Venerada desde
la época Virreinal, la Virgen de la Bala es considerada el cuarto baluarte que
custodia la Ciudad de México, pues su devoción surge en el pueblo de
Iztapalapa, al oriente de la capital y es considerada intercesora de los
matrimonios, pues existen testimonios de personas que han acudido a Ella
solicitándole su ayuda para resolver problemas conyugales, obteniendo la
reconciliación y la unión familiar como respuesta a sus plegarias.
Esta pequeña imagen
de la Inmaculada Concepción de María, perteneció a un matrimonio que radicaba
en Iztapalapa en el siglo XVII. Esta pareja se distinguía por vivir en
armonía y ser ejemplo de un amor sincero, hasta que un día, el marido comenzó a
desconfiar de su mujer, hasta sentir celos enfermizos.
Cegado por el odio y la
desconfianza, el hombre tomó una pistola y disparó contra la mujer, pero ella,
como único medio de defensa tomó la pequeña imagen de la Virgen para usarla
como escudo implorando su protección en defensa de su inocencia. Después del
disparo, la bala quedó encajada en la peana de la Virgen sin siquiera
astillarla y quedó tan bien encajada que, aunque se mueve no se ha podido
sacar, comprobando así la fidelidad de su esposa, a quien acusaba injustamente.
Fue así como se le empezó a conocer con el nombre de la Virgen de la Bala.
Después de su primer milagro, la sagrada
imagen fue entregada a las autoridades religiosas, quienes la sortearon, según
cuenta la tradición, entre las iglesias de la Ciudad de México, resultando
ganador el templo del hospital para leprosos de San Lázaro, lugar donde la
Virgen obró el milagro de devolverle la vida a una mujer que estaba siendo
velada. Otro de los grandes milagros registrados ocurrió en 1666, cuando una
mujer que tenía problemas para dar a luz a dos bebés, logró arrojarlos por la
boca por intervención de la Virgen de la Bala.
Entre 1736 y 1737 una mortal epidemia de
tifo azotó la Ciudad de México, causando la muerte de miles de personas y se
dice que fue la Virgen de la Bala una de las imágenes milagrosas que ayudó a
mitigar la peste, razón por la que se le empezó a
considerar la cuarta defensora de la ciudad junto con la Virgen de Guadalupe,
la Virgen de los Remedios y Nuestra Señora de la Piedad.
Con la supresión del hospital de San Lázaro
y el cierre de su templo, la Virgen de la Bala fue trasladada al templo del
Hospital de Jesús Nazareno, donde permaneció hasta 1901 cuando fue robada
ignorándose su paradero hasta 1913, cuando el presbítero Rosendo Pérez Yiestra,
Párroco de la iglesia de San Lucas Evangelista del pueblo de Ixtapalapa, la
encontró en el Monte de Piedad y tras pagar
el empeño, logró rescatar la sagrada imagen y la devolvió a Iztapalapa
donde inició su culto.
Sin embargo, durante
mucho tiempo se creyó que la imagen seguía perdida, pero gracias al trabajo de
la Cofradía de la Virgen de la Bala, su devoción ha vuelto a cobrar fuerza y
año con año, el 8 de mayo y el 8 de diciembre, celebran la fiesta de la Virgen
de la Bala con una misa en el Santuario del Señor de la Cuevita, hoy Catedral
de Iztapalapa.
En estos tiempos en que la violencia azota a
nuestro país, la Virgen de la Bala se ha convertido en un símbolo de
protección, principalmente de los soldados y policías que acuden a Ella para
que los libre del peligro y de la muerte, sobre todo aquellos que están
involucrados en misiones especiales en la lucha contra el narcotráfico y la
delincuencia.
El 4 de noviembre
de 2019, la Virgen de la Bala fue nombrada Patrona de la Nueva Diócesis de
Iztapalapa con el título de La Virgen Inmaculada de Iztapalapa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario