sábado, 19 de diciembre de 2020

NOVENA DE NUESTRA SEÑORA DE BELÉN. CUARTO DÍA.


Cuya Sagrada Imagen, insigne en milagros, se veneraba en el Religioso Convento de los Padres Mercedarios Descalzos, Redentores de Cautivos, de la ciudad de Granada; sacada de las obras de la venerable Madre María de Jesús de Águeda.

   Que ofrece a los devotos de la Reina del Cielo, a petición de un alma devota de la Santa Imagen. 

   Escrito por Fray Miguel del Santísimo Sacramento, religioso de la misma Orden e impreso en el año 1755.

 

 

COMENZAMOS: 16 de diciembre.

 

FINALIZAMOS: 24 de diciembre.

 

 

 

 

ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS.

 

 

   Soberana Señora, Emperatriz de los Cielos y Tierra, Estrella refulgente del Mar, que alumbras a los errados navegantes hijos de Adán: Yo, el más indigno de todos ellos, me postro ante tu sagrada imagen de Belén, venerándote en tu dichoso Parto, como legitima, y natural Madre de Dios, y Virgen Purísima; y te suplico, que, en esta Novena, que consagro a tus aras, te dignes de ser mi Madre, pues lo eres de todos; y me alcances del Trono de tu Santísimo Hijo, pureza de Intención, y conformidad con su Santísima voluntad, para que por tu Santísima intercesión sean mis ruegos, y suplicas oídas de su piedad, para que venerándote en esta vida, ante tu Santa Imagen te adore eternamente en la gloria. Amén.

 

 

 

—Luego se rezan nueve Ave Marías, en memoria de los nueve meses, que estuvo el Verbo Divino en su purísimo Vientre, e inmediatamente se dicen las Oraciones siguientes…

 






DÍA CUARTO (19 de diciembre).

 

 

NACIMIENTO DEL NIÑO DIOS Y EFECTOS DE LAS PRIMERAS VISTAS ENTRE EL HIJO Y LA MADRE.

 

 

   Considera, como habiendo nacido el Niño Dios en el dichoso Portal de Belén, fue recibido en las manos de dos Ángeles, como Ministros y Sacerdotes primeros de aquel Divino pan, que nacía para abastecer al Mundo, que según revelación recibida y aprobada fueron los Soberanos Arcángeles San Miguel y San Gabriel y presentado a la Purísima y Virginales de MARÍA Santísima, más apreciable Trono para el Niño que nacía, que el solio del Cielo empíreo, que dejaba. Y al punto se miraron recíprocamente, Hijo, y Madre Santísimos, sintiendo ella el corazón del Niño, y quedando juntamente herida y transformada en Él.

 

 

ORACIÓN.

 

 

 

   ¡Oh Soberana Madre de Pecadores! Girasol amante del mejor Sol, el Hijo del Eterno Padre, que luego que le visteis nacido, fijasteis en él sus ojos purísimos, despreciando todo lo visible, que adora el mundo; y le consagraste tu corazón amante, para que te lo hiriese con sus divinos arpones. Concédeme de este Divino Niño recién nacido, que apartando yo mis ojos de lo fantástico de este mundo, los emplee en mirarle, y contemplarle, para que por tu intercesión dichosa el se digne de mirarme, y tenerme de su mano, para que no caiga en ofensas suyas. Amén.

 

 


 

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