Esta fiesta recuerda un hecho prodigioso: la casa
de Nazaret que vio nacer y crecer a la Virgen, donde el Divino Verbo bajó para
tomar carne en sus purísimas entrañas, y en la que vivió la Sagrada Familia,
fue trasladada por los ángeles, primero a Dalmacia y después a Loreto, en
tiempos del Papa Celestino V.
Es tradición que, aun viviendo la Santísima Virgen en su casa de Nazareth, fue
consagrada por San Pedro en Iglesia, y que en ella celebró Misa el Príncipe de
los Apóstoles, por lo que se llama altar de San Pedro el que aún se
venera en la Santa Casa de Loreto. Santa Elena,
tres siglos después, engrandeció esta casa, llamada
entonces de la Encarnación.
En el siglo XIII, apoderados los infieles de
los Santos Lugares, el 9 de Mayo de 1291, por ministerio de los ángeles o por
un acto de la Divina Omnipotencia, fue arrancada de
sus cimientos la Santa Casa y trasladada a Dalmacia.
Tres años después fue llevada de igual modo
milagroso, el 10 de Diciembre del 1294, a la Xarca de Ancona, en Italia. La selva donde fue colocada la Santa Casa era de una
señora llamada Laureta, de donde vino el llamarse aquel famoso santuario de la
Virgen con el nombre de Nuestra Señora de Loreto. En el siglo XIV se
levantó en ese lugar la basílica que encierra la Santa Casa. Desde entonces
Loreto, donde se venera también una imagen antiquísima de la Virgen, se
convirtió en uno de los centros de peregrinaciones más extraordinario del mundo
cristiano. Benedicto XV proclamó, en 1920, a la Virgen de Loreto “Patrona de la Aviación”. En
nuestro país es la patrona de la Fuerza Aérea Argentina.
SALVE AVIADORA
Salve, Madre, Salve,
Reina del Cielo,
de la hermosura una
estrella,
de la pureza el fulgor;
fuente del más puro
amor,
nuestra esperanza está
en Tí.
Salve, Madre, Salve, Reina
del Cielo.
Si nuestras alas se
quiebran,
al final de nuestro
vuelo,
antes de llegar al
suelo,
tus brazos, con amor se
abran,
Salve, Madre, Salve,
Reina del Cielo.




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