DEVOCIÓN PARA LOS CINCO
SÁBADOS ANTERIORES A LA FESTIVIDAD DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA SANTÍSIMA.
Por la señal ✠
de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el
nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ORACIÓN A LA SANTÍSIMA TRINIDAD (Para
los cinco sábados).
Trinidad Santísima, Omnipotente Dios, Trino en
vuestras divinas personas y Uno en vuestra adorable esencia: yo os doy alabanzas infinitas por el
tesoro de gracias incomprensibles, con que adornasteis desde su animación
santísima el Corazón Purísimo de la celestial María, escogida por vos desde la
eternidad por Hija, Madre y Esposa vuestra, y por lo tanto privilegiada de
carismas, dones y grandezas de vuestra Majestad infinita, cuantas no puede
penetrar el entendimiento humano, y que la hicieron el encanto de vuestras
divinas miradas, el recreo de vuestra bondad, y el objeto dignísimo de vuestra
singular dilección. Yo os suplico humildemente ¡Oh Beatísima Trinidad! Por este Corazón Inmaculado, vergel preciosísimo,
en que florecieron del modo más admirable y estupendo las fragantes y
odoríferas flores de todas las virtudes, os dignéis concederme perdón y
absolución plenísima de todas mis maldades, un corazón de fuego para amaros, de
dulzura y caridad para con mis prójimos, de rigor y dureza para conmigo mismo,
y de frialdad e insensibilidad para todo lo de la tierra. Haced Señor, que
comience una vida nueva, una vida toda del espíritu, reconcentrada en vos, en
la que procurando únicamente morir a mí y a todo lo que no sois vos, repare mis
ingratitudes, y amándoos con todo el ardor de mi alma, consiga la inefable
dicha de exhalar a vuestros divinos pies mi último suspiro, en un ímpetu de
dolor por haberos ofendido, y de esta manera, sea admitida en vuestra gloria,
para cantaros con los bienaventurados: Santo, Santo, Santo, por
toda la eternidad. Amén.
PRIMER SÁBADO
ORACIÓN
Madre dulcísima de mi corazón, piadosísima y
purísima María, que,
a costa de tantos dolores, os visteis constituida al pie de la Cruz, por Madre
nuestra, yo contemplo vuestro purísimo Corazón lleno de la más cruel amargura,
al prever las ingratitudes con que había yo de corresponder vuestro amor y
finezas, dándoos por el primero, olvido e indiferencia, y por las segundas,
agudísimos dolores con mis repetidas ofensas a vuestro Soberano Hijo. La vista
de esta mi estregada conducta sería capaz de entregarme al desaliento y aun la
desesperación, sino me alentará a la tierna confianza que me inspira vuestro
Corazón de Madre, en que siempre me habéis abrigado para preservarme de los
azotes de la divina indignación provocada por mí con tantas maldades. Si,
divina María, vos habéis hecho constantemente conmigo oficios de Madre la más
tierna, aun cuando no he sido otra cosa que el verdugo deicida de vuestro
Santísimo Hijo: ¿Pues
no eh de confiar en vuestro amor y protección, ahora que clamo arrepentido a
vuestros pies mi perdón? Alcanzádmelo
queridísima Madre mía, olvidad mis desaciertos, dirigidme una mirada de
ternura, y haced que en lo de adelante, sea yo un verdadero hijo vuestro,
atento solo a alabaros, serviros y contentar vuestro purísimo Corazón, con mi
fidelidad en observar la ley santa del Señor, para que, por este medio, vaya a
disfrutar la vista de vuestra divina hermosura el los alcázares de la gloria. Amén.
—Se rezan cinco Aves Marías al Corazón
Inmaculado, y luego lo siguiente:
Corazón
inmaculado
De
la gran Madre de Dios:
En vida y muerte sed Vos
Nuestro refugio sagrado.
¿Quién
pudiera, Madre mía,
Celebrar tu
Corazón
Con la
ternura y amor
De un San
Alfonso María?
Entonces
yo te diría
En
un incendio abrasado:
En vida y muerte sed Vos
Nuestro refugio sagrado.
De
tu pureza sin par
El
mismo cielo se encanta,
Y
repite: Santa, Santa,
Santa
Virgen sin igual.
¡Oh belleza
celestial
A quien no
manchó el pecado!
En vida y muerte sed Vos
Nuestro refugio sagrado.
Libre
aún de pequeña horrura,
El
Ser Eterno te crio,
Y
luego se complació
En
tu graciosa hermosura.
Tú
que en todo instante pura
Siempre
a Dios has agradado,
En vida y muerte sed Vos
Nuestro refugio sagrado.
Un
mar de beneficencia
Es
tu Santo Corazón,
Del
que sin intermisión
Se
derrama la clemencia.
¡Fuente de
benevolencia,
Socorro del
desgraciado!
En vida y muerte sed Vos
Nuestro refugio sagrado.
Refugio
de pecadores,
Consuelo
del afligido;
Luz
que encamina al perdido,
Asilo
de los viadores.
¡Oh María,
por los dolores
Que mis
culpas te han causado!
En vida y muerte sed Vos
Nuestro refugio sagrado.
Dulcísima
Reina mía,
Mi
amada corredentora,
Mi
sostén, mi protectora,
Mi
luz, mi norte, mi guía.
Hermosísima
María,
Por
tu Ser Inmaculado:
En vida y muerte sed Vos
Nuestro refugio sagrado.
En
ti, celestial Princesa,
Hallan
mis penas remedio,
Mis
fatigas refrigerio,
Nuevo
aliento mi flaqueza:
Tú
me extraes de mi tibieza,
Madre
del Verbo adorado:
En vida y muerte sed Vos
Nuestro refugio sagrado.
En
tus manos, gran Señora,
Entrego
yo el alma mía,
Y
espero que en mi agonía
Serás
tú mi defensora:
Socórreme
en aquella hora,
Y
pues tu amparo he buscado,
En vida y muerte sed Vos
Nuestro refugio sagrado.
ORACIÓN
Dios
clementísimo, que,
para la salvación de los pecadores y refugio de los míseros, quisiste que el
Inmaculado Corazón de la Bienaventurada Virgen María fuese semejante en la
caridad y misericordia al divino Corazón de tu Hijo Jesucristo, concédenos que
cuantos hacemos memoria de este dulcísimo y amantísimo Corazón, por los méritos
e intercesión de esta misma Virgen bendita, merezcamos ser hallados según el
Corazón de Jesús. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
En el nombre del Padre, y
del Hijo ✠, y del
Espíritu Santo. Amén.
SEGUNDO SÁBADO
Por la señal…
Oración a la Santísima Trinidad.
ORACIÓN
Abogada
clementísima de los míseros hijos de Adán, que,
con entrañas llenas de clemencia, estáis incesantemente intercediendo ante la
Majestad Eterna del Señor, para conseguirnos el perdón de nuestros pecados, el
remedio de nuestras necesidades, la preservación de infinitos males y la consecución
de nuestra eterna felicidad. ¿Qué será de nosotros piadosísima María, si no os
tuviéramos por nuestra infatigable abogad a la diestra de vuestro Divino Hijo?
¿Cuántos mayores fueran nuestras penalidades, nuestras desgracias y nuestras
calamidades? ¿Cómo podríamos sustraernos de la vibradora espada de la justicia
divina, si vos no estuvierais interponiéndoos entre ella y nosotros,
conteniendo la vengadora mano del Altísimo con vuestros ruegos? ¡Oh Divina Madre de Dios!
defensora y
protectora nuestra, seguid, seguid abogando por nosotros, miserables
desterrados en este valle de luto y miserias: nuestra causa la ponemos en
vuestras manos, y por más criminal que ella pueda ser, no ha de perderse
corriendo de vuestra cuenta. Volved favorable hacia nosotros a nuestro Divino
Juez, presentándole por nuestro demérito y cargos terribles sus méritos
infinitos, los vuestros incomprensible y los muchos dolores que os hemos
costado, y que vos ofrecisteis y aceptasteis gustosa por nuestra salvación,
bien seguros de que, si así lo hacéis, como lo esperamos de vuestro corazón
maternal, conseguiremos la inefable dicha de ir a alabar en la patria celestial
las infinitas misericordias del Señor, al par que vuestra benigna clemencia. Amén.
—Rezar cinco Ave Marías, los Gozos y la
Oración.
TERCER SÁBADO
Por la señal…
Oración a la Santísima Trinidad.
ORACIÓN
Refugio seguro de los pecadores, dulcísima
Virgen María: ¡Que consuelo tan
inefable inunda mi alma al considerar este tierno título con que habéis querido
llamaros para excitar nuestro amor y nuestra confianza en vos! ¡Que firmeza y
seguridad no tengo en mis conflictos, temores y ciudadanos, al mirar que
vuestro purísimo Corazón es la sagrada ciudad de Refugio que el Señor nos ha
concedido para que podamos evadirnos de los castigos de su divina justicia,
tantas veces irritada por nuestras culpas, acogiéndonos a ese Refugio Santo, en
donde se embotan los filos de la espada que fulmina el Padre Celestial contra
los infractores de sus divinos preceptos! Mis
temores se desvanecen, mi esperanza se reanima y mi alma se regocija y alienta
al saber y considerar que la Reina del cielo, la gran Madre de Dios, ha querido
ser y llamarse del Refugio de los pobres pecadores, y por eso, mío muy
especial, pues soy el mayor de todos. ¿Cómo os agradeceremos, ¡Oh princesa soberana! vuestra ternura y amor para con nosotros, ingratos hijos
vuestros? Mi
corazón se deshace en deseos de manifestaros su reconocimiento, y, sin embargo,
por una espantosa miseria, no hace otra cosa que desagradaros con sus
infidelidades continuas. Amparadnos ¡Oh dulce Refugio nuestro! hacednos agradecidos a vuestro amor y
ternura, y en la hora de nuestra muerte, escondednos en vuestro Santo Corazón,
para que viéndonos el Señor defendidos de Vos, nos reciba en su seno paternal,
y nos lleve a adorarlo y a alabaros a vos en la felicidad de la gloria por toda
la eternidad. Amén.
—Rezar cinco Ave Marías, los Gozos y la
Oración.
CUARTO SÁBADO
Por la señal…
Oración a la Santísima Trinidad.
ORACIÓN
Intercesora constante del desgraciado género
humano, soberana Virgen María: yo
os adoro y doy infinitas gracias y alabanzas por las incesantes mercedes que
continuamente estáis alcanzando de la Majestad infinita del Ser Eterno, con
vuestros graciosos ruegos, para todos los miserables que gemimos en esta tierra
de dolor. Los Ángeles y cortesanos del cielo, os bendigan por vuestra inmensa
caridad, y yo, postrado humildemente a vuestras dulcísimas plantas, os suplico,
¡Oh Madre e Intercesora
nuestra!
fijéis vuestros benignos ojos en nuestro pobre corazón. Mirad el mío, Señora,
ved cuan lleno está de sí mismo, cuan agitado de sus pasiones, cuan solícito
para sus comodidades, cuan tibio en vuestro servicio y cuan frío e insensible
en el amor de su Dios. ¡Oh María!
poned termino a tantas miserias, mudadme este corazón carnal en un corazón
semejante al vuestro. Dadnos humildad, pureza, caridad, y un encendido amor a
vuestro Divino Hijo y a Vos, su dignísima Madre. Amor os pedimos, Señora,
encended este sagrado fuego en nuestro helado corazón, para que consuma todas
nuestras imperfecciones, nos comuniques todas las virtudes, y desprendiéndonos
del mundo, de nosotros mismos, y de todo lo que no es de Dios, solo aspiremos
al cielo, solo a él se dirijan nuestros afectos, y de esta manera, tengamos un
fin dichoso, que sea principio de una felicidad interminable en la gloria,
donde sin velos ni sombras, podamos recrearnos con la visión beatífica de
nuestro Dios Trino y Uno, que sea alabado por los siglos de los siglos. Amén.
—Rezar cinco Ave Marías, los Gozos y la
Oración.
QUINTO SÁBADO
Por la señal…
Oración a la Santísima Trinidad.
ORACIÓN
Amparo
firmísimo de los que en vos esperan, amadísima Madre mía, poderosísima Reina de
los Ángeles, dignaos
inclinar ese vuestro divino rostro que el encanto del cielo, hacia vuestros
pobres hijos, que desfallecidos en este miserable mundo con tantas calamidades
como lo circundan, se encuentran casi sin tener donde poner el pie con
seguridad, pues todo se halla lleno de lazos, peligros y desgracias sin fin. ¡Oh María,
augusta y soberana Madre de Dios y nuestra!
extended vuestra mano compasiva para sostenernos, y no permitáis
naufraguemos en tan desecha tormenta como estamos sufriendo en nuestra
trabajosa peregrinación. Amparadnos, pues sois nuestra Madre, nuestra Abogada,
nuestra intercesora, nuestro amparo, nuestro remedio, nuestro consuelo y todo
nuestro bien, después de Dios. A ti clamamos, no nos desampares, vuélvete hacia
nosotros, pues a ti suspiramos, abríganos en tu Corazón purísimo, pues es
nuestro refugio, y cuando llegue la hora terrible de nuestra muerte,
consuélanos con tu amable presencia, y mostrándonos al dulcísimo fruto de tu
virginal vientre, recibe nuestras pobrecitas almas en tus benignas manos, y
llévalas con seguridad al descanso eterno de la gloria. Amén.
—Rezar cinco Ave Marías, los Gozos y la
Oración.
Devoción de 1866, con licencia
eclesiástica.
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