jueves, 30 de marzo de 2017

LAS ORACIONES CORTAS Y REPETITIVAS: LAS “ORACIONES DEL CORAZÓN”



“El Ángel repitió tres veces esta oración, se puso de pie y dijo: orad así”. El Ángel de Fátima acababa de enseñar a los niños la oración bien conocida por todos: “DIOS MÍO YO CREO, ADORO, ESPERO Y OS AMO…”. Pero no fue todo, pues el Ángel repitió a los niños que esa CORTA oración debía ser repetida a MENUDO.

     Nuestra Señora de Fátima enseña igualmente una oración corta y repetitiva. En la aparición del 13 de julio de 1917 María recomienda a los tres niños: “DECID A MENUDO A JESÚS,(…), OH JESÚS, ES POR VUESTRO AMOR, POR LA CONVERSIÓN DE LOS PECADORES, Y EN REPARACIÓN POR LOS PECADOS COMETIDOS CONTRA EL CORAZÓN INMACULADO”.

     Debemos subrayar la importancia de esta oración repetitiva: se llama “ORACIÓN JACULATORIA”, o también, con nombre más bonito, “ORACIÓN DEL CORAZÓN”.

     La “ORACIÓN DEL CORAZÓN” es la del publicano que repetía sin cesar: “SEÑOR, TEN PIEDAD DE MÍ”. Es también la de la cananea repitiendo hasta cansar a los discípulos pero para tocar el corazón de Jesús: “JESÚS, HIJO DE DAVID, TEN PIEDAD DE MÍ”. Es aún la oración suplicante de Nuestro Señor mismo en su agonía: “PADRE MÍO, SI ES POSIBLE, PASE DE MÍ ESTE CÁLIZ…”.Y el Evangelio precisa: “SE RETIRÓ UNA VEZ MÁS, Y ORÓ POR TERCERA VEZ, DICIENDO LAS MISMAS PALABRAS”.

     El Evangelio nos enseña aquí “QUE BASTAN POCAS PALABRAS PARA BIEN ORAR, Y QUE PARA INFLAMAR EL ESPÍRITU ES BUENO ELEGIR ALGUNAS Y REPETIRLAS A MENUDO”.


LA ORACIÓN DEL CORAZÓN
ES UN LENGUAJE DE AMOR
HACIA JESÚS Y MARÍA

     “¡¡REZAD ASÍ!! LOS CORAZONES DE JESÚS Y MARÍA ESTÁN ATENTOS A LA VOZ DE NUESTRAS SÚPLICAS”. Esta clase de oración sale del corazón del hombre  para tocar directamente los corazones de Jesús y de María.
    
Y todos sabemos que los niños respondieron de una manera poco común al pedido del Ángel. Lucía dirá: “INMEDIATAMENTE DESPUÉS DE LA APARICIÓN DEL ÁNGEL COMENZAMOS A DECIR LAS ORACIONES QUE NOS HABÍA ENSEÑADO”. Decía también: “PERMANECÍAMOS LARGO TIEMPO POSTRADOS, REPITIENDO ESTAS PLEGARIAS MUCHAS VECES HASTA QUEDAR EXTENUADOS”.
     Tales oraciones van a favorecer en los niños de Fátima esos impulsos del corazón, arranques espontáneos, expresión de su amor a Jesús y María. En efecto, esas oraciones van a inflamar el corazón de los tres niños: “ME GUSTA TANTO DECIR A JESÚS QUE LO AMO. CUANDO SE LO DIGO A MENUDO—dirá Jacinta—ME PARECE QUE TENGO FUEGO EN EL PECHO, PERO UN FUEGO QUE NO QUEMA”.
     Jacinta decía también: “¡AMO TANTO A NUESTRO SEÑOR Y A NUESTRA SEÑORA QUE NO ME CANSO NUNCA DE DECIRLES QUE LOS AMO”. A veces, besando un crucifijo, Jacinta lo apretaba entre sus manos diciendo: “¡JESÚS MÍO! OS AMO Y QUIERO SUFRIR MUCHO POR AMOR A VOS”

     Jacinta decía aún a Lucía: “¡AMO TANTO AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA! ES EL CORAZÓN DE NUESTRA MADRECITA DEL CIELO. ¿NO TE GUSTA REPETIR A MENUDO: DULCE CORAZÓN DE MARÍA, CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA? ¡A MÍ ME GUSTA TANTO, TANTO!”.


     ¿Por qué esa clase de oración, que brota del corazón, toca directamente los corazones de Jesús y de María? Porque la “ORACIÓN DEL CORAZÓN” es el signo de que el alma está en presencia de Dios. Manifiesta esa unión a Dios y el deseo de permanecer allí. Dicho de otra manera, ella es el signo de que Dios está muy presente en el corazón. Un niño deja sus juegos para venir a decir a su mamá: “TE AMO”. ¿Qué es lo que conmueve a la mamá? Ciertamente la palabra del niño. Pero su espontaneidad muestra a la mamá el lugar que ella ocupa en el corazón del niño.



LA “ORACIÓN DEL CORAZÓN”
LLEVA A LA CONTEMPLACIÓN
Y UNE A DIOS


     Si la “ORACIÓN DEL CORAZÓN” es signo de la presencia de Dios en el alma, si ella es un medio de mantenerse en su presencia, es también quien lleva al alma hasta la contemplación. Los niños de Fátima la pusieron en práctica, y su vida nos muestra hasta qué grado de meditación y de contemplación llegaron.

     Cuando Lucía preguntó a Francisco por qué no quería rezar con ella y Jacinta, él respondió: “PREFIERO REZAR SOLO, PARA PENSAR Y CONSOLAR A NUESTRO SEÑOR QUE ESTÁ TAN TRISTE”. Otra vez decía:
“¡PIENSO EN DIOS, QUE ESTÁ TAN TRISTE A CAUSA DE TANTOS PECADOS! ¡AH, SI YO PUDIERA COMPLACERLE!”.


     Resulta raro ver a niños elevados a tal contemplación. Los padres de Jacinta estaban intrigados. Un día, su mamá dijo a Lucía: “Pregunta a Jacinta en qué piensa cuando pasa tanto tiempo con la cabeza entre las manos, sin moverse. Yo se lo pregunto, pero ella sonríe y no me responde”. Lucía cumplió el encargo y Jacinta respondió: “PIENSO EN NUESTRO SEÑOR, Y EN NUESTRA SEÑORA, EN LOS PECADORES… ME GUSTA MUCHO PENSAR”.

     Lucía consigna otro ejemplo muy sorprendente, pues muestra el lazo directo que une la “ORACIÓN DEL CORAZÓN” con la puesta presencia de Dios en alto grado. Muestra a qué nivel de contemplación había llegado Francisco. Éste se había retirado a recitar la oración del Ángel. Su hermana y su prima lo llaman. Francisco no responde. Ellas se sorprenden, se acercan a él y le sacan de su contemplación:

“¿ORABAS A DIOS?”, pregunta Lucía.

SÍ, RESPONDE FRANCISCO. ME PUSE A DECIR LAS ORACIONES DEL ÁNGEL Y LUEGO ME OCUPÉ EN PENSAR.

¿NO HAS ESCUCHADO A TU HERMANA? Te llamó a gritos.

—NO, dice Francisco, NO ESCUCHÉ NADA”.

     Francisco no había escuchado nada. Estaba en presencia de Dios y había perdido esa facultad sensitiva. La oración de Francisco había comenzado por una oración de corazón a corazón con Dios, por esa mirada amorosa del alma. Se continuó luego por ese alto nivel de contemplación. La acción divina no encontraba ningún obstáculo en el corazón de Francisco…



LA “ORACIÓN DEL CORAZÓN”
POR EL CORAZÓN INMACULADO


     La “ORACIÓN DEL CORAZÓN” une el alma a Dios y la mantiene en su presencia. Dios es su fin último. En Fátima, María enseña esta forma de oración y, como siempre, Ella misma viene en nuestra ayuda y socorro. En efecto, el camino hacia Dios puede parecer árido y sembrado de obstáculos; el alma puede desalentarse y extraviar el camino. Fue el temor que Lucía experimentó cuando en la segunda aparición se enteró de que sus primos se irían pronto al Cielo mientras que ella quedaría sola en la tierra. María comprende su inquietud y la tranquiliza por estas palabras que nunca meditaremos bastante: “¿SUFRES MUCHO? ¡NO TE DESAMINES, YO NO TE ABANDONARÉ JAMÁS! MI CORAZÓN INMACULADO SERÁ REFUGIO Y EL CAMINO QUE TE CONDUCIRÁ A DIOS”.

     Estas palabras son muy ricas y esperanzadoras. Nos proporcionan una definición del Corazón Inmaculado. Comenzamos a comprender el secreto del Corazón de María. En el Corazón Inmaculado, reflejo de la Trinidad, encontramos: el camino que conduce a Dios, un refugio que protegerá de los peligros durante todo el viaje y la certeza de un hermoso lugar en el Cielo.

     La “ORACIÓN DEL CORAZÓN” nos mantiene en presencia de Dios por María. Ella debe estar unida a la del Corazón Doloroso e Inmaculado de María. ¿Por qué? Porque el Corazón de María está unido al Corazón de Dios. Porque los méritos de la Redención fueron igualmente adquiridos por los dolores de María en la Pasión. Porque la Inmaculada purifica nuestra oración. Porque María es Madre de Dios y alcanza todo de Él.


CONCLUSIÓN: EL ROSARIO.

     ¿Es el rosario una “ORACIÓN DEL CORAZÓN”?
El rosario es una oración estructurada, y bajo este aspecto se emparenta más bien con el oficio divino. Se lo llama precisamente “PEQUEÑO OFICIO DE NUESTRA SEÑORA”. Por eso es una oración repetitiva, pero bajo este aspecto se emparenta con la “ORACIÓN DEL CORAZÓN”. Lleva el alma a la meditación y a la contemplación de los misterios de la vida de Nuestro Señor y María. Con las enseñanzas de Fátima comprendemos la importancia de recitar fiel y cotidianamente el rosario.


“Revista de la Cruzada Cordimariana”


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