martes, 1 de mayo de 2018

BREVE PRÁCTICA, DEL MES DE MAYO CONSAGRADO A LA MADRE DE DIOS.






ACTO DE CONTRICIÓN.



Por la señal, etc.



   A vuestra soberana Madre vengo a honrar, Señor mío Jesucristo, y al querer debidamente hacerlo, me avergüenza ante todo el estado de mi pobre alma, tan llena de ofensas a Vos. Os he faltado, Señor, mil veces, y agraviándoos a Vos, he agraviado juntamente a vuestra dulcísima Madre y mía. ¿Cómo he de poder, pues, presentarme en su presencia sin que le provoque asco y enojo mi indignidad?

   Vos, Señor mío, que tan misericordioso sois y que desde las entrañas de vuestra dulce Madre habéis traído al mundo tesoros de bondad y de compasión, tenedla de ese pobrecito pecador, y perdonadle una vez más sus negras ingratitudes. ¡Pésame, Señor, en lo más vivo de mi alma haber herido con ellas vuestro amante Corazón! ¡Pésame, Padre mío, y no quiero ofenderos con ellas ya más! Ayudadme con vuestra gracia para perseverar en este mi arrepentimiento y firme propósito hasta el fin de mi vida. Amén.





ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA.



   Vuestro permiso imploro, Madre y Señora mía, para acercarme, a pesar de mi indignidad, a vuestro altar sagrado. A él vengo, celestial Maestra, para que me instruyáis; a él corro, bondadosa Madre, para que me consoléis; a él me refugio, Abogada poderosísima, para que me protejáis. Todo lo sois, Señora, para el pueblo cristiano y para este infeliz pecador, luz, consuelo, amparo, fuerza, esperanza y segura protección. Enseñadme con el ejemplo de vuestra vida, especialmente con el paso de ella que me propongo hoy meditar; fortalecedme con la divina gracia que benévolamente me alcanzaréis de vuestro Hijo Jesús; consoladme y acariciadme con las infinitas dulzuras de vuestro culto y amor, singularmente en este vuestro devoto Mes. Amén.

   ¡Madre y Señora mía! De vuestro Soberano Hijo y Señor mío otorgadme en estos momentos el especial beneficio de hacer con fruto para mi alma estos breves puntos de meditación. 






MEDITACIÓN DÍA I



María en su Concepción. —Estima de la divina gracia.




   María por singularísimo privilegio, debido en cierta manera a su alta dignidad de Madre de Dios, fué concebida en el seno de su madre Santa Ana sin la mancha del original pecado, que del primer padre Adán contraemos todos sus descendientes.

   Saca de ahí, alma mía, cuál debe ser la estima en que debes tener la gracia de Dios, pues queriendo el Señor honrar de un modo extraordinario a la que escogió por Madre, no encontró otro más precioso que adornarla desde el primer instante con ese de su divina gracia. También por el Bautismo se te ha dado a ti, ya que no en tu concepción al menos en tu regeneración por medio de este Sacramento. ¿Cómo guardaste tan valiosa joya? ¿En qué aprecio la tuviste? O al revés. ¿A cuántos riesgos no la traes voluntariamente expuesta? ¿Por qué viles placeres del mundo no la has cien veces trocado?   ¿Qué has hecho, infeliz, de esta primera vestidura con que al adoptarte por suyo te engalanó el Señor? ¿Qué cuenta darás de ella en su riguroso tribunal?

   Reflexiónalo muy detenidamente, y pide a tu buena Madre la Inmaculada María te alcance del Señor estima y aprecio de ese don sobrenatural de la divina gracia. Llora la desdicha de haberlo tantas veces perdido, y procura no perderlo ya más, o recobrarlo al punto por medio de una buena confesión.





DESPUÉS DE LA MEDITACIÓN.




Ahora saludaremos fervorosamente el Nombre suavísimo de nuestra Divina Madre con las siguientes jaculatorias y Ave Marías:

   Madre mía amantísima, en todos los instantes de mi vida acordaos de mí, pobre pecador. Ave María.

   Arca de Dios y Tesorera del cielo, concededme abundantes gracias para detestar y llorar mis pecados. Ave María.

   Reina de cielos y tierra, sedme amparo y defensa en las tentaciones de mis enemigos. Ave María.

   Inmaculada Madre de mi Dios y Señor, alcanzadme lo que os pido para mi salvación. Ave María.

   Abogada mía y refugio mío, amparadme en el trance espantoso de la muerte y abridme las puertas del cielo. Ave María y Gloria.





ORACIÓN DE SAN BERNARDO.
(Memorare).



Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se oyó decir que alguno de los que acudieron a vuestra mediación é imploraron vuestro auxilio fuese desamparado de Vos. Alentado con esta seguridad, a Vos acudo, Virgen Reina de las vírgenes, y aunque agobiado bajo el peso de mis culpas, atréveme a parecer ante vuestra presencia. No despreciéis mis ruegos, antes dignaos atenderlos y favorablemente despacharlos. Amén.





OFRECIMIENTO DEL DÍA.



   Cuanto piense, cuanto hable, cuanto obre y cuanto quiera en este día de vuestro sagrado Mes, os lo ofrezco, purísima Reina de los cielos, como florido homenaje de amor consagrado a vuestra devoción. Sean por Vos todas y cada una de mis respiraciones. Sean por Vos todos y cada uno de los latidos de mi corazón, sean por Vos los deseos más íntimos de mi alma. Os dedico muy especialmente el obsequio o flor espiritual de hoy, y deseo lo recibáis como nueva prenda de mi fidelidad a vuestro amor. Y haced, Señora, que según Vos viva, y en Vos muera, y con Vos reine felizmente por toda la eternidad. Amén.




1-    Privarse de un rato de recreo, como mortificación por los pecados veniales.





“BREVE PRACTICA DEL MES DE MAYO
CONSAGRADO A LA MADREE DE DIOS”
POR D. FÉLIX SARDA Y SALVANY, PBRO.


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