COMENZAMOS:
31 de agosto.
FINALIZAMOS:
8 de septiembre (Festividad)
Novena compuesta por el padre Pedro de Alcántara Suárez y Muñano,
capellán rector del Real Hospicio y Colegio de Desamparados de Madrid, y
aprobada por Mons. José de Lorenzo y Aragonés, Vicario eclesiástico de la Villa
de Madrid el 26 de Agosto de 1867.
NOVENA EN HONOR DEL FELIZ NACIMIENTO DE
LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA.
Postrados ante el altar o imagen de la soberana Reina, se hará la señal
de la santa Cruz, y el acto de contrición.
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos
Señor ✠
Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu
Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero,
Criador y Redentor mío,
por ser Vos quien sois y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo
corazón de haberos ofendido: propongo firmemente de nunca más pecar, y de
apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, y de confesarme y cumplir la
penitencia que me fuere impuesta, y de restituir y satisfacer si algo debiere:
os ofrezco mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados; y
así como os lo suplico, así confío en vuestra bondad y misericordia infinita me
los perdonaréis, por los merecimientos de vuestra preciosísima Sangre, Pasión y
Muerte en la Cruz, y me daréis gracia para enmendarme y para perseverar en
vuestro santo servicio hasta la muerte. Amén.
ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS
DÍAS
Santísima Niña María, delicia
de los Ángeles, augusta Soberana de los Cielos, deseada de las naciones, cuyo
feliz nacimiento regocija a todo el orbe, por ser el principio del venturoso
día de la redención del humano linaje. ¡Oh tierna infanta!,
vuelve a nosotros esos bellos ojos que derraman alegría y consuelo, y
purifique tu graciosa sonrisa nuestras almas. Haz que participemos del
espiritual regocijo de tu Nacimiento, viviendo en la abundancia de gracias que
nos promete, para que podamos nacer nuevamente a gozar la felicidad eterna de
la gloria. Amén.
DÍA SEGUNDO – 1º DE SEPTIEMBRE
MEDITACIÓN: SANTA MARÍA, «FUENTE SELLADA».
(Cánticos 4,
13.)
Niña
bellísima, obra acabada del
Excelso, que naces al mundo cual cristalina fuente del paraíso, cuyas puras
aguas han de regar toda la tierra, de la que surgirán fragantes flores y
sazonados frutos para placer y delicia de todas las generaciones. ¡Oh tierna
Niña!, pues eres el manantial y
conducto de todas las gracias, y fecundizas con tu celestial riego los más
áridos corazones, convirtiéndolos en amenos vergeles, riéganos con esas aguas
de vida eterna, para que florezcamos en santidad y justicia, y lleven los
Ángeles al pie de tu excelso trono las fragantes flores de virtudes que broten
en nuestras almas con tu riego maternal. Amén.
—Ahora se rezarán tres Ave Marías a la
celestial Niña, precediendo a cada una la siguiente jaculatoria:
Tierna infanta, Niña
hermosa,
Perla de inmenso valor,
Nacida cual bella rosa
Para gloria del Señor.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Preciosa Niña María, rica
de inefables gracias, primogénita del Altísimo, delicia de los Serafines, que
en tu feliz nacimiento recibes espléndidas ovaciones, homenajes y tributos como
Soberana del universo, pues la magnificencia del Eterno Padre te contempla como
a Hija muy querida, el entusiasmo del Verbo increado te acepta por su futura
Madre, el tierno amor del Espíritu divino te enriquece y adorna como a su vivo
santuario, y las inmensas legiones de celestiales espíritus, agrupados ante tu
modesta cuna, te saludan como a su Reina y Señora, pulsando sus sonoras arpas
con indecible regocijo. ¡Oh tierna y graciosa Niña!, también nosotros
te saludamos con toda la efusión de nuestras almas en unión de los cortesanos
celestes y de tus dichosos padres, que absortos te contemplan. Salve pues, Niña
augusta, salve. A ti alabanzas, a ti coronas, a ti bendiciones, a ti las ofrendas
del corazón, a ti los sacrificios de la humanidad. ¡Oh bella Infanta! Dios te envía a nuestro suelo cual lluvia de
bendición: te aguardamos como la tierra árida, que suspira por el rocío de la
mañana. En tu adorable nombre divisamos un porvenir venturoso: por eso el
corazón se dilata, y los ojos vierten lágrimas de alegría. Pues vienes para
remedio universal de nuestros infortunios, recíbenos bajo tu dulce amparo,
disipa las densas tinieblas de nuestro entendimiento, destruye los
desarreglados afectos de nuestro corazón, y reprime los esfuerzos y sugestiones
de nuestros adversarios, para que, escudados con la divina gracia, podamos bajo
tus auspicios arribar al puerto feliz de la vida eterna. Amén.
—Aquí exponga cada uno secretamente el
favor particular que desea obtener de la celestial Niña.
GOZOS EN HONOR DE LA NATIVIDAD DE SANTA
MARÍA VIRGEN
Niña agraciada y bella,
De perfección portento,
Tu excelso Nacimiento
Mi voz ensalzará.
Hermosa Virgen pura,
Reina de tierra y cielo,
Gloria, paz y consuelo
De la estirpe de Adán;
Encumbrada en el solio
De tu eternal grandeza
Te admira mi flaqueza
Con incesante afán.
Niña agraciada y bella,
De perfección portento,
Tu excelso Nacimiento
Mi voz ensalzará.
En este fausto día
Contempla arrebatada
La gracia reservada
A tu alta dignidad;
Y aquel dichoso instante
Que a la luz y la vida
Te vio salir vestida
De gloria y majestad.
Niña agraciada y bella,
De perfección portento,
Tu excelso Nacimiento
Mi voz ensalzará.
Mientras oscura y pobre
Te ve nacer el mundo,
Ignorando el profundo
Misterio de tu ser,
Conmuévanse los cielos,
Y absortos, la excelencia
Cantan de tu existencia,
¡Oh divina mujer!
Niña agraciada y bella,
De perfección portento,
Tu excelso Nacimiento
Mi voz ensalzará.
Por el etéreo espacio,
En célica armonía
Resonó la alegría
Y el grito de salud;
Y los brillantes coros
Que asisten al Dios santo,
Con inefable encanto
Proclaman tu virtud.
Niña agraciada y bella,
De perfección portento,
Tu excelso Nacimiento
Mi voz ensalzará.
El mundo desconoce
Tu celestial destino,
Tu carácter divino,
Tu excelsa vocación.
Madre de Dios, ¡qué
asombro!
Vas a ser, Virgen pura,
Tú, tierna criatura,
Por eterna elección.
Niña agraciada y bella,
De perfección portento,
Tu excelso Nacimiento
Mi voz ensalzará.
Vas a ser de los hombres
La luz reparadora,
En quien Dios atesora
Sus dones y su honor.
Y noble y perfectísima,
Y en gracia confirmada,
A la empresa ordenada
Naciste, de su amor.
Niña agraciada y bella,
De perfección portento,
Tu excelso Nacimiento
Mi voz ensalzará.
Por eso amaneciste
Cual aurora esplendente
Del astro indeficiente,
Del mismo Hijo de Dios,
El que tomando carne
En tu impecable seno,
Sin mancha nació, y lleno
De eterna perfección.
Niña agraciada y bella,
De perfección portento,
Tu excelso Nacimiento
Mi voz ensalzará.
Y la salud del hombre,
En el feliz momento
De tu almo nacimiento
Se principió a operar:
De la infernal serpiente
La orgullosa cabeza
Tu insigne fortaleza
Logrará quebrantar.
Niña agraciada y bella,
De perfección portento,
Tu excelso Nacimiento
Mi voz ensalzará.
Feliz, feliz te aclama
Mi mente confundida,
Y ante tus pies rendida
Te presta veneración.
Allá en el alto asiento
De tu trono brillante,
Te invoca suplicante
Mi triste corazón.
Niña agraciada y bella,
De perfección portento,
Tu excelso Nacimiento
Mi voz ensalzará.
Antífona:
Tu Natividad,
oh Virgen Madre de Dios, anunció el gozo para el universo mundo,
porque de ti ha nacido el sol de justicia, Jesucristo nuestro Dios, que
rompiendo la maldición nos trajo la bendición, y confundiendo a la muerte nos
dio la vida sempiterna.
℣. Hoy ha nacido la Virgen Santa María.
℞.
Con cuya ínclita vida ilustra a la Iglesia
ORACIÓN
Dígnate, Señor, conceder a tus siervos el don de la
gracia celestial, a fin de que la solemnidad del Nacimiento de la Virgen
Bienaventurada, cuyo alumbramiento ha sido para nosotros el principio de la
Salvación, nos obtenga un acrecentamiento de paz. Por
Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento
del Altar, y la Virgen concebida sin pecado original.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
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