miércoles, 21 de mayo de 2025

MES DE MARÍA MEXICANO o sea LAS FLORES DE MAYO CONSAGRADAS A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA. (1868). DÍA 20.

 


Por Lucio Marmolejo.

Decretado por Lllmo. Sr. Lic. D. Clemente de Jesús Munguía, Obispo de Michoacán, así lo decretó y firmó. México 26 de Diciembre de 1851.

Librería de Rosa y Bouret, 18 calle San José el Real 18. 1868. Propiedad de los editores



DÍA VEINTE: 20 de mayo.

 

Visita a la Imagen de NUESTRA SEÑORA DEL RAYO, que se venera en el convento de Jesús-María en la ciudad de Guadalajara.

 


   El convento de religiosas de Jesús-María en la ciudad de Guadalajara, fué en su origen solamente un colegio de niñas, y en él había una Imagen de la Santísima Virgen, representando su gloriosa Asunción a los cielos; pero cuando las religiosas dominicas fundaron allí su convento, lo cual fué el 30 de Mayo de 1722, quedó la Santa Imagen, convertida en Efigie de Nuestra Señora del Rosario.

   Las religiosas la tenían colocada en la cabecera de un ambulatorio, que quedaba sobre la portería del convento, y en la noche del día 12 de Agosto de 1808 cayó sobre ella un rayo, que la puso enteramente negra. Al estruendo terrible que produjo el rayo, acudió el capellán de las monjas, y cuando estas bajaron a la portería para abrirle, notaron que la puerta estaba cubierta de peñascos, cal, tierra y otra multitud de escombros, por lo que suplicaron al capellán que al día siguiente mandara unos peones que la desembarazaran. Fueron en efecto los peones; pero al ir a comenzar su obra, se llenaron de admiración y de pasmo, porque no pudieron comprender de dónde provenía aquella grande multitud de escombros, pues las bóvedas y paredes estaban intactas y sin la más pequeña lesión; y entonces fué también cuando notaron que estaba del todo ennegrecida la Santa Imagen, que comenzó desde luego a ser advocada con el título de Nuestra Señora del Rayo, y a cuya intercesión atribuyeron todos el prodigio que acabamos de referir.



   El señor gobernador de la Mitra mandó que, al siguiente día, 14 de Agosto, se dijese una misa solemne en acción de gracias a Nuestra Señora del Rayo, en la iglesia del convento. En ese mismo día un eclesiástico enfermo pidió y consiguió que le llevaran a su casa la prodigiosa Imágen, y el día 15 la volvió al convento, mandando que a sus expensas se le dijera otra misa solemne, en agradecimiento de que le había dado salud. Entonces las monjas, llenas ya de veneración hacia la Santa Imágen, la colocaron en el coro bajo, y allí permaneció todavía ennegrecida, hasta el 17 del mismo mes; en este día, cuando las monjas iban a rezar el Oficio divino, se adelantó una de ellas, y vio todo el coro lleno de una luz vivísima, cuyo origen no podía descubrir, hasta que buscando la Imágen, no vio más que una luz todavía mas viva, que circuía el espacio que debía ocupar la estatua. Otras muchas monjas que sucesivamente entraron, presenciaron también el prodigio, y cuando acabaron de entrar, desapareció la luz, y vieron todas penetradas de admiración y de reconocimiento que la Santísima Imágen estaba completamente renovada, tan blanca, tan agraciada y tan hermosa como hasta el día se conserva. La noticia de tan asombroso acontecimiento, se divulgó luego por toda la ciudad de Guadalajara, y los habitantes acudían en multitud a venerar la Sacratísima Imágen. A poco tiempo se le dedicó una decente capilla en el interior del convento, y de allí se lleva a la iglesia grande, para la solemne función que anualmente se le hace el día 17 de Agosto.




   Es la Imágen de talla, y su tamaño como de una vara; tiene en sus brazos un hermoso Niño, y toda su actitud es como de Virgen del Rosario, con cuyo título se advocaba, según dijimos ya; y está vestida de talla, pero encima se le acomodan ricos y hermosos trajes de tela.

   Todos los habitantes de aquella ciudad experimentaron luego la protección y amparo de María Santísima en esta su prodigiosa Imágen, siendo muchísimos los portentos que ha obrado en su favor, de los cuales referiremos los siguientes:

   Había en el mismo convento de Jesús-María una Monja llamada Sor María de Jesús, que hacía muchos años que estaba enteramente paralítica. Una ocasión, después de la fiesta que, según se dijo ya, se hace anualmente a Nuestra Señora del Rayo el día 17 de Agosto, llevaron la Santa Imágen al coro bajo, y la pusieron en el suelo sobre una alfombra para poderla desnudar con comodidad; pero la religiosa que siempre había estado encargada de hacerlo, llamada Sor María Engracia, sin saber ella misma la causa, no se atrevió a desnudar a la Santísima Virgen aquel día, sino que se quedó hasta el siguiente en el lugar dicho. Entonces Sor María de Jesús pidió que la llevaran al coro, y la pusieran a los pies de la Santísima Imágen: se le concedió, y allí permaneció hasta la hora de comer; pero ella no quiso ir a hacerlo, sino que suplicó que la dejaran sola con Nuestra Señora; y cuando las monjas salieron del refectorio, encontraron a Sor María de Jesús completamente buena, y corriendo llena de gozo por los ambulatorios; la hicieron entonces vestir con la debida decencia, fué a dar gracias a Dios con toda la comunidad, y ella misma bajó abrir la portería a los señores canónigos Padilla, Tovar y Ramírez, que fueron comisionados por el Lllmo. Sr. Obispo de Guadalajara para cerciorarse por sí mismo del prodigio.

   Doña N. Gómez, también tullida hacía muchos años, vivía frente al convento de Jesús María, y una ocasión, al tiempo que Nuestra Señora del Rayo salía de la Iglesia para la portería del convento, después de su función anual, la invocó dicha señora con mucha fe, y sintió luego que la bañaba un copiosísimo sudor; salió como maquinalmente de la cama, y ya completamente buena, se arrodilló en el balcón para dar gracias a la Virgen, que en aquel momento se hallaba con el rostro vuelto hacia el balcón.

   Hace muy pocos años que D. Mariano Castillo también estaba paralítico hacía más de cinco años, en términos de que estaba obligado a tener las rodillas junto a la boca, sin poderse siquiera sentar en alto; de suerte que después de haber visto a casi todos los médicos, resolvió ya no volverse a curar. Un día, estando muy afligido, rogó de todo corazón y con grande confianza a Nuestra Señora del Rayo, que le diera la salud; sintió luego que comenzaba a sudar abundantemente, y ya pudo sentarse en una silla baja, después pudo también hacerlo en una más alta, y por fin, se vio completamente bueno.

 

VIDA DE MARÍA

María durante la predicación del Salvador.

 


   Apenas hizo María Santísima a Jesucristo que obrara el primer milagro en las bodas de Caná, cuando se retira a su albergue de Nazareth, desde donde escucha únicamente la voz de la fama que pregona las glorias de su Hijo Santísimo. Pero esta Virgen admirable, no por eso va en busca de Jesús para participar de su encumbramiento, no la mueve siquiera una vana curiosidad, sino que permanece en su retiro con la abnegación más completa y absoluta, con la modestia más grande y asombrosa. Siempre que Jesús padece, María lo acompaña; siempre que la gloria lo encumbra, María se retira; María huye del Tabor, y busca ansiosa el Calvario. ¡Oh incomprensible y nunca bien ponderada modestia! ¡oh ejemplo, que, si la imitáramos, pudiera hacernos felices en el tiempo y en la eternidad!


RETIRO DE MARÍA

María, bellísimo Alhelí.

(Cheirantus cheiri)


 

   Se propaga lozano el alhelí en parajes los más apartados y solitarios, con lo cual nos simboliza muy bien el retiro de María Santísima durante la predicación de su Divino Hijo; ya vemos el alhelí en las hendeduras de rocas solitarias, ya en las desiertas paredes de edificios arruinados, y desde esa altura contempla, no obstante, su aislamiento, lo que pasa en torno; así como María, que desde su oculto albergue contempla todos los pasos de su Hijo; adherido el alhelí a las paredes o a las rocas, solo se ostenta en los jardines, arrancado de allá por la mano del hombre, por lo cual los poetas lo hacen simbolizar la fidelidad en la desgracia; y todavía en esto vemos a María unida siempre con su Hijo en todas sus desgracias y oculta y retirada en sus encumbramientos; y si alguna muy rara vez se presentó cuando Jesús era glorificado, fué porque fué llamada, o porque la condujo una mano superior.

 



ORACIÓN


   ¡Humildísima y modestísima Virgen María, mi Señora! hoy te contemplamos admirados en tu oculto albergue durante la gloriosa predicación de tu Santísimo Hijo, y te rogamos con el mayor encarecimiento, que te dignes hacernos fieles imitadores del ejemplo que con esto nos diste, haciéndonos conocer la vanidad de las perecederas glorias del mundo, para que las huyamos, y en su lugar abracemos la Cruz de Jesucristo; y para conseguir esto, envía sobre nuestros corazones un rayo de la divina gracia para que los renueve, destruyendo enteramente al hombre viejo, asi como renovaste a tu Sagrada Imagen del Rayo, y entonces, cumpliendo en esta vida con la ley de Dios, iremos a la otra a bendecirte y acompañarte por todos los siglos de los siglos. Amén.

 

ORACIÓN

Que se dirá todos los días antes de la meditación.

 


   Advierte, alma mía, que estás en la presencia de Dios, mas íntimamente presente a Su Majestad, que a ti misma. Está mirando él Señor todos tus pensamientos, afectos y movimientos interior y exteriormente. Lo que eres delante de Dios, eso eres y nada más: pobre, miserable é inmunda, con la abominable lepra de todos los pecados con que has ofendido hasta aquí su infinita bondad. Pero el Señor, obligado del peso de su misma infinita misericordia, desea más que tú misma darte el perdón general de todas tus culpas y el logro de esta meditación. ¿Qué hicieras, si supieras que era la última de tu vida? Puede ser que no tengas otra de tiempo tan oportuno. Ahora puedes conseguir con un pequé de corazón, lo que no conseguirán con eterno llanto los condenados en el infierno, que es el perdón de tus pecados. Alerta, pues: no pierdas tiempo tan precioso, por amor de Dios.

 

   Creo, Señor, que estáis íntimamente presente a mi corazón. Os doy las gracias por los innumerables beneficios que he recibido, y recibo en cada instante, de vuestra infinita liberalidad y misericordia, especialmente porque me habéis conservado hasta aquí la vida, habiendo yo merecido tantas veces las penas del infierno por mis pecados. Concededme, Padre amorosísimo, un corazón agradecido a vuestras grandes misericordias, y el logro de esta meditación, a mayor honra y gloria vuestra y bien de mi alma. Esté yo en vuestra divina presencia con la humildad, atención y reverencia de alma y cuerpo que corresponde en una vilísima criatura, cual yo soy, que tantas veces os ha despreciado con ofenderos en vuestra misma presencia. Detesto de todo corazón mis pasadas ingratitudes; las aborrezco, por ser ofensas de vuestra infinita bondad: me pesa en el alma de haberos ofendido, por ser quien sois. Quisiera deshacer todos mis pecados, por ser desprecio de un Dios infinitamente bueno. Dadme, Criador y Dueño mío amabilísimo, verdadera contrición de todos mis pecados, y propósito firmísimo de la enmienda.

 

   Bien conozco que no hay en mí otra cosa que la nada, y sobre la nada el pecado. No soy en vuestra divina presencia más que un condenado, y condenado tan innumerables veces, cuantas he repetido las ofensas de vuestra infinita bondad. Compadeceos, Dios mío, de mis tinieblas: no permitáis que pierda tiempo tan oportuno. Enseñadme a tener oración; regid mi memoria; alumbrad mi entendimiento; moved mi voluntad. Obligaos de vuestra misma bondad y de los méritos infinitos de vuestra Santísima vida, pasión y muerte, y de los méritos é intercesión de vuestra Santísima Madre. Poned, Señora, en mi corazón aquellos pensamientos, afectos y determinaciones que son del agrado de vuestro Santísimo Hijo.



MEDITACIÓN

 

1º—Contemplemos admirados la belleza de María: observémosla cerca del Salvador siempre que padece, desde Belén hasta el Calvario, y lejos de su Majestad siempre que es enaltecido.

 

2º—Imitemos tan santo ejemplo, seguros de que, al hacerlo, marchamos por el único camino que puede conducirnos a la felicidad eterna y aun temporal, pues las glorias y grandezas del mundo no son más que humillaciones y pesares, y su persecución una dicha muy grande, porque no puede tocar ni el alma ni el corazón.

 

3º—Continuemos pensando en la vanidad de las glorias del mundo, recordando todos los placeres, de cualquiera especie que sean, todas las riquezas, todas las elevaciones, y, en suma, todos los que el mundo llama bienes que hayamos tenido en la vida, y veremos que son más deleznables que la arena, mas fugaces que el relámpago, etc.

 

ORACIÓN

Que se dirá todos los días después de la Meditación.

 


   ¡Clementísimo Dios y Señor de mi corazón! ¡dulcísimo Jesús mío! ¡sacramentado dueño de mi alma! Os doy las gracias con todo el afecto de mi pobre corazón, porque me habéis concedido este tiempo para que medite. Perdonad, Señor, las distracciones, negligencias, flojedad y todos los demás defectos en que he incurrido en esta Meditación: quedo en ella convencido.... y resuelto.... Conozco que todos mis pecados, aunque tan enormes, no pueden extinguir vuestra infinita bondad: en ella espero firmemente que me habéis de ayudar con vuestra gracia, para que eternamente os ame, os sirva, conozca y ponga por obra vuestra santísima voluntad. Asi lo espero de vuestra infinita piedad y misericordia, y de los méritos y poderosísima intercesión de vuestra Santísima Madre.

 

—Ave María.


CANTO

 


Ya predica Jesús el Evangelio,

Asombrando los cielos y la tierra,

Y al hondo y fiero abismo

Que le hace cruda pero inútil guerra.

A su palabra santa

El ciego ve la luz, anda el tullido,

Tiene consuelo el misero afligido,

Y las puertas quebranta

El muerto del sepulcro, y se levanta;

Y toda la natura reverente

A Jesús obedece prontamente,

Y victoria a victoria

En su carrera espléndida eslabona;

Y viendo tanta gloria

Cantos el pueblo en su loor entona,

Y de David el grande

Ceñirle quiere la imperial corona.

¿Y en medio a tanta dicha,

A tanto aplauso y á victoria tanta,

Irá su Madre Santa

Compartiendo con él esa ventura,

Como partiera siempre la amargura?

No, que humilde y modesta

Bien sabe que la gloria es humo vano,

Que se disipa luego

Cual de relámpago el violento fuego;

Y vive en su retiro solitario,

Que vuelvan, esperando,

Los tiempos de pesares para su Hijo,

Y de dolor entonces espirando,

De verla habremos con afán prolijo

En las sangrientas rocas del Calvario.

 

PRÁCTICA PARA MAÑANA

 

   Pronuncia respetuosamente el nombre de María, siempre que oigas dar alguna hora.

 

martes, 20 de mayo de 2025

MES DE MARÍA MEXICANO o sea LAS FLORES DE MAYO CONSAGRADAS A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA. (1868). DÍA 19.

 


Por Lucio Marmolejo.

Decretado por Lllmo. Sr. Lic. D. Clemente de Jesús Munguía, Obispo de Michoacán, así lo decretó y firmó. México 26 de Diciembre de 1851.

Librería de Rosa y Bouret, 18 calle San José el Real 18. 1868. Propiedad de los editores


DÍA DIEZ Y NUEVE: 19 de mayo.

 

Visita a la Imagen de la PURÍSIMA CONCEPCIÓN DE NUESTRA SEÑORA, que se venera en la iglesia de San Diego en la ciudad de Guanajuato.

 


   Existe en una hermosa capilla de la iglesia del convento de San Diego, en la ciudad de Guanajuato, una muy bella y venerada Imagen de María Santísima, en el misterio de su inmaculada Concepción, la cual es objeto de un tierno y reverente afecto de parte de los religiosos y de todos los guanajuatenses, por los muchos beneficios que el Señor se ha dignado concederles por su medio.



   Fué hecha esta sagrada Imagen y colocada en la dicha iglesia de San Diego, según se cree, en la primera mitad del pasado siglo, y en todo el largo espacio de tiempo que desde entonces ha trascurrido, no ha desmentido un punto su benéfico patrocinio. Desde luego fué muy venerada por todas las principales familias de Guanajuato; y muy especialmente por la del conde de Valenciana, insigne bienhechor del convento de San Diego, en cuya casa era siempre la Santa Imagen suntuosamente adornada para sus festividades, y de cuya mano recibió la Señora valiosos presentes. Fué luego propiedad del venerable religioso Fr. Manuel Méndez, quien trabajó en gran manera en promover su culto, y murió en opinión de santidad, descansando su cuerpo no lejos de su querida Imágen. La experiencia de los beneficios que el Señor concedía por su medio, hizo que se le dedicase la decente capilla en que hoy se venera, y es la que queda junto al presbiterio, en el lado del Evangelio; pero ahora no se encuentra como al principio estaba, pues el celo de otro religioso, no menos devoto que el anterior de esta sagrada Imágen, el R. P. Fr. José Luis de la Purísima Concepción Sánchez, hizo en estos últimos tiempos una espléndida reforma en la capilla, en donde se colocó de nuevo la Señora el día 2 de Febrero de 1847.





   Es la Imágen de talla, y su estatura como de siete cuartas; tiene el rostro sumamente bello y respetable, las manos juntas sobre el pecho y toda la postura muy natural y muy apacible; está parada sobre un globo o mundo, quebrantado la cabeza de la serpiente; a su diestra, y unido con su sagrado vientre, tiene un hermoso sol, que representa al Sol Divino de Justicia, que llevó allí por nueve meses, y su venerable cabeza, ligeramente inclinada a la derecha, se ostenta rodeada de estrellas; está colocada en un bello panteón, que queda debajo de una primorosa cúpula; y de allí se saca anualmente y se lleva a la iglesia grande, para la función y procesión que se le hace el día 8 de Diciembre, a la cual precede un decente Novenario.



   Observaremos, por último, para la mayor veneración de esta soberana Imágen, que admira en gran manera, que en mucho más de cien años que tiene de construida, no haya recibido de la mano del tiempo ni la más leve lesión, ni la más pequeña injuria, conservándose tan intacta y tan nueva en la apariencia, como al salir de manos del escultor; lo cual hacemos notar, porque aunque hay otras insignes Imágenes, que tienen mucho más tiempo que la que nos ocupa, y en las cuales se admira justamente como prodigiosa su conservación, se les nota generalmente algún ligero detrimento, o al menos apagada la primitiva tez; y no así en la presente, a quien pedimos que nos de la gracia de Dios, y conserve después nuestra alma en ese dichoso estado, sin que puedan quitárselo ni el tiempo ni los enemigos de nuestra salvación.

 

VIDA DE MARÍA

María en las bodas de Caná.

 



   Cumplió Jesús treinta años, y quiso luego revelarse al mundo, y aparece por primera vez en público, acompañado de su bendita Madre, presentándose en el festín de unas bodas en Caná de Galilea. ¡Oh! de qué modo tan admirable y tan consolador brilló allí la misericordia de María; observó luego esta admirable Virgen, que faltaba el vino a los esposos, y pide un milagro a su Hijo Omnipotente, diciéndole: «No tienen vino». Jesús le contesta con aparente dureza; pero concede luego lo que se le pide, y María, que lo comprende así, previene a los criados y servidores, diciéndoles: «Haced todo lo que os diga». Y llenando de agua, por orden del Salvador, seis tinajas que allí había, quedó en el momento el agua convertida en un rico y exquisito vino.

 

MISERICORDIA DE MARÍA

María, hermosísima flor de Caracol.

(Vigna caracalla)

 



   Hermoso símbolo de la misericordia de María, nos ofrece hoy la linda planta del caracol, pues si observamos la manera íntima con que estrecha sus volubles y trepadores lazos con el tronco a que se une, recordaremos luego cómo se estrecha una alma misericordiosa, y en especial María, con la persona que proteje; si vemos cómo forma sombra y libra de las intemperies a las pequeñas plantas que nacen en torno, cubriéndolas con un doble toldo de hojas y de flores, hallaremos un símil de la misericordiosa María, que cubre con su manto a sus pequeños hijos; por último, si observamos lo numeroso de las flores del caracol, su colocación, que las deja expuestas a las inclemencias del tiempo, cuando otras plantas quedan defendidas por ellas, y lo suave y apacible de su color y de su aroma, hallaremos en todo a la misericordiosa María, dando numerosos pasos en favor de los esposos de Caná, y de todos los pecadores, exponiéndose ella misma a la dura respuesta del Salvador, por librar de un sonrojo a los esposos; y suave y apacible por su misericordia, más que todos los demás seres creados del cielo y de la tierra.

 


ORACIÓN

 

   ¡Misericordiosísima Virgen Maria, mi Señora! es grande e inexplicable el consuelo que experimentamos al contemplarte en las bodas de Caná, tan compasiva y tan piadosa; los esposos estaban expuestos únicamente a un sonrojo temporal, y, sin embargo, tu amorosa piedad no permitió que lo pasaran, porque inmediatamente intercediste con tu Divino Hijo para que lo evitara. Nosotros, ¡oh gran Señora! estamos expuestos a la eterna perdición, ¿cómo, pues, nos había de desamparar tu incomparable misericordia? De ninguna manera; antes bien, tu poderoso brazo será nuestra guía en la tempestad de la vida, como lo es de la ciudad de Guanajuato por la Santa Imágen de tu Purísima Concepción, a quien hemos consagrado el presente día; y entonces saldremos libres al puerto de la bienaventuranza eterna, en donde te alabaremos y bendeciremos por todos los siglos de los siglos. Amén

 


ORACIÓN

Que se dirá todos los días antes de la meditación.

 


   Advierte, alma mía, que estás en la presencia de Dios, mas íntimamente presente a Su Majestad, que a ti misma. Está mirando él Señor todos tus pensamientos, afectos y movimientos interior y exteriormente. Lo que eres delante de Dios, eso eres y nada más: pobre, miserable é inmunda, con la abominable lepra de todos los pecados con que has ofendido hasta aquí su infinita bondad. Pero el Señor, obligado del peso de su misma infinita misericordia, desea más que tú misma darte el perdón general de todas tus culpas y el logro de esta meditación. ¿Qué hicieras, si supieras que era la última de tu vida? Puede ser que no tengas otra de tiempo tan oportuno. Ahora puedes conseguir con un pequé de corazón, lo que no conseguirán con eterno llanto los condenados en el infierno, que es el perdón de tus pecados. Alerta, pues: no pierdas tiempo tan precioso, por amor de Dios.

 

   Creo, Señor, que estáis íntimamente presente a mi corazón. Os doy las gracias por los innumerables beneficios que he recibido, y recibo en cada instante, de vuestra infinita liberalidad y misericordia, especialmente porque me habéis conservado hasta aquí la vida, habiendo yo merecido tantas veces las penas del infierno por mis pecados. Concededme, Padre amorosísimo, un corazón agradecido a vuestras grandes misericordias, y el logro de esta meditación, a mayor honra y gloria vuestra y bien de mi alma. Esté yo en vuestra divina presencia con la humildad, atención y reverencia de alma y cuerpo que corresponde en una vilísima criatura, cual yo soy, que tantas veces os ha despreciado con ofenderos en vuestra misma presencia. Detesto de todo corazón mis pasadas ingratitudes; las aborrezco, por ser ofensas de vuestra infinita bondad: me pesa en el alma de haberos ofendido, por ser quien sois. Quisiera deshacer todos mis pecados, por ser desprecio de un Dios infinitamente bueno. Dadme, Criador y Dueño mío amabilísimo, verdadera contrición de todos mis pecados, y propósito firmísimo de la enmienda.

 

   Bien conozco que no hay en mí otra cosa que la nada, y sobre la nada el pecado. No soy en vuestra divina presencia más que un condenado, y condenado tan innumerables veces, cuantas he repetido las ofensas de vuestra infinita bondad. Compadeceos, Dios mío, de mis tinieblas: no permitáis que pierda tiempo tan oportuno. Enseñadme a tener oración; regid mi memoria; alumbrad mi entendimiento; moved mi voluntad. Obligaos de vuestra misma bondad y de los méritos infinitos de vuestra Santísima vida, pasión y muerte, y de los méritos é intercesión de vuestra Santísima Madre. Poned, Señora, en mi corazón aquellos pensamientos, afectos y determinaciones que son del agrado de vuestro Santísimo Hijo.



MEDITACIÓN

 

1—Admiremos la conducta misericordiosa de María: había sufrido multitud de penalidades, se había encontrado en inminentes riesgos, había padecido muchas amarguras y privaciones; pero había permanecido sin desplegar los labios; más ahora que ve en tribulación a los que la habían convidado, siente conmovida sus maternales entrañas y hace que su Santísimo Hijo los consuele por medio de un asombroso milagro.

 

2—Demos infinitas gracias a Dios, que quiso darnos una Madre tan misericordiosa, la cual intercede siempre en el cielo por nosotros, con más empeño que lo hizo por los esposos de Caná.

 

3º—Pidamos a Dios que nos conceda un grande amor y agradecimiento hacia esta Madre de misericordia, extinguiendo en nuestro corazón el agua de la tibieza en que hasta hoy ha estado sumergido, y poniendo en su lugar el vino de las ardientes llamas de la caridad, para poder agradar a su Divina Majestad y a su Santísima Madre, etc.

 


ORACIÓN

Que se dirá todos los días después de la Meditación.

 


   ¡Clementísimo Dios y Señor de mi corazón! ¡dulcísimo Jesús mío! ¡sacramentado dueño de mi alma! Os doy las gracias con todo el afecto de mi pobre corazón, porque me habéis concedido este tiempo para que medite. Perdonad, Señor, las distracciones, negligencias, flojedad y todos los demás defectos en que he incurrido en esta Meditación: quedo en ella convencido.... y resuelto.... Conozco que todos mis pecados, aunque tan enormes, no pueden extinguir vuestra infinita bondad: en ella espero firmemente que me habéis de ayudar con vuestra gracia, para que eternamente os ame, os sirva, conozca y ponga por obra vuestra santísima voluntad. Asi lo espero de vuestra infinita piedad y misericordia, y de los méritos y poderosísima intercesión de vuestra Santísima Madre.

 

—Ave María.


CANTO




 

   Ya cumple treinta años

El gran Salvador,

Treinta años que llenan

Virtud y oración,

De tanta grandeza,

De tal perfección,

Tan santas, que solo

Son dignas de un Dios;

Mas éste tranquilo

Vivir ya cesó,

Al medio del mundo

Lo lleva su amor,

A abrir los cimientos

De la religión;

Mas antes que empiece

Su predicación,

Asiste a unas bodas,

En donde su voz

A todos conmueve

Y llena de unción.

Su Madre piadosa,

La perla de Sion,

La Reina del cielo,

La amada de Dios,

También se presenta

Con su Hijo y Señor,

Y allí conmovido

Sintió el corazón,

Al ver los esposos

En grande aflicción,

Al ver que ya había

Concluido el licor,

Y mucho faltaba

Para la reunión.

Y ante su Hijo excelso

Levanta su voz,

Y humilde le pide

Para ellos favor.

«Hijo mío, le dice,

Ya el vino acabó»

Severa respuesta

Le da el Salvador;

Severa parece,

Mas es concesión,

Pues luego a su Madre

Le otorga el favor.

Su voz poderosa

Jesús levantó,

Y de agua seis hidras

Llenar ordenó,

Que, en vino exquisito,

De rico sabor,

Con pasmo de todos

Trocada quedó.

Salud a la Virgen

Y gloria y amor,

Pues solo por ella,

Por su compasión,

Por la piedad suma

De su corazón,

Portento tan grande

La tierra admiró,

Y en favor del triste,

Desleal pecador,

Mayores prodigios

Hará que obre Dios.

 


PRÁCTICA PARA MAÑANA

 

      Oye una misa en honor, de María Santísima.


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