lunes, 3 de abril de 2017

LA BEATA MARÍA de los ÁNGELES



     En la edificante vida de María de los Ángeles –beatificada por el Papa Pío IX–, se lee el siguiente caso que animará singularmente a procurar la presencia de María y a invocarla en todas las ocasiones. Dejemos a la misma beata que nos cuente la revelación con que la favoreció la Virgen Inmaculada.

     “El día de la Asunción –dice–, al ir a comulgar, me sentí súbitamente sobrecogida de tal suavidad que me parecía hallarme en el cielo en cuerpo y alma. En este momento se me apareció la Santísima Virgen. Era tan hermosa y refulgente que no podía mirarla y quedé cegada por su resplandor. Traía en la mano una vestidura blanca, pero de blancura muy distinta de la que se ve en la tierra y estaba adornada de piedras preciosas, como no se encuentran aquí abajo. Me dijo la Virgen que la tenía preparada para vestirme con ella después que me hubiese despojado de mí misma y que el bien de mi alma exigía que siguiese sujeta a luchar y a conseguir la victoria a costa de grandes trabajos.


     “Me recomendó que me acordase a menudo de su presencia, que me conservase constantemente en espíritu cerca de Ella, y que recurriese a su intercesión repitiendo frecuentemente la siguiente jaculatoria: “A TUS PLANTAS, OH DULCÍSIMA DUEÑA MÍA, QUIERO VIVIR Y MORIR”.

     “Me prometió que sería en todo mi consejera, mi ayuda y mi sostén; excitó en mí un deseo vivísimo de la vida de unión y de su santo amor, y me dejó llena de paz y de consuelo”.


¡MI MADRE ESTA CERCA DE MÍ!
R.P LOMBAERDE– Misionero de la Sagrada Familia.

   

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