Por Lucio Marmolejo.
Decretado por Lllmo. Sr. Lic. D. Clemente de Jesús Munguía, Obispo de Michoacán,
así lo decretó y firmó. México 26 de Diciembre de 1851.
Librería de Rosa y Bouret, 18 calle San José el Real 18. 1868. Propiedad de
los editores.
PREPARACIÓN: PARA EL DÍA
30 DE ABRIL.
ORACIÓN
¡Oh Santísima Virgen María, Madre de Dios y
de los hombres! Aquí nos tienes
humildemente prosternados ante tus plantas soberanas, arrepentidos de todo
corazón de los disgustos qué te hemos ocasionado con nuestros pecados: venimos
a pedirte tu maternal bendición, para comenzar con auspicios favorables los
piadosos ejercicios, por cuyo medio vamos a consagrarte el próximo mes de Mayo.
No desprecies ¡oh Virgen Sacratísima! nuestro humilde don: es cierto que te lo
ofrecen unos miserables pecadores, pero también lo es, que sinceramente arrepentidos
de sus culpas, imploran de rodillas el perdón, y se acogen a la sombra poderosa
de tu manto, para ponerse a cubierto de los rayos de la divina Justicia. Danos,
Señora, perseverancia, para que no desmaye nuestra devoción en todo el mes que
vamos a consagrarte, sino que, por el contrario, se aumente cada día, para que
al concluir nos encontremos con el corazón de tal manera inflamado en tu amor,
que nunca volvamos a ofender a tu amabilísimo Hijo Nuestro Señor Jesucristo, lo
cual será para nosotros una prueba de que están perdonados nuestros pasados
yerros, y una prenda segura de que obtendremos la Bienaventuranza, para
alabarte y bendecirte con los ángeles y santos, por todos los siglos de los
siglos. Amén.
ORACIÓN
Que se dirá todos los días antes de la meditación.
Advierte, alma mía, que estás en la
presencia de Dios, mas íntimamente presente a Su Majestad, que a ti misma. Está
mirando él Señor todos tus pensamientos, afectos y movimientos interior y
exteriormente. Lo que eres delante de Dios, eso eres y nada más: pobre, miserable é inmunda, con la abominable lepra de
todos los pecados con que has ofendido hasta aquí su infinita bondad.
Pero el Señor, obligado del peso de su misma infinita misericordia, desea más
que tú misma darte el perdón general de todas tus culpas y el logro de esta
meditación. ¿Qué hicieras, si supieras que era la
última de tu vida? Puede ser que no
tengas otra de tiempo tan oportuno. Ahora puedes conseguir con un pequé de corazón, lo que no conseguirán con eterno
llanto los condenados en el infierno, que es el
perdón de tus pecados. Alerta, pues: no
pierdas tiempo tan precioso, por amor de Dios.
Creo, Señor, que estáis
íntimamente presente a mi corazón. Os doy las gracias por los innumerables
beneficios que he recibido, y recibo en cada instante, de vuestra infinita liberalidad
y misericordia, especialmente porque me habéis conservado hasta aquí la vida,
habiendo yo merecido tantas veces las penas del infierno por mis pecados. Concededme, Padre amorosísimo, un corazón agradecido a
vuestras grandes misericordias, y el logro de esta meditación, a mayor honra y
gloria vuestra y bien de mi alma. Esté yo en vuestra divina presencia con la
humildad, atención y reverencia de alma y cuerpo que corresponde en una vilísima
criatura, cual yo soy, que tantas veces os ha despreciado con ofenderos en
vuestra misma presencia. Detesto de todo corazón mis pasadas ingratitudes; las
aborrezco, por ser ofensas de vuestra infinita bondad: me pesa en el alma de
haberos ofendido, por ser quien sois. Quisiera deshacer todos mis pecados, por
ser desprecio de un Dios infinitamente bueno. Dadme, Criador y Dueño mío
amabilísimo, verdadera contrición de todos mis pecados, y propósito firmísimo
de la enmienda.
Bien
conozco que no hay en mí otra cosa que la nada, y sobre la nada el pecado. No
soy en vuestra divina presencia más que un condenado, y condenado tan
innumerables veces, cuantas he repetido las ofensas de vuestra infinita bondad.
Compadeceos, Dios mío, de mis tinieblas: no permitáis que pierda tiempo tan
oportuno. Enseñadme a tener oración; regid mi memoria; alumbrad mi entendimiento;
moved mi voluntad. Obligaos de vuestra misma bondad y de los méritos infinitos
de vuestra Santísima vida, pasión y muerte, y de los méritos é intercesión de
vuestra Santísima Madre. Poned, Señora, en mi corazón aquellos pensamientos,
afectos y determinaciones que son del agrado de vuestro Santísimo Hijo.
MEDITACIÓN
1º— ¿Con
qué sentimiento debemos presentarnos delante de María para obsequiarla en el
Mes de Mayo? Amor, humildad, respeto, deseo muy ardiente de agradarla,
y de cumplir en todo con su santísima voluntad.
2—Propósito firme de emplear todo el mes en buenas
obras, y rendidas gracias que debemos dar a Dios, por habernos concedido este tiempo para emplearlo en servicio de su
Santísima Madre, y andar por consiguiente un gran pedazo en el camino de nuestra
salvación.
3—Pensar desde ahora en los frutos espirituales
que debemos sacar de esta devoción, como
avivar nuestra fe, esperanza y caridad, aumentar más y más nuestro amor a
María, ser más compasivos con los pobres, etc.
ORACIÓN
Que se dirá todos los días después de la Meditación.
¡Clementísimo Dios y Señor de mi corazón! ¡dulcísimo
Jesús mío! ¡sacramentado dueño de mi alma! Os doy las gracias con todo el afecto de
mi pobre corazón, porque me habéis concedido este tiempo para que medite. Perdonad, Señor, las
distracciones, negligencias, flojedad y todos los demás defectos en que he
incurrido en esta Meditación: quedo en ella convencido.... y resuelto....
Conozco que todos mis pecados, aunque tan enormes, no pueden extinguir vuestra
infinita bondad: en ella espero firmemente que me habéis de ayudar con vuestra gracia,
para que eternamente os ame, os sirva, conozca y ponga por obra vuestra
santísima voluntad. Asi lo espero de vuestra infinita piedad y misericordia, y
de los méritos y poderosísima intercesión de vuestra Santísima Madre.
—Ave María.
CANTO
Los dones que te ofrece
Salve, Sagrada Virgen.
Estrella de la mar,
Hija Madre y Esposa
De la alta Trinidad:
¡Salve mil veces! ¡Salve!
¡Consuelo del mortal!
Que al hombre guías tierna,
Cual faro celestial.
Al suelo nuestras frentes
Venimos a postrar,
Humilladas delante
Las gradas de tu altar,
Pidiéndote, Señora,
Te dignes aceptar
Los dones que te ofrece
El misero mortal.
Son pobres, pero el hombre
No puede darte más;
Por eso ha de tomarlos
Tu mano virginal.
El lirio y la azucena.
La rosa y el azahar
Del floreciente Mayo,
Te vamos a donar;
Y en su perfume envuelto,
Queremos enviar
El corazón ardiente
A tu sagrado altar.
El corazón, Señora,
De amor henchido va:
Acéptalo, y entonces
Mas dicha no querrá.
Bendice los esfuerzos
Que a hacer tus hijos van,
Por ensalzar tus glorias
Con amoroso afán;
Y a ver tu rostro bello
Al cielo subirán,
Y á tí, querida Madre,
Y a Dios bendecirán.
PRÁCTICA PARA MAÑANA
Abstenerse de
alguna cosa licita y agradable, como algún alimento, para que sirva como de vigilia, para prepararse al
Mes de María.
No hay comentarios:
Publicar un comentario