martes, 24 de abril de 2018

MATER DIVÍNAE GRÁTIAE.





MADRE DE LA DIVINA GRACIA.


Adeamus ad thronum gratiœ- Hebr. 4.
Acerquémonos al trono de la gracia.


CONSIDERACION I.

   Representémonos a María Santísima como Madre de la Divina gracia, a manera de una hermosísima fuente rebosando por todas partes, como que según la salutación angélica, está llena de gracia, y de sí en cierto modo puede decir: en mi está toda la gracia, porque así como el mar abunda de aguas, según hemos explicado antes, así María que se deriva AMARÍ, del mar, abunda de gracias: y aun mas así como todos los ríos corren a el mar, así todas las gracias que se hallan dispersas en Ángeles y Santos, se congregan en María.


CONSIDERACION II.

   Pero ¿de dónde o en qué modo adquirió María tantas gracias? Fácil es la impuesta a tal pregunta. Conviene a saber; que así como una grande suma de dinero produce grandes réditos, por los cuales la misma suma crece siempre más y más; así María Santísima que en el principio de su vida obtuvo ya más y mayores gracias que todos los Santos, en el fin de ella y habiendo cooperado siempre a dichas gracias, fue casi infinito el aumento que logró multiplicándolas siempre por una especie de sagrada usura. Agréguese a esto que el Divino Padre a su Hija, el Divino Hijo a su Madre ¡y finalmente! El Divino Espíritu a su Esposa, siempre la han colmado de nuevas gracias.


CONSIDERACION III.

   Finalmente, de todo lo dicho hasta aquí, resulta a los hombres el mayor consuelo; pues así como una fuente llena de aguas fácilmente derrama como el mar que por la copia de ellas se difunde en grandes ríos; así María como fuente y mar de gracias nos da abundantemente sus favores. Por lo que si no nos atrevemos a suplicar al mismo Dios, imitemos a los Israelitas que de mejor gana hablaban con el Señor por medio de Moisés que por sí mismos; y según el texto citado arriba: lleguémonos al trono de la gracia, conviene a saber al trono del Señor que es María llena de gracia.


ORACIÓN.

¡Oh María! Yo hombre miserabilísimo y grandísimo pecador ya casi empiezo a desesperar por mis maldades y delitos cometidos; pero por esto mismo que empiezo a desesperar determiné arrojarme al mar; conviene a saber a ti ¡oh María! Mar dé las gracias ¡Feliz yo! si todo me sumergiere en este mar de gracias, pues mi alma por el segurísimamente saldrá nadando al puerto de la salud: ¡O María!

Madre de la Divina gracia ruega por nosotros.



P. FRANCISCO JAVIER DORNN
DEAN Y PREDICADOR DE PRIDBER
(1834).   

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