lunes, 6 de diciembre de 2021

NOVENA EN HONOR DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA SANTÍSIMA. DÍA NOVENO.


 

Novena compuesta por un religioso del convento del Seráfico Padre San Francisco en Santa Fe de Bogotá en el año 1848, y reimpresa en 1906. Imprimátur de Mons. Juan Vicente Arbeláez Gómez, Arzobispo de Santa Fe de Bogotá, quien le concedió 80 días de Indulgencia a cada oración de la Novena.

 

 

COMENZAMOS: 29 de noviembre.

 

FINALIZAMOS: 7 de diciembre.

 

FESTIVIDAD: 8 de diciembre.

 

 

 

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

ACTO DE CONTRICIÓN

 

 

   Pésame, Señor, de todo corazón de haberos ofendido por ser Vos quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, y propongo firmemente la enmienda.

 

 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

 

 

   Soberana Señora, Emperatriz de los Cielos y tierra, Estrella refulgente del mar, que fija en los candores de vuestra Inmaculada pureza diriges los errados navegantes, hijos de Adán. Yo el más indigno de todos ellos, me postro ante tu Sagrada Imagen, venerándote en el primer instante de tu Purísima Concepción, desde el cual fuiste escogida para Madre de Dios y Virgen Purísima, y te suplico en esta novena, que consagro a tus aras, que te dignes de ser mi Madre, pues lo eres de todos los miserables hijos de Adán; y me alcances del trono de la Beatísima Trinidad pureza de intención y conformidad con su santísima voluntad, para que por vuestra santísima intercesión sean mis súplicas oídas de su piedad; y en especial, Señora, se digne concederme el remedio de esta especial necesidad que os manifiesta mi corazón, lo que con gran confianza espero de vuestras piedades para que, una vez conseguida, te rinda en esta vida las gracias, hasta que logre congratularte en la gloria eternamente. Amén.

 




 

DÍA NOVENO - 7 DE DICIEMBRE

 

   

MEDITACIÓN: «Yo soy la Inmaculada Concepción» (Palabras de Nuestra Señora en Lourdes).

 

 

Los fundamentos del muro de aquella Ciudad que vio San Juan, estaban adornados con todas las piedras preciosas. Es esta Ciudad, María Santísima, los muros, su fortaleza y seguridad; las piedras preciosas, su hermosura, alteza de santidad y dones, y su Concepción Purísima, que es el fundamento de todo lo cual hemos de contemplar, que desde el primer instante de su Concepción, fue adornada por la Beatísima Trinidad de todos los dones y virtudes que representan estas preciosas piedras, y le fueron conferidos los privilegios correspondientes: En la primera, que es el Jaspe, se le dio fortaleza y constancia para la ejecución de todas las virtudes en el grado más heroico que se puede considerar, y a esta correspondió el privilegio de superioridad e imperio sobre Lucifer y todos los infernales espíritus, para mandarlos y arrojarlos a los Infiernos, cuando la Reina gustase. En el segundo, que es el Zafiro, se le concedió una grandiosa serenidad y paz interior y exterior, para que, como Cielo inmutable, gozase de una paz serena y sin nubes ni turbación, y el privilegio correspondiente para comunicar sosiego y serenidad de entendimiento a quien se la pidiere por medio de su intercesión. En el Calcedonia, que fue la tercera, se le significó su Santísimo Nombre y las virtudes que tendría, no más que nombrado con reverencia, y el privilegio fue darle virtud a este nombre para desterrar las densas nubes de la infelicidad, y destruir los errores de las herejías, paganismo, idolatría y todas las dudas de la Fe Católica. En la cuarta, que fue la Esmeralda, se le comunicó gracia de amabilidad y dulzura devota, y por privilegio, que pudiese comunicar estas gracias a quien de veras la amase. En la quinta, que es el Sardonio, se le comunicó la similitud con su Santísimo Hijo, al privilegio de hacer por su intercesión eficaz con sus devotos, el valor de la Redención. En la sexta, que es el Sardio, se le comunicó el incendio del amor divino con que ardía incesantemente desde su Purísima Concepción, y el privilegio para dispensar el influjo del Espíritu Santo, su amor y sus dones, con todos los que por medio de esta Divina Señora le pidiesen. En la séptima, que es el Crisólito, se le comunicó amor a la Iglesia Militante y la ley de gracia, y el privilegio de alcanzar, a quien le llamare, gracia con que disponerse para recibir los Santos Sacramentos. En el octavo, que es el Berilo, se le comunicaron con singularidad las virtudes de Fe y Esperanza, y el privilegio de dar a sus devotos esfuerzo y paciencia en los trabajos. En la novena, que es el Topacio, la pureza de su virginidad perpetua, junto con el ser Madre de Dios, y el privilegio de ser maestra y guía de vírgenes y castas. En la décima, que fue el Crisopasa, se le concedió inmóvil firmeza en la esperanza, y el privilegio de que fuese eficaz medianera para sus devotos esta ciudad. En el undécimo, que fue el Jacinto, se le infundió un amor intensísimo de la Redención del linaje humano, y el privilegio de alcanzar el fruto de la Redención para los pecadores que la llamasen de veras. En la duodécima, que fue la Amatista, se le dio virtud para afligir con su presencia a los demonios, y el privilegio de expelerlos de los cuerpos humanos, con la invocación de su Santísimo Nombre. Todas las criaturas te alaben por todos los siglos. Amén.

 

    

—Rezar nueve Avemarías contemplando este Misterio.

 

 

 

ORACIÓN PARA EL DÍA NOVENO.

 

 

¡Bellísima soberana de nuestras almas! ¡Brillante estrella que nos guías en el tempestuoso mar de esta vida! ¡Lucero hermoso de la mañana, que os anticipáis risueña a la luz del claro Sol de justicia, anunciándonos sus misericordias y sus bondades! ¡Mensajero bendito de paz, anuncio de alegría! Vuestros somos, Madre amabilísima, y deseamos serlo por toda la eternidad, especialmente los que devotos y amantes hemos llegado al fin de este Novenario, que rendidos os hemos ofrecido en prueba de amor y fidelidad. Y pues tan próspera sois, y tan poderosa con su Alteza: os suplicamos, Señora, miréis con ojos de misericordia a vuestros siervos pobres y miserables, y con los dones que el Señor puso en vuestras manos para distribuirlos a los necesitados, reparad nuestra vileza, enriqueced nuestra desnuda pobreza, y compelednos como Señora, hasta que eficazmente queramos y obremos lo más perfecto y hallemos gracia en los ojos de vuestro Santísimo Hijo, Señor nuestro. Rogad, Señora, por nosotros, y por todos los que creen, confiesan y defienden el dogma de vuestra pura e inmaculada Concepción, definido por el augusto Pontífice Rey y Vicario de Jesucristo, el inmortal Pío IX, vuestro hijo predilecto.  Proteged a toda la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, hoy perseguida y atacada por los emisarios de Satanás, perversos y usurpadores. Proteged a todo el Episcopado y clero católico, y a nuestros dignos Prelados; iluminad a los ciegos incrédulos, sostened a los que padecen por vuestra causa, y dadnos a todos fuerza contra vuestros enemigos para que, después de pelear con ánimo resuelto y alegre las batallas del Señor en este mundo en que militamos como soldados de Cristo y vuestros, vayamos a recibir algún día su bendición, y de vuestros divinos labios una dulce sonrisa de aprobación que sea nuestra eterna recompensa. Amén.

 



INVOCACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

 

 

—Ave María Santísima, Señora nuestra, llena de gracia, inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen. Por esta infinita dignidad e incomparable prerrogativa vuestra, y por el singular privilegio de vuestra purísima Concepción, os suplico, que pues el Padre, como a Hija suya, os hizo poderosísima, que en vida y en muerte me libréis del poder del Demonio. Amén. Ave María y Gloria.

 

 

—Ave María Santísima, Señora nuestra, llena de gracia, inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen. Por esta infinita dignidad e incomparable prerrogativa vuestra, y por el singular privilegio de vuestra purísima Concepción, os suplico, que pues el Hijo, como a Madre suya, os hizo sapientísima, que me alcancéis de su Divina Majestad una Fe constante y una esperanza firme, y que ni en vida ni en muerte me pueda pervertir alguna ignorancia o error. Amén. Ave María y Gloria.

 

—Ave María Santísima, Señora nuestra, llena de gracia, inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen. Por esta infinita dignidad e incomparable prerrogativa vuestra, y por el singular privilegio de vuestra purísima Concepción, os suplico, que pues el Espíritu Santo, como a Esposa suya, os enriqueció de una caridad inmensa, me alcancéis que mi corazón perpetuamente se abrase en el fuego del amor divino. Amén. Ave María y Gloria.

 

—Ave María Santísima, Señora nuestra, llena de gracia, inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen. Por esta infinita dignidad e incomparable prerrogativa vuestra, y por el singular privilegio de vuestra purísima Concepción, os suplico, que, pues la Santísima Trinidad os hizo templo suyo, sustentado sobre las columnas de las más sólidas virtudes, que me alcancéis de su Divina Majestad que participando de vuestras virtudes, sea yo vivo templo suyo en tiempo y eternidad. Amén. Ave María y Gloria.

 

 

 

GOZOS EN HONOR A LA INMACULADA 

CONCEPCIÓN

 

 

Todo el mundo en general

Os cante con alegría:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

 

Si Dios legislador pudo

Dar en la ley excepción,

Y hacer que en la Concepción

Fueseis la Vara sin nudo;

Armada estáis con escudo

De exenta en la Ley penal:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

 

Si en gracia con su poder

Dios a los Ángeles creó,

Esto mismo ejecutó

En vuestro primer ser;

Que así quiso disponer

Vuestro claustro virginal:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

  

Si Vos fuisteis decretada

Ante toda criatura,

Ya quedasteis, Virgen Pura,

De la culpa preservada,

Para cerrarle la entrada

A la Serpiente infernal:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

 

Si en el diluvio se ve

Que a todo el mundo anegó;

Y no obstante se salvó

Solo el Arca de Noé,

Verdadero anuncio fue

Que sois Arca Celestial:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

  

Si viendo Moisés que ardía

La zarza, y no se quemó,

Que la culpa no os tocó

Confiesa la Iglesia pía,

Porque Dios, que os protegía,

Os libró de incendio tal:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

 

Si su corriente el Jordán

Pasando el Arca, cortó,

Vuestra Concepción pasó

Sin las corrientes de Adán,

Que su contagioso afán

Suspendió reverencial:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

 

Si aquel decreto de Asuero

No se extendió con Ester,

Tampoco a Vos comprender

En el instante primero

Pudo la culpa, ni el fuero

Del decreto universal:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

 

Si Dios como Omnipotente

Libró vuestra Concepción,

Con pía y acorde unión

Cantaremos igualmente,

Diciendo de gente en gente

Con aplauso universal:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

 

Si con tierna devoción

América os ha elegido

Por patrona y aplaudido

Del Papa la decisión,

Sea vuestra protección

Para América especial.

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

    

Árboles de la montaña

Que alzáis las copas al cielo

Nieves, escarchas y hielo

Y bramador vendaval.

Bendecid a vuestra Reina

Y repetid a porfía:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

 

Linda flores de los valles

y flores de los jardines

Violetas, rosas y jazmines

De blancura sin igual

Exhalad blandos aromas

Y repetid cada día:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

 

Estrellas del firmamento

Blanca luna, sol radiante,

Agua clara del torrente

Tan limpia como el cristal

Bendecid al Dios del cielo

Y repetid a porfía:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

  

Apacible primavera

Crudo invierno, ardiente estío

Fuego, granizo y rocío

Y asolador temporal

Ensalzad a nuestra Madre

Repitiendo a porfía:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

 

Pobres ancianos, enfermos,

Y jóvenes valerosos,

Niños que dormís gozosos

Sobre el pecho maternal,

Alzad los ojos al Cielo

Y repetid cada día:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

 

Almas nobles fervorosas

En el mundo desterradas,

Vírgenes puras amadas

Del monarca celestial,

Complaced a vuestro Esposo

Repitiendo cada día:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

 

Pueblos todos de la tierra,

Señores de las naciones,

Valerosos campeones

De este valle terrenal,

Doblad con amor la frente

Y repetid a porfía:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

 

Sacerdotes del Eterno,

Pontífices, Confesores

Y santos habitadores

De la Ciudad Eternal,

Repetid mil y mil veces

Llenos de santa alegría:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

 

Espíritus soberanos

Que cercáis nuestros altares,

Ofreced nuestros cantares

Al Rey del cielo inmortal,

Y ensalzad a vuestra Reina

Repitiendo cada día:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

 

Santa Iglesia universal,

Repetid con alegría:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

 

 

Por la siguiente antífona y oración, el Papa Pablo V, mediante decreto del 10 de Julio de 1615, concede 100 días de Indulgencia.

 

 

Antífona: Esta es la vara en la cual no hubo ni el nudo del pecado original, ni la corteza de la culpa actual.

 

. En tu Concepción, oh Virgen, fuiste Inmaculada;

. Ruega por nosotros al Padre, cuyo Hijo diste a luz.

 

 

ORACIÓN

 

   ¡Oh, Dios!, que por la Inmaculada Concepción de la Virgen preparaste digna morada para tu Hijo; rogámoste que, así como preservaste a Ella de toda mancha por la muerte prevista de tu mismo Hijo, así también nos concedas que, mediante tu intercesión, lleguemos limpios de toda culpa a tu presencia. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

  


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