Por Lucio Marmolejo.
Decretado por Lllmo. Sr. Lic. D. Clemente de Jesús Munguía, Obispo de Michoacán, así lo decretó y firmó. México 26 de Diciembre de 1851.
Librería de Rosa y Bouret, 18 calle San José el Real 18. 1868. Propiedad de los editores.
DÍA VEINTE Y SIETE: 27 de mayo.
Visita a la Imagen de NUESTRA SEÑORA DE LA
SOLEDAD, que se venera en su Iglesia en la ciudad de Puebla.
Fué de Puebla a
Madrid D. Diego de Santillana, conde de Casa-Alegre, y un criado suyo, llamado
Manuel de los Dolores, le encargó que le remitiese de allá una Imágen de
Nuestra Señora de la Soledad, de la cual era tiernamente devoto. Y
entretanto que venía, construyó para la Señora una capilla, para cuya fábrica
obtuvo licencia del Illmo. Sr. Obispo de Puebla, en 4 de Noviembre de 1698. Tan
luego como llegó el Conde a Madrid, mandó hacer la estatua al escultor más
afamado; pero, aunque se hicieron cuatro cabezas, ninguna salió a su gusto: supo
entonces que en Sevilla había un escultor muy inteligente, tercero de la orden
de Santo Domingo, y le encargó la ejecución de la Imágen que deseaba; pero este
escultor tenía entonces cabalmente concluidas una cabeza y manos de la
Santísima Virgen, según y cómo el Conde la quería. Las contrató luego, y
ajustado el precio, se encajonó la estatua de medio cuerpo, y se condujo a
Cádiz, para que allí se embarcase y se trajese a Puebla. Pero la nave que debía
hacerse a la vela para Veracruz, no estaba pronta, y por eso desempacaron la
Imágen, y la tuvieron en un convento de Monjas, donde estaba de religiosa una
hija del escultor que la había hecho. Enamoradas esta y las demás religiosas de
aquella Imágen tan hermosa, intentaron quedarse con ella, y aun llegaron a
poner en tela de juicio sus intentos. Pero Dios tomó por suya la decisión del
pleito, porque estando la religiosa mencionada buena y sana, le asaltó de
repente una fiebre tan maligna, que la puso a la orilla del sepulcro. Entonces
la religiosa enferma y todas las demás del monasterio comprendieron que era
castigo de su porfía; y prometieron al Señor que, si la enferma sanaba, en el
momento entregarían la Imágen, lo que al punto se verificó.
Se embarcó al fin aquella santa Efigie, y se
asegura que, al conducirla del convento, iba acompañada de innumerable
concurso, y que obró en presencia de todos muchos milagros. Llegó a Puebla, y
entregada a Manuel de los Dolores, fué a visitarla luego gran multitud de gente,
porque ya había circulado por la ciudad la noticia de los prodigios obrados en
Cádiz. El Sr. Canónigo D. Juan Francisco Vergalla fué a verla también, y le
cobró desde luego una tiernísima afición, de suerte que se empeñó con grande
esmero en promover su culto: dispuso que el medio cuerpo de la Santísima Imágen
se hiciera entero, y la hizo colocar con grande pompa en su capilla en el año
de 1708; y desde allí derrama constantemente bendiciones y consuelos sobre los
devotos poblanos, como lo testifican los muchos votos y presentallas que tiene
el Santuario. El mismo Sr. Vergalla proyectó poco tiempo después la erección de
un nuevo y magnífico Santuario, y la fundación de un convento de religiosas
Carmelitas descalzas, para el mayor culto de la Santísima Señora; y aunque no
se contaba con fondos de ninguna clase para tan grande empresa, Dios dispuso
las cosas de modo, que en poco tiempo quedó todo concluido, tal como el Sr.
Vergalla lo deseaba, y el día 26 de Febrero de 1748, tomaron posesión las
religiosas de su nuevo monasterio.
Tomaremos del «Zodiaco
Mariano» los siguientes milagros de esta Sagrada Imágen. Iba en procesión
la Santísima Virgen de la Soledad y Miguel Montero, que estaba tullido hacía muchos
años, se hizo llevar en una silla de manos a su soberana presencia, y
pidiéndole la salud con mucha fe, vieron todos con grande admiración, que la
recobró instantáneamente, tan completa, que fué acompañando a la Señora hasta
su Santuario.
Doña Francisca de Alvarado, iba el día 20 de
Setiembre de 1738, a visitar en su templo a Nuestra Señora de la Soledad, y en
la calle la atropello un caballo, la arrojó en el suelo, y no pudiendo el
jinete sujetar al caballo, la pisó con tal violencia, que le hizo pedazos toda
la ropa, hasta la camisa; pero ella invocó a la Santísima Virgen de la Soledad,
y se levantó sin haber recibido en su cuerpo daño alguno.
En la ciudad de Orizaba se cayó Felipa de Santiago
en un pozo de quince varas de profundidad, y al caer invocó a Nuestra Señora de
la Soledad, y cuando pensaron sacarla muerta, salió del pozo sin haber recibido
daño.
VIDA DE MARÍA
María en la venida del Espíritu Santo.
Santa y perfecta fué siempre
María, sobre todos los ángeles, sobre todos los justos, y sobre todas las
criaturas del cielo y de la tierra. Llena de gracia la saludó el ángel, dice un
autor, en el primer período de su vida: la operación del mismo Espíritu Santo en
sus entrañas y la Encarnación del Divino Verbo la santificaron hasta un grado
inconcebible. El trato y la enseñanza continua de Jesús, adelantaron día por
día su perfección, y el sacrificio del Calvario parecía haberla colmado del
todo; y sin embargo, la medida de su santidad todavía no estaba llena ¿A dónde, pues,
llegará la perfección de esta Virgen, cuando confundida casi a nuestros ojos
con la inmensidad de Dios, crece aun y se eleva a paso agigantado?
No puede comprenderlo nuestra Inteligencia limitada; pero si después de todo
esto, la consideramos recibiendo sobre su sagrada cabeza la más grande y resplandeciente
de las lenguas de fuego, en que bajó el Espíritu Santo sobre la asamblea que la
esperaba en el Cenáculo, crecerá nuestra admiración, y crecerá más y más
mientras más meditemos la perfección de esta Virgen sacratísima.
PERFECCIÓN DE MARÍA
María, preciosísima Camelia.
(Camelia reticulata)
Dice un autor «Ninguna flor nos parece mas digna de llamar
la atención, que la camelia: la belleza del arbusto, capaz de competir en su
forma con el naranjo, el verde lustroso de sus hojas que lo cubren en todas las
estaciones, y sobre todo lo hermoso, variado y perfecto de sus grandes flores,
la han de hacer indudablemente la primera dé las plantas de adorno». He aquí por qué hemos escogido esta preciosa flor
para simbolizar la perfección incomparable de María; pues en efecto, la belleza
de las virtudes de la Virgen Santísima, la constancia con que las practicó en
todos tiempos, y el agrado sumo con que fueron aceptables al Padre celestial, hacen a María sin comparación la más perfecta entre todas
las criaturas, mucho más que la camelia entre las demás flores.
ORACIÓN
¡Sapientísima y prudentísima Virgen María! hoy
te contemplamos en el Cenáculo recibiendo al Espíritu Santo tu muy amado
Esposo, y admiramos el empeño y cuidado con que para ello te preparaste, no
obstante, tu incomprensible santidad y perfección: haz ¡oh
tierna Madre! que por tus relevantes méritos se comunique
a nosotros un destello, aunque sea, de la gracia que á tí se te comunicó al
recibir al Espíritu Santo, para que nos sirva de sostén invencible contra los
empujes del común enemigo, quien se retirará avergonzado y derrotado, y dejará
nuestra alma libre, para que por tus sacratísimas manos sea presentada ante el
divino Tribunal para alcanzar misericordia. Amén.
ORACIÓN
Que se dirá todos los días antes de la meditación.
Advierte, alma mía, que estás en la presencia de Dios, mas íntimamente presente a Su Majestad, que a ti misma. Está mirando él Señor todos tus pensamientos, afectos y movimientos interior y exteriormente. Lo que eres delante de Dios, eso eres y nada más: pobre, miserable é inmunda, con la abominable lepra de todos los pecados con que has ofendido hasta aquí su infinita bondad. Pero el Señor, obligado del peso de su misma infinita misericordia, desea más que tú misma darte el perdón general de todas tus culpas y el logro de esta meditación. ¿Qué hicieras, si supieras que era la última de tu vida? Puede ser que no tengas otra de tiempo tan oportuno. Ahora puedes conseguir con un pequé de corazón, lo que no conseguirán con eterno llanto los condenados en el infierno, que es el perdón de tus pecados. Alerta, pues: no pierdas tiempo tan precioso, por amor de Dios.
Creo, Señor, que estáis íntimamente presente a mi corazón. Os doy las gracias por los innumerables beneficios que he recibido, y recibo en cada instante, de vuestra infinita liberalidad y misericordia, especialmente porque me habéis conservado hasta aquí la vida, habiendo yo merecido tantas veces las penas del infierno por mis pecados. Concededme, Padre amorosísimo, un corazón agradecido a vuestras grandes misericordias, y el logro de esta meditación, a mayor honra y gloria vuestra y bien de mi alma. Esté yo en vuestra divina presencia con la humildad, atención y reverencia de alma y cuerpo que corresponde en una vilísima criatura, cual yo soy, que tantas veces os ha despreciado con ofenderos en vuestra misma presencia. Detesto de todo corazón mis pasadas ingratitudes; las aborrezco, por ser ofensas de vuestra infinita bondad: me pesa en el alma de haberos ofendido, por ser quien sois. Quisiera deshacer todos mis pecados, por ser desprecio de un Dios infinitamente bueno. Dadme, Criador y Dueño mío amabilísimo, verdadera contrición de todos mis pecados, y propósito firmísimo de la enmienda.
Bien conozco que no hay en mí otra cosa que la nada, y sobre la nada el pecado. No soy en vuestra divina presencia más que un condenado, y condenado tan innumerables veces, cuantas he repetido las ofensas de vuestra infinita bondad. Compadeceos, Dios mío, de mis tinieblas: no permitáis que pierda tiempo tan oportuno. Enseñadme a tener oración; regid mi memoria; alumbrad mi entendimiento; moved mi voluntad. Obligaos de vuestra misma bondad y de los méritos infinitos de vuestra Santísima vida, pasión y muerte, y de los méritos é intercesión de vuestra Santísima Madre. Poned, Señora, en mi corazón aquellos pensamientos, afectos y determinaciones que son del agrado de vuestro Santísimo Hijo.
MEDITACIÓN
1º—Consideremos la suma perfección de María
Santísima antes de la venida del Espíritu Santo, examinando las muchas causas expuestas ya, que la hicieron adelantar
en ella día por día.
2—Ponderemos el empeño con que, no obstante, esto,
se preparó María para recibir al divino Espíritu; fervorosos actos de humildad y de ardiente devoción y
continua oración y vigilias. Tomémosla, pues, por modelo, para prepararnos a
recibir los favores de Dios.
3º—Consideremos cuánto creció y se exaltó la perfección y santidad de la Santísima Señora al recibir al Espíritu Santo, y el testimonio solemne que dio entonces el mismo Dios de su preeminencia sobre todas las criaturas, al enviar sobre ella un fuego mucho más vivo y resplandeciente, que sobre todos los fieles que lo recibieron, no obstante hallarse entre ellos los mayores santos, etc.
ORACIÓN
Que se dirá todos los días después de la Meditación.
¡Clementísimo Dios y Señor de mi corazón! ¡dulcísimo Jesús mío! ¡sacramentado dueño de mi alma! Os doy las gracias con todo el afecto de mi pobre corazón, porque me habéis concedido este tiempo para que medite. Perdonad, Señor, las distracciones, negligencias, flojedad y todos los demás defectos en que he incurrido en esta Meditación: quedo en ella convencido.... y resuelto.... Conozco que todos mis pecados, aunque tan enormes, no pueden extinguir vuestra infinita bondad: en ella espero firmemente que me habéis de ayudar con vuestra gracia, para que eternamente os ame, os sirva, conozca y ponga por obra vuestra santísima voluntad. Asi lo espero de vuestra infinita piedad y misericordia, y de los méritos y poderosísima intercesión de vuestra Santísima Madre.
—Ave María.
CANTO
Ya se han en el Cenáculo reunido
La Virgen y los fieles
Que al Espíritu Santo prometido
Esperan con el pecho conmovido:
Y la sin par María,
A más sublime altura levantada
Que la tropa de príncipes alada,
Que del Señor del día
Circunda el trono la cerviz doblada,
Humilde se prepara
Con oración continua y con ayuno,
Y los días uno a uno
Pasa en vigilias y en acción de amor,
Como hacer le tocara
Al más acriminado pecador;
Hasta que al fin el cielo
Se rompe con estruendo pavoroso,
Y en glóbulos de fuego luminoso
Desciende al triste suelo
El Espíritu Santo glorioso,
Y a aquellos hombres santos
ilustra y da consuelo y fortaleza,
Y a la Virgen sin mancha,
Cuya santa cabeza
Resplandece más viva que ninguna,
Da sus divinos dones
Con mayor abundancia
Que a todos los humanos corazones.
PRÁCTICA PARA MAÑANA
Rezar devotamente la tercera parte del
Rosario.