RECITACIÓN
DEL ROSARIO
En cada una de las seis apariciones en 1917, Nuestra Señora le
pidió a la gente que recitara el Rosario todos los días. Como
se trata de hacer Reparación por las ofensas cometidas contra el Corazón
Inmaculado de María, ¿qué otra oración vocal pudiera ser más grata para Ella?
Para
los tiempos presentes, el Cielo ha otorgado al Santo Rosario mayor poder aún. Citamos aquí las palabras de Sor Lucía al P. Agustín
Fuentes, sacerdote mexicano, que mientras se preparaba para ser postulador de las causas de beatificación de Francisco y
de Jacinta, tuvo la dicha de entrevistarse largamente con la vidente de Fátima, el 26 de diciembre
de 1957.
“La Santísima Virgen, en estos últimos tiempos que vivimos, ha
dado una nueva eficacia al rezo del Rosario. De tal manera que no hay ningún
problema, por más difícil que sea, temporal o sobre todo espiritual, referido a
la vida personal de cada uno de nosotros, de nuestras familias, de las familias
del mundo o de las comunidades religiosas, o a la vida de los pueblos y de las
naciones, no hay ningún problema, digo, por difícil que sea, que no podamos
resolver por el rezo del Santo Rosario. Con el Santo Rosario nos salvaremos,
nos santificaremos, consolaremos a nuestro Señor y obtendremos la salvación de
muchas almas”.
“El Rosario es, después de la Santa Liturgia Eucarística, la
oración más adecuada para conservar la Fe en las almas”
LA
EXCELENCIA DE ESTA ORACIÓN DADA POR LA MISMA MADRE DE DIOS
¿En qué reside la fuerza misteriosa del Santo Rosario?
Cabe preguntar por qué
se puede vencer al Cielo por la oración del Santo Rosario. Para acercarnos a la
respuesta de esta pregunta contemplamos las oraciones particulares de las
cuales está compuesto el Rosario. Cada una de estas oraciones, tomada en sí
misma, es ya sumamente agradable al Padre Celestial.
Al recitar el CREDO no
profesamos solamente nuestra Fe como se articula, por ejemplo, una opinión o un
modo de ver, No, al rezar el Credo hacemos un acto de Fe consciente acerca de
las verdades más importantes de nuestra Santa Religión. Sin percatarnos de ello
cumplimos así “la obra de Dios”,
pues cuando los fariseos preguntaron un día a Nuestro Señor “¿Qué haremos para hacer obra de Dios?”,
Él replicó: “La
obra de Dios es que creáis en Aquel que Él ha enviado” (Juan 6,28).
El GLORIA es la fórmula más
comprimida de glorificación de la Santísima Trinidad. Es la respuesta
perfectísima a la Revelación neotestamentaria de Dios como Dios Uno y Trino.
Citando esta breve oración correspondemos de modo perfecto a nuestro fin
sobrenatural de servir a Dios como “Alabanza
de su Gloria” (Ef. 1,14). “Llega la hora, y es ésta, cuando los verdaderos
adoradores adorarán al Padre en espíritu, y en verdad, pues tales son los
adoradores que el Padre busca. Dios en espíritu, y los que le adoran han de
adorarle en espíritu y en verdad” (Juan 4,23).
El PADRENUESTRO es la oración de
Nuestro Señor Jesucristo mismo. “Así habéis de orar: …” (Mt 6,9). Esta
oración, el Padre Celestial no la puede desoír, pues es la voz de su mismísimo
Divino Hijo, la cual conoce y a la cual no puede desdeñar.
El AVEMARÍA no cede nada en
excelencia a las oraciones anteriores. A pesar de que el Avemaría se dirige en
primer lugar a la Madre de Dios, contiene, si bien de modo escondido, un
verdadero acto de adoración y alabanza a Jesucristo, Segunda persona de la
Santísima Trinidad. En lo que atañe al contenido, ¿no es acaso lo mismo decir “¡Bendito y alabado sea Jesucristo!” que decir, de modo perifrástico, “¡Bendito es el
fruto de vientre, Jesús!”?
Las
palabras de la salutación de San Gabriel Arcángel son en realidad las palabras
del mismo Dios Uno y Trino. Un ángel es, como
indica su nombre “angelos”, solamente un mensajero, un embajador que actúa y
habla sólo por mandato y en nombre del Altísimo. Cuando San Gabriel se presentó
ante la Santísima Virgen para acoger su “Sí” al
plan de Redención del género humano, no le estaban dictados a este mensajero
celestial solamente el contenido de su alocución, sino también las palabras
mismas. Si decimos pues: “Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es
contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres”, entonces
saludamos a la Bienaventurada Virgen con las mismas palabras con las cuales la
Santísima Trinidad misma honraba a María a través de la boca del Ángel. Esta
salutación, empero, como dice San Luis María Grignon de Montfort, obró de
manera tan misteriosa en el alma santísima de María que Ella, a pesar de su
humildad tan profunda, consintió en los inefables designios de Dios para con
Ella.
La
segunda parte de la salutación del Avemaría está tomada de las palabras de su
prima Santa Isabel y es también de origen divino:
“¡Bendita Tú
eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!” (Lc 1,42).
Isabel profirió estas palabras no por propia moción sino, como menciona
expresamente la Sagrada Escritura, “llena del Espíritu Santo” (Lc 1,41). El Avemaría es, entonces, al igual que el Padrenuestro,
una oración bíblica. No perdamos nunca de vista este origen del
Avemaría obrado por el Espíritu Santo.
Solamente
la tercera parte, “Santa María, Madre de Dios…” fue
agregada por la Santa Iglesia. Sin embargo, esta invocación también
desemboca en una glorificación perfectísima de la Santísima Trinidad pues, al
rogar por nosotros, la Virgen María lo hará según el orden debido con el cual
se solicitan los favores de la Majestad Divina: en primer lugar adoración,
luego acción de gracias y, recién al final, la súplica.
Dice
Sor Lucía refiriéndose a la última parte del Avemaría:
“Ésta también es una oración dirigida a Dios por María. Porque
sois Madre de Dios, rogad por nosotros. Es una oración trinitaria, sí, porque
María fue el primer templo viviente de la Santísima Trinidad: “El Espíritu
Santo descenderá sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra,
por lo cual lo Santo que nacerá de ti, será llamado Hijo de Dios”. María es el
primer tabernáculo viviente en el cual el Padre encerró su Verbo. Su Corazón
Inmaculado, la primera custodia que lo guardó, su seno y sus brazos fueron el
primer altar y trono sobre el cual el Hijo de Dios hecho hombre fue adorado. Es
allí donde los ángeles, los pastores y los magos lo adoraron. ...
Así, el rezo del rosario es, después de la sagrada liturgia de
la Eucaristía, la que nos introduce de mejor modo en el misterio íntimo de la
Santísima Trinidad y de la Eucaristía, y la que nos infunde mejor en el
espíritu (nuestro) los misterios de Fe, de Esperanza y de Caridad”.
¿Cómo podemos rezar más perfectamente el Avemaría e intensificar
la eficacia de nuestro rezo del Santo Rosario?
Pidamos la gracia de
que Dios Omnipotente que saludaba a María a través de los labios de San Gabriel
Arcángel y de Santa Isabel, se digne valerse de nuestros labios como medio
para, a través de nosotros, honrar también a la Bienaventurada y siempre Virgen
María.
Conocemos las
consecuencias de semejante salutación a María por los Santos Evangelios. Las palabras de
Isabel, imbuida del Espíritu Santo, resonaron de modo tan misterioso en el alma
unida a Dios de María, que Ella prorrumpió en arrobado júbilo y entonó, para la
Majestad del Altísimo, el Magníficat, el himno de acción de gracia más perfecto
que jamás ascendió desde corazón de creatura humana alguna hacia el Cielo (Lc
1,46-55).
CÓMO
REZAR EL SANTO ROSARIO
En el
Nombre del +
Padre, y del + Hijo, y del
Espíritu + Santo.
Amén.
+
Se empieza a rezar tomando la cruz del Rosario:
Pésame, Dios mío, y me arrepiento de todo
corazón de haberos ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo
que perdí; pero mucho más me pesa porque pecando ofendí a un Dios tan bueno y
tan grande como Vos. Antes querría haber muerto que haberos ofendido, y
propongo firmemente nunca más pecar y apartarme de todas las ocasiones próximas
de pecado. Amén.
Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador
del Cielo y de la tierra. Y en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor; que
fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María
Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilatos, fue crucificado, muerto y
sepultado; descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los cielos,
está sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso; desde allí ha de venir a
juzgar a los vivos y a los muertos.
Creo en el Espíritu Santo; la Santa
Iglesia Católica, la Comunión de los Santos; el perdón de los pecados; la
resurrección de la carne y la vida perdurable. Amén.
*En la primera cuenta:
Padre Nuestro, que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad; así
en la tierra como en el cielo. El pan nuestro de cada día dánosle hoy; y
perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores; y
no nos dejes caer en la tentación; mas líbranos del mal. Amén.
***En las tres primeras cuentes chicas: 3 Ave María.
Dios te salve, María, llena eres de
gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito
es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por
nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
*En cada una de las otras (grandes) cuentas separadas:
1)
Gloria al Padre, y al hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio,
ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén
2) Oh Jesús mío, perdona nuestras culpas,
líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, y socorre
especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
3) Se anuncia el misterio
que corresponde.
4) Padre Nuestro
**********En los grupos de 10 cuentas chicas:
Se rezan 10 Ave María.
Al
final del Rosario: Gloria; Oh Jesús mío; y la siguiente oración:
San Miguel Arcángel,
defiéndenos en la batalla; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas
del demonio. Reprímale, Dios, pedimos suplicantes; y tú, príncipe de la milicia
celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás
espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las
almas. Amén.
LOS
MISTERIOS DEL SANTO ROSARIO
MISTERIOS GOZOSOS (lunes
y jueves)
1) Se contempla la Anunciación (Lucas
1,26-38). Se
pide como fruto de este misterio la virtud de la humildad.
2) La Visitación de María Santísima a su
prima Santa Isabel (Lucas 1,39-56). Fruto: el amor al prójimo.
3) El nacimiento del Niño Jesús en el portal
de Belén (Lucas 2,1-20; Mateo 2,1-12). Fruto: espíritu de pobreza.
4) La Presentación del Niño Jesús en el
Templo y la Purificación de Nuestra Señora (Lucas 2,21-40). Fruto:
la obediencia y la pureza.
5) El Niño Jesús perdido y
hallado en el Templo (Lucas 2,41-52). Fruto:
buscar siempre la voluntad de Dios.
MISTERIOS DOLOROSOS (martes y viernes)
1) La Agonía de Nuestro Señor en el huerto
(Lucas 22,39-46). Fruto: la contrición por nuestros pecados.
2) La Flagelación de Jesús atado a la columna
(Juan 18,36-19,1). Fruto: la mortificación del cuerpo.
3) La Coronación de espinas (Mateo 27,27-31).
Fruto:
la mortificación del orgullo.
4) Jesús lleva la Cruz a cuestas (Lucas
23,26-32). Fruto: la paciencia en las
tribulaciones.
5) La Crucifixión y Muerte de Nuestro Señor
(Lucas 23,33-49). Fruto: el don de sí mismo para la obra de la
Redención.
MISTERIOS GLORIOSOS (miércoles, sábado y domingo)
1) La Resurrección en Gloria de Nuestro Señor
Jesucristo (Lucas 24,1-12). Fruto: la Fe.
2) La Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo
(Hechos 1.4-11). Fruto: la Esperanza y el deseo del Cielo.
3) La venida del Espíritu Santo (Hechos
2,1-13). Fruto:
La Caridad y los dones del Espíritu Santo.
4) La Asunción de María Santísima en cuerpo y
alma al Cielo. Fruto:
la gracia de una buena muerte.
5) La coronación de
Nuestra Señora como Reina del Cielo y de la Tierra (Apocalipsis 12,1). Fruto: la verdadera devoción a la Santísima Virgen.
El Santo Rosario no es una oración meramente oral, sino también
mental. Para rezarlo debidamente se medita, durante las diez Ave María, sobre
el misterio anunciado. A fin de brindar material para estas contemplaciones, hemos insertado
las referencias que permitirán profundizar el conocimiento acerca del pasaje
del Evangelio que se medita.
“FÁTIMA ROMA MOSCÚ”
Padre
Gérard Mura.
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