La meditación es una forma de oración poco usual entre los
laicos. Nuestra Señora de
Fátima la ha pedido, probablemente, para que se aprenda a rezar el Rosario
meditándolo.
¿Qué es una meditación? Para
los que han hecho un retiro de San Ignacio, esto ya no constituye una novedad.
La meditación es una oración mental, silenciosa, sin palabras prescritas, por
la cual el alma se pone en comunicación directa con Dios, hablando con Él de
corazón a Corazón. Es un contemplar, reflexionar y saborear los misterios de la
Fe y los acontecimientos vinculados a nuestra Redención, y esto, poniéndose
mentalmente en presencia de Dios recordando que Él nos ve, nos oye e incluso
lee todos nuestros pensamientos.
He
aquí lo que Sor Lucía misma dice acerca de la meditación pedida por la
Santísima Virgen.
“Los
quince minutos de meditación es lo que, paréceme, podría causarle alguna
dificultad. Sin embargo, es muy fácil. ¿A quién le es imposible pensar en los
misterios del Rosario, en la Anunciación del Ángel, en María y en la humildad
de nuestra querida Madre, quien, viéndose exaltada de tal manera se llama a sí
misma la esclava del Señor; en la Pasión de Jesús, que tanto ha sufrido por
amor a nosotros, y en Nuestra Santísima Madre junto a Jesús en el Calvario?
¿Quién no puede pasar quince minutos con estos santos pensamientos junto a la
más tierna de las madres?”
“He aquí mi manera de hacer la meditación sobre los misterios
del Rosario los primeros sábados:
-Primer
misterio: la Anunciación del Ángel a Nuestra Señora.
Primer
paso: representarme,
ver y oír al Ángel saludar a Nuestra Señora con las palabras: “Dios te salve
María, llena eres de gracia”.
Segundo paso: pido
a Nuestra Señora que infunda en mi alma un profundo sentimiento de humildad.
Primer
punto: meditaré la manera en que el Cielo proclama que la
Santísima Virgen es llena de gracia, bendita entre todas las mujeres y
destinada a ser la Madre de Dios.
Segundo
punto: la humildad de Nuestra Señora reconociéndose y
llamándose la sierva del Señor.
Tercer
punto: cómo debo imitar a Nuestra Señora en su humildad,
cuáles son las faltas de orgullo y soberbia por las cuales suelo disgustar más
a menudo a Nuestro Señor y cuáles los medios que debo emplear para evitarlos,
etc.
EL
SEGUNDO MES, hago la meditación sobre el segundo
misterio gozoso.
EL
TERCERO, sobre el tercero (misterio),
y así sucesivamente, siguiendo el mismo método para meditar. Cuando he
concluido estos cinco primeros sábados, comienzo otros cinco y medito los
misterios dolorosos, luego los gloriosos y, cuando los he terminado, vuelvo a
comenzar los gozosos.”
Aunque la Madre de
Dios, en su gran aparición de Pontevedra, pidió que se meditara sobre los
quince misterios, no debe entenderse por esto que se deba meditar cada sábado
sobre los quince misterios completos del Salterio, sino que basta con elegir un
ciclo de cinco, por ejemplo los cinco misterios dolorosos, o aun, como lo hace
Sor Lucía, con
meditar sobre un solo misterio cada sábado.
EJEMPLO
DE COMO PODEMOS REALIZAR LA MEDITACIÓN PEDIDA POR NUESTRA SEÑORA LOS PRIMEROS
SÁBADOS DEL MES
ORACIÓN PREPARATORIA
Oh Maria, quiero
ahora corresponder a vuestro fervoroso deseo y acompañaros durante quince
minutos meditando sobre los misterios del Santo Rosario. Con ello quiero
consolaros procurando quitar las punzantes espinas que rodean vuestro
Inmaculado Corazón y aliviarlas heridas que os han infligido. Acordándome de la
presencia de Dios y frente a vos, quiero meditar hoy los misterios de dolor.
MEDITACIÓN
PRIMER MISTERIO
DOLOROSO: La Agonía de Nuestro
Señor en el Huerto de Getsemaní. Era de noche cuando Nuestro Señor, acompañado
de sus Apóstoles, subió al monte de los Olivos pasando entre los viejos troncos
de los árboles. Y tomando a Pedro y a los hijos de Zebedeo, comenzó a
entristecerse y angustiarse.
Entonces
les dijo: —Triste está mi alma hasta la muerte; quedaos aquí y
velado conmigo.
Y adelantándose un
poco, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: —Padre mío, si es posible, pase de mí este
cáliz; sin embargo, no se haga como yo quiero, sino como quieras Tú.
Y, viniendo hasta los
discípulos, los encontró dormidos. Y dijo a Pedro: — ¿De modo que no habéis podido velar
conmigo una hora? Velad y orad para que no accedáis a la tentación; el espíritu
está pronto pero la carne es débil.
En
estos momentos Nuestro Señor se llenó de tanta angustia pensando en la amarga
Pasión que le esperaba, que sudo gruesas gotas de sangre.
Los Apóstoles, sin embargo, en vez de
velar con su Divino Maestro, lo abandonaron dejándose vencer por el sueño. Así,
para consolar a su Hijo Unigénito, el Padre Celestial tuvo que enviarle un
ángel que lo confortó presentándole un Cáliz.
Oh buen Jesús, al menos yo quiero acompañarte y
consolarte agradeciéndote todo lo que Tú has sufrido por Mí. Quiero ofrecer al
Padre Celestial estas gotas de sangre que sudaste en tu Agonía para ayudar así
a mi Madre Celestial a salvar las almas de los pobres pecadores y a fin de que
no las hayas vertido en vano.
Oh buen Jesús, muchas
almas están ya tan endurecidas que no se dejan más enternecer por tu
Preciosísima Sangre. Por ello, quiero ofrecer las lágrimas de tu queridísima
Madre para que, al menos de este modo, la rígida corteza de estos corazones se
ablande y así se abran nuevamente a tu Divina Gracia.
SEGUNDO MISTERIO DOLOROSO:…(Como
materia para la meditación puede recurrirse a la lectura de los pasajes del
Evangelio).
Si nuestra meditación, ya que no estamos
acostumbrados a esta manera de orar, resultara árida, acordémonos que María, como
bondadosa Madre, mira en primer lugar nuestra voluntad y no el resultado de
nuestra meditación.
Esta práctica puede llevarse a cabo no solamente en
privado, sino también de modo público en la iglesia, con la meditación dirigida
por un sacerdote. ¡Cuántas gracias se podrían atraer del Cielo para la
salvación de las almas si los sacerdotes divulgaran esta devoción y ayudaran a
sus fieles a hacer la meditación!
“JESÚS QUIERE
ESTABLECER EN EL MUNDO LA DEVOCIÓN A MI INMACULADO CORAZÓN. A QUIEN LA ABRACE
PROMETO LA SALVACIÓN, Y SERÁN QUERIDAS DE DIOS ESTAS ALMAS COMO FLORES PUESTAS
POR MÍ PARA ADORNAR SU TRONO”.
“FÁTIMA ROMA MOSCÚ”
Padre Gérard Mura
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