Novena compuesta por un religioso del
convento del Seráfico Padre San Francisco en Santa Fe de Bogotá en el año 1848,
y reimpresa en 1906. Imprimátur de Mons. Juan Vicente Arbeláez Gómez, Arzobispo
de Santa Fe de Bogotá, quien le concedió 80 días de Indulgencia a cada oración
de la Novena.
COMENZAMOS:
29 de noviembre.
FINALIZAMOS:
7 de diciembre.
FESTIVIDAD: 8 de diciembre.
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos,
líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el
nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Pésame, Señor, de todo corazón de haberos
ofendido por ser Vos quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, y
propongo firmemente la enmienda.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Soberana Señora, Emperatriz de los Cielos y
tierra, Estrella refulgente del mar,
que fija en los candores de vuestra Inmaculada pureza diriges los errados navegantes,
hijos de Adán. Yo el más indigno de todos ellos, me postro ante tu Sagrada
Imagen, venerándote en el primer instante de tu Purísima Concepción, desde el
cual fuiste escogida para Madre de Dios y Virgen Purísima, y te suplico en esta
novena, que consagro a tus aras, que te dignes de ser mi Madre, pues lo eres de
todos los miserables hijos de Adán; y me alcances del trono de la Beatísima
Trinidad pureza de intención y conformidad con su santísima voluntad, para que
por vuestra santísima intercesión sean mis súplicas oídas de su piedad; y en
especial, Señora, se digne concederme el remedio de esta especial necesidad que
os manifiesta mi corazón, lo que con gran confianza espero de vuestras piedades
para que, una vez conseguida, te rinda en esta vida las gracias, hasta que
logre congratularte en la gloria eternamente. Amén.
DÍA NOVENO - 7 DE DICIEMBRE
MEDITACIÓN:
«Yo soy la
Inmaculada Concepción» (Palabras de
Nuestra Señora en Lourdes).
Los fundamentos del muro de aquella Ciudad que vio San Juan, estaban adornados con todas las piedras preciosas. Es esta Ciudad, María Santísima, los
muros, su fortaleza y seguridad; las piedras preciosas, su hermosura, alteza de
santidad y dones, y su Concepción Purísima, que es el fundamento de todo lo
cual hemos de contemplar, que desde el primer instante de su Concepción, fue
adornada por la Beatísima Trinidad de todos los dones y virtudes que
representan estas preciosas piedras, y le fueron conferidos los privilegios
correspondientes: En la primera, que es el
Jaspe, se le dio fortaleza y constancia para
la ejecución de todas las virtudes en el grado más heroico que se puede
considerar, y a esta correspondió el privilegio de superioridad e imperio sobre
Lucifer y todos los infernales espíritus, para mandarlos y arrojarlos a los
Infiernos, cuando la Reina gustase. En el segundo, que es el
Zafiro, se
le concedió una grandiosa serenidad y paz interior y exterior, para que, como
Cielo inmutable, gozase de una paz serena y sin nubes ni turbación, y el
privilegio correspondiente para comunicar sosiego y serenidad de entendimiento
a quien se la pidiere por medio de su intercesión. En el Calcedonia, que fue la tercera, se le significó su Santísimo Nombre y
las virtudes que tendría, no más que nombrado con reverencia, y el privilegio
fue darle virtud a este nombre para desterrar las densas nubes de la
infelicidad, y destruir los errores de las herejías, paganismo, idolatría y
todas las dudas de la Fe Católica. En la cuarta, que fue la
Esmeralda, se
le comunicó gracia de amabilidad y dulzura devota, y por privilegio, que
pudiese comunicar estas gracias a quien de veras la amase. En la quinta, que es el Sardonio, se
le comunicó la similitud con su Santísimo Hijo, al privilegio de hacer por su
intercesión eficaz con sus devotos, el valor de la Redención. En la sexta, que es el Sardio, se
le comunicó el incendio del amor divino con que ardía incesantemente desde su
Purísima Concepción, y el privilegio para dispensar el influjo del Espíritu
Santo, su amor y sus dones, con todos los que por medio de esta Divina Señora
le pidiesen. En la séptima, que es el
Crisólito,
se le comunicó amor a la Iglesia Militante y la ley de gracia, y el privilegio
de alcanzar, a quien le llamare, gracia con que disponerse para recibir los
Santos Sacramentos. En el octavo, que es el
Berilo,
se le comunicaron con singularidad las virtudes de Fe y Esperanza, y el
privilegio de dar a sus devotos esfuerzo y paciencia en los trabajos. En la novena, que es el Topacio, la
pureza de su virginidad perpetua, junto con el ser Madre de Dios, y el
privilegio de ser maestra y guía de vírgenes y castas. En la décima, que fue el Crisopasa, se le concedió inmóvil firmeza en la
esperanza, y el privilegio de que fuese eficaz medianera para sus devotos esta
ciudad. En el undécimo, que fue
el Jacinto,
se le infundió un amor intensísimo de la Redención del linaje humano, y el
privilegio de alcanzar el fruto de la Redención para los pecadores que la
llamasen de veras. En la duodécima, que fue
la Amatista,
se le dio virtud para afligir con su presencia a los demonios, y el privilegio
de expelerlos de los cuerpos humanos, con la invocación de su Santísimo Nombre.
Todas las criaturas te alaben por todos los siglos. Amén.
—Rezar nueve Avemarías contemplando
este Misterio.
ORACIÓN PARA EL DÍA
NOVENO.
¡Bellísima soberana de nuestras almas!
¡Brillante estrella que nos guías en el tempestuoso mar de esta vida! ¡Lucero
hermoso de la mañana, que os anticipáis risueña a la luz del claro Sol de
justicia, anunciándonos sus misericordias y sus bondades! ¡Mensajero bendito de
paz, anuncio de alegría! Vuestros
somos, Madre amabilísima, y deseamos serlo por toda la eternidad, especialmente
los que devotos y amantes hemos llegado al fin de este Novenario, que rendidos
os hemos ofrecido en prueba de amor y fidelidad. Y pues tan próspera sois, y tan
poderosa con su Alteza: os suplicamos, Señora, miréis con ojos de misericordia
a vuestros siervos pobres y miserables, y con los dones que el Señor puso en
vuestras manos para distribuirlos a los necesitados, reparad nuestra vileza,
enriqueced nuestra desnuda pobreza, y compelednos como Señora, hasta que
eficazmente queramos y obremos lo más perfecto y hallemos gracia en los ojos de
vuestro Santísimo Hijo, Señor nuestro. Rogad, Señora, por nosotros, y por todos
los que creen, confiesan y defienden el dogma de vuestra pura e inmaculada
Concepción, definido por el augusto Pontífice Rey y Vicario de Jesucristo, el
inmortal Pío IX,
vuestro hijo predilecto. Proteged a toda
la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, hoy perseguida y atacada por los
emisarios de Satanás, perversos y usurpadores. Proteged a todo el Episcopado y
clero católico, y a nuestros dignos Prelados; iluminad a los ciegos incrédulos,
sostened a los que padecen por vuestra causa, y dadnos a todos fuerza contra
vuestros enemigos para que, después de pelear con ánimo resuelto y alegre las
batallas del Señor en este mundo en que militamos como soldados de Cristo y
vuestros, vayamos a recibir algún día su bendición, y de vuestros divinos
labios una dulce sonrisa de aprobación que sea nuestra eterna recompensa. Amén.
INVOCACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
—Ave María Santísima, Señora nuestra, llena de
gracia, inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen. Por
esta infinita dignidad e incomparable prerrogativa vuestra, y por el singular
privilegio de vuestra purísima Concepción, os suplico, que pues el Padre, como
a Hija suya, os hizo poderosísima, que en vida y en muerte me libréis del poder
del Demonio. Amén.
Ave María y Gloria.
—Ave María Santísima, Señora nuestra, llena de
gracia, inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen. Por esta infinita dignidad e
incomparable prerrogativa vuestra, y por el singular privilegio de vuestra
purísima Concepción, os suplico, que pues el Hijo, como a Madre suya, os hizo
sapientísima, que me alcancéis de su Divina Majestad una Fe constante y una
esperanza firme, y que ni en vida ni en muerte me pueda pervertir alguna
ignorancia o error. Amén.
Ave María y Gloria.
—Ave María Santísima, Señora nuestra, llena de
gracia, inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen. Por esta infinita dignidad e
incomparable prerrogativa vuestra, y por el singular privilegio de vuestra
purísima Concepción, os suplico, que pues el Espíritu Santo, como a Esposa
suya, os enriqueció de una caridad inmensa, me alcancéis que mi corazón perpetuamente
se abrase en el fuego del amor divino. Amén.
Ave María y Gloria.
—Ave María Santísima, Señora nuestra, llena de
gracia, inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen. Por esta infinita dignidad e
incomparable prerrogativa vuestra, y por el singular privilegio de vuestra
purísima Concepción, os suplico, que, pues la Santísima Trinidad os hizo templo
suyo, sustentado sobre las columnas de las más sólidas virtudes, que me alcancéis
de su Divina Majestad que participando de vuestras virtudes, sea yo vivo templo
suyo en tiempo y eternidad. Amén.
Ave María y Gloria.
GOZOS EN HONOR A LA INMACULADA
CONCEPCIÓN
Todo
el mundo en general
Os
cante con alegría:
Sois
concebida, María,
Sin pecado
original.
Si
Dios legislador pudo
Dar
en la ley excepción,
Y
hacer que en la Concepción
Fueseis
la Vara sin nudo;
Armada
estáis con escudo
De
exenta en la Ley penal:
Sois
concebida, María,
Sin pecado
original.
Si
en gracia con su poder
Dios
a los Ángeles creó,
Esto
mismo ejecutó
En
vuestro primer ser;
Que
así quiso disponer
Vuestro
claustro virginal:
Sois
concebida, María,
Sin pecado
original.
Si
Vos fuisteis decretada
Ante
toda criatura,
Ya
quedasteis, Virgen Pura,
De
la culpa preservada,
Para
cerrarle la entrada
A
la Serpiente infernal:
Sois
concebida, María,
Sin pecado
original.
Si
en el diluvio se ve
Que
a todo el mundo anegó;
Y
no obstante se salvó
Solo
el Arca de Noé,
Verdadero
anuncio fue
Que
sois Arca Celestial:
Sois concebida, María,
Sin pecado original.
Si
viendo Moisés que ardía
La
zarza, y no se quemó,
Que
la culpa no os tocó
Confiesa
la Iglesia pía,
Porque
Dios, que os protegía,
Os
libró de incendio tal:
Sois
concebida, María,
Sin pecado
original.
Si
su corriente el Jordán
Pasando
el Arca, cortó,
Vuestra
Concepción pasó
Sin
las corrientes de Adán,
Que
su contagioso afán
Suspendió
reverencial:
Sois
concebida, María,
Sin pecado
original.
Si
aquel decreto de Asuero
No
se extendió con Ester,
Tampoco
a Vos comprender
En
el instante primero
Pudo
la culpa, ni el fuero
Del
decreto universal:
Sois
concebida, María,
Sin pecado
original.
Si
Dios como Omnipotente
Libró
vuestra Concepción,
Con
pía y acorde unión
Cantaremos
igualmente,
Diciendo
de gente en gente
Con
aplauso universal:
Sois
concebida, María,
Sin pecado
original.
Si
con tierna devoción
América
os ha elegido
Por
patrona y aplaudido
Del
Papa la decisión,
Sea
vuestra protección
Para
América especial.
Sois
concebida, María,
Sin pecado
original.
Árboles
de la montaña
Que
alzáis las copas al cielo
Nieves,
escarchas y hielo
Y
bramador vendaval.
Bendecid
a vuestra Reina
Y
repetid a porfía:
Sois
concebida, María,
Sin pecado
original.
Linda
flores de los valles
y
flores de los jardines
Violetas,
rosas y jazmines
De
blancura sin igual
Exhalad
blandos aromas
Y
repetid cada día:
Sois concebida,
María,
Sin pecado
original.
Estrellas
del firmamento
Blanca
luna, sol radiante,
Agua
clara del torrente
Tan
limpia como el cristal
Bendecid
al Dios del cielo
Y
repetid a porfía:
Sois
concebida, María,
Sin pecado
original.
Apacible
primavera
Crudo
invierno, ardiente estío
Fuego,
granizo y rocío
Y
asolador temporal
Ensalzad
a nuestra Madre
Repitiendo
a porfía:
Sois
concebida, María,
Sin pecado
original.
Pobres
ancianos, enfermos,
Y
jóvenes valerosos,
Niños
que dormís gozosos
Sobre
el pecho maternal,
Alzad
los ojos al Cielo
Y
repetid cada día:
Sois
concebida, María,
Sin pecado
original.
Almas
nobles fervorosas
En
el mundo desterradas,
Vírgenes
puras amadas
Del
monarca celestial,
Complaced
a vuestro Esposo
Repitiendo
cada día:
Sois concebida,
María,
Sin pecado
original.
Pueblos
todos de la tierra,
Señores
de las naciones,
Valerosos
campeones
De
este valle terrenal,
Doblad
con amor la frente
Y
repetid a porfía:
Sois
concebida, María,
Sin pecado
original.
Sacerdotes
del Eterno,
Pontífices,
Confesores
Y
santos habitadores
De
la Ciudad Eternal,
Repetid
mil y mil veces
Llenos
de santa alegría:
Sois
concebida, María,
Sin pecado
original.
Espíritus
soberanos
Que
cercáis nuestros altares,
Ofreced
nuestros cantares
Al
Rey del cielo inmortal,
Y
ensalzad a vuestra Reina
Repitiendo
cada día:
Sois
concebida, María,
Sin pecado
original.
Santa
Iglesia universal,
Repetid
con alegría:
Sois
concebida, María,
Sin pecado
original.
Por
la siguiente antífona y oración, el Papa Pablo V, mediante decreto del 10 de
Julio de 1615, concede 100 días de Indulgencia.
Antífona: Esta es la vara en la cual no hubo ni el
nudo del pecado original, ni la corteza de la culpa actual.
℣. En
tu Concepción, oh Virgen, fuiste Inmaculada;
℟. Ruega por nosotros al Padre, cuyo Hijo diste a luz.
ORACIÓN
¡Oh, Dios!, que
por la Inmaculada Concepción de la Virgen preparaste digna morada para tu Hijo;
rogámoste que, así como preservaste a Ella de toda mancha por la muerte
prevista de tu mismo Hijo, así también nos concedas que, mediante tu
intercesión, lleguemos limpios de toda culpa a tu presencia. Por el mismo
Jesucristo Nuestro Señor, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
En el nombre del Padre, y del
Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
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