevos bienaventurados? El mismo Dios parece que, en cierto sentido, ha querido como ligar su mano omnipotente para esta obra del alivio del Purgatorio, dejándonos a nosotros el poder y el mérito de arrancar de aquella purgación terrible a esas almas benditas esposas suyas, a las que tanto ama; asique al satisfacer nosotros su justicia con nuestros sufragios, y anticipar la entrada en el cielo de estas almas; cabe pensar, a nuestro modo de entender; que esta obra quiere recibirla, y hacerse como deudor nuestro por ella, el mismo Dios.

 

 

   ¡Oh! ¡Cuán misteriosamente grande, y cuán poco conocida es la devoción en favor de las ánimas del Purgatorio! Verdaderamente que, aunque nuestro corazón fuese bastante insensible para no dolerse de las terribles penas que aquellas benditas almas padecen, y aunque fuésemos tan tibios que no nos moviera la gloria que a Dios procura esta hermosa obra, todavía habíamos de practicarla ante la consideración del bien. que ella proporciona a nuestras almas, puesto que son bienaventurados los misericordiosos, según dijo el Señor, porque ellos alcanzaran misericordia; y también cuando habla del juicio final, nos promete el cielo en premio de esta misericordia, al decir que recibirá como hechas, en favor suyo las obras de caridad que con nuestro prójimo hubiésemos practicado. Cierto, que no debemos conformarnos con practicar la misericordia en el purgatorio, sino que, cuando podamos, hemos de ayudar también a nuestro prójimo en, el mundo; pero ¡qué consolador es saber que hay un lugar en el que siempre, y cualquiera que sean nuestras circunstancias, podemos ser misericordiosos, y alcanzar, por lo tanto, misericordia! En efecto, hay ocasiones poco favorables a veces, para ayudar al prójimo; pues la pobreza, la enfermedad y la falta de libertad se presentan en la vida como obstáculos para que el alma piadosa no pueda practicar todo el bien que desearía. Pero ¿qué obstáculo puede impedir que se ejercite la misericordia con las almas benditas del Purgatorio, pudiendo llegar allí como sufragio los dolores de la enfermedad, las privaciones de la pobreza, los sufrimientos del corazón, los esfuerzos todos del alma para alcanzar la virtud, cuando todo esto se ofrece al Señor para alivio de aquellas almas desterradas? 

 

 

   Pues bien, ya que tantas son nuestras deudas, imitemos al mayordomo del Evangelio, cuya prudencia alaba nuestro Divino Maestro en la parábola, porque supo hacerse amigo de los deudores de su señor, perdonándoles parte de sus deudas; perdonando, es decir, satisfaciendo por las deudas de las almas del Purgatorio, para tener por amigas a estas santas almas en el día de la cuenta o sea en la hora de la muerte, en la que nos servirá de gran consuelo haber sido devotos de las almas del Purgatorio. Para esto es de gran eficacia el santo Rosario y así lo manifestó un alma venida de aquél lugar, que según refiere el Padre Busseher, se apareció a Santo Domingo diciendo que venía como embajadora del Purgatorio para pedir al Santo que predicase y propagase la devoción del Rosario, que allí procura, tanto alivio. «Que los cofrades, dijo, apliquen a las almas del Purgatorio el tesoro de indulgencias y gracias espirituales que poseen. Nada perderá con esto, pues los elegidos intercederán a su vez por ellos en el cielo Los ángeles se regocijan con esta devoción, y su Reina se ha declarado tierna Madre de los que la practican.»

 

 

   Dichosa, pues, el alma que viviendo piadosamente se dedicase al alivio de las almas del Purgatorio. ¿Cuál sería su consuelo en la hora de la muerte, pudiendo pensar cuánto rogarán entonces por ellas aquella multitud de almas a las que abrevió indecibles tormentos, y aceleró la posesión del Bien infinito? ¿No podrían tal vez estas almas agradecidas, alcanzar para quien tanto bien las hizo la gracia de morir en brazos de María? Y entonces, si una madre del mundo no es capaz de soltar al hijo que estrecha en su regazo para que caiga en el fuego, ¿cuánta será su confianza de no caer desde estos amantes brazos en las terribles llamas del Purgatorio? Se lee en la vida de Santa Lutgarda que, habiéndosela aparecido la duquesa de Brabante, la dijo que, contra lo que hubiese podido esperar, la Santísima Virgen la había librado de caer en las penas del Purgatorio, por haberla honrado siempre con el Rosario. Seamos, pues, muy devotos de las ánimas benditas; pongamos, por medio del voto de ánimas, todas nuestras obras satisfactorias en manos de María, y luego confiemos sin medida en esta Madre amorosa, pues por lejos que vayamos en la consideración de su poder y de su misericordia, siempre nos quedaremos lejos de la realidad.

 

 


 

EJEMPLO

 

 

   En la Historia de los Clérigos Regulares Menores se cuenta de un P. Luis, devotísimo de las almas del Purgatorio, que, viajando al ponerse el sol por un campo solitario, donde no faltaban malhechores, empezó, como de costumbre, a rezar el Rosario en sufragio de los fieles difuntos, para que librasen de todo peligro. Desde lejos le vieron dos ladrones que por allí andaban merodeado, y se propusieron asaltarle. Pero de improviso oyeron una corneta militar y descubrieron que detrás del Padre iba una compañía de soldados, a cuya vista huyeron y se escondieron. Entretanto él Padre; que nada había visto, continuó su viaje rezando, hasta que encontró una posada donde se quedó para pasar allí la noche. Poco después entraron en la misma posada los dos malhechores, y encontrando al Padre solo, le preguntaron qué tropa era aquella que consigo traía. Sorprendido el religioso de tal pregunta, contestó que él había viajado sin compañía de nadie. De lo cual muy admirados los ladrones prosiguieron haciéndole más preguntas, hasta venir en conocimiento de la devoción que el Padre tenía a las benditas almas, y cómo rezaba por ellas en su camino el Santo Rosario para librarse de todo mal. Cayeron entonces en cuenta aquellos forajidos de que lo ocurrido era un prodigio; descubrieron al Padre las intenciones que tenían de acometerle, la corneta que habían oído, los soldados que habían visto; y tocados de la divina misericordia, determinaron dejar su mala vida, y allí mismo, en la posada, se confesaron de sus pecados. (P. Alvarez.)

 


 

SANTOS Y REYES DEVOTOS DEL ROSARIO.

 

 



   El Beato Juan Masías, hermano converso de la Orden de Predicadores, fué devotísimo del Rosario en sufragio de las almas del Purgatorio, y sacó con él más de un millón de, estas benditas almas de aquel lugar de expiación. (P. Alvarez.)

 




   Jacobo II, rey de Inglaterra, hacía rezar el Rosario a su corte con la explicación de los Misterios. (Lectura Dominical.)

 

 

 

ELOGIOS PONTIFICIOS DEL ROSARIO

 

 




   El Rosario es árbol de vida, que resucita muertos, cura enfermos y conserva a los sanos. (Nicolás V.)

 


OBSEQUIO

 

 

   El obsequio a la Santísima Virgen para este día, y lo mismo para todos los del mes será redoblar en cada uno de ellos el fervor en la recitación del Santo Rosario, y la atención en la meditación de sus misterios. También se podrá ofrecer a la Santísima Virgen como obsequio, los actos de piedad que inspire a cada uno su devoción.

 




 

 

SÚPLICAS Á LA SANTÍSIMA VIRGEN PARA TODOS LOS DÍAS DEL MES.

 

 

   Os saludamos, Virgen Santísima, Hija de Dios Padre, bendiciendo a Dios, que os preservó de toda mancha en vuestra Inmaculada Concepción. Por tan excelsa prerrogativa os rogamos nos concedáis pureza de alma y cuerpo, y que nuestras conciencias estén siempre libres, no sólo del pecado mortal, sino también de toda voluntaria falta é imperfección. (Avemaría).

 

 

   Os saludamos, Virgen Santísima, Madre de Dios Hijo, bendiciendo a Dios, que os concedió el privilegio de unir la virginidad a la maternidad divina. Por tan singular beneficio os rogamos que nos concedáis la gracia de vivir cumpliendo nuestras respectivas obligaciones, sin apartarnos nunca de la presencia de Dios, dirigiendo a su gloria y ofreciendo, por su amor hasta nuestro más leve movimiento, santificando, así todas nuestras obras. (Avemaría).

 

 

   Os saludamos, Virgen santísima, Esposa de Dios Espíritu Santo, bendiciendo a Dios por la gracia que os concedió en vuestra Asunción, glorificándoos en alma y cuerpo. Por tan portentosa gracia os rogamos nos alcancéis la de una muerte preciosa a los ojos del Señor y que nos consoléis bondadosa en aquellos supremos momentos, para que, confiados en vuestro poderoso auxilio, resistamos a los combates del enemigo y muramos dulcemente reclinados en vuestros amantes brazos. (Avemaría).

 

 



ORACIÓN FINAL

 

 

   ¡Oh Virgen Santísima del Rosario, Madre de Dios, Reina del cielo, consuelo del mundo y terror del infierno! ¡Oh encanto suavísimo de nuestras almas, refugio en nuestras necesidades, consuelo en nuestras penas, desalientos y pruebas! A Vos llegamos con filial confianza para depositar en vuestro tiernísimo Corazón todas nuestras necesidades, deseos, temores, tribulaciones y empresas. Vos, Madre mía, lo conocéis todo y omnipotente por gracia, podéis remediarnos. Vos nos amáis, Madre querida, y queréis todo nuestro bien. ¡Ah y cuán consolador es saber que no hay dolor para el que no nos ofrezcáis alivio, ni situación para la que no haya misericordia en vuestro amante Corazón! Por esto nos arrojamos confiadamente en vuestros brazos, esperando vuestro amparo maternal. Somos vuestros hijos, aunque indignos por nuestras miserias y por la ingratitud con qué hemos correspondido a vuestros maternales. favores. Pero una vez más, perdonadnos, oíd nuestras súplicas y despachadlas favorablemente. Haced, Madre querida, que no olvidemos las saludables enseñanzas que se desprenden de la consideración de los misterios del santo Rosario, ni las inspiraciones que durante ella nos habéis concedido, para que, imitándoos como buenos hijos, durante el destierro de la vida, merezcamos la dicha de vivir con Vos en las alegrías de la patria bienaventurada, alabando y bendiciendo al Señor por los siglos de los siglos. Amén.

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...