domingo, 11 de mayo de 2025

MES DE MARÍA MEXICANO o sea LAS FLORES DE MAYO CONSAGRADAS A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA. (1868). DÍA 10.

 


Por Lucio Marmolejo.

Decretado por Lllmo. Sr. Lic. D. Clemente de Jesús Munguía, Obispo de Michoacán, así lo decretó y firmó. México 26 de Diciembre de 1851.

Librería de Rosa y Bouret, 18 calle San José el Real 18. 1868. Propiedad de los editores.


DÍA DIEZ: 10 de mayo.

 

Visita a la Imagen de NUESTRA SEÑORA DE GUANAJUATO, que se venera en su iglesia Parroquial en la ciudad de este nombre.

 


   Esta Imágen celebérrima y portentosa es, a no dudarlo, la más antigua de cuantas se veneran, no solo en la República Mexicana, sino en todo el Nuevo mundo, pues existía en España, por lo menos desde el sétimo siglo de la era cristiana, y era tenida en gran veneración en la ciudad de Santa Fe de Granada; por lo que, en el año de 714, que fué la España invadida por los moros, los piadosos granadinos la ocultaron en una cueva subterránea, para libertarla de los desacatos que pudieran cometer los infieles. Allí permaneció por unos ocho siglos y medio, siendo en esto de admirar un estupendo portento, pues ocho siglos y medio de estar donde se quiera, pero muy especialmente en un subterráneo húmedo y sin ventilación, son muy mas que bastantes para destruir la más firme madera; y, sin embargo, la Santísima Imágen no padeció la más leve lesión, conservándose intacta, para venir a ser luego la protectora dulcísima de la ciudad de Guanajuato.

   Fué, por fin, descubierto ese tesoro inestimable hacia la mitad del siglo diez y seis; y muy poco tiempo después, sabiendo el Rey Felipe II la asombrosa riqueza de Guanajuato, le mandó la Santísima imágen, como un presente mil veces más rico que las entrañas de sus montes; la entregó a un caballero llamado Perafan de Rivera, quien la trajo con la mayor veneración; pero estando como tres leguas distantes de Guanajuato, en el punto llamado la Yerba-Buena, ya entrada la noche, y no sabiendo por donde continuar, porque ignoraba el lugar fijo de la ciudad, hizo alto allí con sus compañeros; y en tal conflicto, ocurrieron a la Santísima imagen, de que eran portadores, y colocándola sobre un tambor, y encendiéndole dos velas, le suplicaron afectuosamente los alumbrara para conocer el lugar de su destino. Los escuchó la Señora benignamente, pues luego que amaneció, vieron en el campo dos palomas de donde infirieron que había cerca algún poblado, por lo que consiguieron la dirección que las palomas le marcaban, y con esta guía llegaron a Guanajuato, a donde eran destinados. Y desde luego comenzaron los guanajuatenses a tener especial devoción, y a venerar con singular afecto esta Imágen.

   Fué colocada en el templo que entonces era parroquia, y hoy se llama los Hospitales, y allí permaneció más de un siglo, hasta que, en 1696, que se dedicó la actual Iglesia Matriz de Guanajuato, fué trasladada a ella con gran pompa, y colocada en el crucero del Evangelio, del cual se le formó una capilla magnifica, con sacristía particular, hermoso camarín a la espalda, y las muchas y ricas alhajas que describen el «Zodiaco Mariano» y el padre D. José Gudiño: estuvo en el crucero hasta el año de 1814, que fué trasladada al altar mayor, el cual fué construido de nuevo en 1858, formándose en su centro, y expresamente para la Señora un magnífico ciprés con tres altares, en donde hasta hoy permanece.



   Para describir la Santísima Imágen, copiaremos a los ya citados «Zodiaco Mariano» y padre Gudiño, que se expresan en estos términos:

   «La celebérrima Imágen de que aquí tratamos, no tiene otro título con que los fieles la invoquen, que el de Nuestra Señora de Guanajuato, porque según lo que parece, el artífice que la hizo no pretendió figurar en ella algún misterio de su vida, sino solamente hacer una perfecta Imágen de la Virgen. La materia de que está formada, es incorruptible, lo cual se prueba con la dilatada experiencia de tantos años, en que no se le halla lesión alguna; pero no se ha podido averiguar ni determinar, si es de cedro, pino u otra madera. Es de cuerpo entero, y su estatura de poco más de vara y media; el manto y túnica con que se adorna, es de la misma talla y madera; pero esto no impide que se mantenga siempre con uno de los riquísimos mantos de costosas y diversas telas que tiene, el que con las extremidades laterales, le abraza y cubre desde su soberano pecho hasta su sagrado vientre, quedando este por uno y otro lado casi del todo cubierto de admirables figuras y rosas de perlas tinas, de muchísimos diamantes y demás ricas piedras, encasquilladas en oro de los mejores quilates; pero abundan tanto sus costosos adornos, que no es muy fácil decir la multitud de preseas y alhajas de inestimable valor que la devoción le ha tributado. En la mano derecha tiene una rosa de la misma madera, y sobre el brazo izquierdo mantiene sentado a su benditísimo Niño, unido a la misma estatua de la Señora: tiene la manecita derecha abierta y levantada ante el pecho de la Virgen; la izquierda, vuelta hacia abajo, cogiendo con ella un pajarito verde, todo de la misma madera, y de una pieza con la misma Señora, con tal arte y maravilla, que el piececito derecho lo tiene casi dentro del sagrado vientre de la Madre, y el izquierdo fuera, adornado con uno de los muchos calzados que tiene de oro, siendo de la misma materia la corona imperial, embutidas en ellas muchas perlas finas y riquísimas piedras de valor.

    «Por algún tiempo tuvo la Santísima Imagen un rosario en la mano derecha; pero por justos motivos se lo quitaron, con facultad y aprobación del ordinario, y en su lugar se le puso un cetro de oro, afianzándolo con un taladro que se hizo en medio de la rosa de madera. Su cabeza está ricamente adornada con una corona imperial, también de oro, cuyo maravilloso artificio y adorno, es igual al que dije de la del Niño. Le sale como de los pies, que no se le ven por la túnica que se los cubre, una media luna de oro muy bien trabajada, teniendo cada cuerno más de una tercia. A más del pedestal en que estriba la Virgen, que es de plata, tiene de la misma materia su peana, casi de una vara de alto, de un aventajado arte; siendo la Señora en cara, aspecto y talle, hermosísima y amabilísima, de suerte, que se arrastra con dulce violencia los corazones de todos los que la miran, y ella con los ojos bajos y alguna inclinación de la cabeza, a todos los mira, para beneficiarlos a todos.»




   Es extraordinario el culto que le profesan los guanajuatenses, siendo todo su querer, consuelo, y como hechizo y encanto; y con mucha frecuencia se le hacen solemnes triduos y novenarios; pero la función principal es la del Patrocinio de Nuestra Señora, que se solemniza con un magnífico octavario, con vísperas, maitines y sermones el día y la octava, y diariamente dos solemnísimas misas a las nueve y a las doce, y tres magníficos rosarios: en estos días se gana indulgencia plenaria, concedida por Nuestro Santísimo Padre Benedicto XIV. Para esa festividad se saca de su nicho, y se coloca en un elevado trono de plata de martillo, siendo todo este tiempo de extraordinario regocijo para Guanajuato.

   Todos proclaman a una voz los innumerables beneficios que le deben, y es demasiado notorio, para intentar referirlo, el modo tan patente con que proteje en las revoluciones, y en las pestes y demás calamidades públicas, a aquella hermosa y opulenta capital; solo haremos mención, por ser de un modo todavía más particular, de la manera asombrosa con que manda el agua, aun en los años más estériles, con solo sacarla en procesión; habiéndose repetido por tres veces la maravilla, de que estando ya muy avanzado el año, y no habiendo llovido absolutamente nada en los días anteriores, al ir la sagrada Imagen en la procesión, ha comenzado a caer el agua con tal abundancia, que ha sido preciso depositarla, una vez en el templo de los Dieguinos, otra en el de los Franciscanos, y otra en el de los Felipenses, en los cuales se le ha repelido otro solemne novenario. Y las ocasiones que ha llovido con muy grande abundancia, acabando de entrar la Señora a su templo, son innumerables.

   Finalmente, servirá de gran motivo para la mayor veneración de Nuestra Señora de Guanajuato, el reparo que muchos han hecho, de que en trescientos años que hace que se venera por los guanajuatenses, no ha permitido la Gran Señora que se pierda alguna cosa dedicada a su servicio, cuando muchísimas veces han intentado robarle sus ricas preseas; algunas veces las han sacado del templo, y han parecido antes de veinticuatro horas. En una ocasión. refiere el «Zodiaco Mariano» llegaron en el silencio de la media noche a querer profanar la Santa Imágen, quitándole las joyas que la adornan; pero dando tan fuertes como repetidos golpes en la vidriera para quebrarla, siendo materia tan frágil, no pudieron lograrlo; y al ruido despertó un sacristán, quien saliendo al punto para ver si cogía a los ladrones, no lo consiguió, antes bien fué por ellos cosido a puñaladas; pero invocando a Nuestra Señora de Guanajuato, no solo no murió de las heridas, sino que dentro de muy poco tiempo estuvo del todo sano. Invoquémosla nosotros igualmente, y nos defenderá de las agresiones del común enemigo, y nos llevará a disfrutar de su presencia por toda la eternidad.

 

VIDA DE MARÍA

Viaje de Nazareth a Belén.

 


   Dispuso César Augusto que todas las familias se inscribiesen en el padrón del lugar de su nacimiento, y siendo José oriundo de Belén, tuvo que marchar allá para obedecer la orden del Emperador; era el mes de los hielos, era Diciembre, y los santos esposos estaban en la mayor penuria, por lo que solo encuentran una pobre jumentilla, sóbrela cual camina la Reina del cielo y de la tierra, por muchos días, sin encontrar posada en los caminos, en medio de la nieve, por las más escarpadas montañas; los ángeles llenos de asombro, vienen a servir a su Reina, y ayudan al Santísimo José a dirigir la jumentilla; solo el mundo está sordo a los ruegos de su Señora y Soberana, solo los hombres no reconocen a la Madre de su Criador, pues aun la jumentilla dobla humilde la rodilla para que pueda María subir a ella; y entretanto la Madre del Mesías calla resignada, permite a los elementos que en ella ceben sus rigores, y nos da un ejemplo de paciencia tan heroico, que el mismo santo Job no llegó nunca a practicar, no obstante sus eminentísimas virtudes.

 

 

PACIENCIA DE MARÍA

María, hermosísima flor de Belén.

(Balsamina hortensis.)

 



   En la grande finura de los pedúnculos de que es la pendiente, y en la exquisita delicadeza de la flor, nos representa el Belén a la purísima Virgen María, cuyo finísimo cuerpo y delicado cutis no han tenido ni tendrán semejante; y en el abatimiento lánguido con que decae cuando la hieren los elementos o le falta el riego, simboliza muy bien los padecimientos de María en las jornadas que hizo de Nazareth a la ciudad de David; pero, no obstante, el Belén conserva, aunque abatido, el jugo vital, que lo hace resistir las intemperies y revivir con el riego, así como María, en medio de sus grandes sufrimientos, conserva inalterable su paciencia, con cuyo fuerte escudo resiste las intemperies que la hieren, y asombra a los espíritus celestiales, y presenta a los hombres el más sublime ejemplo en los padecimientos y adversidades.

 


ORACIÓN

 

   ¡Oh piadosísima Virgen María, Madre y Señora Nuestra! ¡qué ejemplo de paciencia ofreces hoy a nuestra consideración!, en tu viaje de Nazareth a Belén; todo tienes en tu contra, la proximidad de tu purísimo parto, el intenso frio de Diciembre, la mucha escasez que te obliga a caminar en una jumentilla, y la dureza de los hombres que le cierran sus puertas en todo el tránsito; y tú, Señora, tú, modelo inimitable de paciencia, callas humilde y resignada, cuando podías mandar a los elementos que no te ofendieran, y a los ángeles que te prepararan una posada digna de tu grandeza; nosotros te admiramos, Señora, y te rogamos nos impartas tu auxilio para imitarte en lo posible, no dudamos un punto que así lo harás pues bien claramente has demostrado tu anhelo por ampararnos, por medio de tu portentosa Imagen de Guanajuato; y así como defiendes incesantemente aquella dichosa ciudad de cuantos peligros la amenazan, asi nos defenderás a nosotros, que hemos consagrado el presente día a tan milagrosa Imágen, para que sufriendo con paciencia los trabajos de esta vida, te gocemos en la otra por toda la eternidad. Amén.

 

 ORACIÓN

Que se dirá todos los días antes de la meditación.

 


   Advierte, alma mía, que estás en la presencia de Dios, mas íntimamente presente a Su Majestad, que a ti misma. Está mirando él Señor todos tus pensamientos, afectos y movimientos interior y exteriormente. Lo que eres delante de Dios, eso eres y nada más: pobre, miserable é inmunda, con la abominable lepra de todos los pecados con que has ofendido hasta aquí su infinita bondad. Pero el Señor, obligado del peso de su misma infinita misericordia, desea más que tú misma darte el perdón general de todas tus culpas y el logro de esta meditación. ¿Qué hicieras, si supieras que era la última de tu vida? Puede ser que no tengas otra de tiempo tan oportuno. Ahora puedes conseguir con un pequé de corazón, lo que no conseguirán con eterno llanto los condenados en el infierno, que es el perdón de tus pecados. Alerta, pues: no pierdas tiempo tan precioso, por amor de Dios.

 

   Creo, Señor, que estáis íntimamente presente a mi corazón. Os doy las gracias por los innumerables beneficios que he recibido, y recibo en cada instante, de vuestra infinita liberalidad y misericordia, especialmente porque me habéis conservado hasta aquí la vida, habiendo yo merecido tantas veces las penas del infierno por mis pecados. Concededme, Padre amorosísimo, un corazón agradecido a vuestras grandes misericordias, y el logro de esta meditación, a mayor honra y gloria vuestra y bien de mi alma. Esté yo en vuestra divina presencia con la humildad, atención y reverencia de alma y cuerpo que corresponde en una vilísima criatura, cual yo soy, que tantas veces os ha despreciado con ofenderos en vuestra misma presencia. Detesto de todo corazón mis pasadas ingratitudes; las aborrezco, por ser ofensas de vuestra infinita bondad: me pesa en el alma de haberos ofendido, por ser quien sois. Quisiera deshacer todos mis pecados, por ser desprecio de un Dios infinitamente bueno. Dadme, Criador y Dueño mío amabilísimo, verdadera contrición de todos mis pecados, y propósito firmísimo de la enmienda.

 

   Bien conozco que no hay en mí otra cosa que la nada, y sobre la nada el pecado. No soy en vuestra divina presencia más que un condenado, y condenado tan innumerables veces, cuantas he repetido las ofensas de vuestra infinita bondad. Compadeceos, Dios mío, de mis tinieblas: no permitáis que pierda tiempo tan oportuno. Enseñadme a tener oración; regid mi memoria; alumbrad mi entendimiento; moved mi voluntad. Obligaos de vuestra misma bondad y de los méritos infinitos de vuestra Santísima vida, pasión y muerte, y de los méritos é intercesión de vuestra Santísima Madre. Poned, Señora, en mi corazón aquellos pensamientos, afectos y determinaciones que son del agrado de vuestro Santísimo Hijo.


MEDITACIÓN


1º—Admiremos los inescrutables decretos de la Divina Providencia, que hace todo servir para su gloria, y se valió de la vanidad de Augusto, que quiso saber el número cierto de sus vasallos, para hacer que se cumplieran las profecías, que vaticinaban que el Mesías nacería en la cuidad de Belén.

 

2º—Contemplemos la paciencia de María, manifestada de un modo tan admirable, en las jornadas de Nazareth a Belén, examinando detenidamente lo numeroso y grande de los padecimientos, para asombrarnos más de la paciencia con que fueron sufridos.

 

3º—Pidámosle que en los trabajos y adversidades que nos rodean, nos conceda un destello de su paciencia, y hagámosle la súplica, por medio de su portentosa Imágen de Guanajuato, de la cual se ha valido su bondad para derramar beneficios sin cuento. Confiemos en el éxito de nuestra petición, pues la que ha obrado el prodigio de conservar su Imágen más de doce siglos, ya en los altares de Granada, ya en el oscuro subterráneo, ya en los mares y caminos, y ya, por último, en su ciudad de Guanajuato, en un momento nos dará la gracia que le pedimos, y nos hará perseverar en ella por el muy corto espacio de nuestra vida, etc.

 

 ORACIÓN

Que se dirá todos los días después de la Meditación.

 


   ¡Clementísimo Dios y Señor de mi corazón! ¡dulcísimo Jesús mío! ¡sacramentado dueño de mi alma! Os doy las gracias con todo el afecto de mi pobre corazón, porque me habéis concedido este tiempo para que medite. Perdonad, Señor, las distracciones, negligencias, flojedad y todos los demás defectos en que he incurrido en esta Meditación: quedo en ella convencido.... y resuelto.... Conozco que todos mis pecados, aunque tan enormes, no pueden extinguir vuestra infinita bondad: en ella espero firmemente que me habéis de ayudar con vuestra gracia, para que eternamente os ame, os sirva, conozca y ponga por obra vuestra santísima voluntad. Asi lo espero de vuestra infinita piedad y misericordia, y de los méritos y poderosísima intercesión de vuestra Santísima Madre.

 

—Ave María.




CANTO

 

   Parte de Nazareth la Virgen pura,

Acompañada de su santo esposo,

Sumisa y obediente a la ley dura

Del César poderoso.

 

   Mas no en carroza de marfil y de oro,

No con un tren que al desvalido humilla,

Va sola con José, va sin tesoro,

Y en pobre jumentilla.

 

   Y no por amplia ni por fácil vía.

Sí por angosta senda tortuosa,

Y aumenta el duelo y crece la agonía,

La noche tenebrosa.

 

   Porque no tiene albergue ni posada

Donde llegar con su querido esposo,

Para cubrirse al fin de la jornada

Del cierzo rigoroso.

 

   Y asi pasa la noche en llanto y duelo,

Que el hombre, puerta y corazón le cierra;

Tiene por techo el pabellón del cielo,

Por lecho dura tierra.

 

   Y un día y otro día y otros nueve,

Sigue andando a Belén la Virgen pura,

E iguales todos son y en todos bebe

El cáliz de amargura.

 

   Pero María no opone resistencia

Á tan duro y terrible sufrimiento,

Y con heroica sin igual paciencia

No exhala un solo acento.

 

   Á una palabra suya ni una gota

De nieve sobre si descendería,

Y al aire yerto que en su rostro azota,

Calor suavizaría.

 

   Pero quiere sufrir para enseñarnos

A soportar del mundo los rigores,

Y un alto ejemplo que imitemos darnos

En penas y dolores.

 

   Y así llega a Belén, dónde no hay tampoco

Un techo amigo que hospedarla pueda,

Y en un establo de miseria foco,

Entre los brutos queda.

 

PRÁCTICA PARA MAÑANA

 

   Reza dos Ave Marías a los purísimos ojos de María Santísima, cuantas veces entres o salgas de casa.

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