sábado, 18 de agosto de 2018

MATER AMÁBILIS.





MADRE AMABLE.

Amábilis super amorem mulierum. 2. Reg. 1.

Amable sobre el amor de las mujeres.


CONSIDERACION I.


   Con justa razón María Santísima se llamaba Madre amable, pues según el testo citado, fué esta Señora amable sobre el amor de las mujeres. En verdad, según testifica la Sagrada Escritura, Ester era muy bella: Judit de elegante aspecto; Rebeca muy graciosa: Raquel de hermoso rostro: pero María aventajó tan incomparablemente a Raquel en hermosura, en gracia a Rebeca, en elegancia a Judit, y a Ester en belleza, que es amable sobre todas ellas.


CONSIDERACION II.


   Cuando María fue elevada a los cielos, le salieron al encuentro los ángeles, y arrobados a su vista, exclamaron: ¿quién es esta que camina como la aurora que se levanta, hermosa como la luna?

Pregunto: ¿qué cosa arrebató a los ángeles a tanta admiración? ninguna otra, dice San Gregorio, que la hermosura de, María, como que nunca vieron estos otra semejante en pura criatura. De lo que se sigue que la “hermosura de ésta Señora, excede con mucho a la angélica”.


CONSIDERACION III.


   San Juan en el Apocalipsis vio una cierta mujer vestida del sol, que tenía la luna bajo de sus pies, y en su cabeza una corona de doce estrellas: ¡visión admirable! pero, ¿que se significa por esta mujer? ¿Que por el sol? ¿Que por la luna y las estrellas? 

   Los Santos Padres entienden por la Mujer a María; por el sol y la luna, su incomparable hermosura: a la verdad, así como ninguna luz se puede comparar con la del sol, luna y estrellas, así la hermosura, gracia y amabilidad de María, aventaja a la hermosura de todos los Santos.


ORACION.


¡Oh María! la más hermosa entre las hijas de Jerusalén, cuya amabilidad y amable hermosura admiran todos los Santos y Ángeles; yo te hago humildes ruegos para que en la hora de mi muerte, si acaso cuando esté agonizando me espantara la horrible figura de los demonios, me despidas para consuelo un solo rayo de tu hermosura. Por tanto entonces, o Madre del amor hermoso, convierte a mí los ojos de tu misericordia, los que como dos resplandecientes estrellas, me demostrarán el camino de la Patria celestial ¡Oh María!

Madre amable, ruega por nosotros.

P. FRANCISCO JAVIER DORNN
DEAN Y PREDICADOR DE PRIDBER
(1834).   

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