Por Lucio Marmolejo.
Decretado por Lllmo. Sr. Lic. D. Clemente de Jesús Munguía, Obispo de Michoacán, así lo decretó y firmó. México 26 de Diciembre de 1851.
Librería de Rosa y Bouret, 18 calle San José el Real 18. 1868. Propiedad de los editores.
DÍA DOCE: 12 de mayo.
Visita a la Imágen de NUESTRA SEÑORA DE LA LAGUNA, que se
venera en la iglesia de San Francisco en la ciudad de Campeche.
La milagrosa Imagen
de Nuestra Señora de la Laguna, llamada así por una laguna que se forma de un
ojo de agua, que continuamente mana junto al lugar en que se descubrió, fué
hallada el viernes 7 de Mayo de 1649, por dos indios pescadores, llamados uno
Luis y otro Lorenzo, al ir al pueblo de Xampolol, de donde eran vecinos. Se habían sentado a descansar en el camino, cuando notaron
que debajo de un árbol se descubría una Imagen; se acercaron, y vieron que era
la Santísima Virgen, de poco más de un palmo, y formada de barro colorado, tan duro
y pesado como una piedra, y que tenía un rosario en la mano; y advirtieron igualmente
que alrededor de donde se hallaba la Imagen, estaba el terreno blando y como
mullido. Dieron aviso de lo que pasaba al alcalde del pueblo, que fué allá,
acompañado de mucha gente; colocaron la Imagen bajo una enramada que formaron, y
estuvieron acompañándola con luces encendidas, por dos días, mientras iba el P.
Fr. Bernardo de Santa María, Guardián del convento de San Francisco de
Campeche, a cuya administración pertenecía el pueblo de Xampolol. Llegó, pues,
el mencionado padre con otros religiosos, y hallaron a la Santa Imágen de la manera
dicha, la adoraron con gran reverencia, y la hicieron llevar a Xampolol,
distante de allí como media legua; allí permaneció toda la noche, y a la mañana
siguiente fué conducida a Campeche, que dista cuatro leguas, en donde fué
recibida con músicas y grandes muestras de alegría por los religiosos y un gran
número de vecinos, y colocada en el altar mayor de la Iglesia de San Francisco.
Comenzó desde luego la Soberana Señora a obrar
grandes prodigios, especialmente en favor de los enfermos, siendo no pocos los
desahuciados, o que tenían enfermedades desconocidas, que cobraron la salud
invocando a la Santísima Imágen; varios de ellos sanaron repentinamente, y con
otros hizo veces de la más eficaz medicina la tierra del lugar donde se halló
la Virgen.
Todo lo referido hasta aquí, consta en la información
jurídica que se hizo por orden de los Sres. Gobernadores de la mitra de
Yucatán, dada a petición de los religiosos y vecinos de Campeche, la cual se
conserva original en el archivo de la Catedral de Mérida.
Gozó de este tesoro la ciudad de Campeche, hasta
el 20 de Diciembre del mismo año de 1049, en cuyo día se desapareció la Imágen
del lugar donde estaba colocada, y por mas diligencias que se hicieron, no la
pudieron hallar, hasta que el 27 de Setiembre del siguiente año de 1650, la vio
un indio una noche en la peana de una cruz, despidiendo resplandores. Dio luego
aviso al Guardián del convento, el cual fué con otras personas, y reconociendo
que era la misma Imágen, la llevaron llenos de regocijo al convento, y la
pusieron de nuevo en el altar mayor, donde permanece, recibiendo los homenajes
de los fieles, y recompensándolos con beneficios.
VIDA DE MARÍA
María en la Circuncisión del Señor.
Solamente ocho días
tiene de vida el Niño Santo que adoraron los pastores, y ya va a derramar la
primer gota de su sangre, obediente a una ley que ciertamente no le comprendía;
pero quiere darnos
un sublime ejemplo de sumisión a las divinas órdenes, y se sujeta a recibir la
dolorosa herida de la circuncisión; y su Madre, la sin par María, que va a
sentir su corazón dolorosamente herido con la herida de su Hijo, se somete, no
obstante, gustosa a la divina voluntad, aunque sabe que su Hijo Santísimo estaba
exento de la ley, porque la ley era para los pecadores; pero en su abnegación sublime y heroica, no tiene ya voluntad, porque
ha hecho a Dios un sacrificio de ella toda entera, y ya no quiere más que lo
que Dios quiere, por más terrible que sea el dolor que cause a su sagrado corazón.
ABNEGACIÓN DE MARÍA
María, Heliotropo fragantísimo.
(Heliotropium limbatum.)
Ciertamente es
hermoso el símbolo de la abnegación de María, que nos ofrece la odorífera flor
del heliotropo; pues
efectivamente, se propaga lozana aun en los parajes incultos, a diferencia de
otras flores, tal vez menos hermosas y delicadas, que necesitan grande esmero
para su cultivo, representando en esto a María, que nada hace por sí ni para
sí, que no cuida de sí misma, que está absorta pensando solo en agradar a su
Hijo; y prosiguiendo el símil, veremos al heliotropo que no tiene más voluntad
que la del sol, puesto que no sigue otro camino que el que aquel astro le
traza, viéndolo constantemente como si atendiera sus órdenes; así la Virgen
Sacratísima no tiene más voluntad que la del Sol Divino de Justicia; no sigue otro camino que el que le traza su Hijo, a quien
ve constantemente para saber su voluntad, porque ya María no la tiene, ya hizo
de ella el más heroico sacrificio, para practicar lo más perfecto y grandioso
de la virtud de la abnegación, como lo demostró en el doloroso misterio de la Circuncisión
de Jesús.
ORACIÓN
¡Oh Santísima Madre y Señora Nuestra! llenos de asombro
contemplamos la abnegación heroica que practicaste en la Circuncisión del
Señor; por ella te rogamos que no nos desampares, que, guiándonos
constantemente con tu mano poderosa y benéfica, no permitas que nos apartemos
ni un ápice del sendero de la virtud, para que, a imitación tuya, no tengamos más
voluntad que la de Dios nuestro Señor; sí, Virgen piadosísima, te lo rogamos
una y mil veces, porque sin tu amparo nada podemos con nuestras débiles fuerzas;
así lo esperamos confiados, pues si has protegido siempre y de un modo especial
a la dichosa ciudad de Campeche, por medio de tu milagrosa Imagen de la Laguna,
lo harás igualmente con nosotros, que te honramos hoy por medio de esa misma
Sagrada Efigie; y escudados asi contra el enemigo común, le iremos a bendecir
en la gloria por toda la eternidad. Amén.
ORACIÓN
Que se dirá todos los días antes de la meditación.
Advierte, alma mía, que estás en la presencia de Dios, mas íntimamente presente a Su Majestad, que a ti misma. Está mirando él Señor todos tus pensamientos, afectos y movimientos interior y exteriormente. Lo que eres delante de Dios, eso eres y nada más: pobre, miserable é inmunda, con la abominable lepra de todos los pecados con que has ofendido hasta aquí su infinita bondad. Pero el Señor, obligado del peso de su misma infinita misericordia, desea más que tú misma darte el perdón general de todas tus culpas y el logro de esta meditación. ¿Qué hicieras, si supieras que era la última de tu vida? Puede ser que no tengas otra de tiempo tan oportuno. Ahora puedes conseguir con un pequé de corazón, lo que no conseguirán con eterno llanto los condenados en el infierno, que es el perdón de tus pecados. Alerta, pues: no pierdas tiempo tan precioso, por amor de Dios.
Creo, Señor, que estáis íntimamente presente a mi corazón. Os doy las gracias por los innumerables beneficios que he recibido, y recibo en cada instante, de vuestra infinita liberalidad y misericordia, especialmente porque me habéis conservado hasta aquí la vida, habiendo yo merecido tantas veces las penas del infierno por mis pecados. Concededme, Padre amorosísimo, un corazón agradecido a vuestras grandes misericordias, y el logro de esta meditación, a mayor honra y gloria vuestra y bien de mi alma. Esté yo en vuestra divina presencia con la humildad, atención y reverencia de alma y cuerpo que corresponde en una vilísima criatura, cual yo soy, que tantas veces os ha despreciado con ofenderos en vuestra misma presencia. Detesto de todo corazón mis pasadas ingratitudes; las aborrezco, por ser ofensas de vuestra infinita bondad: me pesa en el alma de haberos ofendido, por ser quien sois. Quisiera deshacer todos mis pecados, por ser desprecio de un Dios infinitamente bueno. Dadme, Criador y Dueño mío amabilísimo, verdadera contrición de todos mis pecados, y propósito firmísimo de la enmienda.
Bien conozco que no hay en mí otra cosa que la nada, y sobre la nada el pecado. No soy en vuestra divina presencia más que un condenado, y condenado tan innumerables veces, cuantas he repetido las ofensas de vuestra infinita bondad. Compadeceos, Dios mío, de mis tinieblas: no permitáis que pierda tiempo tan oportuno. Enseñadme a tener oración; regid mi memoria; alumbrad mi entendimiento; moved mi voluntad. Obligaos de vuestra misma bondad y de los méritos infinitos de vuestra Santísima vida, pasión y muerte, y de los méritos é intercesión de vuestra Santísima Madre. Poned, Señora, en mi corazón aquellos pensamientos, afectos y determinaciones que son del agrado de vuestro Santísimo Hijo.
MEDITACIÓN
1º—Consideremos con mucha admiración y amor la
gran bondad de Dios, que quiso sujetarse a los padecimientos desde los ocho
días de nacido, derramando la primera gota de
su sangre preciosísima desde tan tierna edad; y
todo por nosotros, todo por enseñarnos a obedecer los divinos preceptos.
2º—Admiremos la abnegación de María, y pidámosle con todas veras de nuestro corazón, que presente
ante el divino acatamiento los grandes méritos que contrajo al practicar esa
virtud para que en atención a ellos nos perdone Dios nuestros pecados.
3º—Meditemos en los altos fines de la venida del Mesías,
excitándonos al agradecimiento, al considerar
la dulcísima ternura del Dios Niño, su belleza, su candor y la humildad incomparable
que manifestó en su Circuncisión, etc.
ORACIÓN
Que se dirá todos los días después de la Meditación.
¡Clementísimo Dios y Señor de mi corazón! ¡dulcísimo Jesús mío! ¡sacramentado dueño de mi alma! Os doy las gracias con todo el afecto de mi pobre corazón, porque me habéis concedido este tiempo para que medite. Perdonad, Señor, las distracciones, negligencias, flojedad y todos los demás defectos en que he incurrido en esta Meditación: quedo en ella convencido.... y resuelto.... Conozco que todos mis pecados, aunque tan enormes, no pueden extinguir vuestra infinita bondad: en ella espero firmemente que me habéis de ayudar con vuestra gracia, para que eternamente os ame, os sirva, conozca y ponga por obra vuestra santísima voluntad. Asi lo espero de vuestra infinita piedad y misericordia, y de los méritos y poderosísima intercesión de vuestra Santísima Madre.
—Ave María.
CANTO
¡Salve, Divino Niño,
Del mundo Salvador!
Henchido te saluda
De gozo el corazón,
Y estático te mira
De gratitud y amor
ir a verter tu sangre
En tu Circuncisión;
Y por nosotros solo,
Por darnos salvación,
Vas a sufrir ¡oh
Niño!
Tan fiero y cruel dolor.
¿Quién viéndote más
tierno
Que la más linda flor,
Más puro que la Luna,
Y más bello que el Sol,
Al verte caminando
Al sacrificio atroz,
No sentirá su pecho
Mover de compasión;
No mojará su rostro
Con lágrimas de amor,
No en mil pedazos roto
Tendrá su corazón?
¿Y si a tu Madre vemos
Llorando de dolor,
Porque su tierno pecho
Tu herida traspasó,
Como en afectos dulces
Ardiendo el corazón,
De gratitud inmensa
De amor y compasión?
¿No sentiremos luego
Crecer la devoción?
¿Querer podremos otro
Que al dulce Salvador?
No, que ya odiamos todo
Lo que aborrece Dios;
Ya solo el cielo quieren
El alma y corazón;
Jesús, José y Maria
Son todo nuestro amor.
PRÁCTICA PARA MAÑANA
Ejercitar algún acto de humildad, por ejemplo, besar la tierra al entrar y salir del templo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario