Recopilado por el P. Dr. Vicente
Alberto Rigoni, Cura Párroco de
Santa Ana en Villa del Parque
(Buenos Aires), el 12 de Mayo de
1944. Tomado de RADIO
CRISTIANDAD.
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos,
líbranos Señor ✠
Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Dios os salve, ¡oh gloriosa Santa Ana!, cuyo
nombre significa la gracia de la que fuiste por Dios llena, gracia que
distribuís a vuestros devotos. Nosotros, postrados a vuestros pies, os rogamos que aceptéis estos
humildes obsequios con los cuales pretendemos honraros, como a madre de nuestra
amantísima Madre y Reina y como abuela de nuestro dulcísimo Redentor Jesús. Y
Vos, en señal de que os agradan nuestros homenajes, libradnos del maldito
pecado alcanzándonos la gracia de modelar nuestra vida conforme a vuestros
ejemplos, y obtenednos luz, fervor y constancia para que con la meditación que
vamos a hacer, crezcamos en virtud y seamos más y más gratos al Señor. Amén.
DÍA DECIMONOVENO —19 de julio.
MEDITACIÓN: De la Imposición del Nombre de María.
El ángel enviado a Santa Ana le había
dicho: “Nacerá
de ti una hija, la cual, llamada María, será bendita entre todas las mujeres”,
y ese nombre le pusieron sus padres, porque el ángel lo había revelado.
“El nombre de María emana de los tesoros
inmensos de la Divinidad”, como
escribe San Pedro Damián, y Santa Ana que impuso,
después de serle revelado, el nombre de María a su Hija, formó parte de
aquellos tesoros. El
nombre debe expresar cuanto de grande y de santo se espera de la persona que
debe llevarlo, al mismo tiempo debe manifestar la misión y oficio que la
persona debe cumplir.
Santa Ana poseía la clara
visión de la santidad, de la grandeza y de la majestad a que sería elevada su
Hija, y le impuso el augusto nombre de “María”.
Verdadera fuente de gracias y
bendiciones es el nombre “María”, nombre
dulcísimo, nombre potentísimo, bálsamo de salud y de paz.
Cristiano, procura ser devoto de este nombre, que es bálsamo de
consolación, de salud y de paz para el que invoca con afecto y confianza. En
las tentaciones, en las angustias, no dudes; llama a María, y experimentarás
auxilio celestial. Ten este nombre frecuentemente en los labios, y siempre en
el corazón, para tener la suerte de terminar tu vida con esa prenda segura de
salvación.
Invoquemos frecuentemente con fe y amor este nombre tan querido
y obtendremos clemencia en vida y en muerte.
EJEMPLO:
En el año 1831 la peste
se enseñoreó de Dijón haciendo cotidianos estragos.
Sus habitantes, atemorizados,
oprimidos, extraviados, se unieron al Clero y al Obispo a fin de pedir al cielo
les favoreciera. Entre las muchas promesas hicieron el voto de solemnizar cada
año el día de Santa Ana de la manera más solemne si los libraba de aquel
terrible azote siendo este voto acompañado de la más viva fe en obtener de la
divina Misericordia, por intercesión de esta gran santa, la suspirada gracia.
Al instante fueron atendidos; la mortalidad cesó como por encanto y
la ciudad fue librada de aquel terrible mal.
En la catedral de Dijón una lápida conmemorativa en honor de Santa
Ana demuestra a todas horas cuán solícita se muestra con los que en Ella
confían.
OBSEQUIO: Invoquemos
con frecuencia los dulces nombres de Ana y de María y las tendremos propicias
en vida y en muerte.
JACULATORIA: Piadosísima Santa Ana, dadnos vuestro amor para con
María.
ORACIÓN
¡Oh,
bienaventurada Santa Ana!, yo
me alegro con Vos. Vuestra humillaciones, penas y afanes en el largo tiempo de
vuestra esterilidad fueron sobreabundantemente trocadas en gozo indecible.
Enseñada por el ángel de que seriáis la madre de María, repitiendo este
dulcísimo nombre experimentabais todos los placeres celestiales. ¡Ah, mi poderosa abogada!, haced que este nombre santísimo, lleno de todas las riquezas del
tesoro eterno, sea mi luz, mi guía, mi sostén y mi refugio, en vida y en
muerte. Hacedlo por aquella suavidad que siempre sentís al pronunciarlo, entre
los aplausos de los ángeles, en la patria del eterno contento. Así
sea.
—Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
℣. Ruega por
nosotros, bienaventurada Santa Ana.
℞. Para que
seamos dignos de las promesas de Cristo.
ORACIÓN
Oh Dios, que te dignaste conceder a Santa Ana la
gracia de dar al mundo a la Madre de Vuestro Unigénito Hijo, haz, por tu misericordia, que nos ayude junto a
Ti la intercesión de aquélla cuya fiesta celebramos. Por Jesucristo Nuestro
Señor. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
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